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na muy seca y lo mas blanca posible, toda la superficie ocupada por el secadero.

Debe este establecerse en un terreno descubierto, alejado de las playas, de los rios, de las plantaciones de árboles, y en fin colocado al abrigo de todo lo que pudiera cargar al aire de humedad.

Cualesquiera que sea el medio que se adopte para desecar las hojas, deben siempre esponerse las ramas al sol, lo mas tarde á las 8 de la mañana, unas al lado de otras y sin amontonarlas jamás. Al medio dia deben volverse. A las cuatro y media, se reunirá en cierto número de moutones todo lo que se haya secado durante el dia, y se bate despues con mazos para separar las hojas de las ramas: estas últimas se quitan y ponen á parte. Se reunirán las hojas con escobas (que pueden hacerse con algunas ramas atadas de la misma planta) y se llevarán á un parage abrigado de toda humedad. Despues de ponerlas en montones sin opresion, conviene taparlas con esteras ó con paños fuertes; pero si no se hallasen completamente secas, será mejor el estenderlas en un almacen seco, por camas de tres ó cuatro pulgadas, y tener la precaucion de revolverlas frecuentemente durante la noche para impedir el que se calienten, haciendo todo lo posible para evitar este accidente que acarrearía la pérdida de toda la cosecha.

No es suficiente las mas veces el estado de desecacion que obtienen las hojas espuestas un solo dia al sol, y así es preciso repetirla al siguiente, estendiéndolas á las nueve de la mañana en un suelo seco, en camas de cerca de dos pulgadas de espesor, y revolviéndolas de tiempo en tiempo con grandes palas de madera. A las tres, ó á las cuatro y no mas tarde, para que las hojas no vuelvan á tomar la humedad del aire, se aventean para separar las semillas y las támaras, se colocan en un almacen bien seco (cuyo suelo puede cubrirse de tablas sobre viguetas atravesadas), se amontonan y comprimen fuertemente, y se cubren con esteras, todo con el fin de preservarlas de la humedad y sobre todo de la lluvia.

*

Se conoce que una hoja de añil está bien seca, cuando conserva un color verde algo mas pálido que en el estado de verdor; cuando se quebranta entre los dedos, y cuando tiene un olor de alfalfa desecada, y no presenta manchas pardas ó azulosas. En este estado casi no dan añil, y sería imposible estraerlo de las hojas que tuviesen del todo algunos de estos colores.

Cuando las hojas de añil han sido bien cuidadas durante su desecacion, y que reunen todas las condiciones espresadas, pueden conservarse hasta dos meses en el almacen, y aun ser transportadas en sacos sin alterarse. Deben, sin embargo, ser examinadas de

Conservada mucho tiempo es muy buena, aun cuando no ofrezca en alto grado esta propiedad quebradiza; pero no debe almacenarse sin poscerla.

tiempo en tiempo, y si se percibe que han atraido alguna humedad, es prudente esponerlas al sol durante un dia y destinarlas al taller lo mas pronto posible.

Fabricacion del añil.

Si la desecacion de las hojas pide algunos cuidados y presenta algunas dificultades, todas desaparecen en un tiempo seco que no deja de ser comun en las regiones destinadas á su cultivo; y además se encontrará una gran compensacion en la facilidad con que se opera la fabricacion del añil por el procedimiento de la hoja seca. Efectivamente, una operacion que exigía una grande costumbre y muchos dias de trabajo, puede terminarse en ménos de doce horas por una persona inteligente que la haya visto una sola vez. No hay fenómenos que observar, y la fermentacion de 20, 25 ó 30 horas, y á veces mas, durante la cual era tan arriesgado, sino perder los productos alterarlos cuando menos, se reduce por el método que vamos á esplicar á una simple infusion de dos horas. Con el relox en la mano se ejecuta la série de operaciones que deben concurrir á la estraccion del añil, durante la cual los operarios no se hallan espuestos á ninguna exalacion dañosa, cuidando de tener el taller con la limpieza debida.

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Yo no espondré aquí los pormenores de la instalacion de una añilería en grande; me limitaré à describir sucintamente el procedimiento bajo una escala pequeña, y de manera que los cultivadores mas pobres puedan ejecutarla en su casa á poco costo, sin otros utensilios, por decirlo así, que los necesarios á una familia.

Será compuesto de :

Taller.

10 Un colgadizo ó tinglado de 24 pies de largo, de 16 á 18 de ancho, rodeado de una cerca que tendrá una abertura ó puerta á la mitad de su largo.

20

Nueve barricas ó cuarterolas ordinarias.

30 Dos tinas hechas de una barrica aserrada.

40

Dos batideras formadas de una tabla de una tercia en cuadro, con su cabo ó mango perpendicular sujeto en el centro de la tabla; y dos espátulas de cualesquiera madera.

50 Cuatro marcos ó cuadros de palo, de 15 pu'gadas cuadradas, provistos de una tela ordinaria de algodon.

60 Seis calabazas ó güiros de diversos tamaños.

* Mr. Plagne ha publicado sobre esto una Memoria en los Anales maritimos del año 1825, tom. 11, pág. 48 de la segunda parte.

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70 Dos calderas grandes susceptibles de contener cada una 27 azumbres, & mejor una paila de cobre de la misma capacidad. 80 Una calabacita ó güiro agujereado, con un mango de tierro para servir de espumadera.

99 Tres ó cuatro cajitas de un pie cuadrado y 6 pulgadas de profundidad, con el fondo y la tapa separados, y con agujeros de una línea de diámetro en todos los lados.

10. Tres ó cuatro pedazos de tela de guinea de 20 pulgadas cuadradas.

11. Algunos trozos de palo de 6 á 7 pulgadas de espesor, sobre 10 de cuadrado.

12. Una percha larga y fuerte, susceptible de servir de prensa cargándola con un peso á una estremidad.

13. Algunas palizadas hechas de tiras finas de caña, que sirven para tapar.

Observaciones.

Se refieren por números á los utensilios antecedentes.

Núm. 2o Las barricas son destinadas para emplearse verticalmente. Se les quitará uno de los fondos: se disminuirá de una pulgada á lo menos el diámetro de cuatro de estos fondos. A ocho barricas se les hará un agujero de nueve líneas de diámetro, al nivel del fondo, en una de las mejores duelas. Cuatro de estas mismas ocho barricas tendrán además otra abertura de seis líneas, á cuatro pulgadas sobre el fondo. La novena barrica llevará un solo agujero de seis líneas, á cuatro pulgadas del fondo. Estas aberturas se cerrarán por medio de tapones de madera, rodeados de trapos si fuere necesario. Estas barricas se limpiarán bien ántes de emplearlas, se afirmarán los arcos, y aun sería conveniente ponerles algunos de hierro además. Las cuatro que solo tienen una abertura son destinadas á remojaderas, y llevarán este nombre: las cuatro que tienen dos se llamarán baterías. La reunion de una remojadera y de una batería se denominará juego. La barrica novena está destinada á servir de cuba de cal, y llevará este nombre; el fondo separado se conservará para taparla.

Núm. 30 Las dos tinas deben rasparse interiormente para quitarles todo el tártaro y cuanto sea posible el color de vino que penetra en la madera para su conservacion convendría afianzarlas á la boca con un buen arco de fierro. Estas tinas sirven para recibir el depósito de las baterías ó para apoyo de las coladeras.

Núm. 40 Las planchetas de las batideras pueden tener cuatro agujeros de una pulgada á quince líneas de diámetro, para aumentar la agitacion del líquido. El palo que sirve de mango tendrá á lo ménos cinco pies de largo: convendría que atravesase la planchuela sujetándolo por detrás con una clavija de madera.

Núm. 59 Los marcos pueden hacerse de cualesquiera madera, con tal que sean sólidos. Se hacen groseramente con cuatro listoncitos aplanados por las puntas, y reunidos por dos clavos en sentido opuesto, en cada uno de los ángulos. Con su tela se destinan á servir de coladeras, sobre las cuales se pone á gotear el añi!.

Num. 6 Las calabazas se destinan á diversos usos, v sobre todo á agotar la fécula en las baterías ó á recibirla. Debe haber dos de la mayor dimension, que servirán para desleir y batir el añil en pasta, en diversas circunstancias.

Núm. 70 En rigor pueden emplearse las calderas para hervir el añil; pero como sea dificil el obtenerlas de la dimension conveniente, sería mejor servirse de una paila de metal. Para evitar parte del gasto de este utensilio, puede fabricarse de mampostería ó ladrillo; el fondo solo sería formado por una lámina de cobre colocada horizontalmente y á cierta altura; la parte inferior á esta division serviría de hornilla, y la superior de caldera; la chimenea se haría á un lado. Si se adoptase una vasija de barro, convendría que tuviese la figura de una calabaza, mas bien que la de una caldera.

Núm. 99 Las cajitas ó cajones destinados á recibir el añil, para someterlo en pasta á la presion, no son absolutamente indispensables, sobre todo cuando no se mira á la forma de los panes, pues la pasta puede esprimirse en el lienzo donde haya goteado, teniendo la precaucion de emplear en este caso una tela fuerte.

Núm. 10. Los tres ó cuatro pedazos de guinea son inútiles no habiendo cajones, puesto que se destinan á forrarlos interiormente, á retener el añil y á impedir que pase por los agujeros al momento de la presion.

Núm. 11. Los trozos de palo son inútiles si no se usan los cajones: un trozo de tablon de madera dura y de un pié cuadrado suple bien.

Múm. 13. Los tejidos de caña ó paja están destinados para recibir el añil prensando, y á suplir en el secadero. Pueden colocarse sobre las perchas sosteniéndolos con piquetes á tres ó cuatro pies sobre el terreno. *

Instalacion del taller.

El taller se dispondrá lo mas inmediato posible al agua, sea de rio ó de pozo. El agua podrá ser dulce ó salada; no obstante debe preferirse la primera, de la cual siempre es indispensable cierta cantidad para la hervidura y lavado del añil. Puede pres

* Fácil es calcular que todos estos utensilios no costaràn 6 $ si quiera à un labrador en la isla de Cuba.

cindirse de esta última operacion empleando, para remojar, agua dulce. La limpieza de esta coopera á la belleza del producto.

Para evitar toda especie de estorbos y facilitar la maniobra durante el trabajo, se establecerán dos juegos de cubas á cada estremidad del taller, colocándolas de manera que se pueda andar libremente al rededor de cada juego. Se pondrán alzadas ó suspendidas del suelo las remojaderas, de modo que la batería que se halle sobre el piso pueda recibir el líquido que salga de la remojadera. Delante de cada batería se practicará un hoyo en tierra, para colocar una gran calabaza destinada á recibir el añil y el agua en la cual nade todavía: entre las dos calabazas se colocará una de las tinas en la cual, si se quiere, pueden reunirse los productos de las diversas operaciones del dia.

El horno para hervir el añi! se colocará frente á la puerta. La cuba de cal se pondrá á uno de los lados de la puerta, cerca de la palizada.

El punto de apoyo de la percha ó palanca que debe servir de prensa, se establecerá al otro lado de la puerta, correspondiente á la cuba de cal.

Las batideras, cuadros de colar, calabazas, cajones, palizadas ó esteras y otros utensilios, se suspende rán de los pilares ú horcones que sostengan el tinglado.

Procedimiento de fabricacion.

Cuando se tienen las hojas desecadas con cuidado y bien conservadas, nada es mas fácil que la fabricacion del añil, pues se reduce à una simple tarea doméstica.

En efecto, tomando por ejemplo el que puede ser fabricado en un juego de cubas como el mencionado, la operacion se reduce á poner en la remojadera sesenta azumbres de agua (llenarla hasta las tres cuartas partes); á añadir 35 libras de hojas secas, (se ventearán cuando tengan mas de quince dias de almacen); á empapar bien estas hojas, sumergiéndolas en el agua por medio de una batidera; á renovar esta agitacion dos ó tres veces durante las dos horas que debe durar la infusion ; á colocar, despues de estas dos horas de contacto, una coladera sobre la batería; á destapar la remojadera (la corta porcion de hojas que pasa queda sobre la tela, y el líquido cae claro en la batería); á echar en dos veces, cuando el agua de infusion, que debe ser verde, pase lentamente, 8 6 10 azumbres de agua sobre las hojas (la segunda parte no se derramará sino despues de haber hecho salir la primera); á poner en la remojadera, sobre las hojas, el fondo separado de la barrica, dispuesto como se ha dicho; á estraer la mayor parte del líquido

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