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los vencidos. Así es como la religion de los Toltecas y de otras poblaciones que se comenzaron á conocer hacia el vi siglo, eligion que prescribia por ofrendas frutos y flores á los dioses de paz, fué remplazada por el horrible culto de los aztecas, ó indios de Motezuma, cuyos dioses eran insaciables de sangre humana.

Debo aun notar, que en el Palenque el sistema de los edificios consagrados al culto es del todo diferente al del resto del antiguo Méjico. Allí todos los templos están cubiertos y no hay pirámides, propiamente dichas; en todo el Norte de Méjico, por el contrario, todos están al descubierto, son grandes altares, oratorios, ó pirámides truncadas sobre el terraplen, en los que se celebraban las ceremonias religiosas.

Una cosa digna de observarse en el estudio de las diversas razas de hombres, es la forma de la cabeza de los antiguos habitantes del Palenque, representada en sus bajos relieves de mármol, de granito, ó de estuco. No solamente parecen macrocefalos, como ciertas poblaciones de Asia, sino que tambien la línea, desde el nacimiento de la frente hasta bajo de la nariz, describe por lo comun un cuarto de círculo, casi perfecto. Este carácter que semuestra entre las naciones de América y de Asia, es aquí incomparablenente mas pronunciado que en lo demas. Esto sería objeto de estudio para los fisiólogos al mismo tiempo que para los historiadores, si se llegara á encontrar algun cráneo humano bien conservado en los sepulcros subterráneos de estos antiguos pueblos.

Despues del sentimiento de sorpresa ó de admiracion que causan tales monumentos, tendidos en el seno de los desiertos, donde se creería que nada habia construido el hombre, viene el sentimiento de laudable curiosidad, que nos conduce á buscar el orígen ¿Qué manos los han erigido? ¿Qué siglos los han visto nacer? La civilizacion que aquellos monumentos comprueban de una manera irrecusable, fué originaria del pais, ó introducida por alguna nacion primitiva cuando la Europa no se contaba aun en el mundo civilizado? Ciertamente, los conocimientos actuales sobre la América antigua son muy insuficientes para poder formar una opinion razonable sobre tan importante materia; pero este tal vez es el caso de investigar con cuidado cuales fueron las relaciones de los antiguos con lo que se llama impropiamente el nuevo-mundo, y de hacer ver que ha podido preceder la civilizacion, á consecuencia de estas comunicaciones mas ó ménos probables, mas ó ménos demostradas, al estado de barbarie en que se encontró sumergido al principio del siglo XVI.

Pretendido conocimiento de la América por los antiguos,

Diversos autores antiguos han hecho alusion, de una manera mas ó ménos positiva, á la existencia de un continente mas allá de los mares. Séneca dice, en su tragedia de Medea, "Si se descubren nuevas tierras mas allá del Occéano, Thul (la Islandia) no será el límite de la tierra." Se cita el pasage de la Eneida de Virgilio: "Iacet extra sidera tellus." Elieno dice, segun Teopompo, que la Europa, el Asia y la Libia (Africa) no son sino grandes islas, y que existe un vasto continente mas allá del Occéano. Agrega que el oro y plata son allí mas comunes que el hierro. El geógrafo Edresio (de Nubia) dice, hablando del Occéano atlántico, que existe allí una grande isla nombrada Saale, en donde los hombres se parecen á las mugeres, que respiran un aliento espeso como el humo, hacen la guerra á los animales del mar, y hablan un idioma ininteligible; lo que se ha creido que podia aplicarse á los indios de América, que no tienen barba, fuman el tabaco ú otras plantas y que hacen la pesca con el harpon. San Clemente, discípulo de los apóstoles, dice en su carta á los Corintios "que mas allá del Occéano hay otros mundos." Todo esto indica entre los antiguos un conocimiento mas o ménos congetural de otro hemisferio, y nada mas.

Fenicios. Los Fenicios empleados por Salomon, rey de los Israelitas, é Hiram rey de los Tyrios, dícese que partieron del mar Rojo para ir á Ophir y á Tharsis; y despues de tres años de viage volvieron con oro y plata, marfil y piedras preciosas; gimios, pavos reales, elefantes y unicornics. Muchos autores han pensado que una de estas dos flotas se dirigió á la izquierda, hácia las Indias y la otra á la derecha hacia el continente de la América, doblando la estremidad Sur del Africa. Thevenot observa que la segunda espedicion, la de Hiram, que supone haber salido del Mediterráneo, habia atravesado el estrecho de Gádes y continuado su resto hasta el continente de América en lo que empleó tres años hasta su vuelta; y que esta navegacion sería aun de la misma duracion para los barcos indios, segun su construccion, y porque no se sabia entonces bordear, maniobra que no fué inventada hasta el año de 1520. De cualquier modo que sea, no se han probado estos viages; se sabe solamente que los Fenicios iban frecuentemente al Occéano Atlántico hasta las islas Canarias.

Hebreos. Muchos autores, apoyándose en algunos pasages del Antiguo testamento, se han persuadido que las diez tribus de Israel, cautivadas por Salmanasar y trasportadas á la Mé

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dia han pasado por el Norte de! Asia al nuevo-mundo, 1724 años antes de la era cristiana.

Se han buscado y encontrado semejanzas entre diversos pueblos de América y los Hebreos; el padre D'Acosta, sobre todo, ha hecho de esto un estudio. Pero estas semejanzas son generalmente imperfectas, ó poco concluyentes; como por ejemplo, el uso de la circuncision, que ha existido ó existe en otros muchos lugares del Asia y de Africa. Se ha buscado tambien una semejanza entre muchas palabras hebreas y peruanas; pero, es preciso decirlo, esta semejanza es tambien muy imperfecta.

Cartagineses. Continuando nuestras investigaciones sobre los viages de los antiguos hasta los primeros siglos de la Era Cristiana, verémos á Himilcon emprender por orden del Senado de Cartago un viage hasta Thulé, donde se dice, que introdujo la agricultura. De aquí lo llevó un viento recio del Este á la costa de América y aprovechando en seguidas un viento del Oeste, llegó á Cartago al término de cuatro meses. Esta espedicion es citada por Pomponio Mela, por Plinio y por el poeta Festus Avienus.

Segun Diodoro, cuya opinion adopta Huet, obispo de Avanches, navegantes cartagineses fueron echados por los vientos sobre el continente de América, ó sobre una grande isla vecina; y encontraron allí tan bello clima, que el Senado de Cartago decretó, que esta isla sería conservada como un lugar de refugio en caso de desgracia.

Siguiendo á Aristóteles, se habia descubierto una grande isla en el Océano Atlántico, y los que la encontraron, fueron condenados á muerte á su vuelta por el gobierno, temeroso de que se trastornase la tranquilidad de la madre patria por el deseo de emigrar tanto atractivo tenian las noticias de esta nueva tierra.

Griegos. Se sabe que las islas Afortunadas han sido descritas por Plutarco, en el siglo 1.° de la Era Cristiana; y que otros escritores habian hablado de ellas ántes que éi. Pausanías refiere que un tal Euphemus descubrió hacia el año de 154 de nuestra era, en el Océano unas islas, cuyos habitantes eran de color rojizo, y tenian colas largas como los caballos; y no pueden ser, dice el P. Lafiteau, otros que los Caribes, dueños entonces de las Antillas. Estos salvages, cuando iban á la guerra se ponian entre otros adornos horrendos, largos cabellos postizos.

Era Cristiana.

Segun el exámen de los hechos ó de las conjeturas que pertenecen á la antigüedad, es preciso pasar sobre muchos siglos de

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la Era Cristiana para encontrar documentos referentes á la historia de América.

Tártaros.-El Sr. de Humboldt, á quien deberemos recurrir muy a menudo, dice, que las analogías, en la conformacion de la cabeza, y en el lenguaje parecen probar que los individuos de la raza tártara han pasado sobre la costa Noroeste de la América, y de allí al Sur y al Este, hácia el rio Gela y Missouri; y que no hay que admirarse, si se encuentran en las poblaciones americanas, ídolos y monumentos de arquitectura de un carácter geroglífico, una nocion exacta de la duracion del año, tradiciones sobre el estado primitivo del mundo, que recuerdan los conocimientos, las ártes y las opiniones religiosas de los pueblos asiáticos. Agrega que una circunstancia muy notable, es, la llegada de los Toltecas á las montañas dé Anahuac, que habian sido echados de un pais al Noroeste del rio Gela, llamado Huchuetlapallan, patria que dejaron en 544, y en cuya época, la ruina de la dinastía de Tsin ocasionó grandes movimientos entre los pueblos del Asia oriental.

Segun esta version que debemos mirar como una de las mas positivas, los emigrados del Asia serian echados sobre las costas de la América del Norte, y haciendo internar hácia el Sur los pueblos, tales como los Toltecas y los Cicimeques que irian entonces á ocupar las llanuras de Méjico ó América del centro, arrojando á los pueblos que las ocupaban. Cuando los Aztecas, ó Mejicanos que vinieron últimamente, reemplazaron hacia el año de 1190 á los Toltecas, Cicimeques, Alcohues etc. encontraron en pié los antiguos monumentos de piedra, cuyos restos se admiran en el dia en Méjico. Se les atribuyen á los Toltecas, dice Humboldt sin estar ciertos de que no fuesen erigidos por otro pueblo anterior. Lo que me conduce á adoptar esta última opinion, y en la que hasta el presente no se ha fijado la atencion, es que los Toltecas, ántes de ser impelidos hácia el Sur, nada semejante habian construido en el Norte; allí no se encontró ruina alguna de piedra; y desde luego es natural creer que ellos encontrasen los monumentos de que se trata, construidos sobre el suelo de Anahuac, cuando llegaron allí.

Méjico, propiamente dicho, Guatemala, Yucatan y Perú, donde se encuentran solamente antiguas construcciones de piedra, habrán debido pues su poblacion primitiva á otras circunstancias distintas que la emigracion de los pueblos del Norte hácia el Sur. Volvamos al exámen de las relaciones que han podido existir antiguamente entre la América y los Tártaros, los Mogoles y aun los Chinos mismos.

Tártaros, Mogoles, Chinos. - Brerewood, sabio anticuario ingles, pretende que la América ha sido originariamente poblada por los Tártaros: 1.° porque ha sido siempre mas poblada por el

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lado del Asia que del de la Europa, hasta la época de nuestras grandes colonizaciones; 2.0 porque la configuracion fisica es muy análoga á la del Norte del Asia; 3.0 porque hay de una y otra parte igual ignorancia é indiferencia con respecto á las ártes.

Conviene referir aquí, en apoyo de estas relaciones entre los dos continentes mucho ántes del vi siglo de nuestra era, lo que dicen Plinio y Amien Marcelino, á saber: que los caníbales scytas devastaron todo su vecindario, y obligaron á los habitantes de estas comarcas del Asia, á buscar otra patria.

Mr. de Gignes, que ha traducido los anales chinescos, asegura que los Chinos comerciaban hácia el año 458 con la América, y que remontaban hasta aquella parte de la costa que hace frente á Kamschatka. Es verdad que el P. Guabil, versado en el idioma y la historia de la China, y el viagero Carver contradicen este hecho, sin embargo, la historia posterior de los Chinos da motivo á pensar que han tenido otras veces buques que han podido pasar á Méjico por las Filipinas; y los Japoneses, navegando de una isla á otra han podido igualmente arribar á las Indias occidentales. Cuando la espedicion del Vazquez de Coronado, en 1539, vió en los mares de Nuevo-Méjico cuatro naves, cuyas proas estaban adornadas de oro y plata, y cuyos capitanes dieron á entender que habian estado treinta dias en el mar ántes de llegar, lo que induce á creer que venian de la China. Segun Pedro Menendez de Avilez, seencontraron á orillas del mar del Norte, cascos de navíos chinescos y se habian visto en el puerto de Guatuzco, (Méjico) negociantes vestidos de seda que supusieron tambien ser Chinos.

Estas relaciones adquieren mas probabilidad por la analogía reconocida entre muchas palabras chinescas y americanas, por ciertas cosas usuales comunes á las dos naciones, por ciertos usos, y por las semejanzas de sus rasgos, segun García, en su obra intitulada "Origen de los Indios."

En efecto, sin hablar en este momento de las lenguas, ciertos pueblos de América, á imitacion de los antiguos habitantes del Asia, se apoderan del cráneo de los enemigos que han vencido, ó los hacen perecer en largos tormentos. Marchan en hilera, uno á uno, como los Kamtschadales: se rasuran la cabeza como los Tártaros, reservando una pequeña porcion. Las canoas del Canadá se parecen á las Tungunesas. Unos y otros erigen grandes terraplenes ó túmulos para la sepultura de los muertos que quieren honrar. Los de California, lo mismo que los Tungueses, cuelgan los cadáveres á los árboles, ántes de enterrarlos.

Otros muchos autores, entre los cuales citaré al Dr. Mitchell, creen igualmente que el Asia septentrional ha poblado el Norte de América. Debe notarse en apoyo de esta opinion, que no hay caballos en la estremidad del Norte del Asia, y que tampoco se

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