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Fend.MATSUR

ADVERTENCIA PRELIMINAR.

SABIDA

es la importancia de los romances en nuestra historia literaria. Este género de poesía popular, tan fértil y sabroso entre nosotros, brota del genio español con la misma espontaneidad y lozanía que en nuestro suelo se producen el olivo y el limonero. El romance se presta á todos los tonos, asuntos y estilos, siendo igualmente apto y dócil para expresar la pasion más viva y afectuosa, la ingeniosidad más aguda y satírica, la burla más grata y picaresca, la descripcion más galana y opulenta de colores, los vuelos de la fantasía en la maravillosidad legendaria, en los milagros de los Santos, en la vida de los héroes, en las hazañas caballerescas, y, por último, se acomoda tambien de una manera singularmente feliz á la narracion histórica y al diálogo dramático. Era, pues, muy natural y justificada la notable predileccion de nuestro público por este género de literatura.

Durante largo tiempo se habian conservado los romances en la tradicion oral del pueblo, hasta que en el siglo xvi se hicieron numerosas colecciones de éllos, á las que por ésto mismo se les dió el título de Romanceros. La primera compilacion de esta especie, que se públicó en España, salió á luz en Zaragoza en 1550, y la estimacion general que mereció del público, no sólo estimuló á que se multiplicasen las colecciones de romances antiguos, sino tambien á que muchos poetas los compusiesen nuevos y los coleccionasen, como lo hizo Lorenzo de Sepúlveda, publicando su Romancero,

cuyos asuntos, en su mayor parte, están tomados de las antiguas Crónicas de Castilla, inspirándose en la tradicion popular y excitando los sentimientos nacionales.

A ésta siguieron otras colecciones, como la que lleva el nombre de Alonso de Fuentes y la de Juan de Timoneda, continuando la série de este linaje de poesías populares nuestro famoso autor Pedro de Padilla, que publicó el presente ROMANCERO en 1583. Fué Padilla tenido en mucho por sus contemporáneos como poeta de marca, filólogo distinguido y además muy versado en las Sagradas Letras. Era natural de Linares y caballero, segun dicen algunos, de la Órden de Santiago. Estaba dotado de agudo entendimiento y extraordinaria facúndia, no ménos que de grande aficion al estudio; pues, además de otras facultades y ciencias, cultivó con singular empeño y felicidad las lenguas vulgares, llegando á ser muy perito en la italiana, francesa y flamenca, siendo además tan consumado latino como excelente maestro en hablar y escribir su lengua pátria. Despues de haber compuesto y publicado muchas obras, ya de edad provecta, entró en la Religion de los Carmelitas de la provincia de Castilla y en su Casa de Madrid, donde profesó en 6 de Agosto de 1585, renunciando desde entónces al siglo y á las Musas profanas, y dedicándose exclusivamente á la oratoria Sagrada y á la composicion de libros y versos místicos, en conformidad con su nuevo estado.

I Existen en España varios pueblos de este mismo nombre; pero sin duda se trata de Linares de Baeza, no sólo porque éste es el más importante de todos ellos, sino tambien por la expresion que usa Don Nicolás Antonio en su Bibliotheca Hispana Nova, al hablar de Pedro de Padilla; pues dice que era oriundo ex oppido Linares. Ahora bien, este vocablo (oppidum) indica una poblacion grande, ó ciudad, y es seguro que aquel célebre escritor habria empleado el diminutivo oppidulo, si hubiera querido designar alguno de los otros lugarcillos del mismo nombre.Escritas las precedentes líneas, ha venido á confirmar la exactitud de nuestras conjeturas la noticia de que en la Biblioteca del Duque de Gor, en Granada, existe un Ms. de la segunda parte de las obras de Pedro de Padilla, en el cual se dice, en una nota, que cra natural de Linares, en el reino de Jaen. Tambien se dice en la citada nota que fué caballero del Órden de Santiago, y que despues entró en la religion del Cármen, noticias que coinciden con las que del autor nos suministra D. Nicolás Antonio, y estampamos en el texto.

Fruto de esta distinta faz de su ingenio y de su vida fueron diversas obras, y entre éllas las tituladas Jardin espiritual; Grandezas y excelencias de la Virgen, Nuestra Señora, en octavas; Oratorio Real; Historia de la Casa Santa de Loreto; Monarquía de Cristo, y Ramillete de flores. Ocupado nuestro autor en tan piadosas tareas, le sorprendió la muerte despues del año de 1595.

Pero ántes de tomar el hábito religioso habia publicado Padilla, con grande aceptacion las obras que siguen: Tesoro de várias poesías, impreso en Madrid en 1575 y 1580 por Querino Gerardo; Eglogas pastoriles y de algunos Santos, impresas en Sevilla por Antonio Pescioni en 1581; y, por último, el libro que nos ocupa, titulado ROMANCERO, en que se contienen algunos sucesos de los Españoles en la jornada de Flandes, impreso en Madrid en 1583 por Francisco Sanchez '.

Este ROMANCERO, que hoy de nuevo damos á la estampa, merece nuestra particular atencion bajo diversos é importantes aspectos. Ya desde el principio, al fijar nuestras miradas en la aprobacion del libro y en los tres sonetos laudatorios que á élla siguen, nos agrada encontrar nombres por extremo simpáticos y estimados en la República de las Letras. En efecto, la aprobacion está expedida y suscrita por el célebre Maestro Juan Lopez de Hoyos, que fué Catedrático de Humanidades en el estudio que tenia el Ayuntamiento de Madrid en la calle que hoy se llama de la Villa, á espaldas de los Consejos, y adonde asistió el gran Cervantes, el caro y amado discípulo de tan insigne Maestro.

Los mencionados sonetos pertenecen á Francisco de Montalvo, á Lopez Maldonado y á Miguel de Cervantes, quien seguramente acababa de regresar á Madrid de la expedicion á Portugal y á las Islas Terceras, si ya no es que escribió este elogio á nuestro autor antes de partir para la citada empresa, durante el tiempo que permaneció en esta villa el ilustre manco, al volver de su prolongado cautiverio. Esta permanencia, sin embargo, fué muy breve, pues que Cervantes

ID. Nicolás Antonio dice que fué impreso en Sevilla; pero es error manifiesto, que hemos rectificado.

regresó al seno de su familia á fines del año de 1580; pero muy luego se alistó nuevamente en su antiguo tércio, llamado de Flandes, en que antes habia servido en Italia, y en el que á la sazon militaba tambien su hermano Rodrigo, marchando ambos en el siguiente año de 1581 á la expedicion mencionada.

La precedente conjetura es tanto más probable, cuanto que el privilegio para la impresion de la obra está dado en Lisboa á 22 de Setiembre de 1582, y es seguro que Pedro de Padilla, atendida la costumbre y lentitud administrativa de aquellos tiempos, tendria ya reclamado con grande antelacion el dicho privilegio. Bajo este concepto, acabado ya el libro y pedida la licencia para su publicacion, pudo muy bien Cervantes escribir el referido soneto cuando llegó á Madrid de vuelta de Argel, obedeciendo acaso á la invitacion del mismo Juan Lopez de Hoyos, en cuya casa tal vez conoció á Padilla, pues consta que en lo sucesivo, nuestro autor y Cervantes, fueron buenos amigos.

El ánimo se recrea y la imaginacion se goza, representándose aquella época memorable, tan fecunda en acontecimientos gloriosos y en hombres eminentes, y nos parece ver al futuro autor del Quijote, lleno de vida, juventud y contento, que tan luégo como llega á Madrid, y despues de haber abrazado á su anciana madre, ya viuda, y á sus hermanos Rodrigo y Andrea, corre desalado á casa de su antiguo maestro, regocijándose con toda su alma al encontrarle bueno y sano, despues de tan dolorosa y larga ausencia. El jóven Cervantes, no sólo debia á Juan Lopez de Hoyos excelentes lecciones y útiles consejos, sino tambien una especie de padrinazgo literario, su inauguracion como autor, 6 sea su presentacion primera al público, puesto que aquel célebre humanista, en la relacion de las exéquias hechas por el Ayuntamiento de Madrid á la desgraciada Isabel de Valois, ó de la Paz, insertó en 1569 seis composiciones de su alumno predilecto; primicias de aquel talento colosal, que más tarde. habia de asombrar al mundo.

Así aparece el gran Cervantes en el orbe literario, saliendo en el mismo año de España para permanecer largo tiempo ausente y oscurecido; pero apénas vuelve á su patria, ya le vemos reaparecer, siempre al lado de su maestro Lopez de

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