El ilustrado Ticknor, en general tan exacto y juicioso, critíca en nuestro autor la introduccion del metro italiano en los romances, ó sea el uso de versos endecasílabos á continuacion de los de ocho sílabas, alegando que semejante alternacion produce un efecto desagradable; pero no estamos conformes con tan injustificada y cruel sentencia; ántes bien, sostenemos que esta variedad en la versificacion comuníca á las composiciones mayor lucimiento, hermosura y agrado, como lo prueban las historias verdaderas ó fantásticas que hoy se escriben en variedad de metros bajo el exótico nombre de leyendas, en cuyo género han sobresalido poetas modernos de grande y merecida fama, y entre ellos el ilustre duque de Rivas, el filosófico Espronceda y el fecundo Zorrilla. ¿Y qué otra cosa son nuestros antiguos romances sino leyendas en el sentido que hoy damos á esta palabra? La única diferencia que existe, no estriba en el fondo, sino en la forma, es decir, en la variedad de metros; pero tratándose de las mencionadas composiciones de nuestro autor y de otras similares que se pudieran citar, en las que alternan los versos italianos con los de ocho sílabas, bien puede asegurarse que son otras tantas leyendas en toda la extension del concepto, así por la idea que las inspira, como por su ejecucion y forma. En confirmacion de nuestro aserto, hé aquí cómo el autor describe, en variedad de metros, la situacion de la hermosa mora que, en compañía de otras damas, lamenta la presunta muerte de su esposo Abdalla, mal herido por el Cid Campeador. «Y recelando la muerte Y despues que volvió en sí, Y ansí se estaba quejando: ¡Ay fuerte Abdalla, dulce esposo mio, No debes de saberla, que yo fío Apresura los pasos, caro amigo, Y siendo ésto verdad, como sospecho Y acabando estas razones, Que es mayor de lo que vemos, A lo que yo he sospechado; Y con ésto en una torre Todas juntas se han entrado.>> En esta composicion se nota gran número de incidentes. y vivo interes dramático; pero nuestro propósito, al citar los versos que preceden, sólo ha sido el demostrar que la diversidad de metros, léjos de oscurecer el mérito de estos romances, les comunica, por el contrario, más variedad, animacion y lucimiento. En la otra especie de leyenda ya mencionada, y que pudiera titularse La Peña de los dos enamorados, se pinta una situacion por extremo interesante, apasionada y conmovedora: los dos amantes huyen felices, descúbrese su fuga, el Alcaide Benzulema, padre de Fátima, sale en su persecucion y éllos resuelven morir ántes que verse apartados el uno del otro. Perdida ya toda esperanza y á vista del inevitable peligro, la triste mora exclama: «Ya todos los remedios serán vanos En esta peña tengo imaginado Y á esotra parte el risco duro y fuerte El gallardo cristiano la contiene, y haciéndole nuevas protestas de su apasionado amor, le responde: «No es ese el medio, sol resplandeciente, Y el triunfo de morir honradamente No ha de haber cosa humana que lo impida; El gran valor de la mora Y viendo que lo que ha dicho Era lo que convenia, Por lo alto de la peña En un llano que allí habia, Aguardaron al Alcaide Y á los que con él venian, Creemos que á nadie, que tenga oidos y sentimiento, le sonará mal que en éste y otros análogos pasajes se cambie de tono y de metro, segun las diferentes situaciones, al modo que hoy se hace en las leyendas; plausible innovacion que nuestro insigne autor parece haber presentido. Además de los precedentes romances sobre tradiciones españolas y algunos otros sobre asuntos de historia romana, se encuentran en el libro varias glosas, epístolas, canciones, algunos sonetos de germanía ó picarescos, no pocos villancicos y algunas composiciones en diálogo y diversidad de metros, que el autor designa con el gráfico, salpimentado y significativo nombre de ensaladillas, en las que lucen y campean gallardamente el vivo donaire, el amoroso discretéo, y la característica y singular agudeza del ingenio español, que tal vez se paga demasiado de hipérboles, imágenes y chistes; pero sólo así puede ostentarse tan perspicaz, tan galano y tan pomposo; que acaso floréa y adelgaza por demas los conceptos; pero ni las filigranas y primores del arte de Benvenuto son para manos toscas, ni los primores y filigranas del pensamiento son para ingenios botos ó destituidos de númen, estro, gracia y vena. Y para que se entienda bien que no son infundadas nuestras apreciaciones, citarémos al azar cualquiera de las ingeniosas y á la vez apasionadas cartas que, en versos de ocho sílabas, escribe el autor con singular fluídez y maestría. Hé aquí una breve muestra: <<¡ Gloria y bien del alma mia, Silvia de mi corazon, Qué dichosa es la pasion, ¡Qué regalada porfía Es ésta de mi deseo, I En orfebreria, ensaladilla significa el conjunto de varias piedra preciosas puestas en una joya. Por quien amando poseo ¡Qué sabrosa compañía Mejor que el Arabia cría,» etc. La extension de genio es grande en el autor, el cual revela extraordinaria variedad de aptitudes; pues no sólo acierta á dar á las composiciones sérias el tono conveniente, sino que tambien reune delicadeza de sentimiento, epigramática malicia, intencion moral y agudos chistes; preciosas cualidades que rarísima vez se encuentran juntas con igual fuerza en un ingenio, por grande que sea. En prueba de lo que decimos, citarémos algunos versos de una de sus ensaladillas, en la que pinta á un jaque ó rufo, y en cuya descripcion se advierte mejor arte, más picaresco gracejo y más animacion y vida que en casi todos los romances de germanía. Hé aquí algunas estrofas: « Entré ayer á visitar |