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y vna pieca de las dos vuo de quedar perdida, porque le fué por el lodo imposible la salida;

sintió el Castellano aquello

tanto que no ay quien lo diga, desdeñado

y mohino y

se resuelue y determina

de socorrer á Dergus,

ó rematar con la vida;
y assí, á fuerça de dineros
y diligentes espías,

que es todo lo

que en la guerra

el buen succeso encamina,

supo como cierto passo
por donde salir podia
á socorrer la ciudad,
hasta cien años habria
que era tierra firme toda
y que la mar la cubria,
por auer rompido vn Dique
que primero la impedia;

y como es cosa notoria

y

de todos muy sabida, que el gran mar Septentrional mengua seys horas del dia, con el cuydado y secreto que el negocio requeria, dió Sancho de Auila órden al que la tierra sabia, que con otros dos soldados, de quien el hecho confia,

fuessen á reconocer

si es verdad que se podria tomar seguro aquel paso para salir á la isla; hizieron la diligencia

los tres como conuenia,

aunque con dificultad

la

mayor que se imagina, porque tres leguas de ancho la mar por allí tenia,

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Sancho de Auila con esto, y al Coronel acudia Christóbal de Mondragon

y el caso le comunica,

y

los dos determinaron

de partir al otro dia, y mandan juntar la gente que les pareció escogida, de españoles y tudescos, que hasta tres mil serian, y hizieron preuenir á todos en la partida de vnos saquillos pequeños á donde sólo cabia la póluora y las pelotas y vna tasada comida; y sin que nadie supiese para donde se camina

començaron á marchar
hasta llegar á la orilla;
y el coronel Mondragon,
aunque su edad no sufria
á tan gran trabaxo

ponerse

como el que allí se offrecia, fué el primero que en el agua los ancianos piés ponia, y en término de cinco horas, que era el plaço que tenian, salió con toda su gente á tomar tierra en la isla; en la qual para enjugarse vn rato se detenian,

y por yr más descansados otras dos leguas que auia desde donde ellos salieron hasta la cercada villa; mas luégo tuuo el contrario noticia de su venida, y atemoriçada el alma de ver cosa nunca oyda, que vn exército pasase la mar á pié tan aprisa, se començó á retirar

á las naues que tenia; mas no fué muy á su saluo la diligente huyda, porque de Isidro Pacheco, siendo la causa entendida, salió á ellos, y los nuestros, que de refresco venian,

llegaron por otra parte y tal estrago hazian

que más de tres mil quedaron en la ribera sin vida, tomándoles muchas pieças de muy buena artillería, y dejando la ciudad á su gusto bastecida: boluiendo á passar la mar para Amberes se boluian.

ROMANCE DÉCIMO QUINTO.

DE

De la prouincia de Olanda,

tan rica y tan principal,
era ya el de Orange dueño
conforme á su voluntad;
y por esto á D. Fadrique
le fué forçoso marchar
la buelta del enemigo,
ymaginando hallar
al ménos, passe siguro,
y tierras donde alojar:
mas en muy pocas jornadas
se pudo desengañar,

porque en Zutphen le conuino
detenerse y pelear,

y en Naerden, más adelante
otra pequeña ciudad

que en el daño del vezino
nunca quiso escarmentar,
porque vn ostinado pecho
nada le puede mudar,
y assí degollando á muchos,
el campo llegó á Amsterdan,
vna ciudad muy famosa,
sólo en Olanda leal,

y desde allí D. Fadrique

dió órden que á Esperendam

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