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que suele valer más que la sustancia; y ansí, en ésta es el último consejo, que si no quereys ser del vulgo vano fabula infame, y á la fin sugeto de desuentura, la mayor del suelo, no abrays de par en par á la mudança del corazon las puertas, no teniendo con muy gran ocasion echa pedaços la obligacion, señora, en que vos misma por vuestra boluntad os ayays puesto, porque podrá la lengua executaros en la honrra y la fama que quisiere; y aunque os parezca que la hermosura, la discreccion, la gala y el aseo son partes de cudicia, yo sé cierto que si están de mudança acompañadas, para mí no serán de más prouecho que para aborrecerse y oluidarse.

Y

por esta razon, es ya forçoso retirarme de veros y seruiros,

porque el pasto comun de los fauores no es bien que en él mi alma se apaciente, ni son para estimallos en un quarto, si no sabe tener, la que los haze, valor que los quilate y perfecione: que para los regalos del sentido, lo de más baxo precio (dicen todos), que como el paño pardo ha de buscarse. Mas las finezas de los gustos,

para

que en la gloria de amor el alma halla, muger se ha de buscar que tenga bríos, que el mundo todo le parezca poco,

y que quando mudare pensamiento, la elecion que hiziere, la disculpe; siendo tan conocida la ventaja,

que

entiendan todos la razon que tuuo; la que desta suerte no lo haze, es imposible no tenerla en poco

y

los

que con otro término tratare, como yo tendré ya, de aquí adelante la más gallarda y más hermosa dama que cubra el Cielo, como no se precie de honesta, recatada y valerosa, que en effeto, muger que esto no tiene, poco le haze al caso ser hermosa.

CARTA SEGUNDA.

GALLARDA Siluia, ¿quién imaginara que pusieras en manos del oluido,

tan presto el gran amor que me mostrauas? Y no quiero dezir que me tenias, porque á tenerle como le mostraste, de la injuria del tiempo le guardauas; ménos quiero creer que fué fingido, que, á serlo, no es posible que pudieras forçar tu voluntad á regalarme, áunque podrás dezir que yo te amaua con tanto estremo, que perder la vida fuera forçoso si con tal remedio

no fuera de tu mano socorrido;

lo mismo, Siluia, digo yo, y confieso, mas no puedo creer que no ayudaua algun amor en esto de tu parte, porque si te forçara sólo el mio, por la misma razon amar deuieras, todos los que te quieren tiernamente; mas tengo contra tí cien mil testigos, no de mi parte, que estos no los quiero, sino los que tú misma presentaste, en prueua del amor que me tuuiste, y los primeros son tus dulces ojos, que sólo con mirarme, de ordinario, lo encubierto del alma descubrian, y con ellos, señora, testifica

y

tu hermosa, gallarda y blanca mano, con que diuersas vezes escreuiste, de tierno amor algunos sentimientos, sin otros que á la lengua reseruaste, que de ninguna cosa me aprouechan si no de atormentarme noche y dia; siendo esto verdad, Siluia hermosa, y estando mi querer con la firmeza que siempre tuuo, y yo desconfiado de que jamás podré hazer mudança, dí qué es la causa, dulce Siluia bella, que te desprecias ya de ser señora de vn alma que jamás te hizo offensa, si no lo es para tí, quererte tanto, pues el mismo que fuy, soy y ser quiero, y con la misma fe que ántes amaua te siruo, te obedezco y te desseo; ¿en qué puedes fundar el oluidarme,

y

si de los mismos autos del proceso, sin otra informacion ni otro testigo me diste vna vez gloria sin medida, á llanto miserable y triste muerte, agora sin más culpa me condenas? si dizes que las gentes tratan dello, esso no es á mi cargo remediallo, que sólo con callar tengo cumplido, y no se puede á lenguas maliciosas poner con el silencio freno duro; y más hago en callar de lo posible que la mucha merced que he recebido no cabiendo en el alma de gozosa con tanto bien, no es mucho, Siluia mia, que saliendo de sí, se desvanezca; mas, ¿para qué me canso en estas cosas? pues no es bien que el criado cuenta pida de lo que su señor haze y ordena: tú quieres que yo muera, y si lo quieres no ay pedirte razon por qué lo hazes, que la mayor de todas es querello; y assí, con escreuirte no pretendo mudar tu voluntad de lo que quieres, sino sólo que entiendas, Siluia mia, que yo no desmerezco de mi parte el fauor y regalo que podrias hazerme, como siempre, si quisieses, porque amor en lo más dificultoso suele hallar caminos y dar medios, que á algunos les parecen imposibles, auiéndolos tan fáciles, no dallos

y

es argumento de que amor no haze

en tu alma por mí lo

mí lo que solia;

y assí, pienso con este desengaño desterrarme de verte y de la vida, pues tu sólo querer me desterrara como, vuieras de ser dello seruida.

CARTA TERCERA

Á VN AMIGO AUIÉNDOSELE CASADO SU DAMA.

ORDENA el Cielo como le parece,

las cosas que

y

le son inferiores

á su disposicion están subjetas; múdase todo, y no ay en esta vida cosa que en vn estado permanezca : exemplo es de esto la soberuia Troya y el insigne edificio de Cartago, de quién apénas quedan las señales; el tiempo contra todo tiene fuerça, y como todo quanto nace y muere tiene tan natural el mouimiento, ansí todo se muda y desordena; y llegando el negocio más al cauo, el que triunfaua ayer y disponia, conforme á su querer, de la fortuna, vemos mañana puesto en el abismo, tan oluidado como quien no ha sido; y ansí, quien lo juzgare cuerdamente verá que es necedad marauillarse

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