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mas yo muestro quien soy en procuralle,

no infamia ni deshonrra,

sino buena opinion, regalo y honrra.

Y el tentador espíritu malino

no le haga que crea

que no me está muy bien el oluidallo, porque el amor preuino

con quanto se dessea,

en quien verá mi fe y sabrá pagalla,

y

estimo esta esperança

más que su possesion y su priuança.

Cancion, á la que viue confiada que, sin que se le entienda,

sabrá hazer por horas mil engaños, díle que no pretenda

correr parejas con la gente honrrada,

pues de no serlo ay tantos desengaños.

CANCION QVINTA

IMITADA Á DIFFERENTE PROPÓSITO.

SILUIA, no quiero burlas

no quiero burlas ya contigo,

pues entre burla y juego,

con vn término offendes tan villano,

que al más estrecho amigo

le quitas el sosiego

y en su prosperidad le das de mano,

y ver morir de veras

son á tus ojos burlas placenteras.

y

Muestras alegre rostro y

cebas combidando

falsa risa,

con sabrosas y dulces golosinas,

y engañas desta guisa,

mas luego vas mostrando

que al fin tus flores todas son espinas,

porque das pasion larga,

descanso breue, y su dulçura amarga.

Viuia yo contento y regalado

con sólo mi desseo,

sin creer que tu amor era fingido, y ásme desengañado

de suerte, que no creo

que ninguno en la tierra más lo ha sido,

haziéndome más tiros

que ay en galera penas y suspiros.

Amor muestras á todos, mentiroso, y á quantos prendes y atas,

jamás veo á ninguno estar contento, que el vno está quexoso

porque su bien dilatas,

y el otro

porque casi en vn momento

le das sabroso gozo,

y luego se le arrojas en vn pozo.

Pues mi palabra doy, y fe te juro, que yo maté la lumbre

que encendieron tus ojos en mi pecho,

y rompa el fuerte muro

de la antigua costumbre,

y salga desta cárcel y este estrecho; muy cierto de vna cosa,

que eres traydora y falsa como hermosa.

ESTANCIAS.

GALLARDA nimpha, que es como el sol claro,

ornamento y riqueza de la tierra,

angélico semblante, vnico y raro,

aluergue illustre donde amor se encierra.
Poder contra quien no vale reparo,
al que haze á las almas tanta guerra,
valor sin tasa que con alto buelo
leuanta el pensamiento hasta el cielo.

Aunque ha de ser locura y deuaneo seguir el començado atrebimiento,

y

del bien soberano que en vos veo no retirar tan pobre entendimiento, valga para disculpa mi desseo,

en lo que él no saliere con su intento, reconociendo en uuestro ser la suma oy la grosera lengua y torpe pluma.

Si de Apolo y Mercurio posseyera, no me faltando nada, toda el arte,

y el coro de las nueue me baliera, ordenando mis versos parte á parte, todo aquesto, señora, no lo fuera renouadas las fuerças que reparte, para que qual desseo aquí se diga, vuestra inmensa beldad y mi fatiga.

Inmenso el daño, la belleza inmensa, en vos no ay falta, ni en mi fe ha de auella, ni son mil coraçones recompensa

al bien de veros, nimpha dulce y bella.
Y es infinita contra vos la offensa,
sólo de imaginar que sin querella
os dexará el que más discreto fuere,
quiriendo celebrar lo que en vos viere.

Válgame á mí, para disculpa desto, el excesiuo extremo con que os quiero, resuelto ya que en este presupuesto he de estar firme en tanto que no muero. Rendido á vuestros piés y todo el resto oluidado por vos, de quien espero sólo que no os ofenda si os amare todo quanto la vida me durare.

DISCURSO EN TERCETOS.

VER que á mi mal no puede darse medio,

y ques forçoso lamentarme en vano, me hace descuydar de su remedio.

Pues las flores que fueron de mi mano, en el bello jardin de amor, cortadas secó el ayrado viento tan temprano.

Y aquellas prendas, por mi bien, halladas con que tuue tan dulce alegre vida, están para mi muerte conjuradas.

Ningun dolor, ningun pesar me oluida, todos han hecho prueua en mi paciencia, haziendo cada qual nueua herida.

Acábame el esquiuo mal de ausencia, y para más despacio lastimarme, de los perdidos bienes la presencia, No sé ya con qué pueda repararme, porque la más balida confiança, como todos, acuerda de dexarme. Persiguen los temores mi esperança y enflaquecen las fuerzas del desseo las continuas sospechas de mudança. Y á ellas tan rendida el alma veo, que succeso esperar de cosa buena, ni pienso que es posible, ni lo creo. Porque es fuerça que acabe mortal al que se halle ausente, imaginando su bien y su descanso en mano agena. Con esto muero yo desesperando, sin valerme passadas confianças, ni auer sido el amor tan de mi vando. Porque temores y desconfianças, y el que causan esquiuo mortal daño, no lo aliuian inciertas esperanças.

pena

Y que entretenga el alma con engaño no dexa el temeroso pensamiento, porque me acabe luégo el desengaño,

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