y el escudo de vn rubí y la Promesa y Porfía por sus padrinos señala; no duerme Amor entretanto, que viendo lo que importaua salir bien apercebido á hazer esta jornada, el arco fuerte adereça, y las flechas afinaua, que otras armas no ha querido sacar para la batalla, confiado en que con estas que en començando á querer nunca su fuego se apaga, y de coplas y sonetos que en el campo le ha de ser para alojamiento armada, y á la Verdad y Firmeça por sus padrinos nombraua; y partiendo de esta suerte con tan falida compaña, yua tan soberuio el ciego que al contrario despreciaua; pero no le ha succedido, de la suerte que pensaua, porque en estando los dos metidos en la estacada, y y puso en el arco vna flecha, al contrario le tiraua; dándole en el escudo, fué del golpe despuntada, y de aquella misma suerte todas las que le quedauan; y el Interes, quando vido que ya sin deffensa estaua, á él se acerca y de vn golpe que en descubierto le alcança, le hiço el arco pedaços mandó prender en vn dia quantos con Amor andauan; y de vnos hizo justicia, y á los otros desterraua: quitó el cargo á la Verdad y á la Lisonja le daua; mandó dar muerte á Firmeza, y al Engaño y Fingimiento el gouierno encomendaua, de lo principal del reyno que puesto á su cargo estaua; y assí no es mucho que agora el Interes tanto valga, y que las damas no quieran y ningun pobre se quexe la merced que se le haga; pues ya se dan los fauores ajustados con la paga, y no pida gullorías, porque no le darán nada; que con esta ley se viue porque el Interes lo manda. CARTA EN TERCETOS. A su Siluia, salud Siluano embia, si vn triste coraçon puede dar cosa que puede tener nombre de alegría. Porque de esa belleza milagrosa quien se pudo ausentar, no es bien que tenga sino vida cansada y trabajosa. Y que quanto á los otros entretenga le offenda, le destruya y atormente, y á su pesar la vida le sostenga. Aunque basta decir que viue ausente de la luz de essos ojos celestiales, que partí de mi bien á tantos males, De mi viuir cansado y congoxoso y del mal que sin vos, señora, siento, pronóstico certísimo y forçoso. Y de mis daños, condolido el viento, procuraua impedirme la jornada con rigor duro de furor violento. Y siguió la porfia comenzada, hasta que el cuerpo mísero, afligido, llegó sin alma á la primer posada. |