porque há gran rato quel alma, de su tardar la adiuina; mas aunque el socorro falte y aunque la morisma es tanta á pedir treguas embian, en tanto que á Ruybelazquez del triste succeso auisan; los moros se las otorgan de socorrer los christianos que á su causa moririan, quando acordarse no quiera que eran de su sangre misma. Ruybelazquez le responde, que no los ayudaria; y assí, se boluió D. Diego do los cinco le atendian, con trecientos caualleros que aventurado se auian, y de nueuo á la batalla bueluen con tal osadía, que muertos, en poco espacio, más de mil moros auia, y á la fin quedaron solos quando se acauaba el dia; y no pudiendo sufrir tanto cansancio y fatiga, fuéles forçoso rendirse á quien les quitó la vida, en presencia del traydor que vendido los auia, á quien Mudarra Gonçalez dió de aquel alebosía, en vengança de los siete, el pago que merecia. ROMANCE TRIGÉSIMO. A retar los de Zamora va Diego Ordoñez de Lara, de negras armas armado y en el hombro vna mortaja, como en Castilla se usaua, que ha sido vuestra demanda, lo que en Castilla es usança, que hombre que reta á consejo haga con cinco batalla. D. Diego Ordoñez responde, no teniendo aquello en nada, que él aceta el desafío conforme al fuero de España, que con la razon que tiene, de ciento no le da nada; treguas pusieron entre ellos que por nueue dias durauan, y veynte y cuatro juezes de entrambas partes señalan; los doze dellos del vando de la villa zamorana, y los doze por la parte del buen D. Diego de Lara; al cual aduirtieron todos que quando esté en la batalla, auiendo muerto el primero que saliesse á començalla, solas en vino tres sopas pudiesse comer mojadas, y que el cauallo remude, pero no pueda las armas; y quando amaneció el dia que la tregua fué acabada, Arias Gonçalo, el buen biejo, fué el primero que se armaua para morir el primero en defensa de su patria. Mas Doña Urraca le pide llorando, que no lo haga, pues quatro hijos que tiene más que aquello bastan. Sin replicar, el buen viejo obedece lo que manda, para y á sus quatro hijos dize con serena alegre cara, acordaos hijos queridos que hazeys esta batalla por vuestra patria y su honrra, que oy os está encomendada; mirá que soys caualleros y á lo que esto os obligaua; morid animosamente, |