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ROMANCE VIGÉSIMO SEXTO.

En la abundosa ribera
que riega el Bétis famoso,
donde todos los pastores
hallan descanso y reposo,
andaua el pastor Siluano
afligido y congojoso,
de cuydados perseguido

y

de olvido temeroso,

con las olas del recelo

hecho vn mar tempestuoso,
de su fe siguro y cierto,
mas de ventura dudoso;
de pensamientos muy rico,
de gustos menesteroso;
sólo en sus propias offensas
puntual y cuydadoso,
con mil temores helado

y ardiendo en fuego amoroso,
que le enciende su desseo
como viento impetuoso,
de su pastora en vn punto
muy satisfecho y quexoso,
accidentes conocidos

del mal de ausencia rauioso,
que le tienen del estado

más miserable imbidioso;

y es lo

que

más le atormenta

auer sido venturoso

y verse en tal desuentura
tras vn tiempo tan dichoso,
de tantos males cercado,
que le era el morir forçoso,
porque qualquiera remedio
seria tardo y pereçoso;
y assí, vna tarde, sentado
debaxo de vn sauce vmbroso,
el sufrimiento rendido
á su tormento furioso,
viéndose morir sin culpa
ausente del sol hermoso
cuya luz le entretenia
vfano, rico y gozoso,
todo en lágrimas bañado
templó el rabel sonoroso,
y en él á cantar comiença
este cantar lastimoso:

Por el profundo mar de amor nauego sobre la naue de mi pensamiento, donde ay tan altas ondas que me anego porque con mis suspiros crece el viento. Y lo que siento más es yr tan ciego

que
falta el norte del entendimiento,
en renobando mi passada hystoria
ausente de mi bien y de mi gloria.

Si doy las belas á la confiança, de ver que vn tiempo fuy fauorecido,

en tempestad conuierte la bonança, contrario tiempo de temor de oluido. Y si subo á la gauia de esperança, tan léxos veo el puerto prometido, que comienço á dudar de la vitoria ausente de mi bien y de mi gloria.

Las áncoras allí de la firmeça lançando voy á el piélego profundo, por contemplar despacio la belleza

que amor tiene por bien, por gloria el mundo. Mas luego se leuanta vna tristeza que lleua el pensamiento bagabundo, por la escura region de la memoria, ausente de mi bien y de mi gloria.

Si ví el valor y el rostro soberano, y aquella discrecion tan peregrina, si merecí tocar la blanca mano y oyr la voz angélica y diuina, pagarlo hé con dolor tan inhumano, pues mi contraria suerte determina que ya me sea la muerte tan notoria, ausente de mi bien y de mi gloria.

Estuuo assí el pastor triste
sus lástimas publicando,
hasta que sintió de cerca
venir Albanio cantando,
que desde el principio estuuo
sus querellas escuchando,
y para no le quitar

el bien que le via gozando,
con que estaua de su pena
el coraçon desfogando,
le estuuo en el sentimiento
aquel rato acompañando,
como quien sabia muy bien
por quién estaua penando,
y quán poca razon tiene
de morir desconfiando
(aunque es ordinaria cosa
en los que viuen amando);
y ansí, para consolalle,
su dulce rabel templando,
en él salió desta suerte

vnos versos entonando:

Pues que

tienes á Siluia por zagala.

GLOSSA.

Afligido pastor, el rostro enjuga, no vayas con tal fuga

el coraçon bertiendo por los ojos; enfrénese el furor de tus antojos,

que no es bien que se tema suerte mala, pues que tienes á Siluia por zagala.

Tan rara discrecion y tal cordura, ¿por qué no te asegura, teniendo por aliuio de tus daños, de su fe tan dichosos desengaños? goza del bien que su valor señala, pues que tienes á Siluia por zagala.

No pueda tanto la desconfiança que acabe tu esperança,

rompe de la sospecha el fuerte muro, que yo se bien que subes muy seguro á la gloria de amor por esa escala, pues que tienes á Siluia por zagala

Pensar que puede ausencia distraella yo se ques ofendella,

porque de tal valor y tanto brío ymaginallo, es loco desbarío;

renueua tu plazer, buelue á tu gala, pues que tienes á Siluia por zagala.

Entreténgate ausente la memoria

de la passada gloria,

y tras de aqueste eclipse tenebroso,
si has de boluer á ver tu sol hermoso,
con sola essa esperança te regala
pues que tienes á Siluia por zagala.

No seas contigo mismo tan escaso que le cortes el paso,

sin ninguna ocasion á la ventura,
goza la que te offrece tan segura,
con vn bien que ninguno se le yguala,
pues que tienes á Siluia por zagala.

Quedó el pastor afligido

algun tanto consolado

con las discretas razones

que Albanio le auia cantado;

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