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que

con rapacejos de oro
á las orillas colgando,
y vna toca en la cabeça,
diuersas bueltas dando,
de deffensa le seruia
como si viniera armado,
vn adarga ante los pechos
y gruesa lança en la mano,
y atentos á la cancion
quel moro venia cantando,
vieron que quiere dezir
en romance castellano:

En Cartama me he criado, nací en Granada primero, y soy de Alora frontero

y en Coyn enamorado.

Aunque en Granada nací y en Cartama me crié, en Coyn tengo mi fe con la libertad que dí.

Allí viuo adonde muero, y estoy do está mi cuydado, y soy de Alora frontero y en Coyn enamorado.

Los nuestros tienen muy poco cuydado,

que de su pena

atentos al interese

que promete el cautiuallo,

todos juntos arremeten para prendello ó matallo; y él, que en semejantes hechos estaua esperimentado,

sobre los cuatro rebuelve, y en poco tiempo ha mostrado que en el valor que tenia tan brioso y tan gallardo, no auia ménos de valiente que de buen enamorado, y á los dos puso por tierra,

y

los otros que han quedado hizieron luego la seña, como estaua concertado; y el Alcayde valeroso llega con los otros quatro, y quando vió vn sólo moro y en los nuestros el estrago, con él batalla pretende; y entrellos han concertado que en premio del que venciese el vencido aya quedado: tiróle el Alcayde vn golpe, y el moro le ha reparado, y luego en respuesta deste con otro le ha segundado: cerró el Alcayde con él, del adarga reparado,

y

de aquel golpe primero le derriuó del cauallo,

que estaua ya sin aliento

de aquel rencuentro passado;

y quando le vió en el suelo desta manera a hablado:

Si en más no tienes la vida que la palabra que has dado, ríndeteme, moro, luégo pues assí está concertado; el moro callando cumple, lo quel Alcayde ha mandado; el qual al punto se apea y le subió en su cauallo, y para Alora se bueluen auiéndole cautiuado.

ROMANCE DÉCIMO NONO.

EL

alcayde de Antequera,

auiendo al moro vencido,
tan dudado en la batalla
de los que fué acometido,
para Alora se tornaua,
de á do primero han salido;
y el Alcayde yua mirando
al que lleuaban cautiuo;

y

viole que yua muy triste,
muy penado y afligido,

y en vn hombre tan valiente
bajeza le ha parecido;
y queriéndose informar

de la causa que ha tenido,
le dixo: buen cauallero,

ya

tendrás bien entendido
quel cautiuo que en prision
tiene el ánimo perdido,
pierde de la libertad
el derecho pretendido;
essa tristeza que lleuas
con que vas tan pensatiuo,
y los profundos suspiros
que del pecho has esparcido,
al valor no corresponden
que yo de tí he conocido,

ni las heridas son tales que la vida hayas perdido, aunque aquesta por la honrra sé que pondrás en oluido; si otra ocasion es la causa, que me lo digas te pido, que á fe de quien soy te juro de te ser muy buen amigo. El moro, atento escuchara quanto el Alcayde le ha dicho, y con tan gran esperança como allí le ha prometido, el rostro leuantó luégo, que inclinado auia traydo, y preguntóle su nombre, y el Alcayde ha respondido: Rodrigo Naruaez me llaman, y aquí en Alora resido, Alcayde soy de Antequera

y

al Rey de Castilla siruo: quando lo conoció el moro, con rostro alegre le dixo: Huelgo que mi mala suerte tal descuento aya traydo,

y

assí quexarme no puedo de lo que me ha succedido,

pues tengo por mucha honrra pensar que soy tu cautiuo; para que mi mal te quente, vna sola merced pido,

que mandes adelantar

essos que vienen contigo:

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