sino con quitalle el reyno; y assí, estoy determinado á esto, si no os parece que se haga lo contrario. Leuantóse á respondelle, como hombre más atentado, el buen Conde D. García, que de Cabra era llamado, y dixo: Rey y Señor, el que esto os ha aconsejado no se deuió de acordar de lo que teneys jurado. El Rey á aquellas razones le respondió muy airado: Quitáosme delante Conde; y al Cid tomó por la mano y díxole: Cid Ruy Diaz, yo estoy muy desengañado que de ninguno del mundo puedo estar asegurado como de vuestra persona, porque no se me ha oluidado lo que mi padre me dixo estando al morir cercano, que ningun hombre de vos seria mal aconsejado; y assí os pido me digays lo que sentis deste caso: Buen señor, no me parece, responde el Cid castellano, que el mandamiento quebreys de vuestro padre ordenado; y deziros otra cosa no será de buen christiano. Respondióle el Rey diziendo: yo, Cid, aquí no quebranto el juramento que hize fuera de todo mi grado, sino castigo el perjuro por auerlo quebrantado, y assí estoy resuelto en esto y no pretendo dexallo. El Cid, viendo su respuesta, le dixo: si es escusado que mudeys de parecer y estays tan determinado, á D. Alonso pedid que por su tierra os dé passo; será mejor no intentallo. de lo que vuiese ganado, y el Rey D. Sancho con esto juntó, de los castellanos, vizcaynos y leoneses, nauarros y asturianos, y de los de Estremadura y aragoneses, gran campo; y á su hermano D. García que estaua bien descuydado, con vn sobrino del Cid, que Albarfañez fué llamado, pide que le dé á Galicia, y que no se la entregando se la quitará por fuerça sin más tiempo dilatallo. Quando oyó el Rey D. García tan resoluto recado, le respondió que dixese de su parte al Rey D. Sancho, á los que traya su hermano, matarle delante dél que fiarse de su engaño; y de aquel atreuimiento quedó el Rey muy enfadado, y por esta diuision D. Sancho pudo á su saluo ganar lo más de Galizia; y Don García, juntando los mejores de aquel reyno, en Villafranca ha esperado; auiendo en esta refriega muerto de los de su hermano, y bien trecientos caualleros, de morir ó de vencer y de vassallos leales contino os aueys preciado, porque ningun Rey sabemos que fuesse desamparado de vosotros en batalla, sino muy bien ayudado; ya veys que yo aquí no tengo sino sólo vuestro amparo, y veys en qué gran estrecho nos tiene puestos D. Sancho; en vuestras manos me pongo, que otro remedio no hallo. Todos juntos le responden que lo dexase á su cargo, y que de lo que les toca estuuiese asegurado, porque perderán las vidas ántes que desamparallo. Y otro dia, en la mañana, salen á los castellanos, y comiençan la batalla con valor tan esforçado, que auiéndolos ya vencido y á D. Sancho aprisionado, en guarda á seys caualleros D. García le ha dexado, por no dexar de seguir el alcance començado; y entretanto fué del Cid D. Sancho allí libertado de los seys que le guardauan, á los dos dellos matando; y rehaciendo su gente contra su hermano ha tornado, que del alcance boluia alegre y regucijado; y boluiéndose de nueuo á començar lo passado, |