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porque quien no se auentura poca ventura tendria; mirad que lleuan cautiuos los de uuestra sangre misma, y que dexarlos lleuar será muy gran couardía; no dexeys al enemigo boluer con tal alegría,

pues que si agora queremos retirarnos, no seria

posible aunque se procure, porque luego nos verian, y es fuerça que nos perdamos como los moros nos sigan; que jamás ay órden cierta en gente que se retira; acabad como hidalgos y no querays que se diga la gente de Alcalá

que

buelue de temor vencida; y el que fuere cauallero

lo

que yo hiziere siga,

y démosles Sanctiago,

que hoy ha de ser nuestro dia. Todos á vna boz responden que juntos le seguirian, y que con tal Capitan

cien mil moros no temian;

y en diziendo estas palabras

á ellos arremetian,

y tomando el mejor puesto, moro no dexan á vida,

porque estauan descuydados

y muy á sauor comian;

y

el Conde con tal valor

á los de su bando anima,

que

los temerosos moros á rienda suelta huyan.

Aliamir, con grandes bozes, gente infame y vil, dezia, ¿á dónde bolueys huyendo de tan poca compañía, pensays que desa manera aueys de saluar la vida? morid al ménos con honrra si essa quedare perdida. Mas en vano se cansaua Aliamir en su porfia, porque no valen razones con los que van de vencida; y el buen alcayde Almançor, por Mahoma le pedia, que salga de la batalla, pues tan poco importaria, que á tantos hiziesse rostro su persona mal herida; y assí, dándole vn cauallo, porque el suyo muerto auian, de la refriega le saca; y los christianos seguian el alcance de los moros, que mucha gente perdian,

porque muertos y

cautiuos

más de á tres mil llegarian;

y

auiendo más de vna legua seguídolos, se boluian;

y recobrada la presa
quel enemigo traya,
dando las gracias al cielo
de merced tan sin medida,
para Alcalá se boluieron,
do se supo al tercer dia
que Aliamir, del gran enojo,
en Granada muerto auia;

que fué para que en los nuestros se doblase el alegría,

por ver acabar vn moro que tantos daños hazia.

ROMANCE OCTAUO.

Сомо

Como jamás el que reyna

consiente igual en el mundo,

y

el ambicion de mandar

á ninguno a perdonado,

tan poco perdonar quiso
al baliente Rey D. Sancho,

que viéndose, por la muerte
del Rey D. Fernando el magno,
señor de sola Castilla,

y á D. Alonso el mediano,
Rey y Señor de Leon,
y al otro menor hermano,
D. García, en Portugal
y en Galicia coronado;
viendo los reynos partidos
que su padre auia gozado,
y que siendo él heredero
las dos partes le han quitado,
no queriendo consentir
ni passar por este agrauio,
determinó de cobrar

lo

que

á los otros han dado,

sólo porque no tuuiessen

sino el bien que por su mano darles de gracia quisiese

y no reyno señalado;

y assí, despues que sus pueblos vuo todos visitado,

siendo de su condicion

fuerte, velicoso y brauo, partió para Zaragoza con exército formado; y auiendo hecho aquel reyno con breuedad tributario, se boluió para Castilla, donde fué luégo informado que su hermano D. García á Doña Urraca ha quitado la mitad de todo aquello que su padre le ha dexado, auiendo el pleyto omenage que le hizo quebrantado; y como pequeña causa, en vn ánimo indignado, es ocasion que descubra el ódio que está encerrado, con aquel achaque sólo se determinó D. Sancho de quitar á D. García

lo

que está señoreando; y juntos los caualleros

en quien estaua fiado,

les dixo: ya sabeys todos

como mi hermano ha quebrado el juramento que hizo

al nuestro Rey D. Fernando,

y que exceso como éste

con nada puede pagallo,

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