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sobre vn cauallo castaño el mejor que ser podia: lleva vna adarga muy fuerte en el arçon de la silla,

y sobre el hombro vna lança de dos hierros guarnecida; cordoués era el christiano y tráxole su desdicha, desde allá para Lucena, y en aquella trabesía los siete moros enquentra que juntos le acometian; y despues de auer mostrado en tan desigual porfía el valor de su persona contra los que le offendian, fué forçoso quedar preso y Antequera le trayan, donde estuuo mucho tiempo, que por ser hombre de estima no le dauan libertad

por lo que darles podia,

de suerte que su rescate por imposible tenia;

y assí, con industria y maña,

su libertad solicita;

dióle la fortuna vn medio

que bastante parecia,

para poder escapar

de la prision que tenia,

y

fué que vna gentil mora que era del alcayde hija,

de belleza soberana

y admirable gallardía, que Fatima se llamaua, por fama bien conocida, por el cautiuo christiano en viuas llamas ardía,

y quanto más le miraua aquel fuego más crecia, porque los ojos amor tiene por sustento y vida, y esto, como no faltaua, porque contino le via, llegó á ser tanto el exceso que sin remedio moria, porque la vergüença impide lo quel amor le pedia; y aunque con los ojos bellos parte dello descubria, no era bastante razon para ser bien entendida; y assí, con infernal pena, passaua su triste vida, hasta que ya no pudiendo encubrir lo que sentia, á quien su daño causaua dize lo que padescia,

y

si

la libertad le offrece

por muger la queria, y de ser christiana luégo juntamente prometia; y el valeroso christiano questas razones oya,

agradeció esta merced
como la causa le obliga;

y para no dilatar

lo

que

los dos pretendian,

concertaron de partirse
juntos al segundo dia,
que no daua más licencia
el amor que se tenian;
y hechas las preuenciones
que al negocio conuenian,
vn mártes, por la mañana,
de Antequera se salian;
mas la ventura, envidiosa
de la gloria que tenian,
hizo que se descubriese
tan venturosa partida;
y en sabiéndolo el alcayde
con quatro moros partia
(determinado á quitarles,
en hallándolos, la vida);
y vna legua de Antequera
los amantes descubria:
boluió Fatima los ojos
y al padre reconocia,
y con varonil esfuerço

al Christiano ansí dezia:

Descanso de mis ojos regalado, y bien del alma que á quitarme biene el fuerte y rigoroso padre ayrado, que áun bolando creerá que se detiene. Pues todo está á offendernos conjurado,

mostrad oy el valor quel pecho tiene, no en la deffensa de mi perdimento sino en morir conmigo muy contento.

Del paternal amor entiendo y creo que aunque esté de mi muerte desseoso, mudará de opinion y de desseo, y le harán mis lágrimas piadoso. Mas, ¿para qué es la vida si yo veo quien la sustenta en el final reposo? Con vos mi vida y mi esperança muera, que sin veros no es bien que yo la quiera. La muerte quiero en vuestra compañía, y no descanso y vida sin miraros,

pues tan corta ventura fué la mia

que no me ha dado tiempo de gozaros; y moriré con gusto y alegría

porque podays con esto aseguraros

que os quiero más que al alma y á la vida, y que en mi fe no hay tasa ni medida.

Porque es tan firme y tal, que si acabarme de lástima mi padre no quisiesse, como de vos vuiessen de apartarme dexándos viuo donde yo no os viesse, con mucha breuedad sabria matarme si de oficio el dolor no lo hiziesse; quel fuego en que me abraso no consiente que viua vna hora yo de vos ausente. Ya todos los remedios serán vanos que para libertarnos procuremos, pues tantos enemigos inhumanos, muriendo por matarnos, venir vemos. Mas porque no nos ayan á las manos,

algun medio conuiene que busquemos,
para quitarles este gusto; y juntos
con las almas partir siendo difuntos.
En esta peña tengo ymaginado
que será bien morir; y acabo vfana
con ver que he de lleuaros á mi lado,
y que en la voluntad muero christiana.
Si de seguirme estays determinado,
por aquí la subida está muy llana,

y

á esotra parte el risco duro y fuerte acomodado para darnos muerte.

Vida, descanso y bien del alma mia, responde el gallardísismo christiano, no dudeys en mi fe, que es villanía poner duda en amor tan soberano. En muerte quiero vuestra compañía, pues que con ella nueua vida gano, ques forçoso, muriendo por tal dama morir contento, y no morir mi fama. Con el tormento más esquiuo y graue acauar yo por uos es dulce cosa, sólo siento señora que se acabe por mi causa belleza tan hermosa. Boluió la mora, y con mirar suabe, más encendida que purpúrea rosa, le dize: demos fin á nuestra empresa ques gran offensa á vuestro valor esa.

No es esse el medio, sol resplandeciente con que se ha de dar fin á nuestra vida, porque la fe christiana no consiente que nadie pueda ser de sí homicida. Y el triumpho de morir honrradamente

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