Imágenes de página
PDF
ePub

Ay regalada esposa,

á quien naturaleza, el cielo, el arte, hizieron tan hermosa

que áun es poco loarte,

mis ojos no se cierren sin mirarte. Mas ay, que en vano pido

tan gran regalo y tal contentamiento, porque voy tan herido,

que á cada paso siento

que me faltan las fuerças y el aliento. Si el cielo me otorgara

que en viéndote, señora, yo muriera, descansado acabara

y el morir no sintiera;

mas quiere el hado que sin verte muera.

Aunque son las señales

tan manifiestas de mi triste muerte,

las heridas mortales

no dan dolor tan fuerte

como el ánsia rabiosa de no verte.

Al fin, señora, muero,

que estas mis diligencias son antojos,

pues el morir primero

que te miren mis ojos,

sé bien que han de triunfar de mis despojos.

Y aunque sin verte muera,

bien podrás mi descanso asegurarte,

que la parcha fiera

ni su rigor es parte

para que yo jamás pueda oluidarle.

El alma, cara esposa,

de tu Abdalla fiel, recibe y toma,

y haga venturosa

essa veldad Mahoma,

que á los demas valor sujeta y

doma.

Desta suerte se quexaua
aquel moro enamorado,
y no pudo dezir más
que con vn mortal desmayo
quedó tendido en el suelo
en sangre todo bañado,
el alma muerta de amores
y el coraçon abrasado,
debilitada la fuerça
y el amor multiplicado,
dando tan tiernos suspiros
que era compasion mirallo;
y teniéndosela el Cid
baxa luego del cauallo,
y preguntóle quién era;
mas está tan desmayado,
que responderle no pudo
á lo que le ha preguntado;
y leuantando los ojos
reconoce á Furiolano;
y creyendo que boluia
para acabar de matallo,
començándole á hablar
dize con la boz temblando:
No es de moro tan valiente
ni de pecho tan hidalgo
mostrarse tan vengatiuo,
tan furioso ni tan brauo,

contra quien no les posible deffenderse peleando;

si darme la muerte quieres vn solo bien te demando, que me dexes ver primero la que en el mundo más amo, y despues de auerlo hecho acábame por tu mano,

que con esto moriré

muy contento y muy honrrado.
A su demanda Rodrigo,
le responde lastimado:
valiente Abdalla, no temas
que aquí esta el Cid castellano,
que por lo que tu mereces
y porque estoy informado
de la amistad que me tienes
siendo moro y yo christiano,
en todo quanto pudiere
serás de mi regalado.
Abdalla, con esta nueua,
aliento nueuo cobrando

para besarle los piés
leuantarse ha procurado;
mas el Cid no lo consiente,
y en las ancas del cauallo
poniendo al moro herido,
dentro de muy poco espacio
le boluió para el castillo
y á su esposa le ha entregado,
que viéndose el vno al otro
por vn caso no pensado,

el contento que tendrian quede para ymaginado, que bien tendrá que hazer el que ha sido enamorado: el Cid ordena que el moro al punto fuesse curado,

[blocks in formation]

mayor mal

era el estar desangrado, allí essa noche se queda y el castillo le ha entregado (despues de auerle primero sobre ello juramentado); y para el real se buelue victorioso, libre y sano, con mucho contentamiento de auer ansí conquistado vn tan hermoso castillo por succeso tan extraño,

ROMANCE SEGUNDO.

En el tiempo venturoso

que tuuo el Pontificado Pio quinto, pastor justo de todo el sancto ganado que en el gremio de la yglesia está vnido y congregado, se dió principio á la Liga que tanto bien ha causado, quel Rey de España Phelippe, hijo del gran quinto Carlo, con el Supremo Pastor y Venecia se ha juntado, sin otros que fauorecen cada qual los de su vando, ducientas y diez galeras entre los tres han llegado, por general de la Liga vn Príncipe señalando, cuyo valor tiene el mundo con azañas asombrado, que parece poco el suelo para ser dél conquistado; con su grandeza renueua lo presente y lo passado, que bien mostró ser lauor de aquel famoso dechado,

« AnteriorContinuar »