Imágenes de página
PDF
ePub

ques mayor de lo que vemos á lo que yo he sospechado; y con esto en vna torre todas juntas se han entrado, los coraçones rendidos al miedo y al sobresalto; los ojos tristes, llorosos y el bello color mudado, sólo en escuchar los golpes del furioso Furiolano, que malla, ni coracina, ni yelmo fuerte azerado, no son parte á resistir que ninguno diese en vano; muertos ya doze peones tiene á los piés del cauallo, con otros tres caualleros y rindiéndosele el quarto, á merced no le recibe que por cima dél passando, entre los piés de Bauieca

el espíritu ha dexado;

y

los demas, viendo aquello,

salen huyendo del patio,

y

del fuerte moro Abdalla,

el temeroso cuñado,

donde estauan las mugeres grandes golpes está dando, diziendo: hermana querida abridme, que este pagano viene para darme muerte

como á los demas la ha dado:

la mora con gran presteza,
por socorrer al hermano,
abrió la puerta, y al punto
que cerrar han procurado,
el venturoso Rodrigo
que lo hagan ha estoruado,
y para dar muerte al moro
adonde estauan a entrado,
la fuerte espada desnuda
y el braço en sangre bañado:
Hamete, que ansí le vido,
con su hermana se abraçado,
y aquellas hermosas moras
la tierra se han prostrado,
demandándole la vida

por

de aquel que se le ha escapado,
y su hermana entre las otras
comiença á dezir temblando:

Gallardo moro, á quien Mahoma a dado del gran poder que tiene tanta parte, que no deue de auer en lo criado nenguno que en valor pueda ygualarte; temple su furia el fuerte pecho airado, pues no es ménos grandeza el apiadarte de vnas pobres mugeres afligidas, que quitar á los fuertes tantas vidas. Haga su oficio el pecho generoso en perdonar á quien se te ha rendido, y pues que te mostraste valeroso

dando muerte á los muchos que has vencido, muéstrate agora misericordioso

con el

que de nosotras se ha balido, que no es despojo para enrriquecerte á quien el miedo rinde de la muerte. Esse incendio de cólera inhumano modérenle mis lágrimas agora,

y aqueste llanto y ruego no sea en vano, de la más triste y afligida mora.

Por quien te ruego mira que es mi hermano, adonde mi bien todo se atesora,

y

y que no es mucho, siendo cauallero, que me concedas este don que espero.

En trueco de mi Abdalla que has dexado en la refriega muerto ó mal herido, siendo el más fuerte y más auentajado moro que entre nosotros ha nacido: éste sólo suplico me sea dado, porque yo sin hermano y sin marido no quede, y tu con nombre de homicida de vna muger tan sola y desualida.

Montemayor deste castillo es nombre, á quien mi esposo Abdalla deffendia, cuyo valor y esfuerço á ningun hombre ventaja sino al Cid reconocia; oy quedarás con inmortal renombre, de humanidad, cortés y valentía, si de mí condolido hazes luégo lo que con ánsia tanto pido y ruego. Y si tan justa peticion no fuere, como seria razon, de ti admitida, esa espada sangrienta se acelere á despojarme de tan triste vida; y si ninguna cosa se hiziere

destas dos ques forçoso que te pida, ánimo tengo yo constante y fuerte para darme á tus ojos cruda muerte.

El valeroso Rodrigo, viendo el rostro delicado de aquella hermosa mora todo en lágrimas bañado, y el ánsia con que le pide la vida para su hermano, vn poco se ha enternecido; aunque está muy enojado, le dize: gentil señora, aunque conmigo han vsado estos tan gran demasía la batalla començando, pues algunos con su muerte ya me lo tienen pagado, yo por seruiros concedo lo que me aueys demandado, y por sólo vuestro gusto vuiera mucho holgado

que el fuerte Abdalla viuiera,

pero ya que os ha faltado
y remediar no se puede

por agora vuestro daño,
yo en su lugar os offrezco
todo seruicio y regalo;

y pues que aquí D. Rodrigo
fué de Abdalla tan honrrado,
este castillo en su nombre

quiero que me sea entregado,

porque en vn tan buen guerrero estará bien empleado,

mi voluntad es aquesta,

y vos dama dexá el yanto,
que me da gran pena veros
tan afligida llorando,
mándese llamar la gente
que en el castillo ha quedado,
porque con su pleytesía

se entregue al Cid castellano.
La vella y gallarda mora,
de muerte á vida tornando,
la falda de la loriga
á Rodrigo está besando,
y las damas con Hamete
arrodillados llegando,

el juramento hizieron

como el Cid se lo ha mandado,

y por alcayde á Hamete

de aquella fuerça dexando,
de las moras despedido
subió en Babieca de vn salto,
y humillando la cabeza
con presteza salió al llano,
y por el mesmo camino
por donde va á largo paso,
vido vn moro que venia
mal herido caminando
(que apénas mouer podia
el cuerpo cansado y flaco),

y

acercándosele vn poco le oyó dezir suspirando:

« AnteriorContinuar »