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vuesa merced me perdone
que yo holgara saber algo
cerca de aqueste propósito
que es el que se me ha mandado;
mas reciba mi deseo

de servirla, que es tan alto,
que donde yo acabo, empieza,
señores, á suplicaros

perdonéis mi atrevimiento,

que ya conozco que os canso
con necedades prolijas,
con fabulosos engaños,
con disparates forzosos
y con versos mal limados;
mas todo tiene disculpa
con ser yo vuestro criado
y tan honrado mi celo
de serviros y agradaros.
RÍOS

La loa es buena, y para conservar uno la dentadura, no ha menester sino aprendella y guardar todo lo que dice con puntualidad.

ROJAS

Los dientes ni quieren mucho descuido ni demasiado cuidado, que tan malo es lo uno como lo

otro.

SOLANO

En llegando á Valladolid me habéis de dar traslado desta loa, porque, dejado aparte que es de mucho gusto, me quiero aprovechar de algún remedio para limpiarme los dientes, aunque los tengo tan malos que me parece imposible que yo venga á tener en mi vida buena dentadura.

ROJAS

Della se dicen también cosas, y tan extrañas, que no fácilmente se puede dar crédito á ellas, aunque de las que vemos cada día les podremos dar alguna. Yo he oído decir que á una mujer le faltó su regla y se le cayó toda la dentadura, y á los ochenta años le volvió su costumbre y á nacer los dientes. Y asimismo de otra que en cada año los mudaba, y que otras los han mudado dos veces en la vida.

RÍOS

Una persona de mucha autoridad y crédito me dijo que á una abuela y tía suya le habían salido á cada una destas señoras dos dientes delanteros, de edad de ochenta años, y otros que de treinta años arriba se han sacado dientes y muelas y les han vuelto á nacer.

RAMÍREZ

Una cosa harto extraña me dijeron á mí de un hombre que nunca le nacieron dientes ni aun encías donde pudiesen nacer, sino que los labios venían y comenzaban donde habían de nacer los dientes.

ROJAS

Pues una persona (de no menos crédito y autoridad que las pasadas) me dijo le había dicho un juez que en un lugar de las Alpujarras, estando él allí en una comisión, vió un hombre y conoció, con cabellos blancos y sin dientes, y que volvió al mismo lugar de ahí á doce años donde halló á aquel hombre con cabellos negros y dientes.

RAMÍREZ

Parece que quiso la naturaleza verificar aquel dicho, que los muy viejos son dos veces niños; y lo que dice Aristóteles, que á los ochenta años tornan á renacer los dientes.

SOLANO

De un caballero me dijeron á mí en Sevilla, personas que le vieron en Indias, que los dientes de arriba eran todos una pieza y los de abajo otra, sin hacer división ni señal de dientes.

RAMÍREZ

Yo conocí una doncella en Toledo que se metió monja de edad de veinticinco años, y de achaque de tener un aposento recién labrado y húmedo, dicen que se le cayó toda la dentadura y después le tornó á nacer.

RÍOS

Pues yo vi por mis ojos un colmillo á una mujer, y me dijo la misma que le había mudado cinco

veces.

SOLANO

En el año de mil y quinientos y sesenta y seis of decir á mi padre que trajeron á Madrid una muela que se halló en Argel en una sepultura de un gigante, que pesó más de dos libras y tenía cuatro dedos de ancho, y otros dicen que era pedazo de quijada, y por gran maravilla la llevaron á palacio. RAMÍREZ

Yo conocí un religioso que le nacieron las muelas cordiales de edad de más de cincuenta años.

RÍOS

Sucesos son que parecen increíbles.

ROJAS

Pues escuchad, que no me había acordado: un grande amigo mío (y persona á quien se puede dar mucho crédito) me contó en Salamanca los días pasados un cuento que le sucedió á un villano en un lugar del reino de Valencia, en que se le cayeron, por cierta desgracia, todos los dientes y muelas de la boca, y comía después tan bien con las encías, que decía que no le pesaba sino del tiempo que los había tenido. Y fué el cuento de tanto gusto, que compuse del una loa, que gustaréis de oilla, y dice desta manera:

En la ciudad más insigne

que hay en Francia, Egipto, España,
ni el sol y las cinco zonas
alumbran con su luz clara;
no la que Baco fundó,
Tebas ni la gran Dardamia,
Partenope la famosa,
que es la belleza de Italia,
ni del nevado alemán
á la adusta Tingintania,
hay ciudad que sea mejor
que la insigne Salamanca.
Si miráis sus edificios,
asientos, calles y casas,
colegios, templos y escuelas,
muda quedará la fama.
Si advertís en los regalos
de su generosa plaza,
en grandeza y bastimentos,

¿cuál en el mundo la iguala? Si queréis ver su nobleza, veréis en ella cifrada

toda la que tiene el suelo
de Europa, Flandes y Francia.
Pues si miráis sus ingenios,
tanta ciencia y letras tantas,
decid todos NON PLUS ULTRA,
aquí es donde el mundo acaba.
Donde acaba y donde empieza,
pues vemos que es cosa clara
que los que el mundo gobiernan
son ramos de aquesta planta.
Los pilotos que en la nave
de Dios gobiernan las almas,
salen desta gran ciudad,
para saber quién es, basta.
Cardenales, arzobispos,
reyes, príncipes, monarcas
que tienen al mundo en peso,
ella les dió las tiaras,

las mitras y las coronas;
de ella han salido las plazas
de presidentes, oidores,
dignos de eterna alabanza.
Pues si dejamos las letras
y venimos á las armas
(aunque ha publicado guerra
contra la pluma la lanza),
Ya conocemos, y es cierto
que entre las naciones varias
que tiene el mundo españoles,
entre todas se aventajan,
pues si españoles buscáis
buscadlos en Salamanca,

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