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cuántos de tus altas cumbres vemos hoy que se despeñan. Oh profundo mar, oh abismo, á donde tantos se anegan, con mil propósitos santos y mil intenciones buenas. Si acaso los animales, si por dicha los planetas, pudieran aprovecharse como nosotros, de lenguas, Sin duda que nos quitaran la vanagloria y soberbia que en mil corazones necios por nuestras locuras reina. Porque nos podrían decir las refulgentes estrellas que en el alto firmamento se habían criado ellas. El claro sol, que en el cielo se crió, también dijera, y las aves, en el aire, decir lo mismo pudieran. La salamandra en el fuego (que es de lo que se sustenta) y los peces en el agua, pero el hombre triste en tierra. Por muy rico y principal, por muy señor que uno sea, jamás le preguntaremos, ¿de qué cielo es, qué planeta? ¿de qué sol ni de qué luna? ¿de qué aire? ¿de qué esfera? ¿de qué mar ni de qué fuego? sino sólo ¿de qué tierra? Pues somos de tierra al fin

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le dió en cien años de herencia;

ay, hombre ensoberbecido,
triste de ti si tropiezas.

Que cualquiera china basta
para humillar tu grandeza
y para alzarte después
aún no la humana potencia.
¿De qué presumes, cuitado?
¿Qué vanidades te ciegan?
¿Qué disparates fabricas?
¿Qué vanaglorias intentas?
¿No sabes que el rey Saul
escogido por Dios era,
y por el gran Samuel,
ungido con su potencia,
y siendo rey, como digo,
de ser labrador se precia,
y porque lo fué su padre
de serlo no se desdeña?
También el rey Agatocles,
por ser hijo de una ollera,
mandaba que sus criados
en su aparador y mesa,
pusiesen platos de barro
entre el oro, plata y piedras;
y preguntado el por qué
mandaba cosa como ésta,

respondió: para acordarme
quién soy y mis padres eran,
y por no ensoberbecerme
viéndome en tanta riqueza.
Y porque es muy
fácil cosa
que de rey á ollero vuelva,
que no de ollero á ser rey,
profunda y alta sentencia.
Siempre los más abatidos,
los que de humildes se precian,
los despreciados del mundo,
los ignorantes sin letras,
á los que el vulgo no estima
y los soberbios desdeñan,
vemos que el Señor ensalza,

y destos tristes se acuerda. (Psal. 112.)
Al gran Judas Macabeo,

que

de tres hermanos era el mayor y el más humilde, le encomiendan la defensa de los hebreos y á él sólo asimismo dan y entregan armas contra los asirios,

suma bondad, gran largueza. (1 Mach. c. 2.) De los hijos de Abraham

á Isaac el menor precian (Géne. c. 21.)

porque en él sólo se puso

de Cristo la línea recta. (Math. c. I.)

José, hijo de Jacob,

de los doce Tribus, cuentan

ser el menor en la edad

y el mayor en la obediencia. (Géne. c. 49.)

Y él fué quien halló la gracia

con su humildad y nobleza,

entre los reyes egipcios

y los sueños interpreta. (Géne. c. 41.) También David fué el menor

de siete hermanos, y ordena

la divina Majestad (I. Regum. c. 16.)
que siendo pastor de ovejas,
por la soberbia maldita

de Goliat, á ser venga

castigo de su locura

y rey de toda su tierra, (I. Regum. c. 17.) Como de aquestos he dicho, decir de otros mil pudiera, que por humildad subieron y cayeron por soberbia. Todos los vicios del mundo

que hoy en los hombres se encierran,
les hallaremos disculpa;

pero á éste mala ni buena.
Puede el jugador decir
que por pasatiempo juega,
el que guarda lo que tiene,
que es hombre que se gobierna.
El hablador, que es alegre;
el callado, que se precia
de ser cuerdo; el bebedor,
que tiene buena cabeza.

El gastador, que es magnánimo,
y desta misma manera
darán su disculpa todos;
solamente la soberbia
no la tiene, que caer

en cualquier vicio es flaqueza;
pero aqueste es de locura

y

al fin redunda en afrenta. Mas poco a poco me salgo de la intención verdadera

á que salí, y así callo,
porque es razón tratar della.
Quédese esto en este punto,
que la alabanza me espera
de hoy martes, dichoso día,
y así su alabanza empieza.
En martes, día tercero
del mundo y semana, ordena

el gran Dios y Señor Nuestro
que apareciese la tierra.
A la cual, con su poder
y soberana clemencia,
la mandó que produjese
árboles, plantas y hierbas,
Y diese fruto y semillas,
según la naturaleza,
que de su divina mano
todas juntas recibieran.
Martes, año del Señor
de quinientos y noventa,
reinando el gran Recaredo,
fué aquesta la vez primera
que se comenzó en España,
por gracia de Dios inmensa,
á predicar y creer

su ley divina y perfecta.
También es claro y notorio
que los hombres que en las guerras
han valido por sus armas
y han hecho algunas proezas,
les decimos que son Martes,
porque Marte, es cosa cierta,
fué el primer maestro que hubo
deste arte, según cuenta
Diodoro Sículo; en martes

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