cuántos de tus altas cumbres vemos hoy que se despeñan. Oh profundo mar, oh abismo, á donde tantos se anegan, con mil propósitos santos y mil intenciones buenas. Si acaso los animales, si por dicha los planetas, pudieran aprovecharse como nosotros, de lenguas, Sin duda que nos quitaran la vanagloria y soberbia que en mil corazones necios por nuestras locuras reina. Porque nos podrían decir las refulgentes estrellas que en el alto firmamento se habían criado ellas. El claro sol, que en el cielo se crió, también dijera, y las aves, en el aire, decir lo mismo pudieran. La salamandra en el fuego (que es de lo que se sustenta) y los peces en el agua, pero el hombre triste en tierra. Por muy rico y principal, por muy señor que uno sea, jamás le preguntaremos, ¿de qué cielo es, qué planeta? ¿de qué sol ni de qué luna? ¿de qué aire? ¿de qué esfera? ¿de qué mar ni de qué fuego? sino sólo ¿de qué tierra? Pues somos de tierra al fin le dió en cien años de herencia; ay, hombre ensoberbecido, Que cualquiera china basta respondió: para acordarme y destos tristes se acuerda. (Psal. 112.) que de tres hermanos era el mayor y el más humilde, le encomiendan la defensa de los hebreos y á él sólo asimismo dan y entregan armas contra los asirios, suma bondad, gran largueza. (1 Mach. c. 2.) De los hijos de Abraham á Isaac el menor precian (Géne. c. 21.) porque en él sólo se puso de Cristo la línea recta. (Math. c. I.) José, hijo de Jacob, de los doce Tribus, cuentan ser el menor en la edad y el mayor en la obediencia. (Géne. c. 49.) Y él fué quien halló la gracia con su humildad y nobleza, entre los reyes egipcios y los sueños interpreta. (Géne. c. 41.) También David fué el menor de siete hermanos, y ordena la divina Majestad (I. Regum. c. 16.) de Goliat, á ser venga castigo de su locura y rey de toda su tierra, (I. Regum. c. 17.) Como de aquestos he dicho, decir de otros mil pudiera, que por humildad subieron y cayeron por soberbia. Todos los vicios del mundo que hoy en los hombres se encierran, pero á éste mala ni buena. El gastador, que es magnánimo, en cualquier vicio es flaqueza; y al fin redunda en afrenta. Mas poco a poco me salgo de la intención verdadera á que salí, y así callo, el gran Dios y Señor Nuestro su ley divina y perfecta. |