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tiempo no se pierda y gaste sin resuello de indios.

Las armas necesarias en estas partes, son que V. M. mande hacer luego en las ciudades desta Nueva España sus fortalezas muy grandes, fosadas, munidas y pertrechadas, las cuales tengan sus guardas y alcaides para que, movido algun levantamiento ó alboroto, lo cual Dios no permita, en ellas se resista y ampare el ímpetu y fuerza de estos naturales. Y al presente no conviene que estas ciudades se cerquen, por ser la gente española tan poca, porque seria hacer fuerza y cerca para los enemigos; que claro es que las ciudades que están en frontera, cuando son más grandes que la posibilidad de los que las defienden, las recojen y abrevian para estar más fuertes y seguros los que en ellas resisten; pues hasta que la suma bondad sea servido que la fuerza española cresca, no conviene cercas, sino fortalezas, las cuales se hagan luego, mandando V. M. cesar todas las otras obras públicas y particulares, porque sin fortalezas, no hay seguridad en este reino, pues él y nosotros estamos en poder de los enemigos, los cuales todos los dias están con la espada en la mano. Y como la ponzoña secreta mata más gravemente, es muy de temer que una noche den en nosotros y en todo el reino juntamente, pegando fuego á las casas, matando los caballos, acometiéndonos con nuestras mismas armas, porque todo lo tienen en su poder, teniéndolos nosotros en nuestras casas por servidores para servicio y guarda de nuestra muerte. ¡Oh, Príncipe serenísimo! en verdad que viendo este descuido, las lágrimas de todo corazon y dolor me saltan de los ojos; porque no habiendo una sola cena en todos nosotros, no hay quien advierta ni mire nuestra perdicion sino el mismo Dios, el cual oprime y fuerza á estos natuTOMO VIII.

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rales para que alcen el cuello de su maldad; por donde conviene luego el remedio para no tentar á Dios.

Lo tercero que en la Real Magestad ha de resplandecer, es una piadosa solicitud de engrandecer el culto divino y cristiana religion; porque tanto es una cosa más estimada, cuanto es más alto el fruto que della sucede, y ansí no es de comparar el oro y riquezas temporales con aquel inefable tesoro y ganancia de la vida eterna. Y si todos los Príncipes cristianos á este divino servicio son obligados, mucho más V. M., pues desciende de tan alta sangre y grandeza, nieto de aquellos embravecidos leones, propugnadores de la fée, máxime habiendo la divina mano en tan sumo grado engrandecido la celsitud, poder y grandeza del sacro estado de V. M. con tantos nuevos reinos y señoríos. Y como las cosas naturales sin dificultad producen sus efectos, los rios y fuentes siguen su curso natural sin degenerar de su principio, así V. M. mucho debe imitar á su poderoso padre, que es Dios, pues tiene dependencia dél, compadeciéndose de esta su esposa la Iglesia, que está triste y llorosa, desarropada y en suma necesidad; que por vivir los prelados en tanta miseria y pobreza, son canes mudos. No hay beneficios, pilas, padrones, órden ni cuenta en las ovejas. La barca de San Pedro está dada al través; hanle quitado el poder y mando que Dios le dió sobre la tierra, y todo está hecho un laberinto de error y ceguedad, porque nosotros, sus hijos, somos hechos pupilos sin padre, y nuestra madre, la catedral, es como viuda. Y verdaderamente los ojos de los que algo desto sienten, habian de estar hechos fuentes y manantiales de contínuas lágrimas, pues es una de las señales del juicio: cum venerit disetio primum.

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Y lo que es más de lamentar por nuestros pecados, es que los hijos de Israel suspiran por las ollas de Egipto. Porque algunos de los religiosos que han ido á esas partes, teniendo fastidio y enojo del maná y dulzura de la clausura de la religion, perdido el apetito de su perfeccion y pobreza, suspiran por su propio interés, yendo cargados de alforja y comida de sus propias pasiones, y ansí por gobernarnos por ellos, han puesto esta tierra en los términos que la vemos, por llevar en todo la voz de Jacob y las manos de Esáu.

Invictísimo César: ¡cuán necesario es á tan alta Magestad como la vuestra, estar engrandecido de la caridad y misericordia para engrandecer el culto divino! pues como dice San Pablo, no es otro su poderío sino el que de Dios le viene. Y aunque del estado adquirido en estas partes V. M. no deba diezmo, pero de buena conciencia, debajo de condenacion eterna, debe V. M. al omnipotente Dios alguna parte, como á señor, en reconocimiento que todo es suyo; pues no fuerzas humanas ni las espensas y gastos, que V. M. hizo, ganaron este reino, sino poder infinito, matizado del sudor y sangre de los que él escogió por sus ministros. Y la parte que á Dios se debe, conforme á derecho, son todas las tierras, heredades y rentas, que á los cues (1) y casas del demonio estaban dotadas y dadas en sacrificio, lo cual es de la Iglesia.

Y porque los gobernadores destas partes han anhelado en lo temporal y transitorio, allegando con todas manos las rentas y aprovechamientos de V. M., olvidados del divino servicio, por el mismo Dios han sido castigados.

(1) Así en el original.

Por tanto, pues, mi intento y fin, poderoso Señor, sólo se funda en un enardecido y descoso deseo del servicio de Dios Nuestro Señor y de V. M., postrado ante sus sacros piés, le suplico en todo resciba la simplicidad y buena intencion de este su mínimo capellan y leal vasallo, remediando con brevedad y magnificencia lo que tanto conviene; porque si una vez se pierde, lo cual Dios no permita, con muy gran dificultad se podria ganar.

Nuestro Señor la Sacra Católica Cesárea persona de V. M. guarde y engrandezca en su santo servicio, con mayor celsitud y grandeza de nuevas victorias, reinos y señoríos, amén.

Desta ciudad de México, 1.o de Junio de 1544.-De V. S. C. C. M.-Mínimo capellan y leal siervo, que los sacros piés de V. M. besa.-Gomez Maraver.

DE VIREYES Y GOBERNADORES DEL Pirú (1).

Virey D. Francisco de Toledo.

CAPÍTULO PRIMERO.

De la eleccion que el Rey nuestro señor hizo de la persona de D. Francisco de Toledo para Visorey del Pirú.

No con poco cuidado tenian al rey D. Phelippe, nuestro señor, los sucesos referidos en este su gran reino

(1) Libro manuscrito de la Biblioteca Nacional, con la signa

del Pirú, porque aunque en otros tiempos clamaban las necesidades por el remedio el remedio y asiento espiritual y temporal que tantas veces se habia platicado y propuesto convenia dar, ya en el presente forzaban las ocasiones, las cuales, no queriendo perder nuestro cristianísimo señor, en lo cual le iba el descargo de su Real conciencia, la quietud, sosiego y pacificacion de sus súbditos españoles, la conversion y enseñanza cristiana, pulicia y buen gobierno de los naturales; sólo miraba para tales, tantos y considerados intentos, persona que los principios facilitase y dispusiese y diese discreto y sábio progreso en los medios, y en todas fines gloriosos como lo deseaba quien solo cometia, mandaba y encargaba; y puesto el corazon en Dios, cuya era la causa principal, los ojos y voluntad en acertar con hombre, que ya que no David,

tura J. 113, escrito en papel, tamaño 4.o, yide letra de la primera mitad del siglo XVII. Aunque desgraciadamente) se hallan en él incompletos los tratados, así del virey D. Francisco de Toledo que aqui comenzamos, como el de D. Garcia Hurtado de Mendoza y el de las Excelencias de la ciudad de los Reyes, que publicaremos á continuacion; nos hemos decidido á darles lugar en la Coleccion porque, á vueltas del estilo algo hinchado y pretencioso, tan comun en la época en que se escribieron, contienen importantes y curiosos pormenores relativos á la administracion, vida y costumbres interiores de los pueblos del Perú, que en vano se buscarian en las historias generales. Por otra parte, el autor de estos tratados era sin duda persona bien enterada y que habia tomado parte en muchos de los actos que narra, pues si hemos de juzgar por lo que de sí dice en el cap. XVIII del Tratado del virey Hurtado de Mendoza, desempeñaba el cargo de contador de la Real Hacienda, y su nombre, que figura en varios acuerdos insertos en esta misma obra, era Tristan Sanchez. Parece tambien, segun lo indica diversas veces, que habia escrito una Historia de la conquista del Perú, ó más bien una Vida de Francisco Pizarro.

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