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AÑO DE ESTE SUCESO.

84 Todos los Historiadores, que desde el siglo IX. hasta el XVI. escribieron de los felices principios de la restauracion de España des pues que la gloria del Reyno de los Godos fue extinguida en el año de 711. segun la célebre escritura de Don Alonso el Casto que publico en los App. del tomo presente, pusieron este memorable suceso tan cercano á la pérdida, que los que más le atrasaron, no lo creyeron posterior al año de 718. Para contradecir á una memoria tan recibida y autorizada, eran necesarios argu mentos demostrativos de su falsedad; pero sin embargo Pellicer, que en sus Anales admitió facilmente noticias menos fundadas , y aún fabulósas, se atrevió á escri bir , que la eleccion de Don Pelayo y la famosa victoria de Covadonga no fueron an. teriores al año de 754. y esto con tanta satisfaccion, que tuvo su cronología por ver dadera, incontrastable y se gura, y afirmó que la época, que señalan los que le precedieron, es incierta, y que de ella están llenas ó mal

influidas todas las h storias propias y estrañas, eclesiasticas y seglares. El Marques de Mondejar propuso en la advertencia 33. al lib. 7. capit. 1. de la Historia de Mariana, el dictamen de Pellicer, y en medio de ser tan nuevo, y tan contrario á los demás Escritores, se inclinó á abrazarle, previniendo que la precision que pedia el metodo regular de sus advertencias, no le permitia detenerse en conciliar noticias tan opuestas. En nuestros dias sigue la misma opinion el erudito Don Vicente Noguera, Autor de las notas y observaciones críticas á la Historia de Mariana en el Ensayo cronologico, que está al fin del tomo III. de la insigne edicion que hace en Valencia.

85 El reparo primero, que oponen á la cronología de los antiguos los Escritores que he nombrado, se funda en el silencio de Isidoro Pacense. Este vivia quando los infieles se apoderaron de España, y sin embargo de que escribió en su Cronicon los sucesos, que pasaron desde la irrupcion hasta el año de 754. no hace la mas leve memoria de Don Pelayo, de su eleccion al Reyno, ni

de

so, que la eleccion de Don Pelayo, y sus victorias no fueron anteriores al expresado año.

de las grandes victorias de los christianos de Asturias. Referir las noticias mas menudas, dice el citado Autor del Ensayo, y olvidar una de tanto bulto como el levantamiento de los Asturianos; hablar de las celadas que armaron á Abdelmelic los montañeses del Pirineo, y callar la prodigiosa rota de Covadonga en que perecieron 1240. Sarracenos con su general Alchaman, y el malvado Don Opas: hacer honrosa memoria de Teudemir y Atanagildo, y ni aún chistar el nombre de Don Pelayo, que conforme á los años que señalan los Cronicones posteriores, fue su contemporaneo, es verdaderamente un enigma que embaraza y confunde toda la atencion de los Escritores, que con juiciosa crítica han averiguado las antigüedades de España.

86 El segundo reparo se apoya sobre la autoridad del Cronicon Albeldense, que testifica, que Don Pelayo se levantó primeramente contra los Sarracenos, reynando Jucef en Cordoba, y gobernando las Asturias Munuza. No habiendo pues comenzado Jucef á reynar hasta el año de 746. es forzo,

87 Los fundamentos con que se halla establecida la cronología comun de nues→ tros Historiadores, son tan sólidos, que estoy persuadido, do, no solo á que merece preferirse á la de Pellicer, sino á que sola ella debe seguirse en nuestra historia, desechandose como improbable en su comparacion la que este Escritor quiso introducir con otras novedades igualmente insubsistentes. Este asunto no se ha demostrado hasta ahora con el esfuerzo que corresponde á su importancia, y á la gloria que de él resulta á la España, y por tanto me parece necesario exponer con particular diligencia la grande eficacia de sus pruebas. Comencemos por los Cronicones antiguos, que son los monumentos que tenemos mas dignos de nuestra veneracion y credito.

88 El Albeldense escribe de Don Pelayo en esta forma: Primus in Asturias Pelagius regnavit in Canicas annis XIX. Y acaba poniendo el lugar y año de su muerte: Obiit quidem præ

diftus Pelagius in locum Canicas Era DCCLXXV. Siguese la cronología de los Reyes sucesores, y dice que Favila reynó dos años, Alonso diez y ocho, Fruela once, y que murió en la Era 806. en que se ve manifiestamente que el cómputo de los años en toda la serie de los Reyes, que sucedieron á Don Pelayo, va conforme al año emortual de este Príncipe, que es el de 737.

naron

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89 El Cronicon de Don Sebastian, establece la misma cronología aún con mayor individualidad, notando los Reyes, los años que reyel en que y murieron con la exâctitud, que se podia desear en los siglos venideros. De Don Pelayo dice: Post nonum decimum regni sui annum completum propria morte decessit, & sepultus cum uxore sua Gaudiosa Regina territorio Cangas in Ecclesia S. Eulalia de Velapnio Era DCCLXXV. De Favila: Ab urso interfec tus est anno regni sui secundo, & sepultus cum uxore sua Regina Froleba territorio Cangas in Ecclesia Sanctæ Crucis, quam ipse construxit,fuit, Era DCCLXXVII, De Alonso: Regnavit annos XVIII. vitam feliciter

in pace finivit : y concluye señalando el año emortual: Era DCCXCV. En esta conformidad continúa las memorias de los Reyes sucesores, comunicandonos toda la luz necesaria para formar el catalogo de nuestros Reyes despues de la irrupcion Sarracenica.

90 La autoridad de estos dos Cronicones escritos en el siglo IX. se miró siempre con tanto respeto, que la han seguido los mas graves y juiciosos Escritores, poniendo todos constantemente así la eleccion de Don Pelayo al Reyno, como los principios de la restauracion de España en los años inmediatos á la entrada de los Arabes. Este unanime consentimiento autorizado con escritos tan recomendables era suficiente, para no admitir la nueva invencion de Pellicer , que llevado de reflexiones muy débiles trastorna los cimien tos mas firmes de nuestra historia, y atrasa no menos que por 36. años los sucesos gloriosos que merecieron á la region de Asturias y á la España, la reputacion de haber sido la primera, que con el favor de Dios se opuso á las victorias

y

y formidables armas de los Sarracenos. En medio de esto han seguido el mismo parecer, como dixe antes el Marques de Mondejar, y el erudito ilustrador de Mariana, y éste procura satisfacer al argumento que se toma de los referidos Cronicones, diciendo de este modo: Es verdad, que las fechas de las Eras atribuidas á los Cronicones Albeldense, y , y de Don Alonso Magno, que andan impresos, se oponen expresamente á que la eleccion de Pelayo haya sido posterior al año VII. del gobierno de Jucef, que segun el Pacense concurrió con el de la Egira 177. (754 de 177. (754 de Christo) pero quando hay testimonios que se acercan á la demonstracion , poca fuerza hacen los números de los Codices Mss. que pudo viciar o equivocar la incu ria de los copiantes. Fuera de que algunos codices de los que disfrutó Pellicer tienen la era incompleta acaso por hallarse borrada en el que se tuvo á la vista.

91 Las Eras que se leen en los Cronicones citados que andan impresos, están copiadas de varios Codices go ticos de muy remota anti güedad, que se han mereci

cido hasta ahora la fé de todos los Escritores, por ser los mas venerables monumentos que nos han quedado de aquellos primeros siglos despues de la perdida de España. Es cierto que sucede con facilidad equivocarse ó viciarse algun núme ro por descuido de los co. piantes, pero ¿quién tendrá por verisimil esta incuria en todos los numeros, que señalan los años que reynaron, y en que murieron los primeros Reyes de Asturias? ¿Quién podrá imaginarse que las fechas están erradas por falta de diligencia en los Codices, que contienen los Cronicones Albeldense y de Don Sebastian en vista de la conformidad, con que ponen los números, y que no podia verificarse sino escribiendose con advertencia y acuerdo? Finalmente los cómputos que se hacen en estos Cronicones salen muy ajustados, cotejandose los años primero y ultimo de los Reyes con los de su Reynado, y los del sucesor con los del antecesor; lo qual no es posible verificarse, sin que supongamos la diligencia de los Autores y de los copiantes en este asunto. Resta pues, que carece de toda verisimi

li

litud el recurso que se hace á la incuria de los que trasladaron los Cronicones, y que para salvar el nuevo dictamen de Pellicer, es necesario arrojarse á negar la autoridad de los Codices, que son los mas firmes cimientos de nuestra historia.

92 Pero dicen, que algunos de los Codices que disfrutó Pellicer tienen incompleta la Era, como se vé en la pag. 177. de sus Anales de España Yo ignoro el motivo por que el citado Analista publicó las Eras en la forma, que representa el lugar citado; pero es inegable, que si los testimonios que exhibe, se leían en los Codices como él los publicó, estos se hallaban muy viciados y defectuosos, y debian corregirse y suplirse por otros mas puros y enteros. El exemplar del Cronicon Albeldense que le comunicó el Marqués de Mondejar, como éste afirma en la advertencia 33. á la Historia de Mariana, es el que usaba Pellicer, el qual en la pagina citada ofrece el siguiente testimonio: Obiit prædi&tus Pelagius in locum Canonicas Era DCCXXV. Donde como se vé falta el numero L. por

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muerte de Don Pelayo antes de entrar los Sarracenos en España. En la pagina 157. de los mismos Anales trahe otro lugar que dice: Primum in Asturias Pelagius regnavit in Canonicas annis XLIX. donde sobra el numero L. y se lee Canonicas en lugar de Canicas. El que desee pues establecer la serie de nuestros Reyes, debe no embarazarse con las Eras, que pone Pellicer, sino asegurarse con las copias, que reconocidos los mejores Codices se han publicado especialmente en la España Sagrada, en cuyo tomo XIII. se halla el Cronicon de Albelda, que yo cotejé poco há con el Codice gotico Escorialense.

93 La opinion de Pellicer además de ser opuesta á tan venerables monumentos, tiene el gravísimo inconveniente de que una vez admitida es necesario ó desechar como fabulosos los Reyes primeros de Asturias, ó trastornar toda su cronología. Pongamos que Don Pelayo fue elegido despues del año de 754. si su Reynado duró 19. años, como testifican nuestros Cronicones no solo con notas numerales, sino

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cuyo defecto se pone la con voces expresas; Post

Tom. XXXVII.

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no.

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