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una pequeña legua del nacimiento de Tajo, que tiene su fuente principal en el término de Frias, aldea de Albarracin en la cumbre de una sierra de aquel remate de la Celtiberia, que llaman del Vallecillo á la parte de septentrion. La parte de la ciudad entre septentrion y poniente, que está fuera de la ribera de Guadalaviar tenia fuertes muros y torres, y en medio la torre del Andador, que estaba á la parte de poniente, y era una gran fuerza, y todo su sitio y asiento era en aquellos tiempos fortísimo é inexpugnable. Despues de haberse repartido las estancias, y hecho sus reparos y fuertes, dentro de breves dias comenzaron á combatir la ciudad, mas su asiento es tan fragoso y fuerte, que los que estaban en su defensa sin peligro muy notable se podian bien defender, y hacian gran➡ de daño con sus tiros en el ejército. Mas los del campo del rey estaban muy proveidos de vituallas, y dentro habia grande necesidad y falta, tanto, que muchos salian á ponerse en manos de la gente del rey. Aunque por combate ni fuera de armas no fuera bastante otro mayor y mas poderoso ejército de hacer rendir aquel Jugar segun la fortaleza dél, comenzaron á tener confianza, que los de dentro se darian siendo fatigados de la hambre, pero no por esto la gente de don Juan mostraba cobardía ni flaqueza, áutes salian á los combates y escaramuzas con grande esfuerzo, y así perseveraron cuatro meses despues que se puso el cerco. Siendo ya en la entrada del mes de setiembre, mandó el rey á los del ejército, que labrasen algunos edificios de piedra donde pudiesen pasar en lo áspero del invierno, por ser aquella tierra muy fria, y comenzaron á labrar algunas casillas, y cubríanlas lo mejor que podian, para pasar el trabajo de aquel cerco. Siempre continuaban los combates sin dejar holgar á los de dentro, y peleaban con ellos á lanza y escudo, y en un combate mataron los nuestros al capitan, y con esto visto que el socorro de don Juan les faltaba, y que los ponian en tan grande estrecho, y que la falta de viandas era tanta, que habian ya consumido buena parte de los caballos y bastimentos que tenian, desconfiaron de poder defenderse, faltándoles su capitan, y comenzaron á tratar entre sí, que se tomase algun concierto con el rey, y enviaron ante él un caballero pariente de don Juan. Éste propuso al rey, que atendido que don Juan era su señor, y les habia dejado aquel lugar encomendado en su fé y lealtad, para que le defendiesen, prometiendo que brevemente los socorreria, y ellos deseaban salvar su fé, y hacer lo que buenos y fieles vasallos debian á su señor, tuviese por bien que le enviase su mensajero, que le notificase el estado en que estaban, y ofrecian, que si de alli á quince días, que seria la fiesta de san Miguel, no llegase el socorro tal, que se pudiesen con él defender, le entregarian el lugar y castillo: tuvo él rey aquel partido por bueno, y diéronle en rehenes veinte de los principales de Albarracin, y con esto enviaron sus mensajeros á don Juan, para le aplazar el lugar de parte de sus vasallos, y don Juan, visto que no tenian bastimentos para diez dias, les envió a decir que si pudiesen defenderse lo hiciesen, y sino que se rindiesen, que él les salvaba la fé, y entendia, que habian hecho su deber como buenos y leales vasallos. Vueltos al rey los mensajeros, mandó, que entrasen en la ciudad, y hubiesen su consejo, y dióles las rehenes, y señalóles término de quince dias, y aunque Juego le entregaban la ciudad no quiso recibirla, yendo que don Juan se aventuraria por socorrerlos, y

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se entraria dentro; porque quisiera tenerle encerrado y haberle á su poder. Pasados los quince dias, abrieron las puertas, y fué entregada la ciudad y castillo al rey, y echó de allí la gente de guerra, y tornóse á poblar aquel lugar de gente natural destos reinos, y mandó reparar el castillo y fortificar las torres y muros, y porque desde aquel lugar le habia hecho la guerra don Juan en su reino, siendo su vasallo, corriendo los lugares de sus señoríos, y por este caso habia perdido el derecho y señorío que en él tenia ó podia pertenecer á sus hijos, hizo merced entonces el rey dél a don Fernando su hijo, que hubo en una dueña principal, que se decia doña Inés Zapata, á la cual habia hecho donacion de las villas de Algecira y Liria en el reino de Valencia.

CAP. XLVII.-De la muerte del rey don Alonso de Castilla: y que el infante don Sancho su hijo fué alzado por rey en su lugar.

Las cosas de Castilla estaban en gran turbacion, porque puesto que el infante don Sancho se habia apoderado casi de todos los reinos y señoríos de Castilla y Leon, y del reino de Toledo y de la Andalucía, pero no permanecian siempre los ricos hombres en un estado, y por lijeras causas se partian de su servicio y seguian la voz del rey su padre. Entre éstos el que mas oculto tenía el odio contra el infante, era don Lope Diaz de Haro señor de Vizcaya, y mas se tenia por ofendido, por haber dejado el infante á doña Guillelma de Moncada su prima, hija de Gaston vizconde de Bearne, que era tio de don Lope, con quien estaba tratado que casase, y no curando deste matrimonio, se casó con doña María, hija del infante don Alonso señor de Molina, y dejó á doña Guillelma, que era tenida por mujer muy brava y era muy fea, que tenia gran estado en Cataluña y Aragon y despues casó con el infante don Pedro de Aragon. Tratándose de concierto con el infante, y alguno de los mas principales ricos hombres, llegó el infante á punto de muerte de una grave enfermedad que tuvo estando en Salamanca, y siendo dicho al rey su padre, que era fallecido, mostró muy grave sentimiento y pesar por ello, y refieren que dijo haber muerto el mejor hombre que habia en su linaje, con grande admiracion de los que lo oyeron, y siendo preguntado, cómo podia tener amor á quién le habia desheredado y perseguido, escusándose respondió, que la pena que sentia de la muerte de don Sancho era, porque creia, que mas presto cobrara de su hijo sus reinos, que no de sus ciudades y villas, y de los ricos hombres que contra él se habian alzado. Mas no pasaron muchos dias tras esto, que siendo libre el infante del peligro de la dolencia, falleció el rey en Sevilla en el mes de abril deste año. Dejó ordenados dos testamentos, en el primero dispuso cerca de la sucesion del señorío de sus reinos, que en tiempo del rey su padre se habian tornado á unir, y ordenaba, que atendido que era costumbre, y derecho natural y ley y fuero de España, que el hijo mayor debia heredar los reinos y señoríos de su padre, no cometiendo algun exceso y crímen por cuya culpa los hubiese de perder, por esta razon, considerando que el infante don Fernando su hijo primogénito, si fuera vivo, por derecho y razon debia suceder en sus reinos y por ser fallecido, teniendo cuenta con el derecho antiguo y con la ley y razon, segun el fuero de España, habia otorgado en cortes al infante don Sancho su hijo mayor, que heredase en lugar de su hermano, por serle mas propin

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en menosprecio de la providencia y suma sabiduría del universal Criador, que si él fuera de su consejo al tiempo de la general creacion del mundo, y de lo que en él se encierra, y se hallara con el, se hubieran producido y formado algunas cosas me

emendaran y corrigieran, en que pareció manifiestamente que por tan grande blasfemia como esta permitió nuestro Señor que se conociese cuán perverso juicio y entendimiento fué el suyo, y fué desheredado de sus reinos y desamparado de todo los príncipes cristianos, y que faltase en la cuarta generacion la línea de sus sucesores, y así cuenta un autor antiguo de las cosas de Portugal, que fué revelado á la reina doña Beatriz su madre, por una griega gran hechicera y por diversas visiones, que habia de morir desheredado. Cuando el infante don Sancho supo su muerte, tomó las insignias reales y llamóse rey de Castilla y Leon y de todos los otros reinos y señoríos del rey su padre, y cesaron algunas alteraciones y guerras que en muchas partes del reino habia, cuando supieron que era alzado rey, y de Avila partió para Toledo, adonde se coronó con la reina su mujer, é hizo recibir por heredera y sucesora á la infanta doña Isabel su hija, Desde allí se vino á Uclés, á donde se vió con el rey de Aragon, y de nuevo asentaron sus confederaciones, y el rey don Sancho le envió entonces la gente que habia de guerra en aquellas comarcas, para que le sir viesen en el cerco de Albarracin. Habia ya fallecido ántes algunos meses el infante don Manuel, el cual dejó de la infanta doña Costanza su mujer, hermana del rey de Aragon, á don Alonso y á doña Violante que casó con el infante don Alonso hermano del rey don Dionis de Portugal. Casó segunda vez el infante don Manuel con doña Beatriz que se llamó condesa de Saboya, y deste matrimonio nació don Juan veinte meses ántes de la muerte del infante, y sucedió en el estado del padre que era muy grande.

cuo por derecha línea que su nieto, y olvidando tan grande merced y beneficio, contra derecho natural, habia procurado su muerte y desheredamiento, con ambicion y codicia de reinar, y por suma ingratitud permitian las leyes y el derecho, que fuese desheredado el que á su padre desheredase, él le desheredaba,jor que fueron hechas, y otras ni se hicieran ó se maldiciendo y detestando su memoria y declarándole por traidor, y nombraba por sucesor en el señorío mayor que él llama de España que eran los reinos de Castilla y Leon, Toledo, Galicia y Asturias, á don Alonso su nieto, y despues dél á don Fernando su hermano, declarando, que si muriesen sin hijos legítimos, heredase aquel señorío el rey de Francia porque sucedia derechamente de la línea del emperador don Alonso, y era bisnieto del rey don Alonso, y nieto de su hija como él, señalando, que convenia que los reinos de Castilla y Leon se ajuntasen perpetuamente y quedasen unidos en la casa de Francia, para ensalzamiento de la fé católica y destruccion de los infieles. En el segundo aprueba lo ordenado en el primer testamento, cuanto á la sucesion del señorío mayor, y confirmó al infante don Juan su hijo la donacion que le habia hecho de los reinos de Sevilla y Bajadoz, con todas las villas y castillos de sus términos y jurisdiccion, y al infante don Jaime, que era el cuarto, dejó el reino de Murcia, con que guardasen lo que dejase ordenado en su testamento, cerca de la sucesion y union del señorío mayor con el reino de Francia. Con sola esta disposicion que dejaba en lo de la sucesion de sus reinos, aunque en aquella sazón estuvieran en grande tranquilidad y sosiego, daba harta ocasion de moverse mayores diferencias y guerras entre sus hijos, y que en sus señoríos quedase emprendida una llama con que ardiesen. Mas poco antes que muriese, segun escribe el autor que compuso su historia, viéndose vecino á la muerte revocó todo esto, y dijo en presencia de muchos que perdonaba al infante don Sancho el yerro que contra él habia cometido, como mozo, y á todos sus súbditos y naturales, y que desto mandó hacer públicos instrumentos, porque fuese cierto y notorio, que habia perdido aquella queja, y quedasen sin nota de infamia. Pero esto parece mas haberse escrito en favor del rey don Sancho y de sus sucesores, que caso verosímil: pues no se halla revocacion de lo que tenia primero ordenado en su testamento, y dellos quedó memoria, de los otros instrumentos no parece ninguna, y es averiguado que el principal derecho en que se fundó don Alonso su nieto cerca de la sucesion, fué el testamento del rey su abuelo, puesto que Paulo Emilio, autor grave de las cosas de Francia, hace desto tambien mencion; y esta opinion sigue la historia de Castilla. Éste es aquel rey don Alonso, cuya memoria quedó tan celebrada con el renombre de Sabio; y si le pudo alcanzar por haberse dado á las ciencias de astronomía y tener tanta noticia de los movimientos de los cielos y de las revoluciones y posturas de los signos y plane-vegó la via de Castelamar de Estabia, hasta llegar á tas, y por haber mandado ordenar aquellos libros de leyes, por las cuales se desecharon las antiguas góticas, que hasta su tiempo duraron, y haber favorecido sumamente las artes liberales, le perdió por el mal gobierno que en sus reinos tuvo, y por la inconstancia con que gobernaba sus cosas de estado y de mayor importancia. Por esta causa escriben algunos autores y entre ellos el rey don Pedro el cuarto de Aragon, que fué tan insolente y arrogante, por la grande noticia que tuvo de las ciencias humanas, y por los secretos que supo de naturaleza, que llego decir

CAP. XLVIII. De la batalla que el almirante Roger de Lauria tuvo con la armada del rey Carlos en la cual fueron vencidos y presos el principe de Salerno y algunos barones del reino.

Por este tien po el príncipe de Salerno, hijo del rey Carlos, con el dolor y sentimiento grande que tuvo de las galeras que se habian perdido en Malta, y de los daños y guerra que el almirante Roger de Lauria hacia por todas las costas del reino, determinó de salir con treinta galeras que tenia en el puerto de Nápoles contra Sicilia, y proveyó que el gobernador que estaba en Pulla, enviase otras cuarenta galeras que estaban armadas en el puerto de Brindez, y se viniesen á juntar con las suyas en la isla de Ustiga. Tenia el almirante bien en órden veinte y ocho galeras, é bízose á la vela para ir la vuelta del principado de Capua y na

vista de la ciudad de Nápoles, á donde tomó refresco y descansó la chusma, y la gente de guerra se apercibió para cualquier trance que sucediese. Esto fué un lúnes á veinte y tres de junio de mil doscientos ochenta y cuatro. Con la llegada de las galeras del almirante la ciudad se puso en armas, y por mandado del príncipe se armaron los barones y caballeros que con él estaban, y confiando en la grande caballería que allí habia concurrido, se embarcó el príncipe en las galeras con ánimo de acometer los catalanes, y no sufrir que á vista suya talasen las viñas y jardines y las

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ultrajasen, y tambien por vengar la pérdida y daño recibido en Malta. La galera capitana de Sicilia se hizo á | lo alto con grande sagacidad y consejo del almirante, que dió á entender que no esperaria batalla ni la buscaba, y comenzó de hacer vela, y lo mismo hicieron las otras con intencion de apartar las galeras del príncipe de la costa y obligarlas á que no rehusasen la batalla. Era capitan general de la armada del príncipe, Jacobo de Busono francés de nacion, y las primeras galeras que se adelantaron para seguir al almirante y embestir en las de Sicilia, fueron una galera de Ricardo de Riso de Mecina, y otra de Enrico de Niza, y los que en ellas iban á grandes voces denostaban á los catalanes y sicilianos mostrando las sogas y cuersy das que llevaban á las manos, amenazando que habian de ser cautivos y muertos aviltadamente. Salió el almirante de su galera en un esquife y anduvo discurriendo por la armada exhortando y animando á los suyos para la batalla, diciendo que estaba allí junta la flor de la caballería francesa, y los condes y barones napolitanos, afirmando ser aquella presa y despojo suyo, y vuelto á su galera con grande celeridad se pusieron en órden y volviendo las proas dieron la vuelta con ademan que tomaba la via de Nápoles, y partieron con grande grita contra los enemigos y trabándose entre ellos una muy brava batalla aferraron con las galeras del príncipe. Muy raras veces concurieron armadas por mayores que fuesen con tanta determinacion y ánimo, porque iban á la batalla en discrimen y trance de mayor empresa, los franceses con ánimo de vengar las ignominias recibidas en las batallas pasadas y las muertes de sus parientes y amigos, y con esperanza que quedando por ellos la posesion de la mar serian encerrados sus enemigos sin remedio de poder ser socorridos y volverian á cobrar la isla de Sicilia, y los nuestros por continuar gloriosamente sus victorias y conservar el dominio que tenian. Comenzóse á pelear al principio por entrambas partes con gran furor, pero conocióse presto la ventaja que hacia la gente plática y ejercitada á las cosas de mar á los cortesanos y caballeros que pocas veces se habian visto en aquella afrenta y peligro. Estaban firmes y trabadas las galeras unas con otras, y estando asidas por las proas ciando por popa, ó se allegaban ó revolvian contra la parte que mas daño pensaban hacer, y algunas veces estabau tan aferradas y juntas, que no se podia hacer tiro que no fuese mortal. Desde algunas galeras acometieron por proa como si fuera batalla campal, porfiando, de romper como en escuadron cerrado y firme pero, venciendo las galeras del almirante en que habia gente mas ejercitada, fuese mas declarando el valor de los nuestros, y comenzaron á ejecutar grande matanza en los enemigos y algunas galeras que pudieron desasirse no bastando á resistir á las del almirante, hicieron vela la via de Nápoles y fueron ganadas diez con grande número de caballeros franceses é italianos. La galera de Capua que era la capitana en que iba el príncipe de Salerno y la mas escogida gente, y muchos y muy buenos caballeros, se defendia terriblemente, y durando en grande igualdad la batalla no podian ser vencidos. Estaban juntos los barones y caballeros muy unidos entre sí hecho un muro sin que pudiesen romperlos, y viendo el almirante que se defendian tanto y porfiaban en no rendirse, y no se podia entrar en la galera, á grandes voces mandó que la barrenasen por diversas partes para que fuese á fondo: y viendo el príncipe el peligro en que estaban

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él y los suyos, mandó llamar al almirante y rindiósele, pidiéndole que le salvase la vida, y á los que con él estaban: pues así placia á la fortuna, y dióle la espada: y el almirante le tomó por la mano y le pasó á su galera, y á gran priesa sacaron los condes porque la ga➡ lera del príncipe iba á fondo. Los que en esta batalla se hallaron con el príncipe, y fueron presos, eran el almirante Jacobo de Busono, Reinaldo Gallardo, y los condes de Cherri, Brena, Monopoli, y de Villagens, Guillermo Estendardo, y muchos caballeros italianos y franceses muy principales. El almirante pidió al príncipe que le mandase entregar á la infanta doña Beatriz, hermana de la reina de Aragon, que estaba detenida en prision, desde la muerte del rey Manfredo, y estuvo mucho tiempo en el castillo de San Salvador de Castelamar, y por mandado del príncipe fué puesta en libertad y despues casó con Manfredo de Saluces, siendo marqués de Saluces Tomás y su mujer la marquesa Luisa. Salió el almirante con su armada de Castelamar para dar vista á la ciudad de Nápoles con el triunfo de tan gran victoria, que fué una de las mas señaladas que hubo en aquellos tiempos por la persona del príncipe que se halló en la batalla, y por ser tan grande la ventaja, que en el número de la gente y ga➡ leras hacian los contrarios: y llegando á la isla de Capri, mandó el almirante cortar las cabezas por traidores en su galera, á Ricardo de Riso y á Enrique de Niza porque se habian pasado á los enemigos del rey, y volvió á Mecina con grande triunfo, y llevaba consigo las diez galeras, y las suyas cargadas de los prisioneros. Fué llevado el príncipe á palacio, y la reina no quiso dar lugar que los infantes don Jaime y don Fadrique sus hijos le viesen, y de allí le pasaron al castillo de Matagrifon, y pusieron en su compañía á Guillermo de Estendardo, con quien mas holgaba: y seDaláronse algunos caballeros catalanes y aragoneses que tuviesen cargo de su persona y de la custodia del castillo. Un autor siciliano antiguo de las cosas de aque→ los tiempos escribe que la armada del rey de Aragon era de cuarenta y una galeras, y que pelearon con setenta del rey Carlos, que estaban en el puerto de Nápoles, con las cuales el príncipe salió á la batalla: por tener conocida tanta ventaja á los nuestros en el número de las galeras y en la gente que en ellas mandó entrar y afirma que fueron ganadas por el almirante cuarenta y dos galeras. En el número de la armada de Aragon, conforma Ramon Montaner, que escribe que tenia el almirante cuarenta galeras y cuatro leños, y cuatro harcas armadas: pero en las del príncipe si no hay error en los libros difiere mucho porque dice que eran treinta y ocho, y que con ellas y con muchos leños armados, y otras barcas salió á dar la batalla á la armada del rey de Aragon. Mas hay gran error en este autor que cuenta la batalla de mar que el almirante tuvo con los condes de Brena y Monforte, y con los otros grandes de Francia, ántes de la batalla del príncipe, habiendo sucedido aquella victoria algunos años despues y siendo muerto el rey don Pedro. El rey CarJos que estaba en la Proenza llegó á Gaeta con veinte galeras al tercer dia despues de la batalla, á tiempo que en la ciudad de Nápoles por aquella rota bubo tanta alteracion y movimiento que apellidaba el pueblo por las calles á grandes gritos muera Carlos, y viva Roger de Lauria, de lo cual indignado el rey en su llegada con el enojo que tuvo deste suceso, y por la inconstancia de aquella ciudad, no quiso entrar en ella ni en el puerto: antes salió por la parte de oriente con

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intencion, segun Vilano escribe, de mandarla quemar: y en aquel pensamiento duró gran espacio hasta que vencido de los ruegos de un legado apostólico, y por contemplacion de muchos buenos y fieles ciudadanos, los perdono, y mandó ahorcar ciento y cincuenta de los mas culpados en aquel alboroto : y por continuar la guerra contra la isla de Sicilia, fué parte de su armada á Pulla. y por no pasar el Faro dieron vuelta á la isla por la parte de poniente, y alejados de la costa navegaron la via de Pulla al puerto de Brindez, adonde fué por tierra la mayor parte de su ejército. Aquellas galeras con otras cuarenta que estaban en Brindez, y veinte y dos taridas vinieron por la costa de Calabria, hasta entrar en el Faro contra Rijoles: y el rey Carlos por tierra movió con tan grande y poderoso ejército, que afirman ser diez mil de caballo italianos y franceses, y cuarenta mil peones. Habíanse ganado en Calabria por los capitanes del rey de Aragon muchos lugares, y poco antes de la prision del príncipe se entendian con el almirante cuatro castillos fuertes y muy importantes en la costa de Calabria, que eran la Escalea, Chitrato, Santolucido, y la Mantia, y cada dia se iban mas aficionando á los nuestros los ánimos de los calabreses, con los buenos sucesos y victorias del almirante, y estaban con esto los del principado vacilando, y atentos á cualquiera ocasion. Estaba en Rijoles por gobernador y capitan Guillen de Pons con trescientos soldados y la mayor parte de los mecineses, y púsose el cerco por mar y por tierra sobre aquel lugar: y comenzóse á defender, y en los combates se hubieron por los de Rijoles y la gente de guerra muy animosamente, y fueron perdiendo el miedo á los enemigos. Con esto como faltase puerto para tan grande armada y estuviese en peligro, y algunas galeras y saetías hubiesen dado al través en la playa de Rijoles, salieron del Faro las galeras del rey Carlos, y hicieron vela la via de Pulla, y el real se levantó y se puso sobre la Catona á catorce de agosto deste año.

CAP. XLIX. De la guerra que el almirante hizo por mar y por tierra en Calabria: y los lugares que se le rindieron de aquella provincia, y que ganó la isla de los Gerbes.

que está desta parte del Faro, entre Agropoli y la Bañara, á donde estaba en guarnicion con gente francesa el conde de Catanzaro, con quinientos caballos y dos mil soldados, sin la gente de la tierra y siendo media noche, estando sin recelo ninguno, por estar tan veeina la armada francesa y su real, halló el almirante las guardas muy descuidadas, y saliendo á tierra con su gente, escalaron el lugar y discurrieron por las calles con gran estruendo de trompetas, robando y quemando, y haciendo grande estrago y matanza en los vecinos y soldados que salian á la defensa. El conde se acogió á lo fuerte y el almirante mandó recoger los suyos porque no recibiesen daño. Fué allí preso un eaballero natural de aquel lugar, llamado Pedro Pellicia, el cual siendo gobernador en Rijoles, por odio y enemistad que tenia con los principales de aquel lugar, que eran fieles al rey de Aragon, alborotó el pueblo contra ellos, y fueron muchos muertos, y siendo por ello preso, se escapó de la prision y pasó á servir al rey Carlos y despues fué entregado á los de Rijoles, que ejecutaron en su persona cruel venganza. Este salto se hizo en tan breve tiempo, que alalba el almirante estaba en el cabo del Pellerin, y siendo otro dia siguiente partida la armada de Carlos, siguió en pos della y llegó á puesta de sol á la playa de Castelvetro, que dista de la marina por seis millas, y á tres horas de la noche acometió con trescientos almogáraves á escala vista el lugar, y fué escalado y entrado tan de improviso, que fué puesto a saco. La armada del rey Carlos prosiguió su viaje la via de Pulla, y el almirante dió la vuelta con la suya, costeando las marinas de Calabria desta parte del Faro, y salió á tierra con mil almogáraves, gente muy escogida, y que tenia noticia de aquella comarca, y caminó de noche la via de Castrovilari, que dista de la mar por treinta millas, y llegó sobre el lugar cuando amanecia, tan de sobresalto, que la gente que en él habia no se pudo poner en defensa, y entregáronse al almirante. Siguieron otros pueblos á los de Castrovilari, y alzáronse por el rey de Aragon, y despues fué contra Cotron, y con miedo que tuvieron los vecinos de aquel lugar de no ser puestos á saco, se rindieron y pusieron debajo de la fidelidad y obediencia del rey de Aragon. Algunos lugares de la provincia Basilicata, despues de la toma de Castrovilari se rebelaron contra el rey Carlos y residiendo en ella Mateo Fortun, que era adalid de dos mil almogáraves, haciendo guerra contra los franceses que estaban en aquella comarca, una noche de grandes aguas partió con su gente contra Murano, y no hallando guarda ni defensa en el castillo, le ganaron juntamente con el lugar, y prendieron la señora dél : y entonces se declararon por el rey de Aragon, Montalto, Renda, Bracha y otros lugares del val de Crate, Lainola Rotunda, Castelluzo y Lauria, que había sido de los predecesores del almirante y con ellos Lagonigro y otros lugares de Basilicata. Tras esto se rindieron los vecinos de Estron

Cuando el rey tuvo nueva de la victoria que el almirante hubo de sus enemigos, y de la armada grande que el rey Carlos tenia junta para acometer por la parte de Mecina, visto cuanto cumplia fornecer su armada, envió con Ramon Marquet catorce galeras al almirante, que habia mandado armar en las costas de Cataluña. Arribaron estas galeras á Melazo: adonde estaban don Berenguer de Vilaragut, que tenia cargo de aquel castillo, que era una de las mayores y mas principales fuerzas del reino, y la defensa y guarda de los lugares de la marina del val | de Emina, y pasó adelante Ramon Marquet con sus galeras. En aquella sazon, porque el tiempo era tempestuoso, y comenzaba el invierno, y por muy gran-gilo, Marturano, Nicastro, Esquilache: y de comun des aguas que hacia, el rey Carlos partió con su ejército de la Catona la via de Pulla, para donde su armada habia hecho vela y el almirante con la suya salió del puerto de Mecina, y halláronse casi en un tiempo ambas armadas juntas al cabo que llamaban de Pellerin, que dista de Rijoles por doce millas. En aquel lugar estuvieron á vista las armadas, los nuestros de parte de poniente, y la armada de Carlos mas allegada á tierra y siendo anochecido, el almirante escogió diez galeras de las suyas, y con ellas vino à Nicotera,

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acuerdo enviaron sus mensajeros, para ponerse debajo de la obediencia y servicio,del rey y envió el infante don Jaime por gobernador de aquella parte de Calabria á Enrique Perez de la Barca, que era un caballero de gran valor y esfuerzo y en la misma sazon Guillen de Alliaco francés, señor de Fiumofrido se pasó á los nuestros, y el infante le confirmó la posesion de aquel lugar y castillo, y le hizo otras mercedes. Despues de haber conquistado gran parte de la Calabria, y algunos lugares de Basilicata, partió el almirante de aquella

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CAP. L. - De la sentencia de muerte que los sicilianos dieron contra Carlos principe de Salerno, y que la reina de Aragon le salvó la vida.

En aquella misma sazon sucedió, que los mesineses, ó por liviandad y alteracion del pueblo, 6 por inducimiento de algunas personas principales, que á ello les instigaban, ayuntándose la gente popular con grande movimiento y alboroto, se levantaron con un terrible furor é ímpetu, quebrantando los lugares y torres donde estaban muchos barones principales de Francia y de la Proenza, que habian sido presos en las batallas de mar, y en los reencuentros pasados con fin de pasarlos á cuchillo. Fué tan repentino este levantamiento, que antes que se pudiesen apaciguar por los oficiales reales, fueron cruelísimamente muertos mas de sesenta caballeros, personas muy principales, mostrando tener naturalmente con aquella nacion, cruel é implicable enemistad. De aquí se siguió, que luego se comenzó á tratar en la ciudad de Palermo por los síndicos de las ciudades del reino, lo que se debia hacer de la persona del príncipe de Salerno, que estaba en prision y siendo mandada ayuntar corte á los sicilianos en Mecina, para que deliberasen en esto, determinaron, que al príncipe se diese aquella muerte que el rey su padre babia

costa, con propósito de pasar á Berbería contra los moros que estaban en la isla de los Gerbes, que la divide un muy estrecho canal de la tierra firme, á donde llegó de noche con su armada á doce de setiembre deste año, y dejó algunas galeras entre la isla y la parte de la tierra, porque no pudiesen los moros salirse por aquel estrecho, ni ser socorridos. Saltó la gente en tierra muy en órden, y fuéron discurriendo por ella, saqueando y quemando las alquerías, y fueron muchos muertos y cautivos. Siendo de dia, como los moros anduviesen esparcidos, y muchos que tentaron de pasarse á tierra firme fuesen presos y muertos, y otros se encerrasen y acogiesen á los lugares muy secretos y escondidos por las cuevas y escondrijos que hay en aquella isla, casi sin hallar resistencia alguna fué ocupada y puesta debajo del dominio del rey de Aragon, y hubieron los soldados gran despojo y fueron ca utivos cerca de seis mil moros, y murieron bien cuatro mil. A los que estaban escondidos se dió seguro, y muchos de ellos se rescataron y otros quedaron esclavos, y el almirante mandó labrar un castillo en el paso y canal de tierra firme, á donde dejó una compañía de soldados con su capitan para la defensa y gobierno de la isla, la cual le fué dada para él y sus sucesores. Acaeció en aquella misma sazon que Margano rey de los moros alárabes de las montañas vecínas á Tripol, que se llamaba rey de Túnez, bajan-mandado ejecutar en Conradino, y así se determinó do á la costa con poca gente con propósito de pasar á Túnez, ciertos catalanes que iban en una galera de armada, teniendo puesta gente en tierra, escondidamente dieron en los moros, y le prendieron, y fue llevado á Sicilia y el infante le mandó poner en el castillo de Matagrifon. Con este vencimiento y presa, volvió el almirante á Sicilia, y luego entendiendo en proveer los lugares y castillos de Calabria, pasó la gente de caballo que tenia á aquella provincia, y de aquella vuelta Grateria y la Rochela se pusieron en la obediencia del rey. Entonces Simon de Calatafimia, que era baron principal de Sicilia, y siempre habia favorecido la parte y opinion francesa, no pudiendo sufrir con buen ánimo el estado y mudanza que las cosas de aquel reino habian hecho, trocándose el dominio dél, porque no podia disimular su intencion, ni tolerar el gobierno de los que aborrecia, pidió licencia al infante para salir de Sicilia, é irse á servir al rey de Inglaterra con su mujer y familia, y habiendo prestado primeramente juramento que no se pasaria á los del rey, embarcóse en una nave y navegó la via de Nápoles, y siendo no léjos del puerto fué preso por ciertos catalanes y llevado á Mecina, á donde por mandado del infante le fué cortada la cabeza Tras esto se descubrieron otros, que traian secretas pláticas con el rey Carlos, y entre ellos uno llamado Proracho de Agosta, que fué condenado á muerte, no sin sospecha que intervenia en ellas Alaimo de Lentin maestre justicier del reino, á quien por el mes de noviembre deste año, la reina y el infante don Jaime habían enviado á Cataluña, con nueve galeras, para hacer algunas compañías de gente de guerra, que era muy necesaria para la defensa de la isla, y de los lugares que estaban en Calabria y Basilicata debajo de la obediencia del rey. Por esta causa fué presa Machalda, mujer de Alaimo, con sus hijos, y era mujer tan soberbia, que estando presa dijo al almirante, que buen galardon les habia dado el rey don Pedro, á quien habian llamado por compañero y nó como á rey, y despues que se vió apoderado del reino, trataba á sus amigos y confederados como si fuesen siervos.

TOMO IV.

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con sentencia en nombre de todo el reino, y se notificó al príncipe. Conforman en esto con Montaner Vilano, y uno de los autores sicilianos antiguos, que escribieron las cosas del rey don Pedro, y afirman por muy constante, que siendo en esto los sicilianos conformes, la reina y el infante don Jaime no dieron á ello lugar, usando mas de clemencia que de venganza, considerando que en salvarle la vida, se podria seguir buena paz y union entre estos reyes, y persuadieron á los sicilianos, que no era justo, que aquello se tratase ni pusiese en ejecucion, sin consultarlo primero al rey, porque en cosa tan ardua y de tanta importancia, de que podrian resultar mayores daños, no se debia proceder por aquella via, y por escusar el escándalo que se temia, y la persona del príncipe no tuviese peligro, mandaronle sacar del castillo de Matagrifon, y que le llevasen al castillo de Chefalu, que era muy fuerte, á donde estuviese en buena guarda, hasta que el rey ordenase lo que conviniese. Cuando el rey fué avisado de la alteracion de los mecineses, y con cuanta crueldad fueron muertos los prisioneros, mandó soltar todos los que habian quedado en prision y que fuesen puestos en su libertad, jurando que no serian en hacer guerra contra él, ni ofenderle, lo cual ellos no cumplieron, sino solo Reinaldo Gallardo, uno de los almirantes del rey Carlos, cuya fé y verdad fué muy loada en aquellos tiempos.

CAP. LI.

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-Que los reyes de Aragon y Castilla se vieron, y el rey de Castilla ofreció de valer al rey de Aragon contra el rey de Francia.

Despues que el rey don Pedro cobró la ciudad de Albarracin, dejando fortificado y puesto el castillo en buenadefensa con gente de guarnicion, partió con su gente para la ciudad de Tarazona, adonde habia de juntar su ejército, para hacer la guerra por aquella parte contra Navarra, y trató con el rey don Sancho, que se acercase hacia la frontera con algunas compañías de gente de armas, segun era obligado por la confederacion

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