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presentar semejante querella, mayormente que no le traian letra de creencia, y para satisfacerse primero, si aquella procedia del ánimo de Carlos, despidió aqueHos religiosos sin ninguna respuesta, y el mismo dia envió á Rijoles al vizconde de Castelnou y á don Pedro de Queralt para que entendiesen dél, si aquel desafío habia sido presentado por orden del rey Carlos, y encomendóles que en tal caso volviesen por su honor, como ellos se satisfarian de cualquiera caballero que los reptase de haber faltado á su fé y lealtad. Respondió á estos embajadores el rey Carlos, que aquella mensajería fué enviada por órden suya, y tornó á repetir las mismas palabras, diciendo que el rey don Pedro habia entrado en el reino de Sicilia malamente, y como no debia. Entonces el vizconde dijo, que él y cualquiera que dijese aquello mentía, y lo defenderia el rey su señor por su persona á la suya, y le daria ventaja de armas cual él la pidiese, y á esto añade Ramon Montaner que le dijeron, que le daria aquella ventaja por su edad, y si esto no quisiese que se combatiria con él diez á diez, ó cincuenta á cincuenta, 6 ciento á ciento, y que el rey Carlos respondió que enviaria sus embajadores para que recibiesen juramento del rey, que no rehusaria aquella oferta, y que volviesen los embajadores del rey y le daria entonces su gaje, y haria aquel mismo juramento, y que dentro de un dia escogeria uno de aquellos partidos que le ofrecian, y despues se concordaria entre ambos, ante qué príncipe se daria el campo y el término de la batalla. Desta manera escribe Montaner que se dieron gajes de una parte á otra, y despues el rey Carlos eligió que la batalla fuese del uno al otro con cada cien caballeros, y se aceptó le batalla, y quedó concordado, que los reyes nombrasen personas que tratasen del lugar y tiempo donde con toda seguridad se hiciese. Para esto envió el rey de Aragon á Beltran de Canellas caballero catalan, y á Reinaldo de Limogis de Mecina, para que comunicasen sobre aquel hecho, y platicasen sobre la órden que se debia tener en la ejecucion deste desafío.

CAP. XXVI.-Del proceso que mandó hacer el papa contra el rey de Aragon.

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y feudos que tenia por la Iglesia, declarándole rebelde y enemigo della, y sacrilego usurpador de sus feudos, y como á protector y fautor de los moros, con quien estaba confederado. Con estos fundamentos se alegaba que Manfredo perseverando en su iniquidad habia fingido ser muerto Conradino su sobrino, y de su propia autoridad se apoderó de todo el reino, y usurpó el título y nombre real, y se hizo ungir y coronar en rey, y que por esta causa se siguieron segun afirmaba el papa en su proceso, la justa y verdadera sucesion de Carlos, como de hijo y defensor de la Iglesia, y el castigo y ejecucion que se hizo por él contra Manfredo y Conradico. Precediendo estas causas condenaba el papa la temeraria rebelion y el atrevimiento de querer perturbar y confundir los derechos reales, presumiendo de eximirse y desechar el dominio de su principe, exagerando que no contentos con esto habian cometido crueldades nunca oidas, derramando fieramente la sangre de los inocentes, y aun hasta aquellos que estaban en el vientre de sus madres, y habiendo esperanza do reducirlos á la obediencia y correccion de la Iglesia, el rey don Pedro de Aragon con color de hacer la guerra contra los moros de África habia pasado á la isla de Sicilia con su armada de mar, y con ejército, siendo tierra y señorío propio de la Iglesia, perturbando en ella la paz, y conmoviendo en su ofensa con grande sedicion, y concitando el pueblo, y confederándose con los sicilianos, usurpando el título y nombre real, pretendiendo, que pertenecia á su mujer y á sus hijos, y habia quitado á Carlos en sus letras el título de rey de Sicilia, y con esto habia animado á los panormitanos, que perseverasen en su contumacia, á los cuales, segun se decia, habia diversas veces solicitado por sus mensajeros, para que se rebelasen. Que favoreciendo desta manera á los rebeldes con sus gentes, habia conmovido, é incitado contra la Iglesia los sicilianos, se→ ñaladamente á los mecineses, que antes de la llegada del rey de Aragon á aquella isla, admitian con gran humildad los nuncios del legado, y reconocian é invocaban públicamente el nombre de la Iglesia, y de allí adelante rehusaron de admitirlos, lo cual hacian confiados en el favor y ayuda que el rey de Aragon les daba, por causa de su mujer y hijos, los cuales declaraba el papa en el mismo proceso, no tener derecho alguno á aquel reino. Tambien se encarecia y condenaba por ficcion fraudulenta, haber el rey enviado sus embajadores al papa, haciéndole con ellos saber, que con gran ejército y aparato de guerra se disponia para servir á nuestro Señor, y ensalzar su santa fé católica, y que hubiese movido contra el rey Carlos, siendo, como entonces decian, cruce signato, para ir en socorro de la Tierra Santa; y que estaba dispuesto para levantar los negocios de la fé, y sin desafiarle, le hubiese acometido sus tierras hostilmente con grande nota de traicion; afirmando, que no le escusaba haber declinado con su armada á las partes circunvecinas de África, y residido en ella algunos dias. Que esto mismo descubria el artificio de haberlo emprendido, para que con aquella ocasion, mas cómodamente ejecutase la iniquidad que habia concebido,

Entre tanto entendiendo el papa que el rey de Aragon habia tomado por suya la empresa de Sicilia, y que se intitulaba rey della, y que por su causa fué echado de la isla el rey Carlos, siendo negocio que tanto tocaba á la sede apostólica, y él tan aficionado á la casa de Francia, comenzó á proceder con censuras eclesiásticas contra el rey, y hacer su proceso. El fundamento era la sentencia que el papa Inocencio cuarto dió contra el emperador Federico, por la cual le privó del imperio y de sus reinos, en el concilio de Leon, aprobándolo el mismo concilio. Pretendíase, que despues de la muerte de Federico, aunque aquel reino volvia á la disposicion de la Iglesia romana, á quién pertenecia de derecho, y el papa Inocencio habia dicho públicamente en el mismo concilio, que proveeria de persona cuál conveniese, Conrado hijo de Federico lo habia ocupado, y despues de su muerte Manfredo principe de Taranto su hermano, no le perteneciendo derecho alguno en él, y siendo bastardo, contra el jura-mayormente habiendo ofrecido, segun se decia, dar mento de fidelidad que habia prestado al papa, y que fingiéndose tutor de Conradino su sobrino, hijo de Conrado, se apoderó de diversas ciudades y fortalezas del reino, y por sus excesos había sido privado por el papa Alejandro cuarto del principado de Taranto, y del honor del monte de Sant Ángelo, y de todos los condados

TOMO IV.

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todo favor á los panormitanos, solicitándolos, que persistiesen en su malicia, pues no era verisimil, que él hubiese de tomar la empresa del África, siendo una tierra tan estendida, habitada, y llena de gente tan ejercitada en las armas, y que tenia muchas fuerzas y municiones, y de riquezas muy opulenta, á cuya 31

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CAP. XXVIII. De la orden se tuvo por los reyes para señalar el lugar y dia de la batalla.

empresa á penas se atreveria el poder de diversos re- chos caballeros principales, y tenia buena gente de yes y príncipes estando unidos, cuanto ménos el rey de guarda, y acudió al combate la mayor parte de los Aragon, siendo inferior en riquezas habia de empren almogáraves, por la codicia del despojo, y la casa der esta conquista solo con tan pequeña compañía de fué entrada, y el conde y los suyos muertos, y siengente de guerra. Por estas razones se fundaba haber el do de dia se recogieron con la presa. Tambien hace rey incurrido en la sentencia de excomunion, que el mencion desto uno de los autores sicilianos antiguos papa habia promulgado en la fiesta de la Ascension, que tuvo gran cuenta con la razon de los tiempos, y estando en Orbieto, contra los que diesen favor y dice que fué á seis de noviembre, aunque no nombra ayuda á los sicilianos contra el rey Carlos, y contra la el nombre de Alanzon, y dice que pasaron á esta jorIglesia. Considerado todo esto, por justificar mas el nada con quince galeras cinco mil almogáraves. Berpapa sus procesos estando en Monteflascon pública-nardo Aclot dice, que la gente que estaba en la Catona mente delante de la iglesia de San Fabian, en presen- eran quinientos de caballo franceses del papa que encia de todo el pueblo, á nueve del mes de noviembre vió el rey Carlos al Faro, y no nombra el capitan. deste año, que fué la festividad de la dedicacion de la Despues desto escribe aquel autor siciliano, que à onbasílica de San Salvador, con asistencia del colegio de ce del mismo mes de noviembre Federico Musca concardenales, denunció al rey don Pedro, y á sus cóm- de de Modica, que estaba en la Escaleta con genplices, satélites y ministros, y á los rebeldes de la te de guerra, y tenía cargo de la costa de Catania y isla de Sicilia estar sujetos á la sentencia de excomu- del val de Noto, envió cinco mil almogáraves á Canion, y las ciudades y castillos y villas y universida- labria contra los lugares vecinos de Rijoles. des, debajo de entredicho eclesiástico, y de nuevo promulgó sentencia de excomunion contra el rey y sus fautores y secuaces, por no haber obedecido, y por su notoria contumacia, amonestando al rey, y á los que con él habian entrado en Sicilia, y estaban en ella, que desistiesen de las ofensas que hacian, y saliesen della, y no volviesen en perjuicio del papa y del rey Carlos, ni perturbasen ni molestasen pública ni ocultamente alguna parte de aquel reino, inhibiéndole, que no se llamase rey de Sicilia, ni como tal se entremetiese á conceder inmunidades ó privilegios, ni usurpase algun dominio ó potestad sobre aquel reino en perjuicio de la Iglesia, y del rey Carlos, so graves penas y censuras, que se discernian contra los que diesen favor y ayuda al rey de Aragon, y al emperador Miguel Paleólogo. Declarábase en esta sentencia, que si el rey de Aragon y sus secuaces no compareciesen ante la sede apostólica dentro de la fiesta de la Purificacion de nuestra Señora primera siguiente, y el emperador Paleólogo por todo el mes de abril, que se les señalaba por término perentorio para obedecer y cumplir los mandamientos apostólicos, y para hacer entera satisfaccion á la Iglesia y al rey Carlos, de los daños recibidos, dentro del término que se les diese, se exponian sus personas y bienes, que pudiesen ser ocupados por cualesquiera fieles libremente, y los privaba de los feudos y derechos que tenian de la Iglesia, y absolvia sus vasallos del juramento de fidelidad, en que les eran obligados, quedando su derecho al papa á salvo, para privar al rey de Aragon de sus reinos y señoríos en su ausencia pasado aquel término.

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CAP. XXVII. - De la pasada de los almogáraves á la Catona y del destrozo que hicieron en la gente de armas que allí estaba.

Cuenta Ramon Montaner, que estaba en aquella sazon en la Catona, que es el lugar de Calabria mas vecino a Mecina, la mayor parte del ejército del rey Carlos y por su capitan general el conde de Alanzon, y teniendo segun este autor escribe, dello noticia los almogáraves, suplicaron al rey les diese licencia que pasasen á combatir el lugar, y el rey lo tuvo por bien, y pasaron con las galeras á media noche, y al alba dieron combate à la Catona, y la entraron por fuerza en armas, y fué muerta casi toda la gente de armas, y combatieron la casa donde el conde estaba, por grande espacio de tiempo, porque se acogieron á ella mu

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Entre tanto andaban mensajeros de una parte á otra para que se nombrasen personas que señalasen el dia y lugar desta batalla, y pasaron por esta causa á Rijoles postreramente Beltran de Canellas y Jimeno de Artieda. Fueron elegidos por Carlos seis caballeros, y otros tantos por el rey de Aragon en un mismo dia, que fué á veinte y seis de diciembre en principio del año del nacimiento de nuestro Señor de mil doscientos ochenta y tres. Los franceses eran Jordan de Isla, Joan vizconde de Temblay, Jaques de Busono, Eustacio de Ardicurt, Joan de Nisi y Gil de Salsi, y los que el rey nombró, fueron don Guillen de Castelnou, don Rui Jimenez de Luna castellano de Castrojuan y Gallano, don Pedro de Queralt, Jimeno de Artieda, Rodolfo de Manuel de Trapana y Reinaldo de Limogis. Estos doce caballeros en concordia habian de elegir y señalar el campo, y declarar el término de la batalla, dentro del cual cómodamente pudiesen los reyes hallarse para combatir con los suyos. Juntáronse diversas veces, para determinar este negocio, y despues de largas pláticas y discursos que entre sí tuvieron, sobre lo que en este caso ocurría, fueron en concordia de parecer, que la batalla se hiciese en el señorío y jurisdiccion del rey de Inglaterra, en Gascuña, en el territorio de la villa de Burdeus en el campo 6 plaza que el rey de Inglaterra eligiese y le pareciese mas conveniente, habido respeto al número de las personas que debian combatir, y que fuese aquel lugar cerrado y empalizado, cual se requeria á donde habian de combatir tales príncipes. Fué el término dentro del cual compareciesen ante el rey de Inglaterra, 6 ante el lugarteniente suyo, ó ante la persona que él diputase, y el dia que se habian de presentar á la batalla, el primero del mes de junio siguiente, y ordenaron que si el rey de Inglaterra no enviase ninguno, que compareciesen delante el gobernador del lugar de Burdeus, y que á la batalla no hubiese gente de guerra del rey de Inglaterra, sino en caso que él en persona asistiese á ella, y que fuesen los reyes obligados de esperar al rey de Inglaterra, ó su respuesta hasta treinta dias despues de aquel plazo, y que jurasen de procurar con todas su fuerzas y poder, que se hallase presente á la batalla para el día estatuido, y recibiese los gajes, y que al tiempo que en Gascuña estuviesen, y mas ocho dias despues de todos los plazos

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cumplidos hubiese tregua para ir y salir seguramente cada uno por donde quisiese, y el que faltase de no se ballar en la batalla en aquel lugar y tiempo con aquellas condiciones, no habiendo legítimo manifiesto, y probado impedimento de la persona, todo el tiempo de su vida fuese tenido y reputado por hombre vencido, perjuro, falso, infiel y traidor, y no pudiese usar de allí adelante de título de rey, y fuese privado y despojado de toda preeminencia y superioridad real, y de otra cualquiera honra é insignia, y fuese habido por infame y alevoso. Siendo esto así declarado y ordenado por estos doce caballeros, lo ratificaron y juraron los reyes de guardar y cumplir todo lo susodicho, en fin del mes de diciembre, y porque mas inviolablemente se efectuasen cada uno dellos nombró cuarenta caballeros, que en su nombre lo prometiesen y jurasen; y cuando no fuese cumplido y guardado, se saliesen de su corte y servicio, y perpétuamente le desamparasen, y no diesen favor ni ayuda, como á hombre fementido é infame, y para esto les fuese alzado cualquier juramento y homenaje de fidelidad que hubiesen prestado. Estas fueron las condiciones del desafío y batalla que estos príncipes habian de hacer sacadas de los instrumentos originales, que sobre ello se ordenaron, porque todo el mundo entienda, que el rey de Aragon en prosecucion de lo prometido como adelante se dirá, aventuró mas su persona por salvar su fé y honor, de lo que era obligado como bueno y leal caballero. Las cuarenta personas que rey nombró se ponen en la historia de Aclot, y en alguna de las modernas, y en ellas hay algunos nombres corrompidos, y fueron muy señalados y principales caballeros, y de gran valor y proeza. Fueron primero nombradas las seis personas que por parte del rey se eligieron, para determinar el lugar y dia de la batalla, y con ellos los caballeros siguientes don Arnal Roger conde de Pallás, Armengol conde de Urgel, don Pedro Fernandez señor de ljar hermano del rey, y don Jaime Perez de Aragon su hijo, porque segun Montaner escribe, quiso el rey que se hallase con él á la batalla, y por esta causa mandó que dejase el cargo de almirante, y se dió á Roger de Lauria: don Lope Ferrench de Luna, Ponce de Ribellas, don Sancho de Antillon, Pero Arnaldo de Botonach, Alaimo de Lentin maestre justicier del reino de Sicilia, Baldovin de Veintemilla conde de Iscla mayor, Federico Musca conde de Módica, Orlando de Appello, Guarter de Calatagiron, Bernardo Roger de Eril, el almirante Roger de Lauria, Lope Ferrench de Atrosillo, Bernardo de Monpahon, Pedro Garcés de Nuez, Beltran de Belpuig, Guillen de Bellera, Garci Garcés de Arazuri, Jimen Lopez de Embun, Ramon de Molina, Simon Dezlor, Blasco Maza de Ganarul, Gil Ruiz de Montuenga, Garci Arnal de Cil, Berenguer de Osfigato, Beltran de Villafranca, Ramon de Cortada, Jaime de Oblitas, Guerau de Azcon, Estevan Nuñez y Blasco de Alascia, que por yerro llama Aclot, don Blasco de Alagon, y dice, que era yerno del rey: siendo el yerno don Artal, su hermano mayor, que no pasó á Sicilia. Concluido todo lo que tocaba á la batalla, que estaba aplazada entre estos príncipes, entendiendo el rey el intento de su enemigo, que era sacarle tan lejos de las cosas de Sicilia, y dejar en su empresa al prín cipe de Salerno su hijo, y otros grandes capitanes que hiciesen con gran pujanza la guerra contra sus rebeldes, disponía como dejase muy apercibidas y ordenadas las cosas de aquel reino, asi en lo de la

guerra como en el gobierno público, y para dejar en él las mayores prendas que se podian desear. Envió con 'cuatro galeras á don Rui Jimenez de Luna, para que la reina doña Costanza, y los infantes don Jaime y don Fadrique y doña Violante fuésen á Sicilia, para que quedasen en su lugar, porque los sicilianos por su ausencia no se alterasen y entendiesen, que dejando á la reina y á sus hijos con ellos, no se descuidaba de lo que convenia proveer para la defensa y buen estado de la tierra, y dió aviso al infante don Alonso, que era su lugarteniente general, de lo que estaba ordenado, y mandó que hiciese apercibir hasta cuarenta caballeros de los mejores que hubiese en la tierra, mas aprobados en armas, y se acercasen á la frontera de Bearne, para que pudiesen escoger dellos, Y de los caballeros que con él írian los que mas conviniesen, para que entrasen con él en la batalla. CAP. XXIX.-Que el rey de Aragon pasó con su ejército á Calabria, y se le rindió Rijoles, y otros lugares de aquella provincia.

En el principio deste año de mil doscientos ochenta y tres propuso el rey de pasar á Calabria y seguir al rey Carlos, de manera que no pudiese rehusar la batalla, ó desamparase la tierra, porque sabia que muchos lugares de aquella provincia estaban alterados, y para rebelarse, y los de Rijoles ofrecian, que pasando en persona se pondrian en su obediencia y deliberó ántes de venir á sus reinos de hacer guerra contra todos los lugares que estaban en guarnicion por el rey Carlos, el cual como entendiese, que el rey de Aragon pasaba á Calabria, considerando que habiendo despedido su armada de mar, y quedando su enemigo señor della, no podia defender aquel lugar, ni los otros que estaban á la marina, salió de Rijoles, y dejó allí al príncipe su hijo, y por el mismo temor el príncipe desamparó aquel lugar, y pasóse con su ejército al llano de San Martin con demostracion, que procuraban de provocar al rey de Aragon á la batalla, y con este ademan comenzó de retirarse. Los de Rijoles que traian trato de rendir aquel lugar al rey de Aragon, que por ser el primero de Calabria en la marina sobre el Faro era muy importante, dieron aviso al rey que los franceses eran idos, y á catorce de febrero pasó allá una galera y llevaba consigo á Alaimo de Lentin, Bernardo de Peratallada, y á Beltran de Canellas, y la ciudad se le entregó con gran regocijo y fiesta. Tras el rey pasaron luego con toda la armada trescientos de caballo y cinco mil almogáraves, y sabido que el rey estaba en Rijoles, se le dieron los castillos de la Mota, Santo Nochito, Santagueda, Pentadactilo, y otros lugares, y con ellos Girachi. Un dia, que fué á veinte de febrero, lió el rey de Rijoles con solo un caballero y treinta almogáraves, y fué á reconocer el sitio y fortaleza de los lugares de Sinopoli y Semenara, á donde estaba repartida la mayor fuerza del ejército del rey Carlos, y de allí pasó á Solano, y teniendo nueva de cierta gente de caballo que estaba en Gurusana, que eran hasta quinientos proenzales, cuyo capitan era Ramon de Baucio, envió el rey ciertas compañías de almogáraves, para que combatiesen aquel lugar, y siendo acometidos de noche, fueron muertos, y el capitan preso y mataronle sin conocerle, y los que se escaparon se salvaron por la espesura de los bosques que hay en aquella montaña. En el mismo tiempo el rey á trece del mes de marzo salió de Solano con la mayor parte de su gente á puesta del sol para ir á combatir á

sa

Semenara, porque estaban en aquel lugar que era de los | formes para se oponer à la guerra contra sus enemigos, principales de Calabria, en guarnicion hasta ochocien

pues les dejaba á la reina su mujer y á sus hijos, que habian de participar con ellos en cualquier suceso de la fortuna que sobreviniese, declarándoles que el infante don Jaime, que era el segundo de sus hijos, habia de suceder en aquel reino, y que á la reina su madre y á él obedeciesen como á su misma persona, y dejaba por principales de su consejo, á don Guillen Galcerán, que nombró por vicario del reino y á Alaimo de Lentin maestre justicier de Sicilia, Juan de Proxita canciller, y á Roger de Lauria, que habia proveido por su almirante y capitan general de la armada, que habia de quedar en guarda y defensa de la isla. Entónces hizo merced á Alaimo de Lentin de las villas y castillos de Buchera, Palazolo y Odegrillo y en señal del gran amor que el rey le tenia, le dió el ca. ballo de su persona, su lanza y espada, y una celada muy rica y su escudo, á cuyo consejo y gobierno principalmente quedaba encomendada, no solo la persona de la reina y de los infantes, pero todo el estado del reino. Dejó proveido el rey, que el almirante tuviese en órden veinte y cinco galeras y que en cada una delas pusiese dos comitres, uno catalan y otro italiano y cuatro nocheres catalanes y otros tantos extranjeros, y de la misma manera en los oficiales que tenian el gobierno de proa; y que los remeros fuesen de nacion italiana y los ballesteros catalanes y toda la otra gente de guerra fuese española, y que por aquella órden se armasen cualesquier gaseras, que nuevamente se hubiesen de echar al agua. Partió de Mecina el martes la via de Catania y fué á Calatagiron por asegurar en su servicio á Gualterio de Calatagiron, que andaba muy alborotado, intentando nuevas cosas, y de allí fué á Palermo, á donde fué jurado el infante don Jaime por sucesor en el reino de Sicilia, y le prestaron los sicilianos los homenajes y sacramento de fidelidad. De aquella ciudad se fué por Mineo á Trapana, á donde estaban armadas cuatro galeras y un leño de gente muy escogida, cuyos capitanes eran Ramon Marquet y Berenguer Mayol, y hízose á la vela en Trapana á once de mayo, con gran cuidado y recelo no sucediese algun estorbo á la jornada, por el cual no se pudiese hallar al plazo señalado de la batalla, porque queda

tos de caballo entre proenzales y franceses. Tenía el rey en medio la montaña de Solano, que era un paso asperísimo y muy dificultoso con bosques de extraña es-pesura y gran arboleda que hay en aquel remate del monte Apenino, y mandó poner algunas compañías de almogáraves que guardasen los pasos, y movió con toda su gente á una hora de noche y pasó la montaña sin ninguna resistencia. Iban delante hasta cuarenta de caballo y dos mil almogáraves, y antes que los de la villa se pudiesen apercibir, ganaron la puerta y al- | gunas torres del muro bácia la parte de mediodia, y los franceses salian sin ninguna órden, y Bernardo de Peratallada y Pedro Arnaldo de Botonac, de los primeros entraron con sus compañías, y Pedro Arnaldo con los suyos salió á la plaza y peleó con el mayor tropel de los franceses que se habian allí juntado: y por otra parte Bernardo de Peratallada anduvo discurriendo por las calles peleando con los enemigos, y fué preso el capitan de aquella guarnicion, que se llamaba Ramou de Vilanova. Fué puesta á saco la ciudad casi sin resistencia ni defensa alguna, habiendo en ella tanta gente de guerra, que la pudiera bien defender. De los nuestros hubo muy pocos muertos, y fué herido de una piedra Bernardo de Peratallada que se señaló en aquel combate de muy valiente caballero, y era hijo de don Gilabert de Cruillas, que fué gran privado del rey. Despues deste suceso mandó el rey fortificar y poner bien en órden los lugares y castillos que se ganaron en Calabria, y los que se redujeron á su obediencia, y proveyó que quedasen quinientos de caballo y dos mil almogáraves, en guarda y defensa de aquella provincia, contra las gentes de Carlos príncipe de Salerno y de la Morea, que quedaba en lugar del rey Carlos su padre, y volvióse el rey á Mecina, y mandó proveer de gente los castillos y lugares principales, poniendo en ellos aragoneses y catalanes, y naturales de la tierra, de suerte que estuviesen mezclados proveyendo, que de las parcialidades del reino, aquella fuese mas favorecida, y tuviese mas parte en él, á quien era mas expediente, que el estado en que las cosas entonces se hallaban ordenadas, quedase salvo y seguro, y permaneciese en la corona de Aragon.ba muy breve término. Por esta causa no se pudo de

CAP. XXX. De la ida de la reina doña Costanza á Sicilia, y que fue jurado por sucesor en aquel reino por los sicilianos el infante don Jaime, y de la rebelion que intentaron en Sicilia Gualter de Calatagiron y otros ba

rones.

Despues desto á doce del mes de abril, llegó á la isla de Sicilia con alguna gente de Aragon y Cataluña, don Pedro señor de Ayerve, hermano del rey, y el dia del viernes santo, que fué á veinte y dos del mismo, arribó á Mecina la reina con los infantes sus hijos, que eran don Jaime y don Fadrique, y la infanta doña Violante. Hubo grande y general regocijo y fiesta con su llegada, con grande demostracion de alegría de los sicilianos, como gente que volvia á la obediencia de sus señores naturales, y celebró el rey la pascua en aquella ciudad con muy solemne fiesta, y el lunes siguiente armó caballero á don Guillen Galcerán de Cartella, á quien despues le dió título de conde de Catanzaro, que fué uno de los mejores caballeros y mas estimado que hubo en sus tiempos. Allí se detuvo el rey despues solos tres dias, animando y exhortando á los mecineses, que con su fidelidad acostumbrada, estuviesen con

tener á castigar la rebelion de Gualterio de Calatagiron, que traia trato é inteligencia con ios franceses para alterar y revolver la isla contra el rey de Aragon, habiendo sido de los principales que conspiraron contra el rey Carlos y que solicitó la ida del rey y la persecucion de la nacion francesa. Túvose desto noticia, cuando el rey estaba en Calabria, por una espía del Campo francés, que descubrió, que había ofrecido y puesto en trato este caballero, que siendo partido el rey para España á la batalla de Burdeus, enviando el rey Carlos cincuenta galeras á alguno de los puertos del Val de Noto, haria entregar todas las mayores y principales fuerzas y lugares de aquella comarca, de que se comenzó á tener gran sospecha de su persona, mayormente que se habia escusado de pasar con el rey á Calabria, habiendo ido con él todos los mas princi➡ pales barones y caballeros del reino, y siendo diversas veces rogado y requerido con cartas del rey, que fuése para él, menospreció de cumplir su mandamiento. Ántes que partiese el rey de Mecina, se tuvo aviso y nueva cierta, que habia conspirado con Bonjoan de Noto, Tanotusto, Bayamonte de Terranova, Juan de Mazarino, Adenolso de Mineo, y con otros muchos

secuaces y aliados suyos y por su inducimiento Bonjoan y Tano, con otros que eran partícipes en aquel delito, se rebelaron en Noto, lugar principal que está vecino del cabo Pasaro, y sabiendo que el rey iba á Calatagiron, se fué Gualter para Butera sin querer esperar al rey, diciendo á los vecinos de aquel lugar, que no podia ver, á quien no tenia aficion ni amor. Manifestándose la dañada y perversa intencion de Gualterio y de sus secuaces, el infante don Jaime, ántes que el rey llegase á Trapana, partió para Noto y llevaba consigo á Alaimo de Lentin, con propósito de mandar prender y castigar algunos que estaban culpados en aquella traicion y proveer aquel lugar de gente de guarnicion. Para esto pasó delante Alaimo y halló las puertas del lugar cerradas y con guardas, y dió á los de Noto aviso, como el infante llegaba, para que le abriesen y saliesen á recibirle, y fué esto tan de im- | proviso, que no tuvieron lugar de salirse, los que te nian aquel trato con Gualterio, y fueron presos Bon- | joan y Tano y entregáronlos á Alaimo maestro justìcier, y en el tormento descubrieron por órden toda la conspiracion y origen della y los mas culpados. De Noto partió el infante para Calatagiron, a donde fué muy bien recibido de todo el pueblo, y Alaimo con solos tres caballeros fué á Butera y exhortó al pueblo, que acogiesen en aquel lugar al infante, sin tener noticia Gualterio de lo que habia sucedido en Noto, é ig-gría el rey comió, porque habian pasado tres dias, norando que fuesen presos Bonjoan y Tano, los de Butera recibieron al infante, y Gualterio acusándole la conciencia, salióse del lugar y entróse en Calatagiron, y con mano armada de los de su opinion y con algunos desterrados de Toscana, que consigo tenia, echó del lugar los que eran fieles al rey y mató algunas personas principales, y puso en gran escándalo y alteracion toda aquella comarca, y comenzaron luego de juntarse con él. Sabido esto por el infante, proveyó luego que don Guillen Galcerán y Natal de Ansalon justicier del Val de Noto, con la gente que pudiesen recoger, apresuradamente se entrasen en Calatagiron ó procurasen de cercar el lugar de manera que no se saliese Gualterio, avisando que se ayuntaria con ellos é iria en su Socorro. Por esta causa partió el infante á grande priesa de Chaza, pero antes que llegase ya don Guillen Galcerán y Natal de Ansalon con su gente estaban sobre Calatagiron y con ayuda de algunos del pueblo se hubieron tan prudentemente que prendieron á Gualterio y á Francisco de Todis y Manfredo de Montes, que eran mas principales en aquella conspiracion. Llegado el infante á Calatagiron, otro dia que fué á veinte y uno de mayo fueron condenados á muerte y degollados estos caballeros y los principales que habian conspirado con ellos, y en muchos otros se ejecutaron graves penas, y esta ejecucion fué causa que puso terror á todo el reino y si no se hiciera el castigo tan repentinamente, el daño se estendiera de tal suerte, que fuera difícil el remedio, y hubieran conseguido su efecto los ardides que el rey Carlos habia imaginado con sagacidad, para sacar al rey de Sicilia, con color del desafío, en el cual siendo tantos, aunque era de anciana edad, no habia tanto peligro, como si combatiera con el rey, que estaba en la flor de su caballería.

CAP. XXXI.—Que el rey aportó con sus galeras al Grao de Cullera y de las letras que el papa Martin dió, prohibiendo al rey de Inglaterra, que no asegurase el campo á los reyes.

El rey navegó la via de Cerdeña y pasó muy gran parte del golfo con muy buen tiempo, pero ántes de llegar á la isla con cuarenta millas, tuvo tiempo contrario, y mandó que dos galeras de las que él llevaba, se reforzasen de remadores, y procurasen de allegarse á la costa de la isla, no obstante el temporal que hacia poniéndose á grande aventura, y representándole Ramon Marquet el peligro que habia en acostarse á Cerdeña porque estaba aquella costa llena de cosarios, le dijo el rey, que así convenia, pues por cuanto en poder humano estuviese no faltaria que él no se hallase el dia de la batalla en Burdeus. Navegaron aquel dia y toda la noche, hasta llegar al golfo de Caller, y el rey saltó en tierra para tomar algun refresco, y | recogióse luego á su galera y á remos y vela navegaron hasta treinta millas, y tornó á levantarse viento de poniente, y fué forzado seguir la via de Berbería, y por aquel viento á orza navegaron un dia y una noche hasta que llegaron bien cerca de la playa de Alcoll, y en esta costa el viento se mudó, y al tercero dia descubrieron á Menorca. Entónces con grande ale

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que no quiso tomar refresco ninguno, por la grande pena y fatiga que tenia, creyendo que no podia hacer su viaje. De allí navegó prósperamente y corrió por la costa del reino de Valencia, hasta llegar al Grao de Cullera, adonde salió á tierra de noche con solos tres caballeros, y otro día, que fué á diez y siete de mayo se vino á la ciudad de Valencia. El infante don Alonso no se movió de Zaragoza y aunque tenia creido, que el rey desembarcaria en la playa de Barcelona, tenia puestas personas por todas las costas de Cataluña y Valencia, para que en llegando el rey, le diesen aviso de la provision que él habia hecho, y de las nuevas que de Francia y Gascuña babia cerca del seguro de la batalla, que entre los reyes se habia aplazado. Mas aunque por parte del rey se solicitó que el rey de Inglaterra asistiese á ella, y él lo habia así ofrecido, se escusaba de hacerlo, por prohibicion que el papa Martin le hizo, porque como no se pretendiese otra cosa, sino que el rey don Pedro saliese de Sicilia, tuvo muy gran cuidado el rey Carlos de enviar luego al papa el cartel del desafío, como parece por letras del mismo pontifice, y así con toda furia envió á Francia por legado al cardenal de Santa Cecilia para dar orden con el rey de Francia, que hiciese la mayor y mas cruel guerra que pudiese por las partes de Navarra y Cataluña, contra el rey de Aragon, y con esto juntamente mandó al legado, que fuése á Gascuña, para que de su parte amonestase al rey de Inglaterra, y á sus senescales, que no asegurasen el campo, ni asistiesen á la batalla, y para que mejor se entienda la justificacion del rey y que hizo su deber como uno de los buenos caballeros que habia en el mundo, me pareció que no era incoveniente, que se leyesen en este lugar las letras del sumo pontifice que sobre ello se ordenaron, pues en ninguno de los autores extranjeros, ni en los nuestros se hace mencion della. «Martin obispo siervo de los siervos de Dios á nuestro carísimo hijo en Cristo Eduardo ilustre rey de Inglaterra. Es cosa muy decente á la dignidad real, y conviene á vuestra salvacion, que en vuestra persona, de tal manera preva

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