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dinero, rescataron cien moros que llevaba por diez y siete mil besantes, y vínose á Zaragoza y pasó á Huesca.

CAP. XXII.-De la muerte del rey don Sancho de Navarra, y que sucedió en aquel reino el conde de Champaña su sobrino, y de la sucesion del condado de la Proenza.

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don Nuño en poder de don Sancho obispo de Zaragoza, de estar á lo que ellos determinasen; y fué contento el rey de satisfacer á don Nuño en cierta cantidad de dinero, y en dejarle aquellos estados vecinos á Rosellon, teniendo consideracion, que don Nuño no tenía hijos, y que volvia á la corona real. Este año vino la reina doña Violante hija del rey de Ungría á Barcelona, y celebráronse en aquella ciudad las bodas, en la fiesta de Á siete del mes de abril, del año de mil doscientos Navidad de nuestro Señor del mes de setiembre deste treinta y cuatro murió el rey don Sancho de Navarra año. Vinieron con la reina el obispo de Cincoiglesias, en el castillo de Tudela, y fué enterrado en el mo- que habia concluido este matrimonio, y un señor muy nasterio de Santa María de Roncesvalles; y los na-principal de Ungría, que se llamó el conde Dionisio, varros, estando el rey de Aragon tan puesto en proseguir su conquista, enviaron por Tibaldo conde de Champaña, sobrino del rey don Sancho, y le alzaron y juraron por rey, contra los homenajes que habian hecho al rey don Jaime los ricos hombres y estados de aquel reino. En la historia del príncipe don Carlos, y en otras de las cosas de Navarra, se refiere, que luego que el rey don Sancho murió, los navarros queriendo guardar su naturaleza, por haber rey descendiente de recta línea, enviaron á pedir al rey don Jaime que los librase de la obligacion que le tenian, por la fé y juramento que le prestaron, y que no codiciándolo, que no le pertenecia; como príncipe muy justo, los absolvió liberalmente de aquel homenaje y juramento en que se habian obligado; y que con esto enviaron por Thibaldo, para que viniese á tomar la posesion de su reino, y que fué coronado y jurado en Pamplona por el mes de mayo deste año. Como quiera que sea, ó por causa de la guerra que el rey tenia con los moros, ó por diferir este negocio, ó por otra causa, que yo no he podido descubrir, el rey don Jaime no se divirtió de la empresa que tenia; y Tibaldo ocupó el reino, y lo poseyeron él y dos hijos suyos, y sus sucesores y sobre esta querella hubo guerra entre ellos y el rey don Jaime y el rey don Pedro su hijo. En este mismo año á ocho de julio, estando el papa Gregorio en Reate, en el octavo año de su pontificado canonizó y puso en el catálogo de los santos al glorioso y bienaventurado santo Domingo, padre y primer instituidor de la órden de los frailes predicadores.

muy deudo de la reina, que quedó en su servicio; y el
rey le dió estado en estos reinos, cuyos hijos fueron
Amor Dionis, y Gabriel Dionis, de quien en estos ana-
les se hace mencion. Fué esta reina tan excelente prin-
cesa, y de tanto valor que el rey siendo uno de los va→
lerosos príncipes que hubo jamás, y de gran seso y
prudencia, y muy preciado caballero, gobernó las co-
sas de su estado todo el tiempo que vivió, principal-
mente con su consejo, así en paz como en guerra.
CAP. XXIV.—Que el rey se concertó con don Ponce de Ca-
brera sobre la sucesion del condado de Urgel.

del

CAP. XXIII. Que el rey se concertó con don Nuño San-
chez sobre los condados de Rosellon y Cerdania: Y
casamiento del rey con la reina doña Violante.
Estaba en este tiempo don Nuño Sanchez muy desa-
venido, y en desgracia del rey, porque pretendia ser
suyo el condado de Cerdania y Conflent, y que le per-
tenecia el derecho de la ciudad de Carcasona y el Car-
cases, y el señorío de Bergadan, y el honor de Trenca-
bello con el vizcondado de Narbona, por sustitucion
testamentaria del conde de Barcelona, y por donacion
hecha por el rey don Alonso, abuelo del rey, á doña
Sancha Nuñez su madre, y á los hijos que hubiese del
conde don Sancho. Allende desto pretendia el señorío
de Aimillan y de la Proenza; y por reconvenirle el rey
pedía á don Nuño á Colibre y Valespir y Capsir, que
confinan con el condado de Rosellon y el valle de Pra-
des. Pero el rey tuvo gana de concordarse con él, y re-
ducirle en su gracia; y á cinco del mes de mayo del
año de mil doscientos treinta y cinco acordaron de
comprometer todas sus diferencias. Don Nuño nom-
bró de su parte a don Lope Diaz de Haro, señor de Viz-
caya, y el rey á don Guillen de Cervera, monje del mo-
nasterio de Poblete: y eligieron por tercero á fray Ugo
de Monlauro maestre del Temple, y juraron el rey y

Don Ponce de Cabrera habia ocupado algunos lugares del condado de Urgel, que pretendia pertenecerle por la muerte de la condesa Aurembiax; porque por el testamento del conde Armengol su padre, no dejando la condesa hijos, sucedia don Guerao de Cabrera su sobrino, como está dicho, y sus herederos, cuyo hijo mayor era don Ponce y el segundo don Guerao, que fué vizconde de Cabrera, como á la verdad, por razon de aquella sustitucion le pertenecia; pero la condesa no teniendo hijos, hizo donacion dél al infante don Pedro de Portugal su marido, y él transfirióle en el rey, como está dicho, con el feudo que le competia en la ciudad de Lérida; y el rey por su derecho, y don Ponce de Cabrera por el suyo, tuvieron grande contienda y diferencia. Pero procediendo el rey contra don Ponce, estando en Tárrega, al principio del año de mil doscientos treinta y cuatro desistió de su porfía, y sometióse á lo que quisiese ordenar sobre la pretension que tenía en el condado; y cedió el derecho de la parte que | pretendia en Lérida y Balaguer, para que fuesen de la corona real, y dióle entonces el rey en feudo para él y sus sucesores, la villa y castillo de Agramunt, Linero.. la, Menargues, Albesa y Albelda, y todo lo demás del condado de Urgel, que pudiese cobrar, y que fuesen suyas las villas y castillos de Calasanz, Tartaren, Pinzano, Ager y Casers, sin que fuese obligado de recibir en ellas al rey; y de allí adelante el rey se intituló conde de Urgel, y de la misma suerte don Ponce de Cabrera.

CAP. XXV.-Que el rey Zeit Abuzeit siendo cristiano, se casó en Zaragoza, y el rey fortificó el monte de Enesa, que despues se dijo el Puix de Santa Maria.

Por este tiempo deliberó el rey, estando en Sarinena con los ricos hombres y prelados y caballeros de su consejo, que se pusiese cerco sobre un castillo muy fuerte, que está á dos leguas de la ciudad de Valencia, que los moros llamaron Enesa, y los cristianos el Pueyo de Cebolla, y despues se dijo el Puix de Santa María, porque era el mejor sitio para de allí correr la tierra, y destruir la vega de Valencia y sus términos. Para la primavera estuvo la gente de guerra en órden, y tuvo el rey la Pascua de Resurreccion en Teruel, y fué des-

esta entrada, tuvieron della aviso los moros: y por mandado de Zaen pasaron á derribar el castillo del Puix, porque no se apoderasen dél los nuestros, y se hiciesen allí fuertes contra la ciudad: pero cuando el rey llegó con su ejército, se comenzó luego á fortalecer y labrar á gran prisa el castillo, con intencion de dejar en él guarnicion: y como acudian los ricos hombres y gente de pié de los consejos de Zaragoza, Daroca y Teruel, señalábanse los cuarteles y lienzos que habian de labrar: y desta manera se dió grande prisa á la obra la cual se acabó en espacio de dos meses, de manera que estaba en defensa. En este medio se hicieron algunas correrías y entradas, de que hubieron muy grandes presas y cautivaron muchos moros; y los del ejército del rey se arriscaban en aquella guerra con grande ánimo por el interés y ganancia que della se seguia. Habia ordenado el rey, que don Bernardo Guilien su tio estuvise en aquella frontera en guarnicion contra la ciudad de Valencia, y tuviese el castillo que de allí adelante llamaron de Santa María con ciento de caballo, y con algunas compañías de gente de pié, prefiriéndole á otros muchos ricos hombres, por el valor y esfuerzo grande de su persona, y por el deudo que con él tenia, por esto se detuvo allí el rey tres meses, hasta que llegó don Bernardo Guillen, y le entregó la fuerza: y partió para Burriana y Tortosa, y de allí á Salou, de donde envió por mar algunos navíos cargados de vituallas á don Bernardo Guillen para la gente de su guarnicion para seis meses.

pues á Calatayud, y estando en 'aquella villa á veinte del mes de mayo deste año de mil doscientos treinta y seis el infante don Pedro de Portugal, que tenia el señorío del reino de Mallorca, y de las islas de Menorca é Iviza, hizo reconocimiento y pleito homenaje por mandado del rey, á la reina doña Violante que acudiria á la reina con los derechos de aquellas islas, y á sus hijos, en caso que el rey muriese, de la misma manera que era obligado al rey. Esto se hizo en presencia de don Pedro Fernandez de Azagra señor de Albarrazin, de don Pedro Cornel, don Atorella, don García Romeu, don Marco Ferriz y de Trencabello vizconde de Beses, y don Fernando Perez de Pina, y Jimen Perez de Tarazona. Vuelto el rey á Teruel en fin del mes de mayo, confirmó al rey Zeit Abuzeit la donacion que le habia hecho para durante su vida, de las villas de Ricla y Magallon, y entonces, mandó que sus hijos se hiciesen vasallos del rey, y ofreciendo de serlo de los hijos que tuviese en la reina doña Violante, sin hacer mencion del infante don Alonso que estaba en desgracia del rey su padre. Habíase ya convertido en este tiempo Zeit Abuzeit nuestra fé, y recibido el santo bautismo y llamóse despues de cristiano Vicencio y por causa de la guerra de los moros estuvo mucho tiempo secreto, porque por su medio pudiesen mejor reducirse á la obediencia y voluntad del rey. Mas porque no seguia la conversacion de los cristianos, y parecia en sus costumbres, que seguia su secta viviendo muy profanamente, y con diversas mujeres; por grande instancia que sobre ello hizo el obispo don Sancho Ahones, fué casado con una dueña de Zaragoza, llamada doña Domenga Lopez en quien hubo una hija que se llamó doña Alda Fernandez, que despues casó con don Blasco Jimenez hijo de don Jimen Perez de Tarazona, que fué señor de Arenos, y sucedió en muchos lugares que fueron del rey su padre, y los heredaron despues los de Arenos. Iban con el rey don Pedro Fernandez de Azagra, don Jimeno de Urrea, don Pedro Cornel, don Ladron, Lope de Mendoza, Marco Ferriz, don Fernan Perez de Pina, Iñigo Lopez de Ribellas, Pelegrin de Bolas, don Fernando Diez de Aux, Pedro Lain, Guillen Lopez de Pomar, Pedro Perez justicia de Aragon, Fernan Lopez de Riglos, y otros muchos caballeros, y antes que se ayuntase todo el ejército, hizo el rey su entrada con don Jimeno de Urrea, y con don Pedro Fernandez de Azagra, y con los caballeros de su casa, y con los consejos de Daroca y Teruel, y partió la vuelta de Ejérica, y talaron la vega de aquella villa. Otro dia fué á Torrestorres, á donde se detuvo el ejército tres dias talando los panes; y pasó la gente por Morviedro junto al castillo. Llevaba la avanguarda don Jimeno de Urrea, y en la retaguarda iba el rey, y la gente de pié en el escuadron de medio. Allí tuvieron aviso que Zaen rey de Valencia con todo su poder se puso en Puzol, que está muy cerca de aquel cerro de Enesa: y con este recelo los que iban con el bagaje, y los peones se acogieron á lo alto de la sierra: y despues tuvieron nueva cierta ser gente del maestre del Hospital y del comendador de Alcañiz y de Castellon que eran hasta ciento de caballo, y dos mil peones; y de la guarnicion que estaba en la villa de Burriana hasta treinta de caballo: y como habian ido delante los corredores del campo, que se pusieron en celada para combatir con Zaen, si saliese contra ellos, descubrieron que era el maestre del Hospital y gente de Burriana. Pero ello fué así, que desde que se hizo aparejo para

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CAP. XXVI. · De las cortes que el rey tuvo en Monzon. Acabado esto, el rey se vino para Aragon, y fué á la ciudad de Huesca, y por el mes de octubre de este año estuvo en Monzon, á donde se habian convocado cortes generales, y concurrieron en ellas don Guillen de Mongriu procurador de la iglesia de Tarragona, y los obispos de Barcelona, Zaragoza, Tarazona, Vich y Tortosa: los maestres del Temple y del Hospital, y algunas religiosas personas muy notables, entre las cuales se halló Ramon de Peñafort, varon muy famoso en religion y gran doctrina. Halláronse tambien en estas cortes el infante don Fernando tio del rey, Roger, Bernardo conde de Fox, Ponce de Cabrera conde de Urgel, y Ponce Ugo conde de Ampurias, don Nuño Sanchez, don Guerao vizconde de Cabrera, don Guillen de Cardona, Ramon Berenguer, don Guillen de Moncada, y don Pedro de Moncada, que fué hijo de don Guillen Ramon de Moncada, senescal de Cataluña, y nieto del rey don Pedro: don Berenguer de Puchuert, don Guillen y don Berenguer de Anglesola, Bernardo de Portella, Ugo de Mataplana, Galceran de Pinós, Pedro de Berga, Guillen de Aguilon, Pedro de Granada, don Ramon de Peralta, don Pedro vizconde de Vilamur, Ramon Guillen de Odena, don Berenguer de Eril, don Guillen de Cervera, y otros muchos varones de Cataluña. Del reino de Aragon estuvieron don Pedro Cornel mayordomo del reino, don Bernardo Guillen tio del rey, don García Romeu, don Jimeno de Urrea, don Atorella, don Artal de Luna, don Blasco de Alagon, don Rodrigo de Lizana, don Blasco Maza, don Berenguer de Entenza y don Gombal de Entenza, don Jimeno de Foces, Asalido de Gudal, Fortuño de Vergua, y don Jimeno de Luesia, siendo Pedro Perez justicia de Aragon, y los procu radores de las ciudades y villas del reino, y de Tortosa y Lérida, á donde se trató del cerco que el rey

propuso de poner sobre Valencia, y de la guerra y | escuadron, con sus alaridos, cobraron el campo otra conquista de aquel reino, y se asentaron treguas en- vez, y los nuestros se fueron retrayendo y recogiendo tre los aragoneses que estaban divisos y en bandos, y á lo alto del cerro junto al castillo. En este trance oyeparticularmente se ordenó, que el rey asegurase el va- ron una voz de la parte del castillo, de los que estaban lor de la moneda jaquesa que entonces corria: y conmirando la batalla, que les decia, que los moros firmóla, para que siempre fuese de aquel mismo valor huian y eran vencidos, y los caballeros animándose, y peso, y tuviese la misma ley: y fué determinado, diciendo que pensasen cuan vil canalla era aquella, y que en todos los lugares donde corria, que era en el cuanta vergüenza suya, con grande esfuerzo apellireino de Aragon hasta comprender las ciudades de Lé- dando el nombre de Santa María, reconocieron que los rida y Tortosa y su tierra, jurasen todos desde ca- moros que estaban en la retaguarda, en lugar mas torce años arriba, que con todo su poder procurarian, superior que los otros, comenzaban á huir primero que aquella moneda se guardase y corriese. Por esto que los que estaban al rostro de los nuestros, y don se confirmó al rey en aquellas cortes para él y sus suBernardo Guillen y su caballería, arremetieron concesores, que por cada casa, cuya hacienda valiese diez tra los de la avanguarda, y rompieron por ellos y ducados, ó de allí arriba. se pagase un maravedí de entonces se comenzó á vencer la batalla por los cristiasiete en siete años. nos, y fueron los moros lanzados del campo y vencidos. Siguieron los nuestros el alcance hasta el rio Seco, que está entre Hoyos y la ciudad de Valencia, y murieron grande número dellos á cuchillo, y otros sin herida ninguna, que fueron atropellados de su misma gente. De los cristianos hubo muchos heridos, y solamente murieron Ruy Jimenez de Luesia, que se puso tan adentro por los enemigos, en los primeros encuentros, que no fué visto hasta que le hallaron muerto, V un hijo de don Jimen Perez de Tierga, y otro caballero que llevaba el pendon de don Bernardo Guillen. Fué muy señalado en esta batalla el esfuerzo y valor deste caballero, porque él solo con su ánimo y corazon, dió vigor y fuerzas á los suyos, con que osaron aventurarse á la muerte, antes que quedar con vergüenza: y maravillosamente quiso nuestro Señor favorecer á sus siervos, siendo tan pocos, contra la soberbia y muchedumbre de tanto número de alárabes. Fué este caso tan extraño y maravilloso, que hallo en una relacion de aquellos tiempos que se tuvo por muy recibido, que se apareció á los cristianos en esta batalla el glorioso y bienaventurado san Jorge, y fué por el mes de agosto de mil y doscientos y treinta y siete. En la historia de Bernardo Aclot, se atribuye gran alabanza de este hecho á don Guillen de Aguilon, que con parte de la caballería que tenian acometió á los enemigos, estando ya la batalla muy encendida, y fué causa que los moros fuesen rotos y vencidos; y allí se afirma, que se hallaron muertos de los moros mas de diez mil, sin golpe ni herida, y que se siguió el alcance hasta una legua de Valencia: y que la gente que tenian estos capitanes, eran cien hombres de armas con buenos arneses, y entre la otra gente de á caballo hasta doscientos, y dos mil soldados. Ŝabida por las fronteras la nueva de tan gran victoria, fuéron basta ochenta de caballo de Teruel al Puix de Santa María y el rey luego entendió en mandar juntar á los ricos hombres y caballeros del reino, y partió de Huesca para Daroca, y allí dió orden que se basteciese el castillo del Puix, y tomó la via de Teruel, á donde mandó que con las recuas de aquella villa y de Daroca y sus aldeas llevasen las vituallas, y el rey con ciento de caballo se fué á poner en las Alcublas, á donde le llegó nueva que el rey de Valencia estaba en Liria con todo su poder para salir contra él: y no embargante esto, salió de aquel lugar con su gente y con las recuas subió al Puix de Santa María con sus pendones tendidos, y mandó repartir ochenta y seis caballos que se habian perdido, entre don Bernardo Guillen, y don Berenguer de Entenza, y don Guillen de Aguilon y entre otros caballeros: y hízoles merced del quinto que le pertenecia del despojo del campo, en remuneracion de tan

CAP. XXVII. De la batalla que don Bernardo Guillen tuvo con el rey Zaen en el Puix de Santa Maria. Zaen, despues de vuelto el rey para Aragon, juntó toda la fuerza de su gente que estaba repartida desde Játiva hasta Onda, y eran seiscientos de caballo, y cuarenta mil peones: y un dia cuando el sol salia, Ilegó al Puix de Santa María para combatir el castillo: y teniendo aviso de esto don Bernardo Guillen, y don Berenguer de Entenza, y acudiendo con gran furia con la nueva los corredores del campo, determinaron de salir á pelear con los moros, ántes que esperar á ser combatidos en aquel fuerte, siendo en tanto esceso mayor el número de los enemigos, y fué hazaña que habia de alcanzar mas gloria en los siglos venideros, que fé ni crédito, sino se relatara en la historia del rey tan particularmente, y en la de Bernardo Aclot, y en otras de aquellos tiempos. Oida la misa, habiendo comulgado todos los caballeros y gente de guarnicion, que estaban en aquella fuerza, que en comparacion de los enemigos no eran para resistir dentro de su fuerte, salieron muy bien en órden. De ninguna parte se ofrecia socorro sino de sus ánimos y esfuerzo, y en la determinacion de imitar el valor de su capitan, el cual los andaba exhortando, que menospreciasen la grita y clamores de aquella gente bárbara, y sus arremetidas y vanos acometimientos: porque á la hora que aquella nacion tantas veces vencida, reconociese las armas y el valor, y el esfuerzo de los vencedores, luego como viles y desalmados é inútiles, les huirian el rostro. Que en grandes y poderosos ejércitos pocos suelen ser los que sostienen el peso de la batalla, y los que consiguen la victoria: y así seria mucha gloria y alabanza suya, que siendo tan pocos ganasen la honra y fama que se hubiera de comunicar con todo el ejército, si allí estuviera junto: que se acordasen del nombre de Aragon, y de quien eran, cuyos mayores con muy pocos habian desbaratado y vencido innumerables compañías de infieles. Los moros que venian en la avanguarda, que eran de la frontera de Ejérica, Segorbe, Liria y Onda, y la mas escogida y ejercitada gente acometieron en los primeros y la gente de caballo con otra parte de los de á pié, arremetieron juntamente para los nuestros por las espaldas: y de los primeros encuentros no pudiendo sufrir tan grande muchedumbre que por todas partes los tenian rodeados, siendo tan pocos los cristianos, iban de vencida, trayéndose. Entonces don Bernardo Guillen animando los suyos, volvió contra ellos por la cuesta abajo, y tornaron á cobrar del campo lo que habian perdido: pero continuando los moros la batalla, hecho un gran

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señalado servicio. Estando allí el rey, llegaron el infante don Fernando y don Artal de Alagon, que fué hijo de don Blasco, y de tanto valor, que imitó bien á su padre, y don Pedro Cornel: y dejando bien bastecido el castillo y fornecido de gente, partióse el rey para Burriana. Fué ganada por este tiempo la ciudad de Córdoba, de las gentes que el rey don Fernando de Castilla tenia en las fronteras contra los moros, siendo escalada por el gran valor de ciertos adalides: y fué hazaña y empresa de las muy señaladas de aquellos tiempos.

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que aquí lo tengo de haber con ellos. Entonces los caballeros, por su mandado hicieron una muela para esperarlos, y dieron aviso á don Bernaldo Guillen, para que enviase socorro al rey. Los moros por dos veces dieron vuelta con semblante de acometerlos: pero pasaron de largo sin ninguna escaramuza, porque vieron venir á don Berenguer de Entenza, que venia en socorro del rey y fuéronse por el Val de Segon, la vuelta de Almenara, aunque se dijo, que don Artal no dió lugar que los acometiesen, sabiendo que estaba allí la persona del rey. Don Berenguer acompañó al rey hasta Burriana, y sin detenerse pasó aquella noche el Grao de Oropesa, y al pasar del rio de Millas, llegó nueva, que un arraez moro, que decian Aben Lope, habia salido contra el comendador de Oropesa, al pinar del Grao, y lo habia prendido, y á una milla desta parte del rio, ay untóse alguna gente que venian en

reposaron en Oropesa, que era de la órden del Hospital, y vínose otro dia á Ulldecona, y de allí á Tortosa.

CAP. XXIX.-Que el rey volvió al Puix de Santa Maria, por la muerte de don Bernardo Guillen su tio, y del voto que hizo de no salir de la frontera, hasta que fuese ganada la ciudad de Valencia.

CAP. XXVIII. Del rebato que se dió al rey, y como se puso en orden para pelear con Zaen rey de Valencia. El rey salió del Puix, por volver á su frontera, apénas habia llegado á Burriana, que llegó á él don Guillen de Aguilon, que fue por mas con gran diligencia, para dar aviso que el rey de Valencia habia ajun-seggimiento del rey, y pasó el Grao, y siendo de noche tado toda la caballería que estaba desta parte de Castilla y de Cocentaina, y venia para combatir el castillo de Santa María, despues que supo que el rey era partido: y enviaba don Bernardo Guillen á pedir á don Pedro Cornel, que le fuése á valer, diciendo, que él así lo hiciera, si le viera en tal necesidad: pero el rey no quiso confiar el socorro á ninguno; y él se puso en órden para hallarse con los moros en la batalla, por no desamparar á los suyos, estando tan cerca. Con esta nueva salió el rey de Burriana, con los ricos hombres, y gente que allí tuvo, de media noche abajo, y tomó el camino de la marina: y habiendo pasado de Almenara, iba el rey tan determinado, y con tanto ánimo de combatirse con el rey de Valencia, que llegando á él un caballero aragonés, que se decia Fortuño Lopez de Sadava, y era muy buen caballero, á preguntarle: qué pensaba que seria dellos aquel dia, le respondió: por mi fé, Fortuño, que hoy se cernerá la harina del salvado y llegando junto al rio de Murviedro, envió á Martin Perez de Artasona, que despues fué justicia de Aragon, con otro caballero, para tomar lengua, si tenian cercado el castillo y estando el rey á media legua del Puix, supo que no hacian ningun movimiento los de Valencia. De allí dió la yueita para Burriana, y pasando el rio de Murviedro, con solos diez y siete caballeros, entre los cuales iban don Pedro Cornel, don Jimeno de Foces, don Fernan Perez de Pina, y For- | tuño Lopez, y Miguel Garces, que era navarro, y vivia en Sariñena, descubrieron algunos moros, y con ellos iba don Artal de Alagon, hijo de don Blasco, que por esta sazon andaba desterrado del reino, con gente de su compañía, y podian ser todos hasta ciento y treinta de á caballo y Miguel Garces, con los que iban delante, dieron alarma: y don Pedro Cornel iba á arremeter contra ellos si no le detuviera el rey por las riendas y entonces fué preso Miguel Garces. No quedaba otro remedio, que corregir con esfuerzo y constancia lo que el rey habia emprendido tan atrevidamente, lo cual con el suceso parece prudencia: y así Fortuño Lopez de Sadava, hizo pasar á un caballero, que llevaba el pendon de don Pedro Cornel adelante, porque estaba á las espaldas del rey; y entonces don Fernan Perez de Pina dijo al rey: señor, los enemigos son muchos, y vos teneis aquí muy poca gente, no resta otro consejo, sino que os recojais al Puix, y de los que aquí quedaremos, muera el que no pudiese escapar. Mas el rey le respondió: don Fernan Perez, no lo haré, porque jamás huí, ni sé huir, ántes os digo, que ordene nuestro Señor lo que fuere servido

Mandó el rey hacer llamamiento de los ricos hombres y caballeros de su casa, que tenian tierras en feudo y otras mercedes, y á los procuradores de los consejos de las villas y lugares de Aragon y Cataluña: y proveyó, que para la Pascua de Resurreccion estuviesen en órden con publicacion que queria ir contra la ciudad de Valencia, y entróse en Aragon. Llegando á Zaragoza, vinieron á su corte el infante don Fernando, don Blasco de Alagon, don Jimeno de Urrea, don Rodrigo de Lizana, don Pedro Cornel, don García Romeu, y don Pedro Fernandez de Azagra, creyendo que tuviera cortes. Mas no pasaron ocho dias, que el rey tuvo aviso, que era muerto don Bernardo Guillen, y desta nueva mostró gran sentimiento, porque le habia servido en esta guerra, como muy esforzado y valeroso caballero, sustentando aquella fuerza, que era la principal que el rey tenia contra la ciudad de Valencia: por la cual pensaba, que se conquistaria de poder de infieles. El infante y los ricos hombres eran de parecer que el rey desamparase la fuerza del Puix, y sacase la gente de guarnicion, por la costa grande que se le seguia: y tambien porque por causa della aventuraba muy arriscadamente su persona y era de tanto coraje y tan animoso que no temia con pocos acometer y pelear con gran ventaja de los moros, y muchas veces estuvo en peligro de se perder y ser preso de los enemigos, mas el rey no lo quiso escuchar diciendo, que en sola aquella fuerza consistia la conquista de la ciudad y reino de Valencia, y que él la habia de amparar y defender de todo el poder de los moros, y no tuvo de su parecer sino a don Fernan Perez de Pina, y á Bernardo Vidal de Besalú, que era un caballero catalan muy valeroso y ejercitado en las cosas de la guerra. Partió entonces para la frontera con solos cincuenta caballeros de los de su casa, y llevaba solo consigo de los ricos hombres á don Jimeno de Urrea: y llegando al Puix de Santa María, pusieron en depósito el cuerpo de don Bernardo Guillen, hasta que se pudiese llevar al monasterio de Escarpe, junto á la ribera de Segre, donde él se mandó enterrar. Olro dia armó caballero á don Guillen de Entenza, hijo de

un año diez mil besantes de tributo, sobre la ciudad de Valencia. Pero rehusó el rey de aceptarlo con grande admiracion de los suyos, que decian, que con menos aventajado partido los reyes sus antecesores vinieran en este concierto.

CAP. XXX. Como se rindió al rey el castillo de Almenara, y se ganaron otros siete castillos, y se puso el cerco contra la ciudad de Valencia.

don Bernardo Guillen, que él habia llevado consigo y no tenia once años: é hízole merced de toda la tierra que su padre tenia en honor, y dió la tenencia de aquel castillo á don Berenguer de Entenza, que estuvo en él todo el tiempo que don Bernardo Guillen le tuvo, y quedaron con él don Guillen de Aguilon y las compañías de los maestres del Hospital, Temple, Calatrava y Uclés, como hasta allí habian estado, y dejó provision bastante de armas y vituallas hasta la primavera siguiente, que tenia determinado de entrar con Por este tiempo el alfaquin de Almenara y otro mosu ejército, é ir sobre la ciudad de Valencia: pero en- ro de aquella villa, traian pláticas con el rey y protendiendo, que se queria el rey ir, la mayor parte de curaban con el aljama, que le rindiesen aquel lugar la gente que allí habia de guarnicion, trataban de irse y el castillo: y vióse con ellos en el castillo de Burriasecretamente, y desamparar el castillo: y mas de na, adonde iba por visitar á la reina; y á cierto dia cuarenta caballeros gente muy principal, habian di- dieron aviso que entregarian la villa y la mezquita cho á un religioso de la órden de predicadores, que que estaba junto al castillo: y acudiendo allá con su estaba en aquella guarnicion, que luego que el rey gente, comenzaron los del castillo á lanzar piedras fuese partido, de noche ó de dia se irian: y sabiéndolo contra ellos: pero sabiendo que estaba allí el rey, el rey, estuvo con grande congoja y cuidado conside- y que los moros de la villa ayudaban á combatir el rando, que si aquella fuerza se perdia, se aventuraba castillo, se rindieron y recibiólos á partido conforme todo lo que en el reino de Valencia habia ganado, des- á lo que se les habia ofrecido. De la misma suerte se de Tortosa á Burriana: y revolvia en su pensamiento rindieron por trato los castillos de Uxo, Nules, Castro segun dice su historia, que en el mundo no habia y Alfandech: y de allí partió el rey para el Puix, y tan soberbia gente como la que se ejercitaba en la pasada la Pascua de Resurreccion, cobró por concierto guerra y mandó ayuntar á los caballeros y soldados y partido los castillos de Paterna, Betera y Bulla: y otro dia en la iglesia de Santa María, y ante todos con estas fuerzas que perdieron los moros, viendo hizo voto sobre el altar, y juró que no pasaria á Te- que el rey tenia á Paterna, y se les iba tanto acercanruel ni el rio de Ulldecona, hasta que fuese ganada do, comenzaron á resistir fieramente, y el rey deterpor él y conquistada la ciudad de Valencia. Por esta minó de sobreseer en lo de los castillos y poner cerco causa determinó de enviar por la reina y por la infanta á la ciudad que era la cabeza del reino porque los doña Violante su hija, que despues fué reina de Casti- moros estaban muy quebrantados y fatigados de falta lla, porque entendiesen el deseo y propósito que tenia de de vituallas, por ser grande la poblacion y estar todo perseverar en aquella conquista, y con esto se asegura- su término y comarca talado y destruido, de las ron y sosegaron, siendo de un acuerdo en permanecer en correrías que los cristianos hacian. Estaban en esta servirle en aquella guerra. Con esta deliberacion al sazon con el rey en el Puix de Santa María, Ugo de cabo de quince dias volvió á la comarca de Peñíscola Folcalquer maestre del Hospital y un comendador, con y envió al infante don Fernando por la reina, la cual hasta veinte caballeros del Temple, y el comendador de partió de Tortosa á Peñíscola y á Burriana, adonde dejó Alcañiz, y otro comendador de Calatrava, don Roel rey á la reina, y ella y el infante procuraron de apar- drigo de Lizana, que tenia consigo treinta caballetar al rey de aquel propósito, teniendo por dificultosa la ros, don Guillen de Aguilon con quince, y don Jimen conquista de la ciudad de Valencia, y quisieran que se Perez de Tarazona, y los de la mesnada del rey, que volviera para Aragon; pero ninguna cosa aprovechó pa- estaban con él, que podian ser hasta ciento y cuara que desistiese de aquella empresa, confiando en la renta caballeros y hijosdalgo, y tenian ciento y cinayuda de nuestro Señor Jesucristo, y en aquellos que cuenta almogáraves, y hasta mil peones. Con no tenian sus feudos en Cataluña y los honores en Ara- mayor número de gente, ni con mas pujante ejér– gon, señaladamente en el arzobispo de Tarragona y cito que éste, un dia en amaneciendo partió el rey en los otros prelados que le prometieron ayuda en las por la ribera del mar hasta el Grao, adonde pasó el rio cortes de Monzon, y volvióse al Puix de Santa María. | Guadalaviar por el vado; y llegando á unas casas que Considerando Zaen la fuerza que el rey ponia en pro- estaban entre el Grao y Valencia, á un cuarto de leseguir la guerra y que ningun negocio, cuanto quiera gua de la ciudad, mandó asentar sus tiendas, con proarduo y grande que fuese, le divertia della, y que pósito de esperar las compañías de gente de Aragon y por sola esta causa habia dejado la empresa de Navar- Cataluña, para tener cercada la ciudad. Aquel dia viera, en que tanta razon y derecho tenia, tuvo gran ron alguna gente de caballo de Valencia que habian temor de perderse; porque cada dia llegaban grandes salido para tentar si podian hacer daño en los nuescompañías de gente de sus reinos y de fuera dellos; tros; y mandó el rey, que no saliesen á ellos, ni se tentó de mover partido con que el rey tuviese por desmandase ninguno para escaramuzar, hasta que tubien de dejar aquella empresa y sacar la gente de viesen noticia de la tierra. Otro dia los almogáraves, guarnicion que tenia contra la ciudad de Valencia; con una parte de la gente de pié, movieron de su fuery envió un moro su privado, llamado Hali Albata, te con propósito de tomar un alquería, que está à dos que lo tratase con un caballero de la casa del rey, que tiros de ballesta de la ciudad que dicen Ruzafa, sin sallamaban don Fernando Diez de Aux. Las condiciones biduría del rey; y mandó armar la gente que tenia eran, que entregaria al rey todos los castillos que hay para irlos á socorrer; y llegó tan á sazon, que si no entre Tortosa y el rio Guadalaviar, que nace de la partieran tan presto, los almogáraves hicieran aquel sierra de Albarrazin y pasa por la ciudad de Valencia, dia mala jornada; porque venia de la otra parte granque los antiguos llamaron Turia, y los que hay en de muchedumbre de moros, y todos fueran muertos tre Tortosa y Teruel, y que labraria un alcázar en la o presos, y quedaron los cristianos alojados en la alZaidia que se tuviese por el rey; y pagaria en cada quería. Salió Zaen con todo su poder de Valencia, á

TOMO IV.

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