Imágenes de página
PDF
ePub

CAP. LXXXV.-De la reconciliacion del conde de Tolosa con la Iglesia, y lo que se ordenó de sus estados.

|

muerte: y esto se le dejaba, para que tuviese el dominio como verdadero señor, y sucediesen los hijos legítimos del conde, si los hubiese, ó en su lugar su hija y su marido. Toda la otra tierra y estado, que los condes de Tolosa tenian de la otra parte del Ródano, en el reino de Francia y cualquier derecho que les competia,

lico, en nombre de la Iglesia perpetuamente: y prometió entonces, que mandaria derribar los muros de la ciudad de Tolosa, y arrasar las cavas y de otras treinta villas y castillos que el legado le señalase: y

rarla á todos sus vasallos, y los absolveria del homenaje y para en seguridad de la Iglesia, y del rey de Francia habia de entregar el castillo Narbonés, y la Peña de Albiges, y otra fuerzas. Acabado esto, se hizo gran fiesta al conde, y fué armado cáballero por el rey de Francia y desta manera aquellos estados, que por gran parte eran sujetos al directo dominio de los reyes de Aragon, fueron ó adquiridos ó usurpados por el rey de Francia, faltando hijos de la hija del conde de Tolosa, y de don Alonso conde de Putiers su marido, hermano del rey de Francia, con quien se concertó que

casase.

:

Por el mes de abril del año de mil doscientos veinte y ocho el conde don Ramon de Tolosa, que fué el último señor de aquella casa, se concordó con Luis rey de Francia, y con Romano Diácono, cardenal de San-lo renunció precisa y absolutamente al legado apostótangel, legado de la sede apostólica, ante el cual fué con grande humildad y devocion á pedir penitencia, y estando ante el altar mayor de la iglesia de París, desnudo en camisa en presencia del legado, y de otro le gado del reino de Inglaterra, fué admitido á reconci-juró en su presencia esta concordia, y que haria juliacion de la santa madre Iglesia, y quedó absuelto de la sentencia de excomunion, en que estaba ligado mucho tiempo habia. Concertose la paz entre el rey y el conde, desta manera, que prometió el conde al legado en nombre de la Iglesia y al rey, que seria fiel á la Iglesia romana de allí adelante, y al rey y á sus sucesores, y que en sus tierras y estado siempre haria guerra, y perseguiria á los herejes y á sus fautores y secuaces y receptadores, y purgaria la tierra de aquella contagion, y con todas sus fuerzas y poder mandaria hacer inquisicion contra ellos. Para que mejor y mas fácilmente, los que estaban contaminados de aquel error, se pudiesen descubrir, prometió que pagaria dos marcos de plata por tiempo de dos años, y de allí adelante uno perpetuamente, á cualquiera que prendiese algun hereje, y estuviese condenado por el ordinario, ó por otro juez delegado que tuviese poder, y fué condenado el conde en gran suma de dinero, para fundar rentas de ciertas abadías y monasterios. Despues de la absolucion, recibió la insignia de la cruz del legado, para ir á la guerra contra infieles á ultramar, á la cual habia de ir desde el pasaje del mes de agosto siguiente en un año, y residir en la guerra cinco años continuos. Prometió de tratar benignamente y como amigos á todos aquellos que siguieron en las guerras pasadas á la Iglesia y al rey de Francia y á los condes de Monforte y á sus valedores. Con esto fué concordado, que el conde entregase su hija, que era única, la cual hubo en dona Sancha hermana del rey don Pedro de Aragon, y se llamó Juana, al rey de Francia, y se habia de casar con uno de sus hermanos, con dispensacion de la Iglesia; y dejó el rey al conde todo el obispado de Tolosa, exceptuando la tierra que llaman del mariscal; la cual despues de la muerte del conde de Tolosa, el mariscal y todos sus sucesores la habian de tener por el rey de Francia: y quedaba todo el territorio del obispado de Tolosa al hermano del rey, que casase con la hija del conde y de sus hijos y descendientes. Mas en caso que el hermano muriese sin dejar hijos de la hija del conde de Tolosa, aquella ciudad y obispado habia por esta concordia de volver al rey de Francia y á todos sus sucesores: y la hija del conde, ú otros hijos ó herederos, si los tuviese, quedaban excluidos de la sucesion, sin que pudiesen tener recurso por ningun derecho, sino tan solamente los hijos que hubiese el hermano del rey de Francia de la hija del conde y sus descendientes. Quedaban tambien al conde de Tolosa, los obispados Agenense y Rodense, y toda la parte del obispado de Albi, que está de aquella parte del rio Becar, á la parte de Gaillac, reservándose á la corona de Francia la ciudad de Albi, y todo lo que está desta parte del rio en aquel obispado hasta Carcasona. Dejóse tambien al conde el obispado de Cahors, excepto la ciudad y los feudos que tuvo en aquel estado el rey Filipo, abuelo del rey de Francia, al tiempo de su

[ocr errors]

CAP. LXXXVI-De la guerra que el rey hizo contra don Guerao, vizconde de Cabrera, que estaba apoderado del condado de Urgel, y que fué puesta en la posesion dél la condesa Aurembiax, hija del conde Armengol. Con haber reducido el rey á su obediencia al infante don Fernando su tio pudo atender à la pacificacion y bien universal de sus señoríos. Aunque era mozo, tenia seso y prudencia y gran valor, para elegir lo que mas convenia al buen gobierno: pero las disensiones y bandos que entre los ricos hombres habia, y sus ordinarias contiendas eran causa que pravaleciesen las armas. Sucedió en este tiempo, que habiendo el rey dado en feudo á don Guerao, vizconde de Cabrera, el condado de Urgel, con todas las condiciones que se han referido, y reservando en ellas el derecho que pretendia tener á aquel estado Aurembiax, que fué hija del último Armengol conde de Urgel, y vino á su corte por el mes de julio deste año de mil doscientos y veinte y ocho á pedir al rey le mandase favorecer y amparar para proseguir su justicia. Conocida la razon que la condesa tenia, tomó el rey este hecho á su mano: pero primero le hizo donacion la condesa de la ciudad de Lérida, que los condes de Urgel habian tenido, y de todo lo que en ella le pertenecia y le hizo reconocimiento, que recibia todo el condado de Urgel en feudo, declarando, que fuesen ella y sus sucesores obligados de acoger á los reyes de Aragon en paz y guerra en solos nueve castillos, que eran Agramonte, Linerola, Menargues, Balaguer, Albesa, Pons, Uliana, Calasanz, y Albelda: y esto con condicion, que el rey le hiciese restituir y entregar las villas y castillos que le habia usurpado don Ponce de Cabrera, hijo del vizconde don Guerao: y prometió de no casarse sin expresa voluntad del rey. Con esto el rey prometió de valer à la condesa y favorecerla y lo juró, y hizo pleito homenaje á fuero de Aragon el primero de agosto deste año, en presencia de don Pedro Gonzalez, maestre de la órden de Uclés, y de don Guillen de Cervera, y de Asalido de Gudal, y de Garci Perez de Meitat, y de otros caballeros que favorecian á la condesa. Hecho esto el rey tuvo su acuerdo con los de su consejo, que eran don Berenguer de Eril, obispo de Lérida, don Guillen

de Moncada vizconde de Bearne, don Ramon de Moncada, y don Guillen Ramon de Moncada, senescal de Cataluña, hermano de don Ramon, don Asalido de Gudal, don Garci Perez de Meitat, de lo que se debia proveer y fué acordado, que citasen á don Guerao, para que compareciese ante el rey, y estuviese á derecho en su corte con la condesa. Mas el vizconde ni don Ponce su hijo no quisieron comparecer á las citaciones que hicieron: y pareció en nombre del vizconde don Guillen de Cardona, hermano del viz-defender las máquinas, y un caballero aragonés, que

cho Perez de Pomar volvió las espaldas, y dejó á don Ramon, y fuése para su hueste, y no quedaron con don Ramon sino aquellos dos escuderos Bordoll y Rubio: y llegó don Guillen contra don Ramon con gran orgullo como mozo, diciéndole, que se rindiese ; pero salióle al encuentro con gran ánimo, y comenzándose á emprender fuego en las tiendas dieron al arma, y salió el rey á pié de la tienda de don Guillen de Cervera, y con él Juan Martinez de Eslava, con alguna gente para

[ocr errors]

se decia Blasco de Estada, que habia mandado armar su caballo para hacer probar las máquinas, armandose á furia arremetió contra los enemigos, y Juan Martinez de Eslava, que se halló á pié, le siguió embrazado su escudo, y con su espada en la mano, y al retirarse los de dentro, dejarretó un caballo y Blasco de Estada entró en la cava por donde iban huyendo, y hirió un caballero de una lanzada, y recogióse sin recibir daño ninguno dellos, ni de la gente que estaba en el muro. Fué talada la vega de Balaguer, y los vecinos de aquella ciudad se comenzaron á indignar y alterar contra don Guerao: y traian sus tratos é inte

conde Ramon Folch, que fué despues maestre del Temple: y decia, que no era obligado el vizconde á comparecer sobre razon y demanda de lo que poseia veinte años atrás con justo título: y haciendo Guillen Casala instancia por parte de la condesa, que el rey compeliese al vizconde de Cabrera á restituir las villas y castillos que habia usarpado, no respondió don Guillen otra cosa, sino que no creia él, que porque Guillen Casala trujese aquel pleito bien estudiado de Boloña, perdiese el conde don Guerao su condado, dando á entender, que no se habia de determinar aquel debate por juicio de letras, sino defender la posesion por las armas, y que con ellas defenderia su derecho. Vis-ligencias para entregarse á la condesa, que habia veta por el rey la obstinacion del vizconde de Cabrera, envió á mandar á los de Tamarit de Litera, que para cierto dia fuésen á la villa de Albesa, con bastimento para tres dias y envió sus cartas, mandando á don Guillen, y a don Ramon de Moncada y a don Guillen de Cervera, que con los de su linaje y vasallos fué sen con él, porque queria ir en persona contra don Guerao. Partió el rey de Lérida para Albesa, tan solo, que no llevaba consigo sino á don Pedro Cornel, y eran todos trece caballeros: y no eran aun llegados los de Tamarit, y solamente hallaron á Beltran de Calasanz con setenta peones. Con esta gente emprendió el rey de combatir á Albesa, y tuvo su ánimo y esfuerzo buen suceso: porque la villa fué tomada por combate, puesto que estaban para poderse defender de mucho mayor número de gente. Iban en esta sazon llegando los de Tamarit: y otro dia sin esperar combate se le rindió el castillo de Albesa. De allí partió para Menargues, y rindiósele tambien el castillo. Entonces llegó al rey gente de Cataluña y de Aragon, hasta en número de trescientos de caballo y mil peones, y con ellos fué contra Linerola, y combatióla y entróse por fuerza de armas y despues se le rindieron los que se acogie-á pedirle que enviase su perdon, para lo poner en el ron á una torre muy fuerte, que tenia su barbacana. Luego movió contra Balaguer, adonde estaba en guarnicion el vizconde de Cabrera: y pasó á Segre por la parte de Almatan, y asentó en aquel lugar su real: porque dél se sojuzga la ciudad, y podian mas ser ofendidos los de dentro. Púsose el cerco en torno de la ciudad, y llegaron á esta sazon á su campo don Guillen de Moncada, vizconde de Bearne, y don Guillen de Cervera con sus gentes, y algunos ricos hombres de Aragon y eran ya hasta cuatrocientos de caballo: y habia mandado armar dos máquinas pedreras para batir el muro y torres: y tenia la guardia y cargo dellas don Ramon de Moncada, y con él estaban Sancho Perez de Pomar, Guillen Bordoll, baile de Castelsera, y A. de Rubio. Visto por don Guillen de Cardona, que estaba dentro de Balaguer, que habia muy poca gente de guarda de las máquinas, salió por un portillo con veinte y cinco de caballo, y doscientos peoDes con haces encendidas para pegarles fuego y venia con él Sire Guillermo, hijo bastardo del rey de Navarra, y arremetieron contra los nuestros. Entónces San

nido á su real. Sucedió un dia, estando por los muros algunas personas hablando con gentes de la condesa y del ejército, que comenzaron los del castillo á lanzar saetas contra ellos: y por esto se indignaron tanto contra don Guerao de Cabrera, que ofrecieron algunos de los principales, que entregarian la ciudad al rey con el castillo. Por otra parte don Guerao en la misma sazon movia partido que se pusiese el castillo en poder de don Ramon Berenguer de Ager, para que lo tuviese en fieldad, y lo entregase à quien fuese declarado que aquel estado pertenecia; y envióle á decir el rey, que era contento de aceptar aquella concordia. Mas don Guerao no era tan prudente, que con buen discurso conjeturase lo venidero, ni aun supiese discernir lo que tenia presente con verdadero juicio y segun el rey dice, no tenia mas seso que Salomon: y temiéndose de los vecinos de Balaguer, salióse del lugar con un azor mudado en la mano, y pasó la puente, y envió á Balaguer de Finestres al rey, á le decir que estaba aparejado de entregar á Ramon Berenguer de Ager el castillo, habiendo ya entonces enviado los que traian trato de entregar la ciudad y fuerzas en manos del rey

castillo: y entretenia el rey á Berenguer de Finestres en palabras, hasta tanto que vieron á deshora los pendones reales en el castillo de Balaguer: y volvióse aquel caballero muy corrido. Así perdió aquella ciudad don Guerao desvalidamente, que era la cabeza de aquel estado: y de allí se fué para Monmagastre. Despues que fué puesta en la posesion de aquella ciudad y castillo la condesa, fuése el rey con ella para Agramonte, que era un lugar muy principal de aquel estado: y habíase puesto en él don Guillen de Cardona y mandó asentar el rey sus tiendas en un recuesto de la sierra de la Almenara á vista de Agramonte: pero don Guillen que tuvo aviso que el rey iba contra él, aquella noche se salió del castillo, y otro dia se dieron al rey los de la villa. Luego tras esto los de Pons enviaron su mensajero al rey con aviso que si allá iba se le entregarian, y porque lo tenia Ramon Folch vizconde de Cardona, y no le habia desafiado, ni salido de su amistad, ni él de la del rey como era costumbre, no quiso ir en persona, y fué allá la condesa, y con ella don Guillen y don Ramon de Moncada con todo el ejército, quedando el rey con

solos quince caballeros. Salieron los de la villa contra ellos, y trabóse una escaramuza en la cual se señaló de muy valiente caballero de parte de la condesa Bernardo de Azlor, y á la postre volvieron los de Pons las espaldas, y fuéronlos siguiendo hasta encerrarlos por las puertas del castillo: y no se queriendo rendir á la condesa, si el rey no iba en persona, fué allá y entregóse la villa y castillo, obligándose el rey y la condesa de estar á derecho, y que le quedaria salvo al vizconde de Cardona en su pretension. Tras Pons se entregó tambien Uliana y otros lugares que están en la ribera de Segre dentro en la montaña,y así acabó de cobrar la condesa de Urgel todos los lugares y castillos fuertes y mas importantes de aquel condado, y quedó en pacífica posesion de todo el tiempo que vivió, y casóla luego el rey con el infante don Pedro de Portugal, que era venido por este tiempo á su reino, y era su primo, y estaba desterrado de Portugal. Don Guerao de Cabrera

entró en religion y hízose caballero templario, y sucedió despues en este estado su hijo don Ponce de Cabrera, porque la condesa no tuvo hijos. Tuvo este vizconde otro hijo que se llamó don Ruy Guiralte, que el conde don Pedro de Portugal dice que era vizconde de Cabrera, y que casó con doña María Perez, hija de don Pedro Fernandez de Castro, que llamaron el Castellano, que fué gran señor en Castilla y en el reino de Galicia: y hubieron á don Fernan Ruiz que fué á Granada con los otros ricos hombres que siguieron la voz del infante don Felipe y de don Nuño Gonzalez de Lara en tiempo del rey don Alonso el décimo. Y deste don Ruy Guiralte yo no hallo mencion en nuestras memorias, sino de don Guerao vizconde de Cabrera, que fué bermano de don Ponce, conde de Urgel, y no me sabría determinar, si es el que aquellos autores llaman don Ruy Guiralte, que fué padre de don Fernan Ruiz de Castro.

LIBRO III.

[blocks in formation]

Estuvo sobreseida la guerra contra los infieles, por las disensiones que hubo entre los ricos hombres despues de la muerte del rey don Pedro, hasta este tiempo, y como el rey tenia todo su pensamiento en proseguirla, procuraba tener ordenadas en pacífico estado las cosas del reino y del principado de Cataluña, para continuar la conquista y emplear en ella á los ricos hombres, y trataba por todas las vias y medios que podia, de apaciguar las diferencias que estorbaban la guerra contra los infieles. Ya casi en su niñez habia dado tales muestras y señales de su ánimo, que desde la primera salida que hizo para entender en el regimiento del reino, se entendió el gran valor de su persona, y cuán inclinado era á grandes empresas. Sucedió estando en la ciudad de Tarragona, despues de pasado medio año que se entregó el condado de Urgel á la condesa Aurembiax, hallándose en su corte don Nuño Sanchez, y Ugo conde de Ampurias, don Guillen de Moncada, vizconde de Bearne, don Ramon de Moncada, don Guerao de Cervellon, don Ramon Alaman, don Guillen de Claramonte, don Bernardo de Santa Eugenia, señor de Torrella, y la mayor parte de los ricos hombres de Cataluña, á caso sin ser llamados á cortes, que un dia estando de fiesta y regocijo, teniéndole convidado con los ricos hombres en ciudadano principal de aquella ciudad, que se decia Pedro Martel, que era muy diestro capitan en las cosas de la mar, se trató entre otras plá ticas de la fertilidad y riqueza de la isla de Mallorca, que era la mas principal y mayor de las islas Baleares, que los griegos llamaron tambien Gimnasias. Con esta ocasion se refiere en la historia del rey, que aquellos ricos hombres se determinaron de suplicarie que tomase la empresa de conquistar aquella isla,

que por sus predecesores tantas veces se habia movido. Concurrió con esto otra cosa, que por el mismo tiempo habia llegado nueva que los moros de aquella isla habian tomado diversos navíos catalanes con mercaduría de mucho valor, y habiendo enviado el rey á decir al rey moro de Mallorca, que en la historia del rey se llamaba Retabohihe, y en Marsilio jeque Abohihe, que los mandase luego restituir y hacer enmienda del daño que sus naturales habian recibido: respondió el moro con gran soberbia, preguntando por manera de desden, que quién era el rey que aquello pedia, y siéndole dicho por el mensajero, que era hijo del rey de Aragon, que había vencido á los moros en aquella grande y famosa batalla de Ubeda, fué movido en grande ira y comenzóleá ultrajar, y apenas le valiera con aquel pagano el derecho de las gentes, segun estaba airado: pero por consejo de los suyos, mandóle salir de la isla, sin querer proveer de remedio, ni de otra respuesta. Esto fué causa que propuso luego el rey de emprender aquella conquista, y tambien por la riqueza de la isla, y por la comodidad grande que resultaba en echar della á los infieles, para mayor se❤ guridad de las costas de España, por ser tan oportuna para las navegaciones de nuestro mar. Habia muchos años que esta isla y las otras vecinas á ella, estaban debajo de la sujecion de los moros, y la poseian pacíficamente, por haber estado los reyes de Aragon y los condes de Barcelona impedidos en la guerra de los infieles que tenian mas vecinos, y estaban muy pobladas y ricas, principalmente la isla de Mallorca, á cuyo rey y señor obedecian los jeques de las islas de Menorca, Iviza y de la Formentera. Todos los barones que alií se hallaron, y los que eran del consejo del rey le loaban la empresa, y parecia á todos que probase en ella su caballería: y de su acuerdo y parecer, mandó llamar á cortes á los catalanes para la ciudad de Barcelona, para el mes de diciembre del año mil doscientos veinte y ocho. Con

gregáronse los prelados, barones, caballeros y procuradores de las ciudades y villas de Cataluña, en el palacio antiguo de Barcelona: y en presencia de la corte propuso el rey, declarándoles el ánimo y voluntad que tenia de servir á Dios en la guerra contra infieles por honra de la religion cristiana, y en venganza de los robos y daños que los moros hacian por los lugares de la costa de su señorío: y pidióles que se platicase primeramente en dar órden que la tierra se pusiese en paz y sosiego, y se tratase la forma que se debía tener en la guerra de los moros, y como fuese socorrido de lo necesario para la armada y gente que conviniese hacer. Fué acordado en aquellas cortes que se hiciese paz y tregua general en toda Cataluña, desde el rio Cinca à Salsas, y concedieron el bovaje graciosamente, que era servicio, segun está dicho, que se hacia á los reyes al principio de su reinado sola una vez en reconocimiento de señorío, y fué esta segunda vez que lo otorgaron extraordinariamente para la conquista de Mallorca. Demás de esto, don Guillen de Moncada, vizconde de Bearne ofreció, que él en persona con los de su linaje le servirian en aquella jornada, con cuatrocientos de caballo bien armados hasta ganar á Mallorca y las otras islas: y todos los prelados y barones se ofrecieron con gran voluntad de servirle en aquella guerra, con que tuviese por bien de les dar parte del despojo que se ganase, así en raices, como en los bienes muebles. Don Nuño Sanchez otorgó la paz, tregua y bovaje, en todo el condado de Rosellon, Conflent y Cerdania, de la forma que se cobraba en Cataluña: y quedó acordado, que para mediado el mes de mayo siguiente, estuviesen juntos los barones y gente de guerra en el puerto de Salou, y dióles sus patentes en que prometió que daria á los de caballo y pié, parte en la tierra y en el despojo, y que recompensaria á cada uno segun el gas

y señaladamente, porque era venido á su reino un legado apostólico, que era obispo de Santa Sabina, vino el rey para Aragon, y estando en la villa de Calatayud con el legado, por el mes de abril del año mil doscientos veinte y nueve vino á su corte el rey de Valencia, llamado Zeit Abuzeit, que era nieto del miramamolin de África. Habia dado este príncipe gran esperanza de confederarse con el rey, y por esta sospecha se levantaron contra él sus súbditos, y le echaron de la tierra y entonces vino para aliarse con el rey por sí, y en nombre de su hijo Zeit Abahomat. Quedaron concertados que de todas las villas y castillos que Zeit Abuzeit pudiese cobrar del reino de Valencia, y perteneciesen, á la conquista de Aragon, se diese al rey don Jaime la cuarta parte, y pusiese todas las fuerzas y lugares que ganase en poder de caballeros aragoneses: y los que el rey conquistase, fuesen de su señorio. Ofreció entonces, que pondría en rehenes en poder de ricos hombres de Aragon los que el rey nombrase, seis castillos muy importantes, que eran Peñíscola, Morella, Cuellar, Alpuente, Ejérica y Segorbe: y el rey le habia dado su fé de ayudarle contra cualquier que le hiciese guerra con pretension de le desheredar del reino: y en seguridad de su promesa le ofreció de entregar á Castelfabib y Adamuz, que se habian ganado en tiempo del rey don Pedro su padre, para que estuvie→ sen en tercería de dos caballeros aragoneses que los tuviesen por ambos. Desde este tiempo Zeit Abuceit con favor del rey y de don Pedro Fernandez de Azagra, señor de Albarrazin, y de don Blasco de Alagon, y de otros caballeros naturales y vasallos del rey, hizo guerra á sus contrarios, y fué ganando algunos de aquellos castillos. Hallo en las crónicas que compuso en latin un obispo de Burgos, que trasladó la historia general de Castilla, y fué en tiempo del rey don Alonso el décimo, que la principal causa porque Zeit Abu

to que se hiciese, y conforme a los navíos y gentezeit fué echado del reino, era porque envió muy secreque llevasen. A los prelados y ricos hombres ofreció, tamente sus embajadores al papa, y al rey de Aragon, á que de toda la tierra que se adquiriese poblada ó des-ofrecer que se queria volver cristiano, y por la devopoblada, les daria su justa parte, segun el número cion que mostraba á nuestra religion, y que con esta de los caballeros y gente de guerra que cada uno deocasion se apoderó de la mayor parte del reino un moro llos tuviese, tomando para sí la que le cupiese por muy principal, que se decia Zaen. razon de la gente que fuese á sueldo, reservándose de mas de aquello, los palacios y casas reales que en cada lugar hubiese, y el supremo dominio en los castillos y lugares fuertes, declarando que en las particiones así de la tierra, como de los bienes muebles, fuesen jueces don Berenguel de Palou obispo de Barcelona, don Nuño Sanchez, Ponce Ugo conde de Ampurias, el vizconde de Bearne, Ramon Folch vizconde de Cardona y don Guillen de Cervera, por cuya disposicion y conocimiento, se atribuyese y señalase á las iglesias dominio temporal y las rentas que fuesen competentes: y asimismo por su parecer y acuerdo quedasen á la defensa de la tierra los que ellos determinasen y nombrasen, de aquellos que fuesen heredados en ella, 6 pusiesen otros en su lugar. Esto juró el rey públicamente en las cortes, y allí se juramentaron los ricos hombres que le habian de seguir, declarando el número de gente que habian de llevar.

CAP. III. De la sentencia de divorcio que se pronunció por el obispo de Santa Sabina, legado apostólico entre el rey y la reina doña Leonor, habiéndose declarado primero por legitimo el infante don Alonso su hijo

CAP. II.-Que Zeit Abuzeit rey de Valencia, que fué echado de su reino, se confederó con el rey, y de la concordia que entre ellos se tomó y que ofreció de recibir el santo bautismo.

Entretanto para dar órden en las cosas de aquella empresa, y por negocios muy arduos que se ofrecian,

TOMO IV.

La principal causa de la venida del legado á este reino fué porque el rey de Aragon trató de apartarse de la reina doña Leonor su mujer, y segun se escribe en la misma historia del obispo de Burgos, fué por gran discordia que hubo entre ellos, y como eran parientes en grado prohibido por la Iglesia, por ser bisnietos dei emperador don Alonso, el rey hizo instancia en apartarse de la reina, teniendo ya della un hijo. Sobre esta causa fué enviado el obispo de Santa Sabina, por el papa Gregorio nono: y por ser negocio tan grave, y que tocaba tanto á los reyes de España, mandó congregar el legado de la ciudad de Tarazona, gran número de prelados y personas eclesiásticas muy señaladas en letras, y el rey se fué de Calatayud á Tarazona. Asistieron en este negocio don Rodrigo arzobispo de Toledo, Espargo arzobispo de Tarragona, y los obispos de Burgos, Calahorra, Segovia, Sigüenza, Osma, Lérida, Huesca, Tarazona y Bayona: y siendo asignado dia para que el rey y la reina oyesen la declaracion y sentencia, antes que el legado la pronunciase, el rey en

16

presencia suya, y de los prelados y personas eclesiásti- | este tiempo en Lérida, que se hiciese la guerra contra

cas, y de muchos ricos hombres y caballeros que allí
se hallaban, se levantó en pié y dijo así: Que él habia
sido casado con la reina doña Leonor su mujer, en haz
de la santa madre Iglesia, y tuvo creido que era aquel
matrimonio legítimamente contraido, y dél habia
habido al infante don Alonso su hijo, y teniéndole
por legítimo, le habia instituido por su heredero y su-
cesor en el reino, y le habian jurado por tal, prestán
dole los homenajes para despues de sus dias; y que
hallándose allí con ellos, no sabiendo lo que se determi-
naria en aquella causa, en su presencia confirmaba y
ratificaba lo que habia dispuesto y ordenado cerca de
la sucesion, en favor del infante su hijo, y si pareciese
que tenia necesidad de legitimacion, por su poder y
preeminencia real, lo legitimaba para todo aquello
que por su autoridad podia ser legítimo, y le consti-
tuia y declaraba por su heredero y sucesor en el rei-
no, y queria y mandaba, que así como era jurado,
sucediese despues de sus dias, y fuese recibido por rey
y señor de sus súbditos y vasallos. Esta declaracion
fué confirmada en la sentencia del divorcio, que lue-
go se pronunció por la buena fé en que el infante ha-
bia nacido, que habia sido jurado por los aragoneses
en la ciudad de Lérida por heredero y sucesor en el
reino de Aragon y en el señorío de aquella ciudad: por-
que estando el rey determinado de apartarse de la rei-
na, le pareció que no siendo el matrimonio legítimo,
bastaba que el infante sucediese en el reino de Ara-
gon: y ordenó, que el principado de Cataluña que-
dase a su libre disposicion, en que fuesen heredados
los hijos que tuviese en otra mujer, lo que causó al-
guna mas division entre aragoneses y catalanes, tra-
tando el rey en dividir aquellos estados de la corona de
Aragon. Dióse esta sentencia en fin del mes de abril,
de mil doscientos veinte y nueve, y luego partió el rey
para Cataluña, por apresurar su pasaje: y estuvo en
la ciudad de Tarragona el primero de mayo, que fué
el término que habia señalado para que la armada es-
tuviese á punto, adonde se detuvo hasta la entrada
del mes de setiembre, porque partiese la armada jun-
ta, parte de la cual estaba en Cambrils, y la mayor
parte estaba en el puerto de Salou y en la playa de
Tarragona. Allí tornaron el rey y los prelados y ricos
hombres á ratificar lo mismo que se había asentado
en las cortes de Barcelona, cerca de la division y repar-
timiento de la conquista, reservando parte en ella
á los ricos hombres y caballeros de Aragon, que en
ella fuesen á servir: y fueron entonces nombrados
por jueces de la particion los obispos de Barcelona y
Girona, y fray Bernardo de Champans comendador
de Miravete, teniente del maestre del Temple, y don
Nuño, y el conde de Ampurias, y el vizconde de Bearne.
Dióse cargo para que mandase poner en orden las gale-
ras, y navíos necesarios y las máquinas de guerra y pro-
vision de toda la armada, segun Bernardo Aclot es-
cribe á un caballero principal de Barcelona, que se decia
Ramon de Plegamans.

CAP. IV. De la pasada del rey con su armada á la
isla de Mallorca, y de las batallas que tuvieron con
los moros, y de la muerte de don Guillen de Moncada
vizconde de Bearne, y de don Ramon de Moncada.

Escribe el mismo Aclot, que despues de haberse deliberado por el rey lo de su ida contra Mallorca, procuraron los ricos hombres de Cataluña, con el legado de la sede apostólica que estuvo con el rey por

[ocr errors]

el reino de Valencia, y que no se pudo con él acabar:
y tomó la insignia como se acostumbraba en las cruza-
das que se concedian en las guerras que se hacian contra
infieles. Lo mismo hicieron los prelados y ricos hom-
bres de Cataluña y Aragon, que se habian ofrecido
de servir al rey y todos se pusieron en órden. Pero
los que mas se señalaron en las compañías de gente que
llevaban, fueron el obispo de Barcelona que era de
gran linaje, y don Nuño Sanchez, y el vizconde de
Bearne. Llevaba el obispo consigo á don Guillen Ra-
mon de Moncada, que era su primo, y á Ramon
de Solsona, y á Ramon Montañá, y Arnaldo Desvilar,
que eran dos caballeros muy señalados. Con don Nu-
ño iban don Jofre de Rocaberti, Oliver de Termens,
Ramon Roger, Guillen Asbert de Barcelona, Ponce
de Bernet, Pedro de Barberá, Bernardo Español, Ber-
nardo Olives, Bernardo de Montesquieu, y Castellros,
y dos ricos hombres de Castilla, que Aclot no nombra.
El vizconde de Bearne llevaba muy escogida y lucida
gente, y iban por capitanes Guillen de San Martin,
don Guerao de Cervellon, Ramon Alaman, Guillen
de Claramonte, Uguet de Mataplana, Guillen de San-
vicente, Ramon de Belloc, Bernardo de Centellas,
Guillen de Palafox, y Berenguer de Santaeugenia,
que eran varones y caballeros muy principales de
Cataluña, y no se hace de los otros mencion tan en
particular, como de los capitanes destos ricos hom-
bres que Bernardo de Aclot nombra en su historia,
Era la armada de veinte y cinco naves gruesas, y
diez y ocho taridas, que eran navíos muy cómodos
para pasar caballos, y doce galeras: y entre otros
navíos que llamaban trabuces, que eran lo mismo
que tafurcas, y entre galeotas llegaban á ciento: de
manera que toda la armada era de ciento y cincuen-
ta y cinco navíos gruesos que decian caudales, sin las
barcas en que pasó mucha gente, y sin los aventure-
ros que vinieron á esta empresa de Génova y de la
Proenza y entre ellos fué muy señalada una nao de
Narbona, que era de tres cubiertas. Ántes que la ar-
mada se hiciese á la vela mandó el rey que fuese
con esta orden. Diose la avanguarda á una nao de
Nicolos Bonet, en que iba el vizconde de Bearne, y
otra nao de Carroz fué en la retaguarda : y ordenóse,
que las galeras siguiesen en torno de las naos. Con
esta órden se hizo el rey á la vela del puerto de Salou
un miércoles por la mañana con viento de tierra; por-
que estaban muy deseosos de partir, y no curaron
de aguardar tiempo hecho, y saliendo á lo largo los
navíos que estaban en la playa de Tarragona y en
Cambrils hicieron juntamente vela, y siguió el rey el
postrero en una galera de Mompeller, porque se detu-
vo por mandar recoger mil hombres que querian pa-
sar á Mallorca, de mas de la otra gente. Todos iban
con tanto ánimo y alegría, como si fueran á recibir el
premio de la victoria cierta y nó á dudosa guerra.
Habiendo navegado veinte millas, movióse viento le-
beche tan contrario, que no se podia tomar con él
tierra en ninguna parte de la isla de Mallorca, y los
comitres de la galera del rey, de acuerdo de los no-
cheres quisieran que se volviera á tierra, para espe-
rar mejor tiempo y suplicáronle que lo tuviese por
bien, pues era consejo forzoso; y rehusólo el rey di-
ciendo, que mucha parte del ejército si volviesen á
tierra se desmandaria por estar fatigados de la mar,
y que no convenia otro consejo, sino proseguir su
viaje. Siendo ya tarde que oscurecia, el rey que

« AnteriorContinuar »