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3 Viendo los Christianos vis rebus recederent & perso

la gente que iban perdiendo, sin esperanza de reclutar otra nueva, fueron descaeciendo de animo y pensando en capitular con los sitiadores, enviaron à conferir sobre el asunto. Los Ciudadanos observaron que Muza estaba muy cano: y volviendo sin efectuar composicion, digeron à los suyos, que el viejo Muza podia vivir muy poco. Con esto el enemigo viendo que no se le rendian, estrechó mas su asedio, mandando cabar los muros por varias partes. Salieron los Ciudadanos, y mataron à muchos: pero viendo que se extenua ban,

volvieron à contratar con Muza, el qual noticioso de que le havian reputado muy anciano por las canas, tiñó el cabello de negro: cosa que sobre cogió à los enviados, y volvie ron atónitos, atribuyendo à soberanía maravillosa del sugeto la variedad con que se gun queria se mudaba, apareciendo ya anciano, ya joven. Esto consternó los animos de todos en tanto grado, que al punto se rindieron al enemigo, capitulando (segun el Arzobispo Don Rodrigo) la indemnidad de bienes y personas: Urbem potius reddiderunt, interposito tamen pacto, ut sal

nis. Esto suena precisamente
à evacuar la Ciudad: pero de-
be entenderse, no de que salie-
sen todos los Christianos, sino
de que pudiesen ir libres los
que quisiesen: pues consta ha-
ver perseverado la Iglesia con
Christiandad. El año fue, se-
gun el mismo Arzobispo, la
Hegira 94. que concurrió en
su mayor parte con nuestro
año 713. por haver empezado
en el Jueves dia 6. de Octubre
del precedente 712. El dia
(añade el Arzobispo) fue el
último del mes de Ramadán:
Cepit itaque Villam anno Ara-
bum 94. ultima die mensis Ra
madan. Y como el Ramadan
es el mes nono del año de los
Arabes, resulta que en la He-
gira 94. empezó el Ramadán
en el dia
en el dia 30. de Mayo de nues-
tro año 713. Aquel mes de los
Arabes es pleno, de 30. dias:
y consiguientemente cayó en
la Hegira 94. el ultimo dia de
Ramadán en 28. de Junio de
nuestro año 713. De lo que se
infiere, que quando Moreno
de Vargas confrontó el dia ul-
timo de Ramadán con nuestro
23. de Octubre, ajustó la cuen-
ta por voluntad à sus gloriosos
Patronos S. Servando y Ger-
man (que se celebran en el 23.
de Octubre) no por respecto à

la

la Hegira 94. pues haviendo esta empezado en 6. de Octubre; de ningun modo pudo el ultimo dia de su nono mes incidir en el 23. de Octubre de de Octubre de aquel año de los Christianos, ni del siguiente.

4 En el escrito aplicado al Moro Rasis se refiere la conquista de Mérida con muchas individualidades, rematando en que las capitulaciones fueron, que se diese à Muza todo el haver de los muertos, y de los heridos, de las Iglesias, y de lo que en ellas huviese, asi de piedras preciosas, como de otras cosas nobles, y todo, el haver de los Clerigos. Aña dese, que despues de estas capitulaciones le abrieron las puertas, entregandole la Ciudad y se quedaron alli los Christianos que quisieron, sin hacerles mål, y otros que gustaron irse, se fueron sin recibir molestia. Otras varias cosas refiere alli, que constarán al publicar aquella historia, por no ser ahora necesarias, à causa de estar reputado por fingido aquel escrito.

5 Lo principal de nuestro asunto es, que no solo perseveró la Ciudad, sino la Chris tiandad con su Prelado, como

(1) En el libro 12. cap. 73.

antes: haciendo esta prevencion expresa, para que no se alucine alguno con lo que escribieron Morales, y Don Thomas Tamayo de Vargas: pues Morales (1) dice, que Mérida en la entrada de los Moros estaba destruida de las guerras de Suevos, Vandalos, y Godos: y que aunque estaba asi destruida y arruinada la Ciudad antigua, todavia estaba bien cercada por el cuidado del Duque Sala. Yo no hallo fundamento para aquella destruccion y ruina: pues en tiempo de los Suevos y Godos no fue destruida, sino saqueada por Hermigario Suevo, lo que le costó la vida por castigo del Cielo y queriendo el Godo Theudorico poner las manos en la Ciudad, le aterró con prodigios la gloriosa Patrona Santa Eulalia, como refiere. Idacio. Fuera de esto no padeció Mérida infortunios de ruinas por hostilidades, sino por ancianidad de las fabricas, que no pueden prevalecer contra, los Siglos. Pero estos menoscabos del puente, muros, y otras cosas, fueron restaurados por el Duque Sala en tiempo del Rey Ervigio, y quedó la Ciudad renovada con hermosura,

pro

prometiendo duracion por muchos Siglos, como vimos en los Versos latinos del Pontificado de Zenon. En el de Masona consta que fue engrandecida con fabricas, sobre lo que edificó Fidel. Pues quién la destruyó y arruinó desde entonces hasta la entrada de Muza? y si estaba arruinada, dónde vivia aquella multitud de vecinos en cuyo copioso numero esperó la Ciudad resistir al Egercito de Muza? Si estaba destruida, cómo dice Morales con Rasis, que Muza que dó espantado de ver su grandeza y magnificencia?

6 Mas notable es, que el mencionado Tamayo en el Apospasmacio, que puso al fin de la obra de Paulo Diacono (1) digese haver quedado Mérida desde la entrada de los Moros sin nombre y sin Sede: Facuit itaque, jacente inter barbaros Emerita, bæc Metropolitana Emeritensis dignitas sine Sede, sine nomine, usque ad annum nostræ salutis plus minus 1122, Esto no fue asi pues Mérida mantuvo su dignidad Episcopal, y honor de Metropoli, durante el cautiverio, del modo que otras Ciudades conservaron su

(1) Pag. 150. Tom. XIII.

Obispo, como se verá en las pruebas de los Obispos siguientes.

MERIDA PERSEVERO con Obispos en el dominio de los Saracenos.

7. Aunque no se conservan, ò no se han descubierto documentos que traten de la Christiandad y Arzobispos que tuyo en el Siglo octavo la Ciu dad de Mérida; con todo eso no se puede dudar, que fue la Iglesia continuando en la conformidad que estaba antes del yugo de los Moros, esto es, perseverando Christianos gobernados por Clerigos, y estos por su Arzobispo, sin otra novedad que la inseparable de la servidumbre à Principes extraños, agenos de la verdade, ra Religion, que la permitian por politica y avaricia, como se ha declarado en otras partes.

8. La razon de esta constancia en Mérida se toma de ver alli Metropolitano en el Siglo nono, quando ya havian pasado unos ciento y cinquenta años de servidumbre: y por tanto se convence que la Christiandad y Sede Pontificia fue

li

con

continuando como estaba en el dominio de los Godos: pues el Siglo nono, y la persecucion que entonces se movió contra la Iglesia, no era tiempo opor tuno para establecer Metropolitano en Mérida, si aquel honor huviese sido extinguido én la entrada y dominacion de los Saracenos.

9 Que perseveraba la Me tropoli (*) consta por el insig ne Cordobés el Abad Samson, Escritor del medio del Siglo nono: el qual en la prefacion de su libro segundo num 8. de nuestra edicion, nombra al Obispo Ariulfo, diciendo que era Metropolitano de Mérida: Ariulfus videlicet, qui Concilio non adfuerat, Emeritensis Sedis Metropolitanus Episcopus (1), y consiguientemente cesa toda duda sobre la perseverancia de la dignidad Epis'copal en Mérida.

- 10 De este Arzobispo solo sabemos lo que consta por la expresada memoria, y lo que 'de ella se infiere, conviene à saber, que vivia despues del

medio del Siglo nono, coeta neo con el glorioso Padre San Eulogio, y con el mencionado Abad Samson. Sabese que el año determinado era el de 862. en que se tuvo en Cordoba el Concilio, donde por la maldad del Obispo Hostegesis salió condenado el expresado Abad. En aquel Concilio no se halló présente el Obispo de Mérida, ni otro de su Provin cia, como consta` por el Abad Samson, que no menciona ninguno de la Lusitania, sino à Ariulfo, y de éste dice, que no asistió al Concilio, segun expresa en las palabras alegadas. Pero sin embargo de no haver concurrido à aquel Sy nodo, le dieron parte de lo que pasaba acerca de la causa del Abad, cuya Confesion de Fé havia presentado à los Padres del Concilio el mismo interesado. Ariulfo viendo la buena doctrina, declaró à Samson por inocente, manifestando su mente por escrito, pues éste es el primero à quien nombra el Abad entre los que le absol

(*) [Nota. Sobre el num. 9. puso el Rmo. Florez:
Vease el Tomo XV. al principio. Concilio de Cordoba

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,, 89.

vie

Vease tambien el Tomo X. de la segunda impresion pag. 363. y 525. donde se reproduce el documento que cita del Tomo XV.] (1) Tomo XI. pag. 383.

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II Ya que no concurrió Ariulfo à la citada junta, parece preciso reconocerle presente en otra que se tuvo poco antes (esto es, cerca del, 861.) sobre ocurrir à la division que havia entre los Christianos de Cordoba, como consta por lo expuesto en el Tomo X. sobre los Concilios de Cordoba (1), pues segun los textos, alli citados concurrieron Metropolitanos: y fuera del Sevillano, ninguno puede entenderse con mas fundamento que el de Mérida, por saberse (en virtud de lo prevenido en el numero precedente) que desde Cordoba comunicaban con el Emeritense.

12 Por el mismo principio de expresar Metropolitanos en Concilio de Cordoba, se deduce, que el de Mérida puede decirse incluido en la expresion de S. Eulogio, quando dice (2) que el Rey Abderraman hizo concurrir à Cor

doba à los Metropolitanos de diversas Provincias [ Metropo litanorum judicio, qui ob eamdem causam tunc è diversis Provinciis à rege fuerant adunati] y entre aquellos Metro-, politanos no tenemos fundamento para exceptuar al de Mérida: pues demas del Hispalense no restaban en los dominios y confines de Cordoba, mas que Toledo, y Mérida, los quales son los incluidos en la expresion de Metropolitanos de Provincias, diversas de la Betica: y para Mérida tenemos la declaracion citada, de que en el año de 852. ya que el Emeritense no concurrió à Cordoba, fue determinadamente consultado, y subseribió en la causa de que se trataba. La mencionada por San Eulogio era diversa en materia, y en tiempo: pues el asunto era acerca de los que se presentaban al martyrio: y el año fue el de 852. lo que antecedió en diez años al Concilio de que trata el Abad Samson, en cuya materia nombra con expresion al Emeritense Ariulfo y si esta diferencia de diez años basta para diferenciar las personas, diremos que Ariulfo no era Metropoli,

(1) Pag. 355. (2) Lib. 2. cap. 15.

ta

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