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fin, un lenguaje nuevo; porque bien sabeis, Señores, que el verbo es el idioma. Por lo mismo que esa palabra supone tanto, quiero dejar por ahora el hecho en la categoría de simple suposicion. Obsérvese, empero, que Aimonio, en el siglo x, creia que la conjugacion del verbo neo-latino contaba ya cuatrocientos años de antigüedad, por lo menos: alguna habia de tener, aunque no fuese tanta. En 842, Cárlos el Calvo y Luis el Germánico juraron un tratado de alianza en romance frances; en 740, un obispo sardo se dirigia á sus compatriotas en un romance de los de Italia: no hay fundamento para negar que en tiempo de D. Pelayo no estuviesen constituidos ya los romances de España, los cuales debian tener con los itálicos y los de Francia muy estrecha hermandad. Hemos citado á San Isidoro, que vivió en el sexto y en el séptimo siglo: en los tiempos de este Prelado, lumbrera de la Iglesia española, no cabe dudar que se hablaba en España latin; el santo, en su obra acerca de los Oficios eclesiásticos, dice terminantemente: Los intérpretes latinos que tradujeron los libros sagrados á nuestra habla (eloquium nostrum ) son infinitos. Pero el mismo San Isidoro, en su tratado de Origenes ó Etimologias, indica tambien que el vulgo de su época usaba otro lenguaje, diferente del de los eruditos, porque en más de veinte ocasiones estampa frases parecidas á éstas: El musion es nombrado así por ser enemigo de los mures (de los ratones): llámale el VULGO catto, de captura; otros dicen que por lo que catta; esto es, por lo que · Bibiones son los que nacen en el vino, que llaman VULGARMENTE mustiones (mosquitos). — A éstos ( á los acometidos de manías), llama el VULGO lunáticos. - Sinfonia se llama VULGARMENTE á un madero hueco con una piel tirante por un lado y otro, que golpean los músicos por ambos lados con unas varitas. El latin del Santo ya no era el más puro; impurísimo debia ser el del pueblo. Busquemos ahora alguna muestra de latin español en tiempos anteriores al triunfo decisivo de la Cruz, colocada sobre la corona imperial por el afortunado hijo de Santa Elena.

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Á distancia de 34 millas de Roma, segun el itinerario del Emperador Antonino, en la cuenca del lago, dicho Sabatino antiguamente, y hoy de Bracciano, cerca de la reducida poblacion que lleva el nombre de Vicarello, hubo y hay unas aguas medicinales

acídulo-salinas que, miradas por la ciega gentilidad como prodigiosas, atribuyendo sus efectos, puramente naturales, á particular intervencion de las ninfas del sitio y del dios Apolo, fueron llamadas Aguas Apolinares. Haciendo en el año 1852 una obra para mejorar el servicio de aquellos baños, encontraron los trabajadores en el fondo del agua muchos millares de monedas de cobre y otros objetos, pías ofrendas de los bañistas á los númenes tutelares de las aguas benéficas: entre estos ex-votos aparecieron tres vasos de, camino, los tres de plata, los tres con el itinerario desde Cádiz á Roma, evidente señal de haber pertenecido á españoles. Comparando el itinerario escrito á buril en los vasos, con el itinerario del Emperador Antonino, se ve que son anteriores á él, porque falta en ellos algun punto de tránsito que fué establecido despues; tambien se observa que los tres itinerarios de los vasos corresponden á diferentes épocas, porque la distribucion de las jornadas varía sobre esto y sobre las importantes cuestiones geográficas que se resuelven con la aparicion de antiguallas tan estimables, ha escrito una preciosísima Memoria mi constante amigo y favorecedor, el eruditísimo Sr. D. Aureliano FernándezGuerra. El vaso con trazas de más antiguo tiene en la parte superior este letrero: ITINERARIVM A GADES ROMAM; dice en el segundo: AB CADES VSQVE ROMA ITINERARE, y en el tercero, ITINERARE A GADES VSQVE ROMA. El doctísimo Padre G. Marchi, que publicó en la capital del orbe cristiano, años de 1852, el curioso y bien trabajado opúsculo en que anunció el descubrimiento de las aguas Apolinares, observa con razon que, á grabar el itinerario de estos vasos en Roma, no se hubiera puesto en ellos à Gades, ni ab Cades, ni usque Roma: el platero romano hubiera escrito: à Gadibus usque Romam, y no hubiera usado el raro sustantivo itinerare, sino el propio y genuino de itinerarium. Infiere el P. Marchi de estos y otros barbarismos que se leen en dos de los vasos, que siendo los tres utensilios más apropósito para viajeros gaditanos que para otro español alguno, hubieron de ser labrados en Cádiz: opinion, en nuestro concepto, más que probable. Cádiz fué siempre una ciudad muy culta; pero, á juzgar por los vasos de camino trabajados allí, los oficiales de platería de Gádes no andaban en el segundo siglo de la era cristiana muy escrupulosos

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en el uso del idioma latino: probablemente no tendrian absoluta necesidad de saberlo bien, porque usarian otro.

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› Tampoco en el siglo anterior, viviendo aún vida mortal nuestro Redentor, deja de notarse lo mismo. Posee la Biblioteca Nacional tres medallas (1) del Emperador Tiberio, de las que llaman los numismáticos grandes bronces, batidas en Emérita Augusta, con esta leyenda alrededor del busto: DIVS. AVGVSTVS. PATER. PATRIA. Demos por bien escrita la palabra PATER, que se nos presenta en abreviatura con las tres primeras letras PAT; concedamos que la palabra Divs esté en abreviatura tambien, en lugar de DIVUS; para el sustantivo PATRIA, que debia estar en caso de genitivo, no se halla disculpa. Tampoco en Mérida sabian todos las declinaciones latinas, poco despues de la muerte de Augusto. DIS MANES, en vez de Diis Manibus (2) aparece escrito en una inscripcion sepulcral española; CVRANTE MACEDONICA MATER (3), poniendo nominativo por ablativo, leemos en otra. Ciceron, en su tratado de Divinatione, libro II, manifiesta que los españoles, lo mismo que los cartagineses, necesitaban de intérprete, para que se les entendiera cuando hablaban en el Senado. Tácito, refiriendo en el libro Iv de sus Anales la muerte que al tiránico Pretor Lucio Pison dió en el año 20 de la era cristiana un labrador de Térmes (hoy Lerma), dice que, en medio de los tormentos con que castigaban al reo, aseguraba él, en su lengua, que áun teniendo á sus cómplices á la vista, nadie peligraria por sus declaraciones. No es de extrañar que fuesen poco elegantes en el latin aquellos que le hablaban sin haberle aprendido en el regazo materno.

Treinta y ocho años antes del nacimiento de Jesucristo habia quedado España sometida á las pertinaces armas de los romanos, dos siglos enteros afanadas en la trabajosa conquista. Conforme iban apoderándose de nuestra Península, iba introduciendo en ella el conquistador su lenguaje, por ley y por trato; y si creemos á Estrabon, olvidaron pronto los españoles, con el uso del

(1) Se hallan hoy en el Museo Arqueológico.

(2) RUANO, Historia de Córdoba, tomo I, libro I, cap. XII.

(3) Obras de D. Francisco de Quevedo Villegas, coleccion completa, corregida, ordenada é ilustrada por D. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe, tomo II, pág. 658, columna segunda.

pegadizo idioma, el propio y congénito de cada raza. Ello es verdad que el de los vencedores fué usado como habla comun desde las columnas de Hércules á las cumbres del Pirineo: en latin se pusieron las inscripciones de los monumentos públicos, de la moneda y lápidas tumulares; en latin escribieron españoles que ocupan distinguido lugar en la numerosa galería de la romana literatura; en latin están las leyes de los visigodos, dueños tambien de España, posteriores á los romanos; en latin los Concilios de la Iglesia española y los fueros y cartas-pueblas de villas fundadas o restauradas despues de la irrupcion sarracénica; en latin hay, por último, cartas de reyes godos, prelados y monjes. Pero esta soberana y prolongadísima dominacion oral no pudo ser completa ni uniforme en todo lugar ni en todos los tiempos : los idiomas, como el hombre y cuanto le pertenece, gozan de una duracion limitada: nacen, crecen, flaquean y acaban, trasformándose á veces en otros, y nunca pueden extenderse en una forma fija, sino á un grupo de la familia humana, poco dilatado. Muchos siglos há que existe una lengua con el nombre de idioma italiano, y jamas ha sido general en Italia: uno es el lenguaje de Roma, y otros son el de Nápoles y Venecia, parecidos y diferentes; los patois del reciente vecino Imperio se desvian mucho del habla de Massillon y Racine; y en nuestra España, el catalan, el valenciano, el asturiano y el gallego, forman lenguas, diferentes del idioma peculiar de Castilla, que se llaman dialectos, por la analogía que entre sí tienen; pero son verdaderos idiomas, porque se formaron y se hablan con independencia unos de otros, y no hay habla que los abrace todos, disponiendo ella sola del caudal comun como propio. Estrechando el círculo más, vemos en las Provincias Vascongadas que el éuscaro varía y se subdivide tambien en dialectos distintos; y si en aquella reducida extension de terreno, habitada por un pueblo casi sin mezcla, con las mismas costumbres, la misma fe y organizacion política, no ha podido haber una lengua invariable, ¿cómo habia de ser una la del vasto imperio romano (1), confusa agregacion de castas y lenguas,

(1) En la misma Roma, harto tiempo ántes del siglo VIII, se grabaron inscripciones que se pueden ver en la obra de Mr. Perret, titulada Les

violenta Babel, ansiosa de sobrepujar á todas las eminencias del mundo! La cual; más infeliz en su suerte que la fábrica de Nembrot, no fué abandonada por sus obreros; demolida y arrasada fué por esclavos rebeldes, que no osaban un dia poner los piés donde alcanzaba la sombra de sus almenas, descansadero á la vez y estorbo para las nubes. Y si toda lengua lleva en sí el gérmen de su desorganizacion y á la par el principio de un desarrollo nuevo, ¿cómo habia de eludir esta ley de la naturaleza el latin, forzadamente articulado en tantos países, á tanta distancia unos de otros! Así, los primeros que lo alteraron fueron los que más y mejor lo usaban: los romanos mismos, entre quienes, á vueltas del lenguaje usado por la clase instruida, sonaba ruda y tosca la voz de la plebe, voz desatendida al principio, tolerada despues y triunfante al cabo, como irresistible querer de una gran muchedumbre.

Para terminar mis observaciones, diré que si la opinion del Sr. Monlau, que es tambien la de los eruditos de nota más alta, no queda suficientemente justificada, culpa mia es, y no falta de razones con qué defenderla. Desentendiéndome completamente (porque no es asunto para mí) de la parte que han tenido en la organizacion del romance nuestro la lengua hebráica, el celta, el éuscaro, el fenicio, el griego y algun otro idioma, creo que éste que lleva hoy el nombre de castellano (castellano y aragones en verdad), se formó principal y directamente de la lengua latina clásica y rústica, empezando á recoger caudal así que se introdujo el latin en España: conserva pocos elementos conocidos de las lenguas primitivas de la Península; recibió de los godos algo, mucho más de los árabes; y ya formado, tomó del provenzal y del

Catacombes de Rome, donde se lee filias y filies, por filiæ; filiem por filiam; rites por vitæ; mensorum por mensium; meses y mesis por menses; diorum por dierum; viras por virens; vivati por viventi; bibi y bibu por vivo; bigenti nobe por viginti novem; bise por vixit; da por ab; y ademas, in orationis tuis, in paci, in pacis, pos morte, propio nomen, propter una filia, septe, centu, locu, idus febrarias, septembres, octobres, novembres, decembres. En una corona se halló este letrero, notable por lo irregular de la ortografía: Qui se coronaberin biban.

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