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diéndonos y satisfaciéndonos á las preguntas que os propornémos, como nosotros habemos hecho á las que vos nos habeis propuesto.

ra,

VALDÉS. Si no adornárades esta vuestra demanda con tanta retórica, liberalmente me ofreciera á obedeceros; ahoviéndoos venir ataviado en vuestra demanda con tantas razones, sospechando me quereis meter en cualque cosa enojosa, no sé qué responderos, si primero no me decís claramente qué es lo que quereis de mí.

MARCIO. Lo primero que queremos es que, sin querer saber más, nos prometais ser obediente á lo que os demandá

remos.

VALDÉS. Confiando en vuestra discrecion, que no querréis cosa de mí que no sea razonable y honesta, os prometo de ser obediente.

MARCIO. No me contento con eso, y quiero que á todos tres nos deis vuestra fe que lo haréis ansí.

VALDÉS. ¿A qué propósito me quereis obligar tan estrechamente? ¿Habéisos, por aventura, concertado todos tres para meterme en cualque cosa enojosa? Hora, sús, sea lo que fuere, digo que os doy mi fe, que responderé como supiere á todo lo que esta tarde me querréis preguntar. ¿Estais contentos?

MARCIO. Yo, por mi parte, estoy contentísimo.

CORIOLANO. A mí harto me basta.

TORRES. Pues para mí no era menester más que la pri

mera promesa.

VALDÉS. Sús, pues, comenzad á preguntar, que me teneis

Vida, cap. XXXVI, no hablaba en otra cosa; Cervantes, en el Quijote, parte 1, lib. III, cap. XXVII, le habian hablado en su negocio como en cosa sabida, y Boscan en su introduccion al lib. II, cuando dice Estando un dia en Granada con el Novajero..... tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y especialmente en las variedades de muchas lenguas.....

confuso hasta saber qué misterios son éstos que quereis entender de mí.

MARCIO. ¡Misterios! Y ¡cómo! Si bien supiésedes...

VALDÉS. Sea lo que fuere, acabad ya; por amor de Dios, decidlo.

MARCIO. Soy contento. Bien os debeis acordar cómo al tiempo, que agora há dos años, partístes desta tierra para Roma, nos prometistes á todos tres que conservaríades y entretendríades nuestra amistad, como habeis hecho, con vuestras contínuas cartas; agora sabed que, despues de vos ido, nosotros nos concertamos desta manera: que cualquier de nosotros que recibiese carta vuestra, la comunicase con los otros; y esto habemos hecho siempre así. Con ello habemos tomado mucho descanso, pasatiempo y placer, porque con la licion refrescábamos en nuestros ánimos la aficion de nuestro amigo absente, y con los chistes y donaires de que continuamente vuestras cartas venian adornadas, teníamos de qué reir y con qué holgar; y notando con atencion los primores y delicadezas que guardábades y usábades en vuestro escribir castellano, teníamos sobre qué hablar y contender; porque el señor Torres, como hombre nacido y criado en España, presumiendo saber la lengua tan bien como otro, yo, como curioso della, deseándola saber así bien escribir como la sé hablar, y el señor Coriolano, buen cortesano, queriendo del todo entenderla, porque, como veis, ya en Italia, así entre damas como entre caballeros, se tiene por gentileza y galanía saber hablar castellano (1), siempre hallábamos

(1) En el Prólogo á la Elocuencia española, de Paton, se exponen varios hechos, que prueban lo extendida que estuvo en toda la Europa culta, en la época de nuestra grandeza nacional, la lengua española. En tiempo de Cárlos V se estudiaba, escribia y hablaba en Alemania, Flandes, Italia, Francia, y más tarde, desde el casamiento de Felipe II con María Tador, en la misma Inglaterra. Domenichi, en la traduccion del Razonamiento de Empresas militares, de Ulloa (Leon

algo que notar en vuestras cartas, así en lo que pertenecia á la ortografía, como á los vocablos, como al estilo; y acontecia como topábamos algunas cosas que no habíamos visto usar ya á los que los teníamos por tan bien hablados y bien entendidos en la lengua castellana cuanto á vos, muchas veces veníamos á contender reciamente, cuándo sobre unas cosas, cuándo sobre otras, porque cada uno de nosotros, cuándo queria ser maestro ó no queria ser discípulo. Ahora que os tenemos aquí, pues que nos podréis dar razon de lo que así habemos notado en vuestra manera de escribir, os pedimos por merced nos satisfagais buenamente á lo que os de-. mandáremos: el señor Torres, como natural de la lengua ; el señor Coriolano, como novicio della; y yo, como curioso della.

VALDÉS. Si me dijérades esto ántes de comer, pusierádesme en duda si lo decíades de toda verdad ó no; pero considerando que es despues de comer, y creyendo que con mostraros hombre del Palacio habeis querido celebrar vuestro convite, me resuelvo en no creeros nada de lo que decís; y digo que si quereis saber algo de mí, debeis dejar los donaires por ahora, pues sabeis que si yo tomo la mano, ganaréis conmigo lo que suele ganar un cosario con otro.

CORIOLANO. Mejor manera de burlar me parece la vuestra; pues queriendo hacer del juego maña, pensais libraros de la fe que nos habeis dado, y engañáisos, porque de ninguna manera os la soltarémos si primero no nos respondeis muy entera y cumplidamente á todo lo que os preguntáre

de Francia, 1551, tomo IV, pág. 175), dice del español que es lengua muy comun á todas naciones.

Richelieu, segun dice Havemann, pág. 312, era aficionado á escribir en español; y Margarita de Valois, hermana de Francisco I, asegura que le langage castillan est sans comparison mieux déclarant cette passion d'amour que n'est le françois (Nouvelle 24 del Heptameron).

mos sobre la materia propuesta, en la cual se os ha dicho realmente lo que en vuestra ausencia pasaba y lo que queremos de vos.

VALDÉS. ¿Quereis que os diga la verdad? Aun con todo eso pienso que me burlais.

TORRES. Si no quereis creer á ellos, creedme á mí; que todo lo que os dicen es la pura verdad.

VALDÉS. Más quisiera que fuera la pura mentira; porque me parece cosa tan fuera de propósito esta que quereis, que apénas oso creeros.

MARCIO. Maravillome mucho que os parezca cosa tan extraña el hablar en la lengua que os es natural. Decidme: si las cartas de que os queremos demandar cuenta fueran latinas, ¿tuviérades por cosa fuera de propósito que os demandáramos cuenta dellas?

VALDÉS. No, que no la tuviera
MARCIO. ¿Por qué?

por tal.

VALDÉS. Porque he aprendido la lengua latina por arte y libros, y la castellana por uso; de manera que de la latina podria dar cuenta por el arte y por los libros en que la aprendí, y de la castellana no, sino por el uso comun del hablar; por donde tengo razon de juzgar por cosa fuera de propósito que me querais demandar cuenta de lo que está fuera de

toda cuenta.

MARCIO. Si os demandásemos cuenta de lo que otros escriben de otra manera que vos, tendríades razon de excusaros; pero demandárosla de lo que vos escribís de otra manera que otros, con ninguna razon os podeis excusar.

VALDÉS. Cuando bien lo que decís sea así, no dejaré de excusarme, porque me parece cosa fuera de propósito que querais vosotros ahora que perdamos nuestro tiempo hablando en una cosa tan baja y plebeya como es punticos y primorcitos de lengua vulgar, cosa á mi ver tan ajena á vuestros ingenios y juicios, que por vuestra honra no quer

ría hablar en ella, cuando bien á mí me fuere muy sabrosa y apacible.

MARCIO. Pésame oiros decir eso. ¿Cómo? Y ¿paréceos que el Bembo perdió su tiempo en el libro que hizo sobre la lengua toscana?

VALDÉS. No soy tan diestro en la lengua toscana que pueda juzgar si lo ganó ó lo perdió. Séos decir que á muchos he oido decir que fué inútil cosa aquel su trabajo (1).

MARCIO. Los mismos que dicen eso, os prometo se aprovechan muchas veces desa que dicen cosa inútil; y hay muchos que son de contraria opinion, porque admiten y aprueban las razones que él da, por donde prueba que todos los hombres somos más obligados á ilustrar y enriquecer la lengua que nos es natural y que mamamos en las tetas de nuestras madres, que no la que nos es pegadiza y que aprendemos en libros. ¿No habeis leido lo que dice sobre esto?

VALDÉS. Sí que le he leido; pero no me parece todo uno. MARCIO. ¿Cómo no? ¿No teneis por tan elegante y tan gentil la lengua castellana como la toscana?

(1) La obra del Cardenal Bembo, á que se refiere el autor, es la publicada con el título de Prose, en 1525, empezada en 1502. Su objeto fué analizar y examinar la lengua italiana en sí misma y en las obras de los autores que la usaron. Fué tambien la primera y más importante en su época y en su género, y se distingue por su buen sentido, su erudicion y conocimiento del idioma italiano.

Sabido es que Pietro Bembo, nacido en 1470 y muerto en 1547, era hijo de una familia patricia de Venecia, que se dió á conocer temprano por su ingenio, y á quien favorecieron los duques de Ferrara y de Urbino, y Leon X y sus sucesores. Fué secretario de Leon X; Pablo III le nombró cardenal, y estuvo al frente de la Biblioteca de San Marcos de Venecia. Sus obras se publicaron en esta ciudad en 1729, en 4 vol. in folio, y comprenden poesías diversas en latin é italiano, gli Assolani ó Diálogos sobre el amor, una Historia de Venecia en latin y muchas cartas.

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