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posibles segun la pronunciacion, que de cinco siglos á esta parte tiene la lengua española. Y procuraré dar ejemplo de cada sílaba, porque por necesaria induccion sale que sólo son sílabas españolas aquellas de que se puede señalar ejemplo en las dicciones que tiene recibidas la lengua española, cosa que me admiro que no haya observado la Real Academia.

181 Bien ejecutadas todas estas diligencias, que piden un gran conocimiento de la lengua, mucha meditacion y un genio observador y reflexivo, se advertirá que en los tránsitos que hacen las dicciones de unas lenguas á otras se añade ó se quita una ó muchas letras, segun la naturaleza y genio de cada lengua. Porque si el vocablo propio de la lengua matriz tiene alguna letra ó silabacion de la cual carece la otra lengua que ha de recibir el vocablo, es preciso que se omita aquella letra ó silabacion, ó á lo ménos que á la tal silabacion ó union de letras se le quite ó mude alguna de ellas, ó se añada otra para que la sílaba sea conforme á la pronunciacion de la lengua. Estas añadiduras ó quitamientos de letras ó de sílabas se hacen al principio, ó al medio, ó al fin de las dicciones. Hacer de todo esto una perfecta induccion, pedia, como dije, haber trabajado un diccionario etimológico, obra propia de una larga y no ociosa vida, ó de la aplicacion de muchos á un mismo tiempo.

182 Tambien es propio de quien trata en particular de los orígenes de alguna lengua, observar las finales de los vocablos para la mudanza conveniente. Así vemos que los vocablos que en otras lenguas acaban en b, c, f, g, h, k, m, p, t, u, rarísimas veces permanecen con esas finales. Por lo cual, ó se les añade, ó se les quita, ó se les muda alguna letra. Por eso llamamos Jacob al Patriarca, nombrándole con nombre peregrino, y á los que toman su nombre ó de alguno de los Apóstoles los llamamos Jacobo. Dijeron nuestros mayores de bac, baque, y hoy muchos de Joseph ó Jo

sef, por razon de la suavidad, José ó Jusepe. De Diag, anticuado, decimos Diego; de Elch, Elche; de almanak, almanaque; de Absalom, Absalon; de Adam, Adan; de Petrochim, vocablo hebreo, pitanza; de julep, persiano, julepe; de ardit, lemosin, ardite; de mot, voz tambien proenzal, que significa texto poético glosado, mote, y de ahí motete, como de són, sonete y sonsonete; de gelu decimos yelo.

183 Las etimologías mejor se hallan en unos casos que en otros, y mejor en unas personas que en otras. Esto es lo mismo que decir que se han de buscar en las raíces, de donde nacen los vocablos de nuestra lengua, las cuales no siempre son los nominativos y primeras personas del presente indicativo de los verbos, porque en los nombres sustantivos, que tienen el ablativo desemejante al nominativo, la raíz suele ser el ablativo, ahora se decline el nombre por la segunda, ahora por la tercera declinacion, como adulter, ablativo, adúltero, en español adúltero; ars, ablativo, arte; baculum, ablativo, báculo; bilanx, ablativo, bilance, la balanza; callus, ablativo, cal-lo, ca-llo; caro, ablativo, carne; dæmonium, ablativo, dæmonio, demonio; definitio, ablativo, definitione, definicion; edictum, ablativo, edicto; eclipsis, ablativo, eclipse; fortum, ablativo, furto, hurto; falco, ablativo, falcone, halcon; gal-lus, ablativo, gal-lo, gallo; gigas, ablativo, gigante; hamus, ablativo, hamo; habitatio, ablativo, habitatione, habitacion; imaginatio, ablativo, imaginatione, imaginacion; imperium, ablativo, imperio, etc. En los nombres declinados por la cuarta y quinta sucede lo mismo, porque la cuarta declinacion es muy semejante á la segunda, y la quinta á la tercera. Y así, el modo de sacar las etimologías es éste: arcus, ablativo, arcu, arco; dies, ablativo, die, dia. En los nombres que se declinan por la primera, lo mismo es decir que la raíz es el nominativo que el ablativo, porque la terminacion es uniforme. Y así decimos sin distincion de casos: absentia, ausencia; beneficen

tia, beneficencia; clementia, clemencia; diligentia, diligencia, etc. De lo dicho infiero una curiosa observacion, y es que, como los nombres de la tercera declinacion, por razon del aumento suelen alargar la o en los casos oblicuos, y como es cosa frecuente quitar del ablativo la vocal final, quitada ésta, aunque la diccion quede con las mismas letras y sílabas que tenía en el nominativo, el acento de la final española es largo, aunque fuese breve en el nominativo latino, como amor, ablativo amore, amor; benefactor, ablativo benefactore, bienhechor; calumniator, ablativo calumniatore, calumniador; declamator, ablativo declamatore, declamador; educator, ablativo educatore, educador; fabricator, ablativo fabricatore, fabricador; gubernator, ablativo gubernatore, gobernador; habitator, ablativo habitatore, habitador; incitator, ablativo incitatore, incitador, etc. Sabidas las reglas antecedentes respecto de los nombres sustantivos, en cuanto á los adjetivos, sólo queda por hacer la misma aplicacion de dotrina. Porque, ó el adjetivo tiene una, ó dos, ó tres terminaciones. Si tiene tres, la primera y tercera se varian por la segunda declinacion, y la segunda terminacion. por la primera declinacion. Y por consiguiente, la raíz es el ablativo, como absurdus, absurda, absurdum, ablativo absurdo, absurda, absurdo, en español absurdo ó cosa absurda. Si el adjetivo tiene una ó dos terminaciones, ambas van por la tercera declinacion; y así la raíz de las etimologías se ha de buscar en la primera terminacion de sus ablativos, como absens, ablativo absente, vel absenti, ausente; acris, vel acre, ablativo acre, vel acri, acre.

184 En los verbos mejor suelen hallarse las etimologías en el infinitivo que en la primera persona del indicativo, ire, ir.

como eo,

185 El dar, pues, las verdaderas etimologías no es cosa que se logra tanto con el ingenio como con una larga leccion acompañada de mucha reflexion, juicio y discrecion.

Segun esto, ya se ve la gran dificultad que hay en ser buen etimologista, la cual es tanta, que Gil Menagio (1) decia que habia cincuenta años que estudiaba su lengua, y toda vía no la sabía. Esto dijo un hombre que escribió los orígenes de la lengua francesa, que era la suya, y los de la italiana, con admiracion de los mismos italianos, muy inclinados á despreciar las cosas transalpinas; y que fuera de todo esto supo muy bien la lengua griega, entendia bien la española, y tenía conocimiento de otras muchas.

186 Puede ser que algunos, atendiendo á los ejemplos antecedentes, piensen que es muy fácil sacar etimologías; pero deben saber que como ha sido mi intento hacer observar la analogía, los ejemplos debian ser muy claros, y los más sacados de una lengua, como es la latina, para que á imitacion de esto se animen otros á ejecutar lo mismo en las demas matrices, y verán la suma dificultad que hallan en señalar los ciertos orígenes entre tantas, tan antiguas y tan desusadas lenguas, como son las matrices de la nuestra.

187 Los que ven tanta variedad de orígenes en la lengua española, unos dicen que tal mezcla de voces parece algarabía, y la juzgan por gran imperfeccion. Al contrario,

(1) Gil Menagio nació en Angers en 1613, y murió en París en 1692. Primero abogado y despues literato y eclesiástico, fué amigo de Balzac, Pelisson, Scudery, Chapelain y de Cristina de Suecia, y protegido por el cardenal Mazarino. Su reputacion de bel sprit, muy extendida, palideció ante las de Boileau y Molière, el cual lo sacrificó bajo el nombre de Vadio en las Mujeres sábias. Su lengua, más libre de lo que exije la prudencia, le hizo muchos enemigos. Escribió Les origenes de la langue française, Observations sur la langue française. Diogene Laerce, greco-latino, con un comentario muy extenso; Orígenes de la lengua italiana, en italiano, y Mulierum philosopharum historia. Sabía el italiano tan bien, por lo menos, como el frances.

otros son de sentir que eso mismo es lo mejor que tiene, pues de muchas lenguas ha escogido lo más expresivo, suave y sonoro. Unos y otros me parece que se engañan, porque habiéndose tomado de otras lenguas casi todas las voces de la española, si no se tiene inteligencia de las lenguas originales en que se impusieron, se ignora la fuerza de las significaciones. Por otra parte, cuando las voces se introducen de una lengua en otra, no suele tener lugar la eleccion, sino que obliga á dar principio á tal introduccion la necesidad ó poca reflexion de quien habla, el cual, si es advenedizo, no sabe explicarse (á lo menos expeditamente) sino usando de los vocablos de su lengua, que tal vez son los únicos que se ofrecen á su memoria; y si es natural y traduce algo, luego que no se le ocurre cómo expresar las cosas en su lengua, aunque haya voces propias y usadas, las toma de la lengua que traduce. Y por eso vemos que no hay traduccion en que deje de haber voces extrañas, pudiendo muy bien excusarse, pues suele haberlas muy propias.

188 En cuanto á la variedad de vocablos de muchas lenguas de que se compone la española, lo mismo sucede á todas las demas que se hablan hoy en todo el universo, no habiendo una siquiera que no sólo sea bilingüe, como la de los tirios en Virgilio (Æneid., 1, v. 665), ó trilingüe, como la de los marselleses antiguos, segun Marco Varron, alegado por San Jerónimo (2, ad Galat. in Proœm.), sino tambien cuatrilingüe y áun babilónica, por la mezcla de las naciones, inconstancia de las cosas humanas y providencia de Dios, que quiere que nada sea permanente debajo de la luna, para que sólo aspiremos á fijar nuestros pensamientos en sus innumerables é infinitas perfecciones, eternamente permanentes.

189 Un provecho tiene esta variedad de voces de diferentes lenguas, que mantiene la memoria de las antiguas invasiones de las gentes y de la diversidad de dominios, y la

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