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Santo Evangelio, y nosotros nos cebamos en curiosidades inútiles, y vanamente pensamos en extender nuestra gloria, no la vuestra!

84 ¿Quién negará, pues, que es muy útil el estudio etimológico, presuponiendo el conocimiento de muchas lenguas y de muchísimas cosas? Pero como este estudio de averiguar los orígenes ha sido tratado por lo comun con poca pericia, no tiene, por lo general, la estimacion que me

rece.

85 Unos han escrito de los orígenes de su lengua con ambicion de hacerla independiente de las demas cuanto les fuese posible. Desta suerte, Marco Varron (1), el más docto de los romanos, quiso dar orígenes latinos á muchos vocablos que sabía muy bien que los tenian griegos; y en tiempo de nuestros mayores, abusando Juan Goropio Becano de la grandeza de su ingenio, intentó hacer verosímil el delirio de que el flamenco de Ambéres, que él llamó Lengua cimbrica, era aquella misma que se habló en el Paraíso terrenal, para que, á vista de una opinion tan ridícula, extrañásemos ménos que algunos quieran que sus lenguas sean las mismas que Dios infundió en la torre de Babel, como si el los tuviesen alguna idea áun obscura de tales lenguas, y fuese posible que alguna de ellas durase, como quieren, millares de años.

86 Otros hay que, aunque saben várias lenguas y escri

(1) Marco Terencio Varron nació en Roma el año 116 ántes de Jesucristo; terminó su educacion en Aténas, y fué sucesivamente abogado, arrendatario de las rentas públicas, tribuno del pueblo, capitan de una de las armadas que se enviaron contra los piratas á las órdenes de Pompeyo, y gobernador de la España Ulterior como lugarteniente de Pompeyo. Escapó de las proscripciones, y vivió despues quince años, muriendo el 15 ántes de Jesucristo. Sabía mucho, y dejó escritos más de 500 volúmenes; pero sólo se conservan tres libros de Re rustica, 35 De lingua latina y algunos fragmentos.

ben sin pasion, ignoran ó no practican las reglas que deben observarse para señalar bien los orígenes, y fácilmente se arrojan á decir lo primero que piensan. Entre los cuales cuento al eruditísimo maestro Alexio Venegas (1), el cual, al fin del docto libro que intituló Agonia del tránsito de la muerte, impreso en Alcalá, año 1565, dió algunas etimologías muy caprichosas, bien que otras muchas son felicísimas. Y así no extraño que el maestro Francisco Sanchez de las Brozas (2), reformador ilustre de la gramática latina, tomase el trabajo de añadirle; cuya adicion manuscrita se halla hoy en uno de los colegios mayores de Salamanca, comunmente llamado de Cuenca, por haberle fundado, año MD, Don Diego Ramirez, obispo de Cuenca. Ciertamente sería un obsequio muy debido á la memoria de tan insigne gramático publicar esta obra. Pero no basta haber ilustrado la nacion española, y su nobilísima lengua, para que deje de estar sepultado en el olvido. En la real librería de San Lo renzo, donde hay manuscritos preciosísimos, he visto un ejemplar de las Etimologias españolas, que así se intitula un libro atribuido á F. S., que luégo interpreté ser Francisco Sanchez, y así lo dejé advertido. Pero tengo sospecha de que es mucho más copioso el ejemplar que se halla en la li

(1) Alexio Vanegas de Busto, toledano; estudió primero teología, casándose despues, y enseñando humanidades en Toledo. Fué hombre de grande instruccion, mereciendo notables alabanzas de Matamoros y de Ginés de Sepúlveda. Escribió en latin y castellano obras de erudicion religiosas y gramaticales. Floreció en el siglo XVI.

(2) Francisco Sanchez, natural de las Brozas, en Extremadura, docto en letras griegas, latinas y castellanas; fué profesor de retórica y de griego y latin en Salamanca y hombre de grande ingenio, saber y originalidad. Escribió várias obras gramaticales, retóricas y críticas, comentarios á autores latinos, corrigió y publicó á Pomponio Mela, y anotó las obras de Juan de Mena y de Garcilaso de la Vega.

brería del colegio mayor de Cuenca en la ciudad de Sala

manca.

87 Otros hay que, sabiendo muy bien los cánones etimológicos, abusan tanto de ellos, que muchas veces quieren enseñar orígenes cuando sería mucho mejor confesar con ingenuidad que no los saben. Puede contarse entre éstos el eruditísimo Gil Menagio, á quien el sabio obispo de Abranches Pedro Daniel Huecio, con amigable ingenuidad escribió del tenor siguiente (Disertacion 19): Yo, señor mio, he dicho á U. M. várias veces, y vuelvo á repetirlo, que si U. M. fuese ménos hábil etimologista que lo es, serian mejores sus etimologías. Sería U. M. más circunspecto, y se sujetaria á las reglas y á los principios. Pero como U. M. posee el asunto soberanamente, porque sabe con perfeccion los trueques de las letras, y tiene U. M. unas grandes luces de las lenguas originales y de aquellas que tienen alguna afinidad con la nuestra (la francesa), se pone U. M. encima de las leyes, y su propia satisfaccion le hace ser aventurero en paradojas y origenes increibles, y tales, que no se pueden sostener.

88 Segun esto, para sacar etimologías con acierto, es necesario saber várias lenguas, tener principios y reglas para deducirlas, y mucho juicio y discrecion para valerse de estos principios y reglas.

89 En lo que toca á las lenguas, se ha de poner mayor estudio en aquellas de las cuales se han tomado más vocablos, que en las otras de que se han tomado ménos. Y así, mayor estudio deben poner los etimologistas españoles en la lengua latina que en la árabe, mayor en la árabe que en la griega, mayor en la griega que en la hebrea, mayor en la hebrea que en la céltica, mayor en la céltica que en la goda, mayor en la goda que en la púnica, mayor en la púnica que en la vizcaína, y generalmente hablando, mayor en las lenguas que ménos siglos há fueron dominantes, ó de naciones con quienes los españoles han comerciado mucho, que en

otras más antiguas ó de naciones con quienes hemos comunicado ménos.

90 Guardando, pues, el debido método, y retrocediendo hácia los primeros orígenes, empecemos por la lengua latina, á la cual es tan conforme la castellana, que si uno tiene un poco de arte, puede formar razonamientos enteros que igualmente se entiendan en una y otra lengua, y cada una de ellas los vindique á sí. Desta suerte Juan de Mena empezó su Tratado de vicios y virtudes no sé si de industria ó por acaso :

Canta tú, cristiana Musa.

Y el autor del Diálogo de las lenguas manifestó la gran conformidad de la latina y castellana traduciendo los dos primeros versos de la Epistola de Horacio á los Pisones, comunmente alegada con el título Arte poética, porque enseña grandemente los preceptos de ella. Pero el eruditísimo maestro Fernan Perez de Oliva (1), con mayor artificio, escribió un Diálogo latino y español, siendo interlocutores Siliceo, Arithmetica, Fama. El cual diálogo se halla al principio de las obras de aquel insigne cordobes, publicadas en su misma patria, año 1586, por su doctísimo sobrino Ambrosio de Morales (2), el cual, cuando tenía el cuidado de

(1) Fernan Perez de Oliva, natural de Córdoba, discípulo en Paris de Siliceo, viajó mucho por Italia, Francia y España, y explicó á Aristóteles en Salamanca con grandísimo aplauso. Tradujo algunas obras de Sófocles (la Venganza de Agamenon), de Eurípides (Hécuba triste), y el Anfitrion, de Plauto. La obra que cita Mayans se titula: Dialogus in laudem Arithmetica Hispana seu Castellana lingua, quæ parum aut nihil a sermone latino dissentit, con la aritmética de Juan Martinez Siliceo; París, 1518.

(2) Ambrosio de Morales, doctísimo sobrino de Juan Perez de Oliva, maestro de gramática de D. Juan de Austria é historiógrafo de Felipe II, es harto conocido por los amantes de las glorias españolas. Publicó un Discurso sobre la lengua castellana, con las obras de su tio.

los estudios del serenísimo señor Don Juan de Austria, le dirigió una carta con semejante artificio. Practicóle tambien el doctor Luis Gonzalez, hombre de excelente ingenio y muchas letras, que murió casi mozo, siendo del Consejo de la general Inquisicion, el cual continuó este artificio en algunos pliegos de papel. Don Francisco de Castilla (1) imprimió una cancion toda latina y castellana. Semejante habilidad manifestaron Juan de Guzman (2) en las Notaciones que hizo sobre la primera Geórgica de Virgilio, el maestro Martinez en el fin de su Arte, el licenciado Diego de Aguiar (3) en unos tercetos, Sor Juana de la Cruz en un villancico que empieza Divina María, y otros muchos. Esta es una prueba evidentísima de haber sido la lengua castellana, que hoy hablamos, en su orígen, latina. Omito los testimonios que con mucha diligencia recogió el canónigo Aldrete (en los libros del origen de la lengua castellana). Pero advierto á los que hubieren de sacar etimologías, que no sólo las busquen en la lengua puramente latina, sino en la ya barbarizada, especialmente en los libros de la ínfima latinidad, en los glosarios de ella, en los instrumentos más antiguos y en los primeros libros españoles, en cuyos escritos se ve de la manera que el latin se iba corrompiendo,

1) Francisco de Castilla, abogado palentino que floreció á mediados del siglo XVI, y cuyas obras, en verso, publicó su hijo Sancho, capellan de Felipe II.

(2) Juan de Guzman, discípulo del Brocense, profesor de retórica en Pontevedra y Santiago despues de haber estado en América. Tradujo Las Geórgicas, de Virgilio, y la Egloga X, y publicó ademas un Tratado de retórica dividida en catorce convites de oradores, con teórica y práctica.

(3) Diego de Aguiar, gallego, abogado docto en letras latinas y castellanas; escribió Tercetos en latin con greco y puro castellano, obra dedicada á los príncipes Felipe é Isabel, hijos de Felipe II, impresa en Madrid en 1621. Se cree que es tambien autor de la primera parte de Las relaciones de Juan Botero.

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