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das las tierras circunvecinas á ella sin exceptuar un palmo, estuvieron sujetas al imperio romano.

58 Pero así Cantabria como los pueblos vecinos procuraron siempre conservar su lengua, cuanto permitió aquella dominacion y las que despues se siguieron. Y lo que más contribuyó á la conservacion del lenguaje, fué el haber vuelto luégo á la antigua rudeza y poco trato con las naciones más cultas, siendo cierto que donde no hay mucha comunicacion con los extraños, se conserva más la lengua antigua; y si no hay estudios, mucho mejor, porque por la leccion se aprenden muchísimas voces nuevas, y se pega despues á los lectores gran parte dellas. Verdad es que donde no se estudia, se sabe poquísimo, y donde se sabe poco, es muy limitado el lenguaje; y éste en el discurso de muchos siglos no puede dejar de corromperse.

59 Despues de los romanos vinieron á España los godos y otras naciones setentrionales, las cuales,segun la extension y duracion de su dominio, introdujeron sus lenguas; pero no de manera que aboliesen el lenguaje romano que ya se usaba generalmente en toda España, ménos en las montañas más fragosas de la parte setentrional. Con todo eso los godos, los vándalos, por otro nombre silingos (Isidorus in Hist. Wand, era CCCCXLIX), los alanos y suevos introdujeron en España muchísimas voces, que áun hoy perseveran.

60 Ultimamente vinieron los africanos y se apoderaron de toda España, exceptuando parte de las montañas de Astúrias, y Leon y Cantabria, y algunos lugares fuertes de Aragon y Cataluña. Y como la dominacion de los africanos por el castigo de los pecados de esta nacion, y singularmente por la desobediencia al Papa, duró tantos siglos; el lenguaje que ellos trajeron (que era el árabe) se hizo universal en España, exceptuando los pequeños recintos donde se habian refugiado y fortalecido los pocos cristianos que

no quisieron sujetarse á la dominacion de los bárbaros: y por eso gloriosamente mantuvieron la religion, la libertad y la lengua: bien que ésta, como sucede siempre, con notable mudanza, segun las gentes con quienes más comunicaban.

61 Por esta misma causa los cántabros que trataban con los españoles allí refugiados, los cuales hablaban la lengua latina, bien que corrompida, los cántabros, digo, ademas de las voces latinas que habian recibido ya inmediatamente de los mismos romanos, recibieron otras muchas de los españoles, acomodándolas á sus terminaciones y manera de pronunciar, y al mismo tiempo comunicaron á los españoles otras voces suyas, que áun duran hoy en la lengua española. Esto se ve claramente, si se cotejan entrambas lenguas, española y vascongada, pudiéndose asegurar que la mayor parte del vascuence, si se observan bien las raíces de sus vocablos, tiene origen del latin, como lo he observado en el vocabulario manuscrito que se compuso en el año MDXXXII, el cual se halla en esta Real Biblioteca. Y aunque es verdad que el autor de dicho vocabulario muchas veces no puso las palabras puramente vascongadas, correspondientes á las voces españolas; tambien es cierto que el vascuence ha recibido de otras lenguas los vocablos de las artes, de sus instrumentos y hechuras, y los de las ciencias y muchos de sus objetos, que son innumerables, los de la religion, empleos y cosas extrañas del país, como árboles, hierbas, animales, piedras, trajes; cosas propias de la vanidad, totalmente ajenas de la esterilidad y pobreza de su país, y las que son propias de la ingeniosa gula de estos tiempos, que ha llegado á tal extremo, que sólo de bebidas se pueden contar más de doscientas especies; pues cien años há contó un curioso español ciento y diez y ocho. Que es lo mismo que decir, que si uno toma en las manos los diccionarios más copiosos de las lenguas de hoy, no hallará

en el vascuence voces correspondientes á muchísimas otras, y las que hallará, si se observan sus raíces, unas serán latinas, otras españolas, otras francesas, otras de otras lenguas, y poquísimas puramente vascongadas. Si esta lengua tuviera impreso algun diccionario, que lo deseo mucho, me parece que si fuera cumplido, combinándole con otros, se habia de observar y ver lo que digo. Ni puede ser de otra suerte, porque el vascuence no se sabe que haya tenido libros, los cuales es cierto que son los únicos conservadores de la mayor parte del lenguaje. Por esto no usan hoy de muchas palabras de que usaron antiguamente, y así dice Plinio (Nat. Hist. lib. 36, cap. 41) (1) que llamaban bubbatio á la vena de la piedra iman, palabra que hoy no conservan. El decir Plinio que esta voz era de los cántabros, indica que éstos tenian su propia lengua, tan diversa hoy de lo que fué, que ni áun mantiene los nombres, no digo ya de las antiguas poblaciones, porque no hay rastro de ellas, pero casi estoy para decir que ni los de los rios y montes, que son los mismos que fueron. Y de ahí nace la dificultad de señalar los antiguos límites de Cantabria, sobre que trabajo muchísimo el más diligente de los historiadores de España, Jerónimo Zurita, y es asunto que pide nueva diligencia, dejando aparte toda preocupacion de juicio y las que han tenido los historiadores que hasta hoy ha habido. Pero

(1) Cayo Plinio Secundo, natural de Como ó de Verona, en donde vió la luz en el año 23; sirvió primero en el ejército, y fué gobernador de España, prefecto de la armada de Micena, y grande amigo de Vespasiano y de Tito. Pereció el año 79, cuando la erupcion del Vesubio, por haberse acercado á él imprudentemente. Habia escrito una Historia de Roma, otra de las guerras de Germania, el Studiosus y ocho libros de Dubii sermones, obras todas perdidas. Sólo se conserva su Historia natural en 37 libros, enciclopedia de conocimientos de la antigüedad, llena de datos preciosos, aunque escrita á la ligera. Su estilo es original y enérgico.

lo que es más, no podemos juzgar de la antigüedad de este idioma, porque como cada lengua es determinadamente tal por tener tales voces, y tal analogía, y tales modos de hablar, ni sabemos si las voces de hoy son las mismas que habia mil años há, ni si permanece hoy la antigua analogía, ni si es uniforme la costumbre de hablar en tan distantes siglos. Con razon, pues, el sabio arzobispo de Tarragona Don Antonio Agustin (1), hablando del vascuence, dijo (Dial. 6, pag. 237): Como no tienen libros ni otras memorias escritas en aquella lengua, mal se puede saber la verdad de donde vino.

62 Yo siempre concederé á esta lengua una grande antigüedad, y diré que permanece hoy esta antigüedad en los caractéres generales del vascuence, pero no en los especiales constitutivos de tal lengua. Quiero decir, que la multitud de conjugaciones, la posposicion de los artículos y otras singularidades del vascuence, vienen muy de antiguo; pero no me persuado que áun aquellas voces que se tienen hoy por puramente vascongadas sean las mismas que antiguamente, porque si vemos que hoy para decir poco los vascos dicen guchi, los navarros guti y los vizcaínos guichi, y á este modo hay muchísimas voces muy diferentes entre sí, las cuales forman unos dialectos muy diversos, ¿cómo hemos de creer lo que suponen, que sola esta nacion en el mundo tiene el privilegio especial de conservar sus voces incorruptas, sin que por espacio de muchos millares de años se haya variado su pronunciacion? Y más habiendo sido la Cantabria tantas veces invadida y arruinada. Cada una de las

(1) D. Antonio Agustin, sabio arzobispo de Tarragona, natural de Zaragoza, prelado de profundos conocimientos en derecho, historia y antigüedades griegas y romanas; murió en 1586, habiendo escrito muchas y muy importantes obras de derecho, comentarios á autores latinos, como á Varron y á Festo, sobre medallas y linajes españoles, etc.

naciones dominantes y vecinas apropiese sus voces, y veamos el resíduo, distinguiendo en él qué es dialecto y qué no lo es, que por ventura saldrá un capital de las reliquias de muchas lenguas antiguas. Apuntemos algunas de las naciones dominantes (1).

(1) Las lenguas, con arreglo á lo que se sabe hoy, y para fijar algunos principios, ya sean éstos más ó ménos hipotéticos, pueden dividirse en tres clases principales; la primera es la de aquellas que conservan invariable la radical monosilábica de la significacion, é invariable tambien y separada de aquélla, la radical monosilábica de la relacion; por ejemplo, la raíz am significa en general amor, y para expresar la primera persona de singular del presente de indicativo usan de otras radicales monosilábicas, que, sin formar cuerpo con aquélla, expresan aisladamente el verbo ó la accion, el tiempo, el número y la persona; á esta clase pertenece el chino y otras mu. chas lenguas; la segunda es la de aquellas que unen á la radical de significacion otras de relacion, y forman una sola palabra, cuyas partes, sin embargo, se distinguen entre sí claramente, y no se han confundido y amalgamado de tal suerte que formen un solo cuerpo; á ésta pertenecen el vascuence y muchas lenguas tártaras; y por último, la tercera es la de aquellos, como sucede á todas las indo-germánicas, en que la significacion y la relacion constituyen palabras perfectas y completas que no se pueden separar entre sí, porque entonces nada significan.

Por lo demas, es indudable que el vascuence es la lengua más antigua de España, y que, desemejante en todo de las demas de Europa, sólo se parece á otras que se hablan en la extremidad oriental del Asia. De todas maneras, ignoramos ahora por completo de dónde vino este pueblo con su singular lengua cuando emigró en España, y por qué motivos la conserva hoy, como conserva tambien sus sencillas y patriarcales costumbres, su furor por los bailes, etc. Por tales caractéres se podria acaso aventurar que es un pueblo asiático, pero esto no deja de ser una mera conjetura, fundada en analogías, de suyo tan falaces. Sobre la lengua y la literatura (si tal nombre merecen los pocos libros impresos de esta lengua) pueden consultarse la Notitia utriusque Vasconia, de Oihenart; El imposible vencido, el Arte de la lengua vascongada y el Diccionario español, vasco y latino, de Larramendi; la Grammaire vasque et française, de Harriet; las Anti

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