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Rhecia y á los vindélicos y á los sálasos, gentes que vivian en los Alpes. El mismo Suetonio se explicó más cuando dijo (cap. 20) que Augusto hizo por sí dos guerras: la dalmática, siendo aún mozo, y la cantábrica despues de vencido Antonio. En otra parte refiere (cap. 81) que Augusto padeció en su vida algunas graves y peligrosas enfermedades, especialmente despues de haber domado la Cantabria.

45 Dion Casio (1), que escribió en tiempo de Adriano, y los dos insignes españoles Lucio Floro, que floreció en tiempo de Trajano, y Orosio, que vivió imperando Arcadio y Honorio, refieren largamente este vencimiento y sujecion de los cántabros, cuyos sucesos hasta ahora no han sido bien concordados. Y por eso me ha parecido ordenarlos, siguiendo principalmente á Dion, porque lo refirió más de propósito y los distinguió señalando los consulados, cuya narracion pienso suplir y entretejer con lo que dijeron los abreviadores Floro (2), Orosio y otros.

46. Orosio dice (libro 6. cap. 20) que en el año de la fundacion de Roma DCCXXVI, siendo Augusto sexta vez cónsul con Marco Agripa, que lo era la segunda, mandó abrir las puertas de Jano, y vino con su ejército á las Españas para hacer la guerra á dos fortísimas naciones, cántabros y as

(1) Dion Cassio, historiador griego, nació en Nicea hácia el año 155 de Jesucristo, y durante los reinados de Cómmodo, Pértinax y Alejandro Severo, fué senador, cónsul y gobernador del Asia Menor y de África. Habia escrito una Historia romana desde la llegada de Enéas á Italia hasta el año de su consulado, en 80 libros. Sólo se ha conservado el 19.o y algunos fragmentos. Generalmente es exacto, aunque algo parcial, sobre todo contra Séneca.

(2) Anneo Lucio Floro, español de la familia de Séneca y Lucano, que vivió, segun unos, en tiempo de Adriano, y segun otros, 100 años despues. Escribió un Epitome ó compendio de historia romana desde Rómulo hasta Augusto, en cuatro libros, con estilo brillante y conciso. Se le atribuye tambien el Pervigilium veneris y otras poesías.

turianos, teniendo por cosa de ménos valer que viviesen segun sus leyes. Yo me persuado que el motivo que tuvo Augusto para mandar abrir el templo de Jano (esto es, para dar á entender que era tiempo de guerra) no fué sólo el levantamiento de los cántabros, sino tambien el designio de sujetar otras naciones y de poner bien pacífico todo el imperio romano, como claramente se infiere de lo que escribió nuestro Floro (lib. 4. cap. últ.) y Dion Casio (lib. 53). Como quiera que sea, estuvo Augusto en Tarragona mucho tiempo, porque segun Suetonio (In August. cap. 21), allí dió principio á su octavo y nono consulado, teniendo por compañeros en el uno á Tito Estatilio Tauro, segunda vez cónsul, y en el otro á Marco Junio Silano.

47 Lucio Floro dice (lib. 4. cap. últ.) que en el Occidente casi toda España estaba apaciguada, ménos la parte que bañaba el Océano citerior arrimada á los escollos del cabo de los Pirineos. Aquí (dice) dos esforzadísimas naciones, los cúntabros y asturianos, vivian sin sujecion al imperio romano. El ánimo de los cántabros en mantenerse en su rebelion (esta supone antecedente sujeción á los romanos) era más profundo y más pertinaz, los cuales, no contentos con defender su libertad, intentaban dominar tambien á los más cercanos, y molestaban con frecuentes correrías á los vacceos y curgonios y autrigones. Contra éstos pues (habla de los cántabros), porque habia noticias que obraban con mayor encono, no se encomendó la expedicion, sino que se emprendió. Vemos, pues, al emperador Augusto personalmente empeñado en sujetar á los cántabros.

48 Tito Livio escribió esta guerra largamente. Ahora únicamente nos queda el sentimiento de su pérdida. Su abreviador sólo dice esto (lib. 136): Refierese la guerra que hizo Marco Craso contra los Traces y César contra los españoles; y como los salasos, gente de los Alpes, fueron sujetados. Tenemos el recurso de Dion, que sin duda leyó y siguió á

Tito Livio. Dice Dion (Hist. Rom. lib. 53) que á tiempo que pensaba Augusto César en ir á la expedicion de Bretaña, le hicieron mudar de intento los salasos, cántabros y asturianos, los cuales se rebelaron. Contra los salasos que habitaban al pié de los Alpes, envió á Terencio Varron, el cual los venció. Y el mismo Augusto, que entónces (esto es, en el año DCCXXIX de la fundacion de Roma) era nona vez cónsul, fué contra los cántabros y asturianos. Embestidos por César unos y otros, y no queriendo someterse, confiados en la aspereza de los parajes, ni queriendo pelear por ser muy inferiores en número y los más de ellos ligeramente armados, y sucediendo que, á cualquier movimiento que hacia el César, ocupaban luégo los lugares más altos y valles. silvestres, poniendo asechanzas, frecuentemente infestaban el ejército romano. Augusto, que se veia puesto en aquellos grandes aprietos de tanto trabajo y cuidados, cayó enfermo. Hubo de dejar el mando á Cayo Antistio Vetus, y se fué á Tarragona. En aquella guerra hizo Antistio grandes hazañas, no porque fuese mayor general que Augusto, sino porque despreciándole sus enemigos, se atrevieron á entrar en batalla y la perdieron. Y entónces fué cuando Antistio se apoderó de algunas poblaciones. Despues Publio Carisio entró en Lancia, desierta de los suyos, y redujo á su obediencia otras muchas tierras. Hasta aquí Dion, traducido casi á la letra, cuya narracion concuerda muy bien con la de Floro y Orosio, que, habiendo sido españoles, debemos suponerlos bien informados. Dice, pues, Orosio (lib. 6. capitulo 21), copiando á Floro (lib. 4. cap. últ.) en gran parte, y entretejiendo otras noticias, que los cántabros y asturianos, que entonces eran parte de la provincia de Galicia, no sólo estaban aparejados para defender la propia libertad, sino que tambien tenian ánimo de quitarla á sus vecinos. Y así hacian sus entradas, y talaban las tierras de los vacceos, turmodigos y autrigones. César, pues, puso sus reales junto á

Segisama, habiendo cercado con tres cuerpos de su ejército casi toda la Cantabria. El ejército se fatigó mucho tiempo, y muchas veces se vió en gran peligro. Pero, finalmente, mandó César que por la parte del seno Aquitánico por el Océano, estando los enemigos descuidados, se arrimase la armada y se hiciese un desembarco. Entónces, finalmente, los cántabros trabaron una grandísima batalla, y fueron vencidos debajo de las murallas de Bélgica. Huyeron al monte Vinio, por naturaleza segurísimo, donde hallándose cercados, los más murieron de hambre. Despues puso sitio á Aracilo, que hizo mucha resistencia; pero en fin, se ganó cercando por todas partes el monte Medulo, así Antistio como Furnio. En vista de lo cual, y de que los romanos embestian por todas partes, empezaron los cántabros á matarse á competencia, unos con arotros con veneno de tejo, y así la mayor parte se libró de la cautividad que los amenazaba. Estrabon añade (lib. 3) hicieron cosas horribles, como matar las madres á sus hijos para que no llegasen á manos de los romanos; y otros, mientras los crucificaban, cantaban himnos.

mas,

que

49 Al mismo tiempo (prosigue Orosio) los asturianos, habiendo sentado sus reales junto al rio Astura, intentaban echarse sobre los romanos, y por ventura los hubieran vencido partiendo su ejército en tres partes, si los suyos mismos, esto es, los trigecinos, no los hubieran descubierto á Publio Carisio. Por cuyo motivo no pudieron ejecutar su designio, porque se echó Carisio sobre ellos y los venció, bien que con pérdida de no pocos romanos, segun Orosio, cuya narracion, trasladada de la de Floro, vamos siguiendo, la cual se conforma con la de Dion Casio, como ya lo advertimos. La gente de ellos que pudo escapar se refugió en Lancea, y estando ya los soldados para embestir y quemar aquella ciudad, que tenian cercada, Carisio mandó á los suyos que no le diesen fuego, y concedió á los sitiados el partido de no entregarse, porque deseaba que aquella ciudad quedase entera y sin

lesion, para dejar un monumento que atestiguase su vitoria. 50 En memoria de este vencimiento de los cántabros y asturianos, se batieron várias monedas en que se hace mencion de Publio Carisio, legado propretor de Augusto. En unas se ve la vitoria coronando un trofeo. En otras hay un trofeo entre adargas y lanzas, entre las cuales se ve el machete y la segur, armas propias de los cántabros. Del machete, semejante al guadigeño, habló Lucano cuando dijo (lib. 6, Pharsaliæ, v. 257):

- Felix hoc nomine famæ

Si tibi durus Iber, aut si tibi terga dedisset

Cantaber exiguis, aut longis Teutonus armis (1).

De la segur hay otro testimonio de Silio Italico, que dice así (lib. 16, v. 46):

Cantaber ingenio membrorum et mole timeri
Vel nudus telis poterat Larus. Hic fera gentis
More securigera miscebat prælia dextra, etc. (2).

En otras se ven la lanza, adarga y machete, armas propias de los españoles. Y la lanza, por ventura, alude á la ciudad de Lancia.

51 Floro dice (lib. IV, cap. últ.) que hibernando Augusto en los lugares marítimos de Tarragona, tuvo noticia de lo que habian ejecutado sus tenientes generales Antistio, Furnio y Agripa; y hablando Floro de los cántabros, sin interrumpir la narracion con los sucesos de los asturianos, como Orosio, cuyo contexto he seguido, añade que César, hallándose presente (esto es, como yo entiendo, habiendo dejado los

(1) Venturosa sería tu gloria si de tí huyeran el feroz ibero, el » cántabro de armas cortas ó el teuton de larga lanza. »>

(2) « El cántabro Laro, hasta sin armas, podia ser temible por su cuerpo ágil y gigantesco. Este, segun costumbre de su nacion, peleaba llevando el hacha en la diestra. »>

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