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inmediatos? ¿qué naciones vecinas con las cuales necesariamente se habia de tratar, comunicándose mútuamente el lenguaje con los mismos pensamientos y cosas?

23 Pero dejando aquellos tiempos obscuros, ¿quién puede negar que los de la Isla Zacintho (hoy Zante) que tomaron asiento (Livius, lib. XXI, cap. 1. S. Hieron. in Proœm., lib. II, in Epist. ad Galat.) en Sagunto (hoy Murviedro) y se fortificaron allí, introducirian tambien su lenguaje? Lo mismo digo de Denia, en cuyo promontorio erigieron los griegos el célebre templo de Diana, ahora hayan sido sus pobladores los Focenses, segun Estéban de Bizancio (1) (de Urb. et Pop.), ahora los de Marsella segun Estrabon (libro III), descendientes de los Focenses, segun Tito Livio (libro XLIV, cap. III). Omito muchas más colonias, como Empurias (Silius, lib. 111, v. 369), Rhodope (Strabo, lib. ш) y otras (Strabo, ibidem), porque no trato ahora de formar lista de ellas, sino de suponer que las hubo, para inferir que hubo en España diferentes lenguas advenedizas. Pero yo quisiera que me digan los más eruditos qué lenguas eran aquellas que iban introduciendo las naciones extranjeras en las tierras que ocupaban. Yo sé que nadie puede dar razon de unas lenguas abolidas enteramente. Fuera de esto, si la sequedad general que hubo en España, segun afirman nuestros historiadores, consumió ó echó de sí á casi todos los españoles, ¿cómo podia perseverar en España la antigua lengua? Y cuando esta tradicion (por ser moderna (Alcocer, Historia de Toledo, lib. 1, cap. IX), como parece) no sea digna de toda fe, á lo ménos es cierto que el oro, plata, la

(1) Esteban de Bizancio, gramático de Constantinopla, que vivia á fines del siglo v. Habia compuesto un Diccionario geográfico é histórico bajo el título de Ethnica, del cual sólo se conserva un extracto, hecho por Hermolao, de la época de Justiniano, y algunos frag

mentos.

nas, lino, barrilla, esparto, miel, cera y las demas riquezas naturales de que abunda España, y su temple sumamente saludable en todos los siglos, atrajeron la insaciable codicia de las demas naciones. A lo cual se añade la comodidad de sus puertos y abrigos marítimos en entrambos mares. Y así vinieron á España (Varro apud Plin. Nat. Hist., libro III, capítulo 1) los iberos, fenices, celtas, rhodios, cartagineses y otros muchos, que encubre el olvido de tiempos tan apartados del nuestro.

24 Cada una de estas naciones introdujo su lengua en los lugares que dominaron, siendo costumbre de los vencedores querer ser entendidos fácilmente, y de los vencidos aprender la lengua de los que mandan, ó porque obliga á ello la necesidad, ó porque así lo pide la conveniencia y debico obsequio.

25 Como las dominaciones eran várias, tambien lo eran las lenguas.

26 En tiempo de Ennio (1), el cual nació en el año quinientos y catorce de la fundacion de Roma, y á los sesenta y siete de su edad escribia los Anales; segun Aulo Gelio (2), (Noct. Attic., lib. XVII, cap. XXI) se tenía en el Lacio por

(1) Quinto Ennio, natural de Rudes en la Calabria, murió hácia el año 169 ántes de Jesucristo. Fué llevado á Roma por Caton el Antiguo, contrajo amistad con Escipion, enseñó literatura griega y latina, y compuso tragedias, comedias, sátiras, y el poema célebre titulado Anales de la República, á que alude Mayáns. Ciceron lo cita muy a menudo, y era muy estimado entre los romanos. Sólo existen fragmentos de sus obras.

(2) Aullus Gellius ó Agellius, gramático latino, que floreció en Roma hacia el año 130 de Jesucristo. Escribió una obra titulada Noches Áticas, por haberla compuesto en Aténas durante las veladas de invierno. Es una especie de recopilacion, en la que se encuentran noticias muy curiosas sobre la antigüedad, fragmentos de escritos hoy perdidos, y discusiones gramaticales y críticas. Falta el li

bro VIII casi integro.

muy extraño el lenguaje español. Y así aquel poeta introdujo á uno, diciendo (apud Caris., lib. 11):

Hispane, non romane,

memoretis loqui me (1).

27 Ciceron escribió (lib. II de Divinat.) que si los penos ó españoles hablasen sin intérprete en el Senado romano (en el cual habia hombres muy eruditos), no serian entendidos.

28 La lengua que se hablaba en España (como ya hemos dicho) no era una sola, porque refiriendo Silio Italico (Punicor., lib. III, v. 345) los que iban á la guerra Púnica, dice que los gallegos cantaban en la lengua de su patria :

- Misit dives Callaecia pubem

Barbara nunc, patriis ululantem carmina linguis;
Nunc, pedis alterno percussa verbere terra,

Ad numerum resonas gaudentem plaudere cætra (2).

29 Estrabon, como ya dijimos y conviene repetir, hablando de su tiempo, dice (lib. II) que los turdetanos tenian su manera de escribir y hablar, y que los demas españoles tambien tenian su arte de escribir; pero no una misma, pues no usaban todos de un mismo lenguaje.

30 Pomponio Mela (3), español que vivió en tiempo del emperador Claudio, dice, hablando de los cántabros (lib. III,

(1) «Recordad que hablo en español, no en latin.»>

(2) La rica Galicia envió sus mancebos, que ya entonan bárba>>ras canciones en su lengua patria, ya hiriendo acompasadamente la »tierra con sus piés, se deleitan haciendo sonar en cadencia sus es>> cudos.»>

(3) Pomponio Mela, insigne geógrafo español, que vivió en tiempo de Tiberio y de Claudio, y escribió un tratado de geografía en tres libros, que se conserva, y que es una de las fuentes más preciosas de la geografía antigua.

capítulo 1), que tenian algunos pueblos y rios; pero tales (añade) que en nuestra boca no se pueden articular sus nombres. Bien que yo juzgo que la causa de esta dificultad de pronunciar los nombres vascongados, no era otra que no estar Mela acostumbrado á oirlos, y mucho ménos á pronunciarlos. De donde claramente se colige que en Andalucía, de donde Mela era natural, se hablaba otra lengua muy diversa de la de Cantabria. Y esto mismo se confirma con otro testimonio de Séneca el filósofo, tambien español y natural de Córdoba (que floreció en tiempo del emperador Claudio y de su ingrato discípulo Neron), el cual en la consolatoria que escribió á su madre Helvia, hablando de la isla de Córcega, dice (cap. VIII): Despues pasaron á ella los ligures; pasaron tambien los españoles, lo cual se ve claramente en la semejanza de las costumbres. Porque tienen los corsos los mismos tocados de cabeza que los cántabros, y algunas palabras.

31 Cornelio Tácito, que escribió sus Anales en tiempo de Trajano, en el lib. IV dice que, habiendo puesto en tormento á un rústico termestino de la España Citerior (porque habia herido de muerte á Lucio Pison, pretor de la provincia), obligándole con los tormentos á que declarase los cómplices; con voz esforzada y lengua de su patria, dijo gritando, que en vano se cansaban en interrogarle; que bien podian hallarse presentes sus compañeros, con seguridad de que ninguna violencia del dolor sería tan grande que pudiese hacerle declarar la verdad.

32 En tiempo de San Paciano (1), obispo de Barcelona, que floreció imperando Theodosio el Mayor, áun parece que

(1) Paciano, obispo de Barcelona, que floreció en tiempo de Teodosio el Grande, alabado por San Jerónimo por su castidad y elocuencia, escribió tres Epistolas contra los Novacianos, una Exhortacion á la pen ¿tencia y un Sermon sobre el bautismo.

se conservaba en España alguna lengua propria de sus naturales, segun se colige de la Epistola II á Sinforiano.

33 Quede, pues, asentado que en España se hablaron várias lenguas áun despues que los romanos se apoderaron de toda ella; lo cual puede confirmarse con un testimonio muy ilustre y expuesto á la vista, pues vemos muchas medallas escritas por una parte con caractéres romanos, y por otra con caractéres españoles totalmente incógnitos, y que por la variedad de sus letras arguyen ser de alfabetos distintos, y por consiguiente, de lenguas muy diversas.

34 Pero como la dominacion de los romanos fué tan larga, y ellos tiraron tanto á introducir su lengua donde quiera que mandasen (S. August. de Civit. Dei, lib. XIX, capítulo VII), luego se habló en España el idioma latino; de tal manera, que las lenguas antiguas se fueron olvidando muy aprisa y se perdieron del todo. De los turdetanos, especialmente los que habitaban junto al rio Bétis, hoy Guadalquivir, refiere Estrabon (lib. II) que ya en su tiempo habian tomado las costumbres romanas, y que ya no se acordaban de su lengua natural, y que los más se habian hecho latinos y habian recibido colonos romanos, y que faltaba poco para que del todo se hubiesen hecho romanos. Añade el mismo Estrabon, que las ciudades que en su tiempo se habian edificado, como Pax Augusta (hoy Badajoz) entre los celtas, Augusta Emerita (hoy Mérida) entre los túrdulos, y Cesaraugusta (hoy Zaragoza) entre los celtiberos, y otras colonias manifestaban la mudanza de las formas de república que tenian ántes los españoles.

35 Vese, pues, la política y ambicion de gloria de Augusto César, el cual así como iba sujetando á los españoles, iba levantando muchas colonias, imponiéndoles su nombre para arraigar mejor el imperio romano y perpetuar su fama sobre cuyo presupuesto podrá hacer algunas observaciones cualquiera que advierta que las más de ellas se llamaron Julias ó Augustas, lisonjeándole sus fundadores

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