Las cien mejores poesías (líricas) mejicanas

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Antonio Castro Leal, Manuel Toussaint, Alberto Vásquez del Mercado
Porrúa hnos., 1914 - 335 páginas
 

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Página 17 - Opinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis, que con desigual nivel, a una culpáis por cruel, ya otra por fácil culpáis.
Página 218 - ... como si fuera un campo de matanza. Y la sombra que avanza... avanza, avanza, parece, con su trágica envoltura, el alma ingente, plena de amargura, de los que han de morir sin esperanza. Y allí estamos nosotros, oprimidos por la angustia de todas las pasiones, bajo el peso de todos los olvidos. En un cielo de plomo el sol ya muerto; y en nuestros desgarrados corazones el desierto, el desierto... y el desierto!
Página 17 - Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis : si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿ por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego con gravedad decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.
Página 220 - Todo lo que medroso oculta el hombre se escapará, vibrante, del poeta, en áureo ritmo de oración secreta que invoque en cada cláusula tu nombre. Y acaso adviertas que de modo extraño suenan mis versos en tu oído atento, y en el cristal, que con mi soplo empaño, mires aparecer mi pensamiento. Al ver entonces lo que yo soñaba, dirás de mi errabunda poesía: era triste, vulgar lo que cantaba. . . mas ¡qué canción tan bella la que oía!
Página 17 - Si la flor delicada, si la peña, que altiva no consiente del tiempo ser hollada, ambas me imitan, aunque variamente, ya con fragilidad, ya con dureza, mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.
Página 121 - Tú corres blandamente bajo la fresca sombra que el mangle con sus ramas espesas te formó, y duermen tus remansos en la mullida alfombra que dulce primavera de flores matizó.
Página 218 - ¡Qué enferma y dolorida lontananza! ¡Qué inexorable y hosca la llanura! Flota en todo el paisaje tal pavura como si fuera un campo de matanza. Y la sombra que avanza... avanza, avanza, parece, con su trágica envoltura, el alma ingente, plena de amargura, de los que han de morir sin esperanza.
Página 17 - Óyeme con los ojos, ya que están tan distantes los oídos, y de ausentes enojos en ecos, de mi pluma mis gemidos: y ya que a ti no llega mi voz ruda, óyeme sordo, pues me quejo muda. Si del campo te agradas, goza de sus frescuras venturosas, sin que aquestas cansadas lágrimas te detengan enfadosas; que en él verás, si atento te entretienes, ejemplo de mis males y mis bienes.
Página 162 - Pero ¡no!..., .tu misión no está acabada; que ni es la nada el punto en que nacemos, ni el punto en que morimos es la nada.
Página 163 - En tanto que las grietas de tu fosa verán alzarse de su fondo abierto la larva convertida en mariposa, que en los ensayos de su vuelo incierto, irá al lecho infeliz de tus amores a llevarle tus ósculos de muerto. Y en medio de esos cambios interiores tu cráneo, lleno de una nueva vida, en vez de pensamientos dará flores: en cuyo cáliz brillará escondida la lágrima, tal vez, con que tu amada acompañó el adiós de tu partida.

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