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es tan pequeña segun dicen que pueda hacer hombre breve determinacion de ofendelle, ni tan grande que se pueda perder la esperanza de socorrer la plaza sobre que se pusiere.

El número, como á V. M. he escrito, me avisan que es de ciento y veinte galeras, veinte fustas y galeotas, sin las de Dragut, que serán hasta treinta ó treinta y cinco navíos, doce mahonas y siete naves; y si por eleccion fuese con las fuerzas que se pueden juntar, que son las que dice, no la iria á buscar; pero si va sobre la Goleta, como fácilmente puede ser, que mas creo todavía esto que lo de Malta, temo mucho que aquella plaza se podria perder por no tener della la satisfaccion que yo querria, y por evitar tan gran daño como dello sucederia haciéndose señor el turco de aquel reino, me paresce que en tal caso se debe socorrer con la armada de V. M., para lo cual haré todas las fuerzas posibles para que lleguen al número de ciento y quince galeras sin las de Portugal, aunque las que hay agora armadas no son mas de ochenta y siete con una que he armado despues que aquí llegué, y con otra que ha puesto en órden el virey de Nápoles.

Para estas ciento y quince galeras cuento los ocho buques que están en Barcelona, y para armallos y ponellos en órden á tiempo diré lo que me ocurre, y para lo demás que se ha de hacer, y diera de buena gana lo poco que tengo por estar en parte que de hora en hora pudiera comunicar con V. M. lo que sobre esta materia tan importante me ocurre, porque me fuera gran satisfaccion hacello todo con su sabiduría y mandamiento, por no fiarme de mi sola opinion en cosa tan grande, y ansí suplico á V. M. mande luego avisarme de su voluntad en mi determinacion, y si la tu viere V. M. por buena, dar órden al virey de Nápoles, á D. Gabriel de la Cueva y al que estuviere en la Goleta, que se me dé cuanto pidiere para la ejecucion deste negocio.

Cómo pase la armáda, en el punto que sepa que está asentada sobre Malta ó sobre la Goleta, dejando aquí el recaudo necesario, pienso partirme con estas treinta galeras la vuelta de Nápoles y de Génova, ó treinta y siete si llegaren las de la religion, y allí embarcar diez mil italianos que están hechos en Toscana, y en el estado de Milan y en las tierras del papa, y recogeré la infantería española y galeras y naves que han de venir de España por asegurallas de alguna desgracia que se les podria ofrescer desmandándose algunos navios de la dicha armada para impidir que no se junten conmigo.

Inviaré ocho galeras en Cataluña con chusma para las ocho que en Barcelona están y con toda la armazon necesaria. Vueltas estas galeras, embarcaré los tres mil españoles que D. Gabriel tiene, mandándolos V. M. dar, y con la compañía de las naves que pudiere haberme, vendré la vuelta de Nápoles á dar órden en tomar las vituallas y lo demás que allí se provée y proveyere. Hecho esto vernéme á juntar con treinta naves que tengo aquí en Mesina, que con ellas y con las que me faltan de recoger, creo que llegarán hasta cincuenta ó sesenta para armar cinco buques de galeras que aquí he mandado remendar despues de haber proveido toda la armazon. He mandado tomar todos los esclavos que hay en este reino pagando á sus amos el sueldo, y creo que sobrará alguna cantidad para armar parte de las que en Cataluña se han hecho, sin otras tres que armo de otros tantos buques que me presta la religion, que con los siete que darán, serán al número de diez galeras.

Para que se armen los doce buques que el virey de Nápoles me escribe que estarán hechos para el fin de junio, le escribo agora pidiéndole que haga levantar dos mil hombres de buena boya en aquel reino, y porque haya menos dificul tad le escribo que pagaré el sueldo de ellos de los cien mil

ducados que V. M. me invie, y cuando esto fallase tambien procuraré de darme maña de que para estos buques no falte chusma.

Voy poniendo en órden todo lo de las vituallas y otras muchas cosas que es menester hacer. Quedo labrando hasta sesenta barcas que juntándolas con las de las naves que han de ir conmigo, serán hasta el número de ciento, y en ellas pondré las doscientas piezas de bronce que estarán hechas á tiempo, que tirarán pelota de piedra tan grande como la de un cañon, para que estas barcas con la artillería dicha salgan despues de embestidos como mangas de arcabucería á dar ruciadas en los enemigos.

Hago hacer para todas las galeras jaretas á la vizcaina, que vienen á cubrir toda la chusma de popa á proa, y encima della podrán combatir trecientos hombres, y por estar superiores ofendiendo á los enemigos de alto á bajo se combatirá con mucha ventaja.

Despues de la ayuda de Dios, que este es el principal remedio, siendo en efecto inferiores del número de navíos, y ser las naves compañía no tan segura como yo querria, ni tan fácil de menear como convernía, lo que ha de igualar esta desaventaja son dos cosas, la una la bondad de la gente y la otra el número. En lo que fundo esta determinacion de ir á socorrer á la Goleta ó otra plaza que corriese el mismo peligro, ó Malta si la tuviesen tan apretada que fuese necesario, es en la bondad y número que digo; cuanto á la bondad, ninguna cosa osaria emprender si no fuese el principal fundamento nuestra nacion. V. M. envía cuatro mil españoles. En Córcega hay mil y docientos; en Lombardía hay tres mil de los viejos; en Pomblin y Porto Hércules habrá seiscientos; en Nápoles cuatro mil; en la Goleta se podrán sacar mil con los seiscientos que yo metí; aquí habrá ochocientos TOMO XXIX.

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con los que tengo en Zaragoza, Trápana y esta ciudad, contando en ellos los seiscientos que el virey de Nápoles me invió; de manera que por todos son catorce mil y seiscientos, y de estos importando este negocio lo que importa á la autoridad y grandeza de V. M., á la seguridad de todos sus estados y bien de la cristiandad, no es bien que falte ninguno.

A esta infantería española se añadirán los diez mil italianos que yo tengo hechos, como mas largamente he escrito á V. M., y tres dias ha que tengo cartas de D. Gabriel que habia encomendado los suyos á Sigismundo de Gonzaga, y que será muy buena gente. Tengo tambien cartas de Chapin Vilelo, del marqués de Mortara y Pablo Esforza, que tienen tambien á punto lo que á ellos les toca, y que esperaban el dinero para levantallos, el cual se les enviará á tiempo que ni hagan gasto por ser demasiado presto, ni haya falta en el salir cuando fuere menester.

El virey de Nápoles me ha escrito que tiene alistados dos mil soldados en el estado del duque de Urbino, y dos mil en el estado del duque de Parma, y que tiene otros diez mil italianos levantados en el reino. Estos cuatro mil con otros seis mil de los que él tiene levantados habrán de venir tambien para el armada, que así por causa de la jareta que digo que pongo en las galeras, como por llevar naves gruesas conmigo habrá mas presto lugar vacío que ocupacion de demasiada gente, y V. M. crea que la gente es la que combate, y que el que quisiere asegurar grandes casos que no le ha de parescer mucha la que en semejantes ocasiones digo, ni V. M. lo ha de mandar disminuir, ántes acrescentar, porque el quitar desto que digo me ha de parecer contrario de lo que escribo, y estando el armada empeñada, que sin que lo esté no sacaré la gente de ninguna de estas partes, parésceme

que no hay que temer en ninguna dellas, porque como tengo escrito á V. M. ya por otras, si la armada combate conmigo, aunque, lo que Dios no quiera, venciese, no quedaria ella tal que pudiese emprender nuevas empresas, ni en Nápoles, ni en la Goleta, ni en otra ninguna parte. Y cuando sacare la gente de la Goleta, veré de poner allí otra tanta de la mejor infantería italiana que hubiere y que sean vasallos de V. M.; y si fuese sobre la Goleta, me podré valer de toda la que hay en Malta. Y por parecerme que V. M. para cosa tan importante mandará dar la órden que digo para esto de la gente, he comenzado con esta esperanza á hacer gastos, que sin ella no habia para que poner la mano en ellos, y quedo preparando todo y poniéndolo en órden, para lo cual creo cierto que tendré tiempo, porque la Goleta y Malta, que á una de estas tengo por firme que el armada ha de venir y no á otra parte, no son plazas que se pueden perder tan fácilmente que no den lugar, aunque sea el partir yo contra ella á los veinte de julio, para que pueda llegar á tiempo á socorrellas. Si la armada fuese á otras partes que tuviesen otra manera de socorro, sin aventurallo todo, guardándolo para mejor y mas segura ocasion, pues cadaldia estarán las fuerzas de V. M. en la mar mas preparadas y asentadas, en tal caso no lo aventuraré; pero procuraré otras formas de remedio, y para cualquier ocasion es menester que V. M. me invíe las cartas y órdenes que pido, para que los vireyes y gobernadores me den la gente, porque no usaré della en caso que no viere cumplir así al servicio de V. M. Y si fuese sobre Córcega ó Cerdeña, en tal punto podrian ir que me paresciese conveniente, dejando la armada en algun puerto seguro de aquellas dos islas, ir por tierra á combatir con los enemigos, porque siendo nuestra gente bien armada y ordenada, mas seguridad se ternía de la victoria por este ca

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