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tria del hombre no hubiese superado este obstáculo, que solo lo hubiera podido vencer la paciencia y la sabia economía de los holandeses.

2°. Los rios. Los rios mudan de madre; y el obstáculo mas pequeño en los principios basta para causar en adelante revoluciones asombrosas. Un árbol, por exemplo, plantado en medio de un campo inundado por una crecida, ofrece una resistencia á la corriente del agua; la corriente toma fuerza por uno y otro lado, excava el suelo, y forma una arroyada: esta arroyada atrae el agua en mas abundancia, se ensancha, y se queda así porque el rio se retira; pero si sobreviene segunda inundacion se lleva el árbol, la arroyada toma tres veces mas anchura y profundidad, y queda formado un brazo de rio. Si el declive de este lado es mayor que el de la madre del rio, debe necesariamente abandonar esta madre para correr por la nueva; y todo el terreno que dexa de cubrir se convierte en un valle. Si se exâminasen atentamente y se investigasen las causas de estos valles, hallariamos que su orígen depende en general de una cosa semejante.

Estos terrenos sumergidos una parte del año, ó por lo menos pantanosos, son el principio de las muchas enfermedades que afligen á los desgraciados habitantes de estos paises, demasiado adictos al suelo en que nacen para abandonarle. Estas enfermedades son menos temibles en las provincias del norte de Francia que en las del mediodia; porque no siendo en ellos tan fuerte el calor, la putrefaccion de los despojos animales y vegetales corrompe menos el ayre; pero en los del mediodia es una peste verdadera la villa de Fontiñan, tan conocida por sus vinos blancos, acaso quedará desierta por esta causa antes de cincuenta años. ¿A qué remedio acudirémos contra semejante mal? á las operaciones grandes, ó nada; y entonces abandonar el pais.

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Ó el terreno está mas alto que la madre actual del rio què le ha abandonado, ó mas baxo que la madre de sus aguas durante las inundaciones. En el primer caso, una zanja ancha, cortada por otras mil zanjas secundarias, verterá las aguas en el rio. En el segundo, la misma zanja con sus esclusas y unas puertas fuertes ó un malecon á lo largo del rio, impedirá que las aguas de las inundaciones se extiendan por el campo, y quando el rio haya entrado en caxa se abrirán las puertas para que corra el agua.

Si es un pantano de agua de mar de poca profundidad, no veo otro medio que emplear el puldre de los holandeses, si el viento lo permite, ó elevar las orillas, á fin de que las aguas mas altas no hagan excavacion, ni se extiendan por estas mismas orillas, es decir, que es necesario estrechar en quanto sea posible la anchura de estas lagunas, á fin de que tengan mas profundidad;

entonces se exhalará poco ayre malsano ó mefitico. En esto atiendo mas á la conservacion de la salud de los habitantes que á la nueva adquisicion del suelo para la agricultura.

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Es un hecho demostrado mil veces por la experiencia, que los dos ó tres años que suceden á los desmontes grandes y á los saneamientos son años calamitosos, en que se duplica el número de muertos, siendo el de los enfermos cien veces mayor.

En quanto á las ventajas para la agricultura, los holandeses y los brabanzones nos darán la instruccion necesaria. Su poblacion es considerable y siempre proporcionada, y en general la industria sigue á la poblacion, porque nace de la necesidad. Luego que una porcion de terreno cesa de estar debaxo del agua en una estacion del año, dice el holandes: el agua se eleva habitualmente á tal altura, la superficie es tanta, luego necesito tantos pies de tierra para elevar el suelo sobre la superficie de las aguas. Así, por exemplo, sobre cien toesas quadradas, haré al rededor un foso de tal anchura, y le daré la mayor profundidad posible; me aprovecharé cada año del tiempo seco para ahondar mas, y elevar sucesivamente mi terreno. He aquí como ha salido del agua una gran parte de la Holanda, ó mas bien, como se ha elevado el terraplen á expensas de los fosos.

Algunas veces un puldre podrá ser suficiente para desecar, á lo menos durante el verano, una superficie muy grande; pero para esto es necesario que concurran unánimemente todos los habitantes de la circunferencia, por ser una operacion mayor, que exîge muchos avances, tanto para la construccion del puldre, como para la de los canales. En Francia no vale tanto el terreno como en Holanda; y así es preciso, antes de comenzar una operacion semejante, exâminar si el producto cubrirá los gastos con ventaja. Pero si se trata de la salud de los habitantes, se debe calcular de otra manera, pues la vida de un jornalero es preferible á mil yugadas de tierra metidas en cultivo."

CAPITULO II.

DE LA DESECACION Ó SANEAMIENTO DE LOS TERRENOS

Á CUYAS AGUAS SE PUEDE DAR CORRIENTE.

El declive para las

por mano del hombre.

aguas, ó es natural, ó hecho artificialmente

SECCION PRIMERA.

Del declive natural.

Solo un campo de un labrador muy pobre ó negligente puede ser pantanoso ó anegado, teniendo este declive; porque no hay mas que nivelar el terreno, hacer una zanja ó foso principal, y otras secundarias para que corra el agua. Esta negligencia es la causa del miserable recurso, ó mas bien de la costumbre de labrar las tierras á surcos ó camellones. Convengo en que una parte del terreno no queda así pantanosa; pero la otra está anegada casi todo el invierno, y la semilla no germina en ella, ó se pudre si germina. Aconsejo que se hagan zanjas grandes y pequeñas en los paises en que no hay piedras ni guijarros; pero quando se encuentran á un precio moderado, se debe abrir una zanja principal que atraviese todo el campo, por la parte mas baxa: esta zanja podrá tener, por exemplo, seis pies de profundidad sobre ocho de anchura. Se llenará de piedras y guijarros echados confusamente hasta la altura de quatro pies, y los otros dos se llenarán con la tierra sacada de la zanja, nivelándola con el terreno vecino. A es'ta zanja principal corresponderán todas las otras laterales, en número suficiente, y abiertas de la misma manera. Es imposible que si la operacion se hace bien quede la tierra pantanosa ni sumergida en agua, aun quando rodease por todas partes el campo. De qualquier naturaleza que sea la tierra, aunque sea arcilla, el punto principal es que la zanja madre tenga corriente, indicada por el nivel de una manera invariable. De esta operacion resulta: 1.° que se ganan los dos tercios de la tierra sacada de la zanja, y que echada en los parages baxos los eleva: 2.° que se limpia el campo de guijarros y de piedras inútiles; y en fin, que se sanea por todos sus puntos. La cosecha y la yerba no serán menos abundantes sobre la zanja misma, supuesto que le quedan diez y ocho ó veinte y quatro pulgadas de tierra, y ninguna raiz de planta gramínea penetra mas de seis á ocho pulgadas; y la alfalfa, que es de todas las plantas de los prados artificiales la que profundiza mas, prevalece maravillosamente, aun en las provincias meridionales del reyno, donde freqüentemente se experimenta una sequedad muy grande; porque si penetra hasta las piedras, halla en ellas una humedad ́suficiente para su vegetacion. Hablo de lo que he visto mas de

una vez.

!

Estas zanjas llenas de piedras son excelentes, porque en efecto, de qué serviria un campo ó un prado cortado por todas partes con zanjas descubiertas ? Por declive que tuviesen las poco

aguas llovedizas las ensancharian, sus orillas se rebavarian, y poco á poco el terreno situado entre dos zanjas tomaria la figura de un lomo, y el campo quedaria arruinado para siempre. Las zanjas tapadas, al contrario, permiten nivelar el terreno, y formar sobre cada zanja un surco ancho para que se filtren las aguas. Como la tierra que cubre estas zanjas ha sido removida muchas veces, no forma nunca una masa tan compacta como la de la tierra inmediata; y así el agua la penetra mas fácilmente, y quando está penetrada ya, hace el oficio de una criba, dexando pasar á las piedras toda el agua superflua.

Se me dirá acaso, que los huecos que quedan entre las piedras, se llenarán poco á poco de tierra, que la zanja se cegará, y que el remedio entonces será peor que el mal. Pero yo he visto zanjas tapadas hechas hacia mas de treinta años, y dexaban filtrar el agua tan bien como al principio. Supongamos por un instante que al cabo de este tiempo se cegasen con el uso; las cosechas de treinta años no habrian ya pagado con usuras el gasto? Nadie dudará que el agua que se filtra por dos pies de tierra arrastrará poca de esta consigo, y que llegando á los huecos de las piedras y de los guijarros, correrá con bastante rapidez para llevarse la tierra que se haya reunido entre ellas. En una palabra, este raciocinio tiene mucha fuerza dicho, pero es nulo consultando la experiencia. Convengo, sin embargo, en que si la zanja principal no tiene la vertiente necesaria, se alterará poco á poco, se inutilizará, y pondrá las otras en el mismo caso. Pero esta falta no es de las zanjas, sino del labrador, que ó no ha sabido dirigir su obra al comenzarla, ó no ha cuidado de verla hacer. Siempre que veamos un campo cubierto de agua meses enteros, un prado cargado de juncos, de musgos &c., podemos decir que su amo ó es muy su amo ó es muy descuidado ó muy pobre.

SECCION II.

De los declives artificiales.

Por efectos singulares de la naturaleza hay terrenos cuyo declive se dirige al lado opuesto de la vertiente natural, y otras muchas posiciones imposibles de describir. Sin embargo, son muy pocos los casos en que no se puede dar salida á estas aguas. Lo mas seguro y mas costoso es mudar el terreno á fuerza de brazo; pero á menos que la operacion del saneamiento sea de mucha importancia, no aconsejo que se haga. Estos obstáculos nacen ordinariamente ó de la masa de rocas, ó de la tierra amontonada; las primeras se destruyen con barrenos, y la tierra se muda con carros ó carretones. ¡Pero qué gasto tan enorme, por poco profunda

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que sea la excavacion que hay que hacer! ¡quánta piedra y tierra hay que mudar! Antes de meterse en ello es necesario pensarlo bien, y ver con el nivel en la mano, si recorriendo una superficie mayor, se puede hacer el desagüe. En este caso se debe calcular lo que costará por toesa, y examinar primero si el precio de rebaxar estas toesas es ó no mayor que el de la zanja profunda para dar salida al agua. Hecha lá valuacion, se le añade al gasto una tercera parte mas, para que el cálculo no salga fallido, y sobre to, para no tener que suspender la obra por falta de dinero; pero el capítulo de los incidentes y de los obstáculos es inmenso, y si el valor de la operacion equivale al de la tierra, es mejor comprar con aquel dinero un campo de buena calidad.

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Las estaciones para hacer estas mejoras son el otoño y la primavera, y algunas veces el invierno, si la tierra está poco empapada en agua; pues de lo contrario, no se hace en tres dias lo que se hubiera hecho en uno. Considerando al desgraciado jornalero como próximo, como nuestro semejante, y sobre todo, como un individuo de quien depende toda la subsistencia de su familia, no conviene ocuparle en sanear terrenos en verano porque trabajará quince dias ó un mes, y los otros dos padecerá calenturas, que muchas veces le quitarán la vida. No quiero exâgerar las cosas, hablo de lo que he visto. Si una necesidad urgente obliga á trabajar á estos desgraciados durante el verano, seamos humanos con ellos, y demosles por lo menos vinagre en abundancia, aconsejándoles que acidulen con él su agua antes de beberla. Formad fogatas de distancia en distancia en el parage en que estan trabajando, y no los dexeis acostarse sin haberse enxugado antes; dadles por las mañanas, antes de ir á trabajar, un poco de aguardiente diÎatado en seis tantos de agua. Seria muy largo explicar los principios sobre que está fundado esté régimen, y así nos contentarémos con asegurar que la experiencia ha probado su eficacia. Ya sea que el terreno tenga declive, ó que se le haya hecho artificialmente, si á cierta profundidad se encuentra una capa de cascajo, es inútil entonces abrir fosos tan grandes en toda la longitud y en los diferentes sentidos del campo; y aunque se debe hacer el mismo número de zanjas, se debe disminuir su anchura y profundidad; porque el cascajo, dispuesto siempre ó casi siempre en capa horizontal, dará paso á las aguas, que irán por sí mismas á formar manantiales, acaso á dos, quatro ó seis leguas de allí. La profundidad á que se halla el cascajo es pues quien debe decidir de la de las zanjas, de su anchura, y del grueso de la capa de tierra que debe cubrir la capa de piedras. No hay terreno ninguno enaguazado ó pantanoso quando asienta sobre un banco de cascajo, ó quando está elevado sobre la madre de los rios; á menos que en

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