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ty u son dos poleas aseguradas con tres ó quatro tornillos á los rayos de las ruedas. De estas á las otras Q y p van dos correas tan anchas como las canales de las poleas, y cuyos dos extremos se atan con una hebilla.

Efectos de la sembradera.

Echado el grano en la tolva A, y tirando el caballo atado al balancin rs de la máquina, dirigida por el sembrador colocado entre las estevas 1, 2, las tres rejas DKe abren cada una un surco, y al mismo tiempo las poleas ut dan vuelta, y la hacen dar tambien por medio de las correas á las otras dos poleas QP, y por consiguiente tambien al cilindro que está en la caxa B, el qual,• dando vueltas, distribuye con igualdad el grano en tres cañoncitos que salen por debaxo de la caxa de la simiente, y cuya extremidad se ve en ab. Estos cañones a y b vierten su grano en otros tres dfy. El cañon a le vierte en d, que viene á terminar en h detras de la reja D, donde suelta el grano en el surco que hace esta reja. El cañon b le vierte en el cañon ƒ, que viene á terminar en g detras de la reja k; y lo mismo el tercer cañon de la caxa, que no se puede ver en la lámina, vierte en otro tercer cañon que se ve pasar de váy, y que va á terminar detras de la tercer reja eC. Los dos dientes de la grada pasan despues cada uno por entre dos surcos, cubriendo el grano que cae en todos tres,

Segun se vuelve mas o menos de derecha á izquierda, ó al contrario, un tornillo B que está delante de la caxa, caen mas ó menos granos en cada surco; pero permaneciendo este tornillo en un mismo estado, la cantidad de grano que se distribuye es constantemente la misma.

Tal es, aunque muy diminuta, la descripcion de la sembradera de Chateauvieux, hecha únicamente para dar una idea á los lec tores. Los que quieran una descripcion mas extensa de estas máquinas, pueden ver el tercer volúmen de la obra de Duhamel ya citada, cuyo objeto es hacer conocer las principales sembraderas.

SEMENTERA, SIEMBRA. Palabras que expresan la época y el acto de esparcir las semillas en la tierra para que germinen; pero designa tres modos diferentes de sembrar. El jardinero hace sus siembras de asiento ó en semilleros, ya en eras, en camas, en caxones ó en macetas. Se hacen tambien siembras de lino, de cáñamo &c.; de bellotas, de oves, de piñones y de castañas, para formar árboles: lo qual supone una tierra mas o menos preparada. La naturaleza reproduce los árboles de los montes y todas las plantas campestres por medio de la siembra natural, porque toda tierra está en disposicion de hacer germinar las semillas quando contiene

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bastante humus ó tierra vegetal, formada por los despojos de otros vegetales; la exposicion favorable y la influencia de los meteoros perfeccionan la obra de la vegetacion.

La siembra natural, considerada en cada familia de plantas, en cada especie y aun en cada individuo, ofrece bastantes reflexio nes al filósofo, y lecciones que estudiar al labrador. La naturaleza reproduce plantas sin el socorro del hombre, y este las multiplica uniendo sus cuidados á los de la naturaleza. Labradores inteligentes, ved, exâminad como tal semilla se siembra por sí misma, á qué profundidad y á qué distancia de las demas; en qué terreno y en qué exposicion prueba mejor: observad en qué época la dexa caer la planta en la tierra en que germina; y el intervalo os indicará quanto tiempo se pueden conservar las semillas: calculad los dias, los meses ó los años que pasen antes de fructificar ó de dar semilla: aprended á conocer el momento de su perfecta madurez (Véase esta palabra, donde se explica el mecanismo de la caida de los frutos &c.), que es en el que el fruto, llegado á su punto, se desprende espontáneamente del árbol; ó una cápsula se raja y estalla; ó la cáscara y la vayna se abren, ó la baya se marchita; ó los frutos con alas, con plumas ó milanos siguen la impresion y la direccion del viento; ó los que tienen puas se agarran y se dexan llevar por quien los toca; ó las glutinosas se adhieren al cuerpo que se las lleva; ó las pesadas se entierran y las ligeras siguen la corriente de las aguas; ó las que sirven de alimento van á sufrir una fermentacion en los vientres de los animales que las trasportan lejos, y las arrojan con sus excrementos &c.; por lo qual no nos debe sorprehender el que nazcan ciertas plantas en parages donde jamas se han visto, y aun en la tierra en que las habian extirpado. No se pueden atribuir á casualidad las maravillas de la reproduccion y de la vegetacion, porque tienen sus leyes invariables. Lo que nos parece freqüentemente un extravío de la naturaleza, está fundado en un órden fixo, que es lo que debe excitar mas aun nuestra admiracion.

Las cubiertas de las semillas y de las frutas que se presentan baxo tantas formas, y sin embargo siempre determinadas sobre un tipo constante, solo han sido hechas para la conservacion del gérmen, y para favorecer su desarrollo quando se presenten circunstancias convenientes. Tal grana tiene la facultad de nacer en algu nos dias, segun la estacion, y tal otra permanece adormecida durante diez años. La humedad, el calor y el ayre combinados juntos, ponen en accion el principio vegetativo; la tierra sirve al principio de matriz á la grana, y despues de nodriza á sus raices.

Así, quando veamos crecer las plantas en las mas elevadas montañas, en las grietas de los peñascos, en las junturas de las paredes

TOMO XV.

en una caverna, en la hondonada de un precipicio, en los barrancos profundos, y sobre el fango de las lagunas &c. no procuremos averiguar el como; admirémos con respeto, y digámonos en nuestra ignorancia: la naturaleza nos instruye en todo; ella es quien siembra en grande las plantas agrestes. A. X.

Generalmente los jardineros y los labradores siembran demasiado espeso, y de ello resulta que las plantas tiernas se extenúan unas á otras, si no se cuida de aclararlas. Esta operacion remedia el mal futuro, pero no el pasado; y así muchas plantas se quedan raquíticas, por no haber tenido bastante alimento en su infancia. De un exceso se cae en otro, particularmente quando se trata de siembras en grande; por exemplo, de trigo ó de centeno. Algunos particulares han hecho experimentos, ya en huertas, ya en heredades de buena tierra, y han visto que echando muy poca semilla en un espacio determinado, era mucho mayor el producto que esparciendo mas cantidad. De aquí proviniéron inmediatamente cálculos sobre el ahorro de muchos millones de fanegas de grano en todo el reyno, disminuyendo la cantidad de simiente. Ni en uno ni en otro caso se han puesto en el punto de la disputa; todo cálculo general es falso. Cada labrador debe conocer la naturaleza y la calidad particular de cada una de sus tierras, y debe decirse á sí mismo: la costumbre del pais es sembrar en todas partes tantas medidas de grano; pero yo voy á convencerme por los experimentos que hare separadamente en cada una de mis tierras, y sin concluir de una para otra, á causa de la diferente calidad del suelo, que tal costumbre sea buena ó mala.

Supongo que todo el terreno de un campo sea de la misma calidad: despues de haberle labrado enteramente, despues de haberle preparado qual conviene, divido este campo en dos partes iguales. Siembro la mitad á uso del pais, y me servirá de punto de comparacion para la otra mitad, que divido en quatro partes iguales. Supongo que haya necesitado un quintal de trigo para sembrar la primera mitad; siembro en uno de los otros pedazos treinta libras, en el segundo cincuenta, en el tercero setenta, y en el último ochenta. Al tiempo de la cosecha pondré todos los productos aparte, y los pesaré despues de limpio el grano, llevando cuenta tambien con el peso de la paja. Estos experimentos harán ver quanta cantidad de grano ha producido cada siembra parcial, y darán para siempre una regla segura del número de medidas de grano que se ha de distribuir en cada terreno. No puede haber en esto engaño, porque las circunstancias son iguales, lo mismo las labores, la época de la siembra, las estaciones en general; y en fin, la siega, la trilla &c. Puede acontecer sin embargo que las estaciones sean tan contrarias, que no se pueda formar un juicio exâcto para los años siguien

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