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que habia expedido prohibiendo varias obras españolas; y en la sesion del 25 de noviembre se presentó, discutió y aprobó una proposicion concebida en los siguientes términos: «Pedimos á las Córtes se sirvan » prevenir al gobierno proceda inmediatamente á dic>> tar las providencias tan enérgicas como exigen las >> circunstancias para impedir la circulacion del Breve »expedido por S. S. en el mes de setiembre último, » prohibiendo varias obras españolas, y especialmente » la que defiende la inviolabilidad de los diputados á » Córtes, pasando los más enérgicos oficios á la curia romana por medio de nuestro encargado de negocios »y del nuncio, para que de una vez entienda que por » directas ni indirectas no se ha de salir con las suyas >> con una nacion como la española, que conoce sus » derechos y que los sabe sostener, y que dirigida por » un gobierno representativo, no tolerará pasivamente »> iguales procedimientos á los que ha sufrido el gabi»nete español en épocas que le mandaba la autoridad real, desprovista de la fuerza irresistible que le comunican las Córtes; todo con arreglo á lo que previene la ley 2. tít. 18. lib. 8.° de la Novísima Re»copilacion. Un diputado dijo: «Pido que se lea esa >>bula, ese decreto, edicto, ó como se llame ese pape»>lote:» á lo que contestó el señor Canga, uno de los firmantes de la proposicion, que se leeria, si era necesario, el Breve, no papelote, como se le llamaba. Otro diputado pidió que se modificáran aquellas es

presiones de «no salirse con las suyas con una nacion etc.»; replicósele que eran frases de uno de los reyes mas católicos y mas religiosos de España, y la proposicion se aprobó íntegra como se habia presentado.

Llevadas estas Córtes del afan de promover el entusiasmo patriótico, como si pudiera ser verdadero entusiasmo el artificial, espidieron el decreto sobre Teatros, por cuyo artículo 3.o se autorizaba al gobierno para que obligára á los empresarios y directores de teatros á ejecutar funciones patrióticas para animar el espíritu público en los dias que se señaláran por las autoridades, cuidando eficazmente de que se fomentáran y auxiliáran los teatros, removiendo los obstáculos que se opusieran á su progreso.

Buscáronse todos los medios de honrar y dejar perpétuamente grabada la memoria de los sucesos del 7 de Julio, y para ello decretáron las Córtes (27 de diciembre), que se erigiese en la plaza de la Constitucion ó en otro paraje visible un monumento público, en que se inscribiesen los nombres de los patriotas que perecieron con las armas en la mano, ó de resultas de heridas recibidas; que se representase tambien este grandioso suceso en el salon de sesiones, imitando bajo relieve; que la inscripcion se hiciese estensiva á los que pertenecieron al ejército que proclamó la

Constitucion en enero de 1820, y á los que en la Coruña hicieron igual pronunciamiento; que en todos los

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actos de revista se tuviesen como presentes, diciendo el capitan ó comandante de cada compañía al pronunciar el nombre de cada uno: «Ha muerto en defensa » de los santos fueros de la libertad, pero vive en la » memoria de los buenos:» que se confirmára la condecoracion cívica del 7 de Julio, y se hiciera estensiva á los individuos del ayuntamiento y diputacion provincial que en aquella madrugada estuvieron desempeñando sus funciones.

No contentas con esto las Córtes, quisieron hacer una demostracion parecida, aunque más en grande y todavía más solemne, á la que habian hecho las del año 20 con el batallon de Astúrias, aquella en que se representó la famosa escena del sable de Riego. Al efecto se acordó que el ayuntamiento de Madrid, la diputacion provincial, y los jefes de la guarnicion, de la milicia nacional y de la demas fuerza armada en aquellos dias, fuesen admitidos en el salon de Córtes, para oir de boca de su presidente, que sus servicios del 7 de Julio eran altamente gratos á la nacion, y que por lo mismo se declaraba á sus individuos, inclusos los oficiales leales y demás tropa de la guardia real, beneméritos de la patria. Señalóse para esta ceremonia el 1.o de enero de 1823. En efecto, en dicho dia se presentaron en la barra del Congreso las mencionadas corporaciones, presididas por el jefe político Palarea. Los diputados asistieron á la sesion todos de ceremonia. El presidente les dirigió una alocucion

análoga al objeto, y les participó la indicada declaracion de las Córtes, á lo cual contestó el jefe político con un discurso de gracias. Todas las tropas desfilaron aquel dia por delante del Congreso, y todo se celebró con vivo entusiasmo por los hombres liberales como una gran fiesta nacional.

Pero estos alardes de popularidad, estos halagos al ejército, á la milicia y al pueblo, daban pié á pueblo, milicia y ejército para atreverse á representar á las Córtes sobre la marcha política que en concepto de cada cuál deberian seguir, y sobre las medidas que deberian adoptar en los ramos que interesaban á cada clase ó corporacion. Así en una sesion misma se daba cuenta, por ejemplo, de las observaciones que los sargentos primeros de una plaza hacian al Congreso sobre la ordenanza del ejército; de la peticion del ayuntamiento de una aldea aconsejando las medi

das

que se deberian tomar contra los reos de conspiracion; de la milicia nacional de pueblos insignificantes y desconocidos, dando su opinion ó haciendo advertencias sobre el sistema político del gobierno ó de la representacion nacional, ó bien de los genera

les

jefes de los cuerpos, en sentido no muy adecuado al carácter y atribuciones de una asamblea legislativa.

Dióse por último en el mes de diciembre el reglamento provisional de policía, en que se prescribian todas las reglas y medios de seguridad, vigilancia y

órden público que fué posible prever y discurrir, con arreglo á lo que la situacion y las circunstancias del reino exigian. Ocupadas aquellas Córtes con preferencia en todo lo concerniente á la política activa, poco fué lo que hicieron en el órden administrativo y económico. Fijóse el presupuesto de gastos ordinarios y extraordinarios, subiendo este último á 95 millones, y por un decreto se autorizó al gobierno (4 de diciembre, 1822) para la emision y venta de 40 millones de reales en rentas al 5 por 100, inscribiéndolas en el gran libro. El presupuesto de la guerra, que ascendia á mas de 288 millones, absorbia él solo las tres cuartas partes del presupuesto general.

Veamos ya lo que en todo este tiempo habian adelantado las operaciones de la guerra.

Era Cataluña, como ántes hemos visto, el foco principal de las facciones, y donde éstas se ostentaban mas imponentes, y en mayor número y mas disciplinadas. El general Mina, que habia comenzado su campaña ahuyentando las facciones reunidas en Cervera, y libertando las tropas leales que aquellas tenian sitiadas y en el mayor apuro en el edificio de la universidad, prosiguió sus operaciones con una prudente parsimonia, que por algunos era ya criticada de censurable lentitud, pero que después se vió ser discreta maniobra; porque aquel hábil guerrero, que solo disponia de fuerzas muy inferiores en número á las de

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