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mal se agravára al punto de no tener ya remedio.

Avanzaba ya tambien en direccion de Granada el general francés conde de Molitor, despues de haber estado en Murcia, y tomado de paso á Lorca. Ballesteros determinó salirle al encuentro, quedando Zayas en Granada: situóse aquél con su ejército, muy menguado yá y reducido á menos de diez mil hombres, aunque valerosos y decididos, en Campillo de Arenas, lugar situado en los confines de Granada y Jaen. Atacado allí por el ejército francés, que venia entero y victorioso, si victorias podian llamarse triunfos casi sin resistencia conseguidos, batiéronse nuestros soldados con un denuedo que asombró á los franceses, y la porfiada y bien sostenida batalla de Campillo (28 de julio) acreditó, aunque tarde, de cuánto habrian sido capaces las tropas del ejército constitucional, si se las hubiera empleado contra el invasor estranjero cuando éste entraba receloso y desconfiado, y aquellas se hallaban enteras y entusiasmadas. Mas ya no era posible sostener la lucha, derramado por el interior de España casi sin ningun descalabro el ejército francés, y pronunciada por todas partes en su favor la opinion del país. El mismo Zayas se habia visto obligado á retirarse sobre Málaga, acosado por el general Ordonneau, y no pudiendo Ballesteros incorporarse á él hizo desde Cambil proposiciones de capitulacion al conde de Molitor.

Estipulóse en efecto la capitulacion (4 de agosto)

entre el general francés y el coronel primer ayudante de estado mayor de Ballesteros don José Guerrero de Torres, que aprobaron y firmaron después Ballesteros y el duque de Angulema. Los artículos de la capitulacion eran:-El general Ballesteros y el segundo ejército de su mando reconocen la autoridad de la Regencia de España, establecida en Madrid durante la ausencia del rey:-El mismo general ordenará á los demás generales y gobernadores de las plazas situadas en el territorio de su mando que reconozcan la espresada Regencia:-Las tropas que están á sus órdenes se acantonarán en los puntos que se designen de acuerdo con el general Molitor:-Los generales, jefes y oficiales del segundo ejército español conservarán sus grados, empleos, distinciones y sueldos correspondientes:Ningun individuo de dicho ejército podrá ser inquietado, perseguido ni molestado por sus opiniones anteriores á este convenio, ni por hechos análogos, á escepcion de los que sean de la competencia de la justicia ordinaria:-El sueldo se pagará por el tesoro español: en caso de retraso ó imposibilidad, se continuará dando á las tropas la racion de etapa en los acan. tonamientos designados:-Los nacionales que deseen volver á sus casas, podrán hacerlo libremente, y tendrán en ellas seguridad y proteccion.

Fácilmente se comprende el desaliento y el disgusto que produciria en todos los comprometidos por la causa liberal la capitulacion de Ballesteros y de su

ejército, que habia sido una de sus mayores esperanzas. Esperanzas fundadas en el número y la calidad de las tropas, que pasaban por las mejores de entonces, y en las opiniones del general, tenido, aun entre los comuneros, por uno de los mas fogosos defensores de la causa de la libertad. Cierto que desde el principio de la guerra se habia observado que no correspondia su conducta al concepto de que gozaba, y habia dado lugar á quejas é inculpaciones, de que el mismo Torrijos quiso dar conocimiento al gobierno de Cádiz, no obstante la amistad que á ambos generales unia, como miembros de una misma sociedad secreta. Así fué que las guarniciones de las plazas de Levante no quisieron someterse á la capitulacion, y aun una parte del ejército se retiró á Málaga, donde seguia todavía ondeando la bandera de la libertad,

Pero ya era causa desesperada la de los constitucionales, por lo que verémos ahora que habia acontecido durante este tiempo en Galicia.

Mandaba, como hemos dicho ántes, el ejército de aquel antiguo reino el general Morillo, conde de Cartagena, el cual le habia reorganizado, disciplinado y moralizado, con laudable inteligencia y celo. Indicamos tambien que con objeto de dominar la Vieja Castilla y de amenazar á Galicia amenazar á Galicia y Astúrias se habia situado el general francés Bourcke en la capital y reino de Leon. Concurria por otro lado á invadir las Astúrias el general Huber, unido al general realista espa

ñol Longa, los cuales antes de entrar en el Principado batieron al intrépido Campillo, jefe de un cuerpo constitucional (21 de junio), y persiguieron sus restos hasta Rivadesella y Gijon, siendo recibidos los franceses en Astúrias como lo habian sido en todas partes, y Campillo que habia vuelto á rehacerse en lo posible en Avilés fué tambien atacado allí, y acabada de dispersar su gente. Huber y Longa se reunieron en Oviedo (27 de junio). Entretanto en el camino real de esta ciudad á Leon hubo un sério combate entre una columna de tropas constitucionales que mandaba el general Palarea y otra de franceses que guiaba el general D'Albignac, procedente del cuerpo de Bourcke y enviado para este objeto por él. De resultas de este reencuentro Palarea se retiró por Astúrias á Galicia, y Huber y D'Albignac marcharon tambien juntos sobre Lugo, quedando Longa en Astúrias para mantener la tranquilidad.

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Bourcke por su parte, con noticia de los sucesos de los movimientos de Astúrias, dirigióse igualmente á Galicia por la carretera de Astorga y Villafranca, en cuyo camino su vanguardia habia tenido ya algunos choques parciales. Acababa de llegar á Galicia desde Sevilla el general Quiroga, uno de los proclamadores de la Constitucion de Cádiz el año 20, y uno de sus mas decididos sostenedores. Hallábase tambien allí el inglés sir Robert Wilson, que habia venido á ofrecer su espada al ejército de la libertad, el

cual se puso al frente de aquel batallon de emigrados estranjeros que habia intentado atraer al ejército francés en el paso del Vidasoa, que ametrallado por su artillería se réfugió en San Sebastian, y desde allí se em barcó después para la Coruña.

Mas como en este tiempo recibiese el general Morillo noticias de lo acontecido en Sevilla, de la suspension del rey y el nombramiento de una Regencia provisional, hiciéronle tál impresion, que desde luego, dando por fenecida una Constitucion por los mismos legisladores quebrantada, resolvió separar su causa de la de las Córtes, y desde Lugo dió á sus soldados la siguiente proclama (26 de junio): —«Soldados del cuarto ejército: habeis manifestado vuestra decision »á no obedecer las órdenes de la Regencia que las Córtes instalaron en Sevilla, despojando de sus atribuciones al rey, de un modo reprobado por nuestro pacto social. Animado de los mismos sentimientos que vosotros, he condescendido con vuestros deseos, y os declaro que no reconozco al gobierno que las Córtes han establecido ilegalmente; y que resuelto >al mismo tiempo á no abandonar estas provincias á los furores de la anarquía, conservo el mando del ›ejército. Auxiliado por una junta gubernativa, toma»ré las providencias que exijan las circunstancias, no »obedeciendo á ninguna autoridad, hasta que el rey y » la nacion establezcan la forma de gobierno que debe regir en nuestra patria.-Soldados: casi todos perte

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