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Isla Gaditana. Que puesto todo en conocimiento del rey, y consultado por éste el Consejo de Estado, este alto cuerpo habia convenido con los generales en la absoluta necesidad de trasladarse las Córtes У el gobierno, variando solo en el punto, siendo de opinion el Consejo que debia ser Algeciras.

Estrechados y apurados los ministros con preguntas por Galiano, sobre si creian poderse sostener la Constitucion sin que la traslacion se verificase, si el viaje estaba dispuesto, si ellos podian seguir siendo ministros en el caso de que el rey se negase, concluyó por rogarles que no tomasen parte en la discusion, porque ésta habia de llevar necesariamente un giro violento, en que ellos no podrian hablar sino en nombre del rey. Hecho lo cuál, presentó la segunda proposicion, reducida á que una comision llevase un mensaje á S. M. suplicándole que sin demora se pusiese en camino con su real familia, y acompañado de las Córtes y del gobierno, añadiéndose á propuesta de Argüelles «á la Isla Gaditana, y mañana al mediodía. La comision se nombró: presidíala don Cayetano Valdés, hombre severo y de todos respetado: el rey señaló la hora de las cinco de la tarde para recibirla; mientras la comision fué á cumplir su delicado encargo, el Congreso se quedó en una respetuosa y casi muda espectativa. Regresó la comision, y en el semblante mústio del presidente se leyó que no traia contestacion satisfactoria. «Señor, dijo Valdés, la co

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mision de las Córtes se ha presentado á S. M.: ha enterado al monarca de que el Congreso quedaba en sesion permanente: que habia resuelto trasladarse ›den tro de 24 horas á Cádiz, en virtud de las noticias que tiene de la marcha del enemigo, pues aumentada su velocidad, podia el ejército invasor impedir la partida del gobierno, y de este modo dar muerte á la libertad y á la independencia de la nacion; y por lo >tanto era urgente y necesario que la familia real y las Córtes saliesen de esta ciudad.-El rey ha con>testado que su conciencia y el interés que le inspira›ban sus súbditos no le permitian salir de Sevilla: que si como individuo particular no hallaba incon›veniente en la partida, como monarca debia escu. ›char el grito de su conciencia.-Manifesté á Su Ma>jestad que su conciencia quedaba salva, pues aun

que como hombre podia errar, como rey constitu»cional no tenia responsabilidad alguna; que escu>chase la voz de sus consejeros y de los representan⚫tes del pueblo, á quienes incumbia la salvacion de la patria.-S. M. respondió: He dicho; y volvió la es›palda.»

Siguieron á esta relacion momentos de profundo silencio, como presagiando todo el mundo que trás lo que se habia oido, algo terrible restaba oir. El guante estaba arrojado, y suponíase que no faltaria quien le recogiera. De contado estaba conseguido uno de los propósitos de Galiano, que era saber oficialmente la

resistencia del rey. Levantóse en efecto de nuevo este diputado, y con ademan solemne y mostrando cierta tristeza hipócrita (usamos su misma espresion), «Llegó yá, dijo, la crísis que debia estar prevista hace mucho tiempo. Y despues de breves palabras para probar que S. M. no podia estar en el pleno uso de su razon, sino en un estado de delirio momentáneo, pues de otro modo no podia suponerse que quisiera prestarse á caer en manos de los enemigos, propuso que se declarára llegado el caso de considerar á S. M. en el del impedimento moral señalado en el artículo 187 de la Constitucion, y que se nombrára una Regencia provisional que para solo el caso de la traslacion reuniera las facultades del poder ejecutivo. Declarado el asunto urgente, y puesto á discusion, hablaron en contra Vega Infanzon y Romero, aquél en un discurso cansado, aunque vehemente: defendiéronla Argüelles y Oliver; y sin votacion nominal, porque así se procuró que fuese, se aprobó una proposicion que declaba nada menos que demente al rey, y suspenso del poder real "").

Acto contínuo se nombró una comision que propusiera los individuos que habian de componer la

(1) Después pidieron varios diputados que constase su voto contrario á la declaracion de inhabilitacion del rey; otros que constára el suyo en contra del nombramiento de regencia provisional. Antes, creyendo que la

votacion iba á ser nominal, andaban muchos diputados como eзcondiéndose detrás de los bancos. Cuando vieron que era ordinaria, volvieron los más á sus puestos.

Regencia; y á propuesta suya recayó el nombramiento en don Cayetano Valdés, don Gabriel Ciscar y don Gaspar Vigodet, los cuales prestaron el correspondien te juramento, mediando luego entre el presidente del Congreso y el de la Regencia, Valdés, breves pero muy sentidos discursos, sobre la necesidad terrible en que se habia puesto á la representacion nacional de tomar una medida de tál naturaleza, y á los regentes en la de aceptarla. La nueva Regencia salió para palacio, acompañada de la diputacion de las Córtes, entre aplausos y vivas de diputados y espectadores. Fernando recibió la noticia del atentado que contra él acababa de cometerse, sin inmutarse al parecer. O se alegraba de tener más agravios de que vengarse en su dia, ó en aquel mismo esperaba verse libre de sus opresores. Porque en efecto, habia tramada una conjuracion con ese objeto, pero traslucida su existencia por algunos constitucionales, y sorprendido el lugar en que se hallaban reunidos los conjurados, aquella misma noche fueron presos, incluso su jefe, que era á la sazon alcaide del alcázar (").

Regresó la comision del Congreso, y su presidente Riego anunció que la Regencia quedaba instalada,

(1) Esta trama tenia por objeto impedir la salida del rey, y aan proclamar su libertad, arrebatándole y llevándole á punto donde pudiera empuñar libre

mente las riendas del Estado. Debia ponerse á la cabeza de es

ta empresa el general escocés Downie, hombre estrafalario y de desarreglada conducta, que acaso por salir de ciertos compromisos se metia en los de estas aventura

das empresas.

y que los aplausos y demostraciones de alegría con que habia sido acompañada manifestaban que el pueblo español queria que se adoptasen medidas enérgicas en las circunstancias actuales. Lúgubre y sombrío aspecto presentó el salon de sesiones el resto de aquella noche. En sesion permanente, más por precaucion que porque hubiese de qué tratar, pues ya no quedaba que hacer sino disponer el viaje, cosa de la Regencia y del rey; escasa la luz; pocos y cansados los diputados; durmiéndose en los escaños, ó departiendo en voz baja entre sí sobre el gran suceso del dia; en la tribuna algun otro espectador, cuya curiosidad le hacia compartir la vigilia con los diputados; inmóviles el presidente y secretarios en sus sillones, aguardábase con ansiedad y desazon el siguiente dia. Pero vino el dia deseado, y pasaban horas, y ni se advertian síntomas, ni se recibian noticias de próximo viaje. El rey, que se habia sujetado sin replicar á la decision del Congreso, parecia oponer ahora la peor de las resistencias, la resistencia pasiva. La hora acordada del mediodía se pasaba; conforme avanzaba la tarde crecia la zozobra en los ánimos. La milicia nacional de Madrid se impacientaba y bullia. Llegó á creerse que ya no se verificaba el viaje del rey; grande era la agitacion, y hubo proyectos estremados para hacerle salir violentamente, porque los realistas en Sevilla, con ser en gran número, habianse mostrado tan cobardes que no se los temia.

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