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Despues de dar lectura de las notas de Austria, Prusia y Rusia, dijo el ministro de Estado: «El gobierno de S. M. ha creido que no era oportuno, ni justo, ni decente dar contestacion á estas notas; puesto que todas ellas están llenas de invectivas, suposi-ciones malignas, dirigidas no tan solo á la nacion, sino á los que la gobiernan, y á los individuos que han hecho la revolucion.... (muchos diputados: «A todos, á todos han sido dirigidas, á toda la nacion. ») Al gobierno de S. M. le parecia, á vista de estas notas, que reservándose el derecho de hacer pública su causa.... convenia manifestar altamente que por ninguna manera reconoce derecho de intervencion, ni necesita que ningun gobierno estranjero se mezcle en sus asuntos.»

Y leyó la siguiente nota-contestacion á los tres gabinetes:

Muy señor mio:

»Con esta fecha dirijo á los encargados de negocios de S. M. Católica de órden del rey, lo que sigue:

>>El gobierno de S. M. Católica acaba de recibir comunic cion de una nota del de.... á su encargado de negocios en esta córte, de que se pasa copia á V. S. para su debida inteligencia. Este documento, lleno de hechos desfigurados, de suposiciones denigrativas, de acriminaciones tan injustas como calumniosas, y de proposiciones vagas, no puede provocar una respuesta categórica y formal sobre cada uno de sus puntos. El gobierno español, dejando para ocasion más oportuna el presentar á las naciones de un

modo público y solemne sus sentimientos, sus principios, sus resoluciones, y la justicia de la causa de la nacion generosa á cuyo frente se halla, se contenta con decir: Primero, que la nacion española se halla gobernada por una Constitucion, reconocida solemnemente por el emperador de todas las Rusias en el año de 1812. Segundo, que los españoles amantes de su patria, que proclamaron á principios de 1820 esta Constitucion, derribada por la fuerza en 1814, no fueron perjuros, sino que tuvieron la gloria inmarcesible de ser el órgano de los votos generales. Tercero, que el rey constitucional de las Españas está en el libre ejercicio de los derechos que le dá el Código fundamental, y que cuanto se diga en contrario es produccion de los enemigos de la España, que para denigrarla la calumnian. Cuarto, que la nacion española no se ha mezclado nunca en las instituciones y régimen interior de otra ninguna. Quinto, que el remedio de los males que puedan afligirla, á nadie interesa más que á ella. Sesto, que estos males no son efecto de la Constitucion, sino de los enemigos que intentan destruirla. Sétimo, que la nacion española no reconocerá jamás en ninguna potencia el derecho de intervenir ni de mezclarse en sus negocios. Octavo, que el gobierno de S. M. no se apartará de la línea que le trazan su deber, el honor nacional y su adhesion invariable al código fundamental jurado en 1812. Está V. S. autorizado para comunicar verbalmente este escrito al ministro de Relaciones estranjeras, dejándole copia, si la pidiere.

>>Su Majestad espera que la prudencia, celo y patriotismo de V. S. le sugerirán la conducta firme y digna del nombre español, que debe seguir en las actuales circunstancias. Lo que tengo la honra de comunicar á V. S. de

órden de S. M., y con este motivo le renuevo las seguridades de mi distinguida consideracion, rogando á Dios guarde su vida muchos años.

»B. L. M. de V. S. su atento y seguro servidor

>> EVARISTO SAN MIGUEL.

>>Palacio 9 de enero de 1823.»

La lectura de estos documentos produjo murmullos de aprobacion en los bancos de los diputados y en las tribunas. El presidente, señor Isturiz, dijo: Las Cortes han oido la comunicacion que acaba de >hacer el gobierno de S. M.-Fieles á su juramento, ›y dignas del pueblo á quien representan, no permi»tirán que se altere ni modifique la Constitucion, por la cual existe, sino por la voluntad de la nacion, y por los términos que la misma prescribe.-Las Cór»tes darán al gobierno de S. M. todos los medios de repeler la agresion de las potencias que osaren atentar á la libertad, á la independencia y á la gloria de la >heróica nacion española, y á la dignidad y esplendor »del trono constitucional de S. M.»

Se leyó en seguida la siguiente proposicion del señor Galiano: «Pido á las Córtes, que tomando por » base la comunicacion que acaba de leer el gobierno de S. M., decreten que se envie á S. M. un mensaje

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para asegurarle de la decision de la representacion »nacional, fiel intérprete de los votos de sus comitentes, á sostener el lustre é independencia del trono

» constitucional de las Españas, la soberanía y dere>>chos de la nacion, la Constitucion por la cual exis>>>ten; y para la consecucion de tan sagrados objetos no habrá sacrificio que no decreten, ciertas de que > serán hechos con alegre entusiasmo por todos los » españoles, que ántes se sujetarán á padecer todo linaje de males que pactar con los que tratasen de mancillar su honor, ó de atacar sus libertades.»

No se dejó al diputado apoyar la preposicion, porque todos se levantaron á aprobarla por unanimidad, y así lo declaró el presidente en medio de ruidosos y vehementes aplausos. Preguntó luego el señor Galiano á los ministros, si á consecuencia de aquellas comunicaciones se habian espedido ya los pasaportes á los representantes de las potencias que así ofendian el honor español. Contestó el de Estado que nó. El señor Argüelles propuso que se encargára la redaccion del mensaje á una comision, suspendiendo las Córtes la manifestacion de sus sentimientos hasta el dia en que se presentára, «para que jamás se pueda decir, añadió, que han sido arrancados por la impresion del momento, y para que lleven toda la solemnidad augusta que debe caracterizar la decision noble y justa de la nacion. Adhirióse Galiano á la proposicion de Argüelles. «La discusion, dijo, de este interesante negocio seria hoy violenta, impetuosa y agitada; otro » dia será templada, calmada y majestuosa, cual con» viene á la nacion española, grande, moderada y

›generosa, aun cuando se vea atacada por el medio »mas vil y ratero.» Pidió que se presentára el mensaje en el término de 48 horas, que se imprimiera en todas las lenguas, que se difundiera gratis por el mundo entero, y que se dijera á las naciones: «ahí teneis la paz y la guerra; escoged lo que quisiéreis (vivos y repetidos aplausos).»

Pidió, por último, que fuese agregado el señor Argüelles á la comision. El señor Argüelles quiso modestamente escusarse, pero le ahogaron las aclamaciones. Argüelles y Galiano manifestaron á su vez, que si por punto general disentian en opiniones, en esto habia entre ellos completa uniformidad de sentimientos: acercáronse uno á otro por un movimiento espontáneo, y se dieron las manos con las espresiones del efecto mas cordial. Otro tanto hicieron varios diputados de los que se sentaban en opuestos bancos, en medio de los aplausos de los espectadores. El presidente levantó la sesion, dando un viva á la Constitucion, á que diputados y concurrentes respondieron con fogosas aclamaciones á la Constitucion, á la libertad, al héroe de las Cabezas, á la representacion nacional y al gobierno (").

(4) Escribiendo el representante de Inglaterra en Madrid sir William A'Court en 10 de enero al ministro inglés Mr. Canning, le decia hablando de esta célebre sesion: «Las Córtes mostraron en alto grado una circunspecta mo

deracion..... Como no era generalmente sabido que los despachos se iban á leer públicamente, no fué muy concurrida de diputados la sesion, y las galerías estaban dispuestas á algun tumulto, prorumpiendo el ardor cons

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