don agradable á Dios y á los hombres; y estiende esta gracia hasta para con los muertos, conforme lo hacia el santo Tobías, enterrándolos y ofreciendo por sus almas oraciones, limosnas y sacrificios. No faltes en el consuelo á los que lloran, y llora tú tambien con los que lloran: visita á los enfermos, y jamas te pese, porque por tales obras de misericordia serás afirmado en la caridad , y muy amado de Dios y de los hombres. ¡Que consuelo el mio, y que dicha la tuya, hijo mio, si estos saludables preceptos se grabáran para siempre en tu tierno corazon! Haz por conservarlos en tu memoria, pues haciéndolo así, y acordándote en todas tus obras de tus postrimerías, jamas pecarás, como nos lo asegura el Eclesiástico. LECCION VIII. Nunca litigues con hombre poderoso, no sea que caigas en sus manos. : No contiendas con hombre rico, no sea que te ponga pleyto, y sobornando jueces y testigos, haga inclinar ácia su lado la balanza de la justicia. A muchos perdió el oro y la plata, y hasta el corazon de los reyes se estiende y trueca. Jamas litigues con hombre lenguaz, porque esto sería lo mismo que echar leña al fuego, y ponerle en ocasion de que se desatase contra ti en nuevas y mayores injurias y dicterios. No tengas en poco al hombre que se aparta del pecado, ni le improperes : acuérdate que todos estamos bajo de la correccion. Nunea desprecies lo que contaren los ancianos sabios; antes bien estudia sus sentencias, desengaños y proverbios, porque de ellos aprenderás sabiduría y doctrina de inteligencia, y te serán muy útiles para formar tus costumbres. Jamás reprehendas á un pecador obstinado en su culpa, porque es lo mismo que avivar la llama del fuego, y te espones haciéndolo á que arrebatado de la ira se vuelva contra ti, y te hiera ó te llene de improperios. No contradigas, ni te metas en contiendas con el ultrajador, porque estará acechando tus palabras para ver si te puede coger en alguna. Nunca salgas fiador sobre tus fuerzas; pero si has afianzado, piensa que lo tienes que pagar. Cuantos por semejantes fianzas, á que se prestan indiscretamente, se pierden á sí mismos y arruinan á sus familias! Jamas tomes pendencia con el colérico, ni vayas con el atrevido á un lugar solitario, porque para él no es nada la sangre, y te destrozará cuando no haya quien te socorra. A esto se reducen, hijo mio, las máxîmas y preceptos de estas ocho -leeciones: si las observares, caminarás siempre por sendas seguras, y nunca caerás en precipicio.. |