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El arte elemental de hablar y leer con pureza un lenguage, se dirige á enseñar las diferencias del sonido de la voz en las palabras por medio de las articulaciones ó de las diversas posturas de la lengua en la concavidad de la boca y narices, ayudada de los dientes y labios, cerrados ó abiertos. Este sonido le podemos considerar como un signo simple, indivisible y de cortísima duracion, al modo del que se percibe en la repentina pronunciacion de una sílaba ó letra; y será oral ó instrumental segun la variacion del estado del canal por donde pasa el ayre que le causa, y las diferentes inflexiones y formas que le dan los órganos. El sonido oral le producen las vocales, y el instrumental las consonantes: aquel es como la materia ó sustancia, éste como la forma ó el modo; de manera que no puede llamarse sonido cosa alguna que no sea impresion del ayre vibrado en el tímpano del oido, porque el sonido respecto á este sentido es comparativamente lo mismo que la luz respecto de la vista, el olor respecto del olfato, el sabor respecto del gusto, y el tacto respecto de la

sensacion general comunicada por cualesquiera de las partes integrantes del cuerpo animado.

Esto supuesto, no me detendré á esplicar el modo con que sale el ayre de los pulmones, y pasando por la traquiarteria, empieza á modificarse para la voz en la laringe, la glotis y la epiglotis, porque estas y otras semejantes observaciones físicas, ademas de la obscuridad que traen consigo, son mas bien propias de un anatómico que de un maestro de leer. Lo que á este le conviene saber es el modo de enseñar á conocer y pronunciar las letras cada una de por sí; su valor y órden, unidas en sílabas; el de las voces que constan de una de éstas, y por consiguiente de un solo tiempo en la pronunciacion, y el que tienen las palabras que se componen de dos ó mas sílabas, y bien son parte de período ó de oracion. En todo esto será el maestro nimiamen te esacto, y corregirá al discípulo los vicios que tenga en su pronunciacion, siempre que no procedan de naturaleza. Para conseguirlo será un recurso oportuno ob

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servar en sí mismo la colocacion ó postura de la lengua, dientes y labios al espresar el verdadero sonido de la voz dudosa, y esplicársela y demostrársela al discípulo del modo mas claro que le sea posible. Este es, entre otros, el arbitrio de que principalmente se valen los que están dedicados á enseñar á leer á los mudos, quienes sin él se verian privados de éste y otros conocimientos que en el dia adquieren, por no vibrar los sonidos, ni hacer impresion alguna en el tímpano de sus oidos á causa de su absoluta y natural sordera.

Sería un empeño muy arduo querer determinar el modo, tiempo y sugetos con quienes el maestro debe emplear estos recursos, y conocidamente inútil detenerme á esplicar otras varias reglas y medios ortológicos, tan difíciles de dar á conocer por escrito, como fáciles de comprehender por cualquiera maestro celoso, atento y observativo. A este, pues, regularmente se le presentan los niños para recibir su instruccion, ó cuando ya saben articular esactamente todos los sonidos simples y compuestos, ó cuando, por lo menos, al

espresarlos no cabe duda en su pronunciacion. Por lo mismo es poco y con pocos lo que sobre este punto tiene que trabajar, y lo que mas le interesa saber, previas estas disposiciones mas ó ménos cabales en el discípulo, es el sistema ó método por donde le debe enseñar á leer.

Es cuestion ya resuelta de que el silabeo, ó silabicacion como quieren algunos, debe preferirse al deletreo, por las incalculables ventajas y ahorro de tiempo que trae consigo. Para usar de tan apreciable método (y aun del del deletreo) á poca costa de los discípulos, deberá el maestro tener en las paredes de su escuela otros tantos carteles cuantos son los números ó lecciones en que está dividida esta cartılla; ya fijos, que sería lo mas económico si hubiera la suficiente capacidad y estension para ello; ya en cartones movibles para poner solo á la vista el que se necesitase esplicar (1). Hecho esto, dividirá los discí

(1) El maestro que no quiera tomarse el largo y pe noso trabajo de formar por sí mismo estos carteles, podrá adquirirlos á poca costa acudiendo a don Vicente Marin, presbitero, capellan de S. M. ., que vive calle de Santiago, núm. 9, sugeto tan equitativo como diestro en estas materias.

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pulos en cinco clases: la primera de los que aprendan el conocimiento de todas las letras por su nombre y figura (1): la segunda de los que sin pararse á nombrarlas, ni atender al lugar que ocupan en la composicion de las sílabas (á no ser que se siga con ellos el sistema del deletreo) leen cada una de estas de un solo golpe, y aprenden no solo la diferente pronunciacion que en nuestro idioma tienen algunas letras del alfabeto, sino á leer tambien voces enteras, aunque no de un golpe, compuestas de sílabas separadas y correspondientes al número en que se hallan : la tercera de los que seguidamente leen las palabras ó vocablos enteros que no están divididos por sílabas, y aprenden á formarlas, tanto sobre los carteles ó libros, como de viva voz, distinguiendo por su nombre y lugar las letras que entran ó de

(1) He preferido este sistema al de enseñarles solamente el conocimiento de las vocales, porque si no jamas podrian percibir con facilidad la esplicacion que se les hiciese en sus respectivos lugares sobre el diferente sonido que tienen con ellas algunas consonantes: y precisamente se habian de hallar muchas veces confusos y emibarazados si careciesen de esta instruccion, por no alcanzar la razon de semejantes escepciones..... Véanse con especialidad las prevenciones de los nn. 2, 4 у II.

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