Cancionero vasco: poesías en la lengua euskara reunidas en colección, y acompañadas de traducciones castellanas, juicios críticos, noticias biográficas de los diversos autores, y observaciones filológicas y gramaticales, Volumen 1

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José Manterola
J. Osés, 1878
 

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Página 57 - Uno Dos Tres Cuatro Cinco Seis Siete Ocho Nueve Diez Once Doce Trece Catorce Quince Diez y seis Diez y siete Diez y ocho Diez y nueve Veinte...
Página 33 - En las secas llanuras los romanos están, y bosques y cavernas la montaña nos da. VI Apostados estamos en muy fuerte lugar y ánimo inquebrantable tenemos cada cual.
Página 37 - Cuando a uno de los nuestros Muerte el romano da, Cincuenta de los suyos Hemos visto espirar. XI Pero hemos aceptado Al cabo su amistad, Porque somos muy pocos Y ellos son muchos más. XII...
Página 68 - Filis un tiempo mi dolor sabia; Filis un tiempo mi dolor lloraba; Quísome un tiempo , mas agora temo , Temo sus iras. Asi los dioses con amor paterno , Asi los cielos con amor benigno, Nieguen al tiempo que feliz volares, Nieve á la tierra.
Página 68 - Dulce vecino de la verde selva, huésped eterno del abril florido, vital aliento de la madre Venus, céfiro blando; si de mis ansias el amor supiste, tú, que las quejas de mi voz llevaste, oye, no temas, ya mi ninfa dile, dile que muero. Filis un tiempo mi dolor sabía, Filis un tiempo mi dolor lloraba; quísome un tiempo, mas agora temo, temo sus iras.
Página 35 - Cubierto de corazas El enemigo va, Pero el cuerpo indefenso Gana en agilidad. IX De día ni de noche Sin tregua al brazo dar, Cinco años ha lidiamos Por nuestra libertad. X Cuando a uno de los nuestros Muerte el romano da, Cincuenta de los suyos Hemos visto espirar.
Página 46 - Iba en el segundo cuerpo la córte del monarca, los caballeros principales, los bagages y los tesoros recogidos en toda la expedicion. Hallóse éste sorprendido en medio del valle por los montañeses vascos, que apostados en las laderas y cumbres de Altabiscar y de Ibañeta , parapetados en las breñas y riscos, lanzáronse al grito de guerra y al resonar del cuerno salvage sobre las huestes francas, que sin poderse revolveren la hondonada, y embarazándolas su misma muchedumbre, se veian aplastadas...
Página 51 - En concepto del Sr. Oloriz basta la citada estrofa para probar que desde antiguo el romance era usado por los vascones; pero por si todavía queda lugar á dudas, copia la siguiente, esperando disipar con ella todo recelo: Dice así esta: «Badoazi!, badoazi!, non da bada lantzazco sasi hura? Non dira heien erdian agheri ciren cer nahi colorezco bandera hec? Ez da gheiago simiztafic atheratcen hein arma odolez bethetaric.
Página 102 - Tierra éuskara, tierra éuskara, cuando el santo Jaungoicúa sacó del caos tenebroso los montes y las llanuras, te erizó de altas montañas, y de cavernas profundas para que a España sirvieras de fortaleza segura que extranjeros ni tiranos no pudieran rendir nunca, y el providencial destino aún cumples noble y augusta, ¡que aun en tí las libertades seculares se refugian!
Página 57 - Iba ñeta aparece (resuena) un fuerte rumor, Se aproxima, rasando á derecha é izquierda las rocas; Es el estruendo de un (algún) ejército que ha llegado de lejos; Los nuestros les han respondido desde lo alto de las montañas, haciendo sonar sus cuernos, Y el -Echeco-jauna aguza sus flechas. III. ¡Ya llegan! ya llegan! ¡Oh qué selva de lanzas!

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