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que toviese con él manera como luego se viniese para el Rey, que lo deseaba mucho. E Don Alvaro de Luna visto el mandado de la Reyna, é conoscida la voluntad del Rey, partió luego, é llegó á Salamanca dó el Rey estaba por estonce. El Rey ovo mucho placer con su venida, é se alegró como antes, é fizo á todos alegre é pagado semblante. E naturalmente tovo es ta gracia Don Alvaro de Luna desde niño, é siempre despues que en la compañia ó entre la gente que se falló, siempre su presencia dió un favor á todos, é su graciosidad puso á todos siempre mucha alegria é denuedo, é buen corazon, é grand 10 voluntad de bien facer. E aún algunos grandes sabios del Rey decian, que naturalmente en Don Alvaro de Luna fallaban que tenia esta gracia, é especial don de Dios, que si visitaba ó entraba á visitar á algunos que estoviesen mal, ó dolientes de grave enfermedad, que la su vista disponia é obraba en los dolientes 15 enfermos conoscida é cierta mejoria é salud, lo qual por muchas experiencias muchas veces fué probado. Assi que por aquello non solamente se alegró el Rey con la venida de Don Alvaro de Luna, mas toda la corte é grandes, é los fijos de los grandes que cerca del Rey eran. E el Rey estovo en Sa- 20 lamanca con mucha alegria é sosiego de sus Regnos, fasta ocho dias despues de Corpus Christi, que se partió dende, é se fué á Villeruela, donde tovo el Sant Juan, é siempre Don Alvaro de Luna andaba yá siempre cerca del Rey, ca el Rey non se fallaba sin él. E de alli se partió el Rey, é se fué á 25 Valparayso, é dende á Baldenebro, donde estovo fasta passado el mes de Agosto, é alli tomó al Rey una grand dolencia de fiebres, é en toda su dolencia non queria que Don Alvaro de Luna se partiese dél. E estando el Rey alli le llegó nueva como el Arzobispo Don Pedro de Luna era muerto, 30 de lo qual pesó al Rey por el grand pesar que dello sintió aver Don Alvaro de Luna; como quiera que este Arzobispo ayudaba mucho á Don Alvaro de Luna su sobrino, é le avia puesto la casa que en la corte traía, é le proveía á él, é á los suyos que traía en la corte continuos. Por el 35 fallescimiento suyo Don Alvaro non despidió nin partió de sí ninguno de los que tenia, nin abaxó ninguna cosa del estado en que el Arzobispo su tio le avia puesto, antes trabajó por

sobs

sobstener aquel estado é honra mas noblemente que fasta alli; como quiera que aún del Rey non avia rescebido salvo una racion de doncel. E todos los grandes de la casa del Rey pensaron que en perder Don Alvaro de Luna á su tio el Arzobispo 5 seria él menguado en su estado é honra, é favor que tenia. E paresce que Dios milagrosamente desde aquel dia en adelante le fué acrecentando todo el favor é estado suyo, porque fuese visto á la gente que la honra, favor é estado de Don Alvaro, non le venia de la grandeza de sus parientes, nin 10 muchedumbre de su patrimonio, mas que solamente de sus mismas bondades é virtudes procedia. E partió el Rey de Baldenebro é fuese á Fromesta, é alli fué fecho Don Alvaro Maestresala del Rey, el qual cada dia crescia en bondades, é virtudes, é gentileza, é buenas maneras, é en el amor 15 é gracia que tenia con el Rey. En aquel año se coronó el Rey de Aragon, é postularon por Arzobispo de Toledo á Don Sancho de Rojas, Obispo que era de Palencia, é estovo Don Alvaro de Luna con el Rey de Castilla en Fromesta fasta que comenzó el año del Señor de mil quatrocientos 20 é quince.

TITULO VI.

COMO TRATARON QUE DON ALVARO
fuesse con la Infanta que iba á casar á Aragon,
por lo apartar del Rey.

Do

On Alvaro de Luna partió de Fromesta con el Rey, é vino á tener las Carnestolendas de aquel año en Valladolid. E como la envidia sea un pecado que atormenta é roe los huesos é entrañas de los que la poseen, é les face de 25 dia é de noche dolerse de los bienes agenos que Dios reparte por los que les merescen: veyendo algunos grandes que andaban en la corte del Rey como de cada dia Don Alvaro de Luna crescia en el estado, é en el amor é gracia que tenia en la voluntad del Rey, é sintiendo como el Rey de 30 noche nin de dia non se fallaba nin queria estar sin Don Alvaro de Luna, é lo abentajaba sobre todos los otros, é non

que

5.

queria que otro alguno lo vistiese, nin tratase asi como Don Alvaro, crescia la envidia en la voluntad é corazones de muchos. E mayormente veyendo quanto dispuesto era Don Alvaro para todas las cosas. Ca si avian de luchar ante el Rey los fijos de los grandes, ó sacar el pie del foyo, ó danzar, ό cantar, ó facer otros fechos ó burlas de mozos, Don Alvaro de Luna se aventajaba sobre todos; ó si avian de correr monte, él feria el puerco ó el oso, ante todos, ca era muy montero de corazon, é muy osado, é grand cavalgador, é bracero, E verdaderamente él tovo tan dispuesto cuerpo en su tierna 10 edad, é despues, que entre muchos non se fallaba semejante, como quiera que non fué grande, nin alto de persona. Mas aunque tenia los miembros gentiles é delicados, era muy bien fecho, é todo niervos é huesos, é facia bien toda cosa, é estabale muy bien qualquiera ropa que se vestia, é dabale muy 15 buen ayre, assi á las ropas que se vestia, como á las bestias que cabalgaba, é á toda cosa en que ponia las manos. E por él ser tan gracioso, é bien criado, é de fermosa é gentil dispo sicion, é de muy dulce fabla é conversacion, las dueñas é las doncellas de la Reyna, é todas las otras grandes señoras le 20 daban muy grand favor, á lo que facia é decia, mas que á ninguno de todos los otros. Assi que por todas cosas el zelo é envidia que algunos avian de Don Alvaro de Luna fué muy grande. E como por estos dias la Reyna Doña Catalina madre del Rey enviase la Infanta Doña Maria su fija á casar con 25 el Príncipe Don Alfonso, primogénito heredero del Regno de Aragon, algunos por apartar á Don Alvaro de Luna del Rey é de la su corte, tovieron manera con la Reyna, que Don Alvaro de Luna fuese con Don Sancho de Rojas, Arzobispo de Toledo, é Juan Alvarez de Osorio, Señor de Vi- 30 llalobos, é otros grandes que iban con la Infanta por la acompañar dando causa dello que facian mucha honra á Don Alvaro de Luna en lo enviar acompañar la Infanta con aquellos grandes. E aún porque allá podria ver al Padre Sancto su tio, que por estonce estaba en Peñíscola, é á los otros gran- 35 des del Regno de Aragon sus parientes. Especialmente trató esta ida de Don Alvaro de Luna Juan Alvarez de Osorio, por quanto avia grandes zelos de Don Alvaro de Luna, y de Do

ña

ña Ines de Torres, doncella de la Reyna, muy allegada á la voluntad de la Reyna. E deciase este Juan Alvarez facer de aquella doncella toda su voluntad, é por el grand amor que Doña Ines de Torres mostraba á Don Alvaro de Luna, Juan 5 Alvarez avia dello grandes zelos, é por esta causa tovo manera que la Reyna enviase á Don Alvaro de Luna con la Infanta: é la Reyna fabló con Don Alvaro de Luna de aquella ida, como quier que Don Alvaro de Luna se le entendió bien, que aquella ida que le ordenaba mas lo facian por 10 lo apartar del Rey é de la su corte, que por le dar aquella honra que decian. Mas por cumplir mandamiento de la Reyna, pues era madre del Rey, é ser obediente á lo que mandado le fuese, aceptó la ida, é partióse con la Infanta, é con aquellos grandes que dicho avemos. E llegó Don Alvaro de 15 Luna á despedirse del Rey de Castilla su señor con muy grand reverencia é cerimonia, besandole las manos: é el Rey quando vido que Don Alvaro de Luna se queria partir, pesóle mucho, é dixole que non lo ficiese. Don Alvaro de Luna le dixo, que convenia á su servicio que él partiese, pues la Rey20 na su madre le avia mandado ir con la Infanta su hermana. El Rey quando vido que todavia era dispuesto Don Alvaro de Luna de se partir, non pudo sofrir que las lagrimas non le viniesen á los ojos; é como quiera que el Rey era niño, que aún non avia mas de diez años, bien entendió que aquello 25 se facia por apartar dél á Don Alvaro de Luna, é abrazandole muy amigablemente, dixole, que si todavia queria sù servicio se viniese luego para él. En esta manera se partió Don Alvaro de Luna de la corte por aquella vez, é non solamente quedó el Rey triste por su partida, mas todas las doncellas é dueñas de la casa de la Reyna, maldiciendo en sus corazones á los que avian tenido manera con la Reyna que Don Alvaro de Luna partiese de la corte. E cierto semejaba que en salir él de la corte é casa del Rey, toda ella quedaba robada de toda gentilleza é alegria.

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COMO DON ALVARO DE LUNA VOLVIÓ de Aragon de acompañar la Infanta, é como todos los grandes de Castilla procuraban de tener parte

M

en Don Alvaro de Luna.

bien se ovo Don Alvaro de Luna en aquella ida con la Infanta al Regno de Aragon, é como quier que él aún non avia avido del Rey grandes dádivas nin mercedes, por el Rey ser tan niño, que aunque mucho lo amaba non lo роdia assi aprovechar como queria, mas con todo eso Don Al- 5 varo trabajó é adereszó en tal manera á sí é á los suyos, é tanto á punto, como si él yá toviéra una grande renta. E Don Alvaro vido en Aragon al Papa Benedicto su tio, el qual ovo mucho placer con él, é le dió su bendicion. E vido assimismo algunos caballeros sus parientes, los quales ovie 10 ron mucho gozo é alegria con él, veyendolo tan vivo é tan desenvuelto, é tan cuerdo é bien criado, é sabiendo quanto era allegado á la voluntad del Rey de Castilla, lo qual yá se sabia por muchas partes. E non solamente avian placer con él sus parientes, mas aún los que non le conoscian tenian mane- 15 ra de se concertar con él, por las virtudes é buenas maneras que de Don Alvaro de Luna oían decir é sabian. En tal manera, que rescibió de todos muchas fiestas en Aragon, assi de aquellos caballeros sus parientes, como de los otros grandes del Regno, é de la casa del Rey, é mucho le quedaron to- 20 dos obligados é ofrescidos. E como quiera que todos le quisieran mas detener non pudieron. Ca despues que se partiera Don Alvaro del Rey de Castilla en Valladolid, non passaron muchos dias que el Rey le escribió mandandole, é rogandole muy afincadamente, que se viniese luego para él: é aún ro- 25 gó el Rey á la Reyna su madre, que aquello mesmo le escribiese é enviase á mandar á el Arzobispo Don Sancho de Rojas, é Juan de Velasco: los quales por esos dias eran los principales en la casa del Rey. E veyendo que el Rey perseveraba tanto en aquella voluntad, é amor que avia á Don Al- 30

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