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tar la meritoria antigüedad de nuestro pueblo y sus diversas vicisitudes, no nos divagaremos en hacer una demostracion de las causas que se fueron dando la mano para que la Spania caminase adelantando en sus nociones de gobierno y régimen social. Indicado ya el que regia en su estado de sencillez, aceptaron insensiblemente la Theogania que les legaron los fenicios, cuyo idolo principal era Hércules. Asi lo comprueba el haber durado tan crasos errores hasta el tiempo del cristianismo, y el mucho trabajo que costó estirpar en su totalidad semejantes creencias.

La suerte que cupo á Astigis en aquellos lejanos tiempos debió ser la peculiar á un pueblo comercial en el cangeo de sus útiles y abundantes frutos, con sus simulados conquistadores, y los cuales eran esportados por el rio Singilis: de todos modos, repetimos á la bien sostenida política de tan amables huéspedes debieron los turdetanos y mas adelante todo el pais, el ser asociados á los pueblos cultos del antiguo mundo civilizado.

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Mas no estaba en lo posible que esta alianza y buena armonia fuese permanente, atendido el génio indomable de los indígenas: algunas desavenencias hubieron de ocurrir en el sistema de contrataciones; pero de tal monta que los fenicios, moradores de Gades, pidieron indiscreta proteccion á sus compatriotas, establecidos á la sazon en la famosa colonia de Cartago, á fin de que los ausiliasen y protegieran su estancia en la península. Seguidamente manifestaremos los males inmensos que esta falta trajo á el pais, siendo las primeras

victimas los que cometieron tal imprevision. Pero quede consignado, que ya por los antecedentes espuestos, como por el origen griego de los nombres Astigis y Síngilis [1]; porque se conoción el de Ecija y su rio, es indudable que su fundacion pertenece al tiempo de los fenicios, ó tal vez á otros

mas remotos.

Poco tendremos que ocuparnos para nuestro asunto en hablar de los cartagineses, de ese pueblo osado que mas adelante por una série no interrumpida de triunfos llegára á hacer vacilar el poder colosal de Roma; porque como nuestro intento no se dirige á escribir minuciosamente la historia general del pais, solo nos detendremos en aquellas épocas que tengan mas conecsion con el pueblo de Ecija, y la provincia á que pertenece, que es de lo que nos hemos propuesto recordar antecedentes

Diremos, pues, que por los años de tres mil cuatrocientes quince, á tres mil cuatrocientos sesenta de la creacion del mundo, ó sea en el siglo sesto antes de J. C., se presentó Amilcar Barca en las aguas de Gades, con sus tropas y armada, para dar el ausilio que les demandaban sus conciudadanos. Es probable que este se compusiera de fuerzas respetables, pues ademas de Cartago, ya tenian fundadas y planteadas colonias militares en toda la costa de aquella parte de Africa, que hoy forma la Berberia.

(1) Diccionario geográfico de España por D. Miguel Cortes. tomo 1. fol. 56.-Flores, Historia Sagrada.

Este pueblo ambicioso, á la par que guerrero, tan luego como se enteró de la fertilidad y riqueza del pais, que esplotaban los fenicios, se propuso su conquista, que en efecto llevó a cabo con una rapidéz poco comun, ora influyese para ello el carácter inofensivo de aquellos, ora por la mala armonia que á la sazon reinaba entre las naciones hispánicas. Tal fué indudablemente el fundamento, para que por medio de una mera correria militar, tan velóz como aterradora, quedasen dueños en muy corto tiempo de la mayor parte de la península.

Muerto que hubo Amilcar Barca, le sucedió en el mando su yerno Asdrubal, que fué un verdadero azote para los pueblos que cayoron bajo su dominacion; la fuerza era la garantia de sus injusticias; la humillacion, el robo, la violencia, los medios de establecer su poder. Comparada tan odiosa conducta con la seductora politica de los fenicios, produjo en los naturales el efecto que tarde o temprano habia de refluir en daño de los causantes de tanto mal; pues si es verdad que sufrieron todo el peso de la opresion mas tiránica, tambien lo es que estos mismos padecimientos crearon una odiosidad suma, cuyos resultados no tardaron mucho en esperimentar los cartagineses.

Una série de continuos triunfos por parte de estos invasores, desalojó totalmente de España á los fenicios, donde egercie→ ron su comercio algo mas de ochocientos cincuenta años; y

(1) El Ebro.

desde la Turdetania, que subyugó Amilcar, el primero de su arribo, estendieron su conquista hasta el rio Ibero, [1] dond❤ los detubo un tratado hecho con Roma, que ya miraba con prevencion la ambiciosa conducta de Cartago.

Despues de haber fundado Asdrubal á Cartagena, y cuando orgulloso marchaba al frente de su ejército, fuerte de ciento cincuenta mil hombres, decidido á tomar á Sagunto, mu-rió asesinado por los suyos, que tal fin acontece comunmente á los enemigos de la humanidad, avezados en el crimen: á este inesperado incidente, debió la elevacion á el supremo mando su cuñado Annibal, jóven de veinte y cinco años.

Notorio es el génio emprendedor y valor inaudito de este guerrero afortunado: por consiguiente basta indicar, que si el acaso no hubiera protegido á Claudio Neron en las inmediaciones de Tarento, la batalla dada acto continuo á orillas del rio Motauro contra Libio (2), hubiera hecho desaparecer aquel mismo dia el nombre romano, y Cartago ocuparia indudablemente su lugar en la historia.

Tambien puede asegurarse que ese grande acontecimiento decidió la suerte de la península: los cartagineses hicieron tan estraordinarios esfuerzos sobre Italia, porque llegaron á persuadirse que contaban con las simpatias de los españoles, y que el resentimiento de estos por el abandono en que Roma dejó á Sagunto, hasta que se consumó su destruccion, seria

(1) El Ebro.

[2] Doscientos años antes de J. C.

suficiente motivo para repeler sus águilas bajo cualquier concepto que se presentasen. ¿Pero cómo era posible que los celtiveros ayudasen y se aviniesen á continuar sufriendo el yu go púnico? ¿Cómo habiande mirar con indiferencia el miserable estado de servidumbre á que los habia reducido su tiránica administracion é insaciable codicia? No era esto fácil, ni nunca debió esperarse de un pueblo tan amante de su independencia, á quien tanto se habia vejado. Sin embargo, como veremos mas adelante, algunas villas y ciudades, por circunstancias ecepcionales, se declararon á su favor, pues en sucesos de tan gran monta acontece que no todos opinan de una misma manera.

De cualquier modo es constante, que en los trescientos cincuenta años que los cartagineses dominaron el pais, cupo á la Turdetania la peor parte, por la circunstancia de ser lo primero que conquistaron, haber establecido en ella sus almacenes, y reunir á su feracidad las mejores costas para embarcarse, caso que la suerte de la guerra no les fuese propicia. Astigis por consiguiente participó de tal desgracia durante tan largo periódo, pues el reino á que pertenecía fué el último punto que desalojaron las huéstes de Cartago, despues de baberlo defendido con la mayor obstinacion: ni podian menos de hacerlo así atendida la joya que se escapaba de

sus manos.

Seria separarnos demasiado de nuestro intento el referir detalladamente los pasos de la ocupacion de la península por los romanos, y las ventajas ó reveses que sufrieron en su

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