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Alumnas del "Colegio Esther" que entregaron al Comandante de la "Nautilus" ura carreta bordada y un recuerdo del “Oquendo” Fotografia de Steegers,

DIA 8

A las diez de la mañana estuvieron una comisión de marinos á visitar la casa de salud "La Purísima Concepción" propiedad de la Asociación de Dependientes, siendo amablemente recibidos y agasajados con esplendidez por los señores

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Mesa ejecutiva de la Juventud Cubana" que obsequió á la "Nautilus” con una artística y alegórica medalla de oro.

don Francisco Pons, Tomás Ors, Mariano Paniagua, Torrens, García Mon, con todo el cuerpo médico de la casa, Aedo y otros.

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Concluida esta visita, siguieron á la gran fábrica "La. Tropical" donde se les obsequió por sus dueños con un lunch. Los marineros, hijos de Asturias, que tripulan la Nautilus en número de nueve, fueron obsequiados por sus paisanos del centro con una "fabada". Débese esta iniciativa al popu

lar don José María Quesada, asistieron el señor Bances Conde y otros socios, reuniéndose unos veintisiete comensales.

Acompañado del señor Juan Gualberto Gómez, estuvo á bordo el ilustre doctor señor Alfredo Zayas, siendo recibidos y tratados con las altas consideraciones debidas á su significación.

También estuvieron á despedirse entre otros incontables personas y entidades, el Comité de Dependientes, los marinos retirados, la señora Viuda de Planas con sus bellas hijas, Enriqueta, Regina y Matilde Nodarse, Alcalde de la Habana, etc, etc.

El señor Moreno Eliza, remitió á los institutos benéficos de la ciudad, mil pesos distribuyéndolos de acuerdo con el Alcalde.

Durante el día el mismo señor se despidió del gobernador Provicional Mr. Magoon, secretarios del despacho, gobernador civil, Alcalde y demás autoridades, Prensa, centros regionales, veteranos, jefes de los partidos políticos y de algunos particulares. ·

Los periódicos publican el sentido "Adiós á Cuba" que dirigió el señor Moreno Eliza y que insertamos íntegro:

"ADIOS A CUBA

Precisa, que con la ruda franqueza de los hombres de mar, declaremos urbi et orbi, que nuestra estancia en este puerto, por lo grata, ha sido única, aunque bastante causa á disminuir el legítimo goce de la pronta vuelta al hogar, rendido el viaje; y que el pesar de la partida, solo podrá aminorarlo, la sugestiva intensidad del recuerdo cariñoso.

Celosas autoridades constituídas, que desinteresadamente dirigís la nave del estado; pueblo de la Habana, cubanos, españoles que gozáis de residencia voluntaria en tan incomparable país; ilustres exponentes de la inteligencia, la cultura y la riqueza de esta joven República; respetable clero, simpáticas corporaciones benéficas, veteranos de la Independencia; antiguos y queridos compañeros de la Armada; particulares amigos; en la imposibilidad de realizar una personal despedida, con estas líneas, recibid nuestro adiós.

Y unido á él, vaya también el testimonio de cuanta gratitud quepa expresar para la Prensa toda; y muy especialmente, para esa prensa cubana, santo vehículo de noble comunicación en la obra hermosa de paz moral, que ha representado para la gran familia hispano americana, nuestra visita y vuestro recibimiento.

Cúponos la fortuna de ser el primer buque de guerra español que en aguas de Cuba libre, saludara al cañón, la bandera de la estrella solitaria, izada al tope mayor y como precioso trofeo de amor, en nombre de la madre patria, ds la ofrendamos remitiéndola al señor alcalde de la ciudad, que de dará el destino correspondiente: pero tuvimos al mismo

tiempo, al ganar puerto, la inmensa satisfacción de ver honrado y saludado por las baterías de la Cabaña, el glorioso pabellón de la nación descubridora, de la bien amada España, izada al pico de la cangreja de nuestra corbeta, y en justa correspondencia, como pieza histórica de valor inestimable, será por nosotros conservada.

Sabed pueblo de Cuba, que á la dotación de la corbeta Nautilus no la agita al zarpar otro sentimiento que el de su gratitud hacia vosotros y no formula más que un solo voto: el de vuestra felicidad.

Por la no

che se quemaron en la Plaza de las Ursulinas por el pirotécnico, señor Funes, varios fue

gos de artificio

que

agra da ron mucho.

Las calles de Muralla, Arco de la Plaza, palacio del señor Ramón López, antes indicado, oficinas centrales de la fábrica de Gas y Electrici dad, "Diario Español", "Diario de la Marina" y "CentroGallego" lucie

ron como

en anteriores noches

desde la lle

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Adorno de la entrada del Teatro Nacional la noche del baile organizado por el Comité de la Colonia Española en honor de los marinos españoles.

gada aquí de la Nautilus, sus espléndidas iluminaciones. En casa del señor Antonio Romero celebróse un banquete

de despedida en honor de sus paisanos gurdias-marinas, señores Galán, hermanos Vierna, Leste, Figueroa, Garrido, Barcaiztegui, Baturone y Elvira, asistien to como invitados entre otros, los Sres. A. Pazos y Sra., C. Añel, Garriga, López Muñoz, Cabrera, Patiño, Villar Ponte y Adelardo Novo.

DIA 9

Fué el señalado para la salida de la Nautilus con dirección á Halifax.

Antes de partir, tuvieron lugar las últimas despedidas, cariñosas, expresivas, entre las que se destacó la de la comisión de Veteranos con su presidente á la cabeza, el venerable Marqués de Santa Lucía y coroneles José D'Estrampes é Ignacio Weber.

La comisión del comité ejecutivo de la colonia española recibió del señor Moreno Eliza, la bandera cubana que se izó á bordo y fué saludada al cañón al cruzar por delante del Morro la corbeta con el honroso encargo de hacer entrega de ella al señor Alcalde de la Habana, para que se conserve en el consistorio municipal, como recuerdo his. tórico valiosísimo, por ser la primera izada en un buque de la armada española, como se conservará igualmente en España, la que fué saludada por la artillería cubana.

Momentos antes de levar ancla, arrióse la bandera que flameaba en la popa del buque izándose en su lugar la lujosa que regaló el plantel de enseñanza "Concepción Arenal" del Centro Gallego, acto saludado por las sirenas y pitos de los buques que rodeaban la Nautilus, vivas aplausos, bombas de palenque y músicas.

Eran las dos y cuarto de la tarde cuando se oyó la voz; ¡babor y estribor de guardia!

Seguidamente ocupó la dotación sus respectivos puestos, soitóse la amarra de la boya y el remolcador Pablo Gamiz tomó la estacha, y lenta, muy lentamente condujo la Nautilus hasta fuera del "Morro", donde, desplegadas todas sus velas, quedó libre, aunque siempre rodeada de vapores, remolcadores, goletas, guadaños en número mayor de doscientos, tripulados por millares de personas que no cesaron de aclamar á los marinos, á la patria, en medio del ensordecedor ruido de las bandas de músicas, pitos, cohetes. Y ya en mar libre, esto se prolongó por más de una hora, y eran las seis de la tarde cuando regresaban al muelle las últimas embarcaciones.

No hay manera de describir la grandiosa, magnífica despedida que el pueblo de la Habana, todo, sin distinción, sin exclusión alguna, ha dispensado á la Nautilus.

Desde San Lázaro, á los muelles de Luz, azoteas, avenidas, plazas, calles, donde quiera que una planta humana podía tener cabida, estaba lleno de gente, abarrotado.

Y lo mismo ocurría en la parte opuesta de la bahía desde Casa Blanca á la punta del Morro. Y aquella muchedumbre,

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