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que dentro había, y entróse a armar. Rada dejó un compañero a la puerta de la calle, que dijese cómo ya era muerto Pizarro, para que acudiesen a lo favorescer todos los de Chile, que serían docientos, y subió con los otros diez. Chaves abrió la puerta, pensando detenerlos y amansarlos con su autoridad y palabras. Ellos, por entrar antes que cerrasen, diéronle una estocada por respuesta. El echó mano a la espada, diciendo: ¡Cómo, señores!, ¿y a los amigos también?» Y diéronle luego una cuchillada que le llevó la cabeza a cercén, y rodó el cuerpo las escaleras abajo. Como esto vieron los que dentro estaban, descolgáronse por las ventanas a la huerta, y el doctor Velázquez el primero, con la vara en la boca, por que no le embarazase las manos. Solamente quedaron y pelearon en la sala siete; los dos quedaron heridos y los cinco muertos: Francisco Martín de Alcántara, medio hermano de Pizarro; Vargas y Escandón, pajes de Pizarro; un negro, y otro español criado de Chaves. Defendieron la puerta de la cámara do se armaba Pizarro una pieza. Cayeron los pajes muertos. Salió Pizarro bien armado, y como no vió más de a Francisco Martín, dijo: ¡A ellos, hermano; que nosotros bastamos para estos traidores!» Cayó luego Francisco Martín, y quedó solo Francisco Pizarro, esgrimiendo la espada tan diestro, que ninguno se acercaba, por valiente que fuese. Reempujó Rada a Narváez, en que se ocupase. Embarazado Pizarro en matar aquél, cargaron_todos en él y retrujéronlo a la cámara, donde cayó de una estocada que por la garganta le dieron. Murió pidiendo confesión y haciendo la cruz, sin que nadie dijese <Dios te perdone», a 24 de junio, año de 1541.

Era hijo bastardo de Gonzalo Pizarro, capitán en Navarra. Nasció en Trujillo, y echáronlo a la puerta de la iglesia. Mamó una puerca ciertos días, no se hallando quien le quisiese dar leche. Reconosciólo después el padre, y traíalo a guardar los puercos, y así no supo

leer. Dióles un día mosca a sus puercos, y perdiólos. No osó tornar a casa de miedo, y fuése a Sevilla con unos caminantes, y de allí a las Indias. Estuvo en Santo Domingo, pasó a Urabá con Alonso de Hojeda, y con Vasco Núñez de Balboa a descubrir la mar del Sur, y con Pedrarias a Panamá. Descubrió y conquistó lo que llaman el Perú, a costa de la compañía que tuvieron él y Diego de Almagro y Hernando Luque. Halló y tuvo más oro y plata que otro ningún español de cuantos han pasado a Indias, ni que ninguno de cuantos capitanes han sido por el mundo. No era franco ni escaso; no pregonaba lo que daba. Procuraba mucho por la hacienda del rey. Jugaba largo con todos, sin hacer diferencia entre buenos y ruines. No vestía ricamente, aunque muchas veces se ponía una ropa de martas que Fernando Cortés le envió. Holgaba de traer los zapatos blancos y el sombrero, porque así lo traía el Gran Capitán. No sabía mandar fuera de la guerra, y en ella trataba bien los soldados. Fué grosero, robusto, animoso, valiente y honrado; mas negligente en su salud y vida.

CXLV

Lo que hizo don Diego de Almagro después de muerto Pizarro.

Al ruido que mataban al gobernador Pizarro acudieron sus amigos, y a las voces de que ya era muerto venían los de Almagro; y así hubo muchas cuchilladas y muertes entre pizarristas y almagristas; mas cesaron presto, porque los matadores hicieron que don Diego cabalgase luego por la ciudad, diciendo que no había otro gobernador ni aun rey sino él en el Perú. Saquearon la casa de Pizarro, que rica estaba, y la de Antonio Picado y otros muchos y ricos hombres. Tomaron

por

las armas y caballos a cuantos vecinos no querían decir Viva don Diego de Almagro, aunque pocos osaron contradecir al vencedor. Hicieron también que los del regimiento y oficiales del rey recibiesen y jurasen por gobernador al don Diego hasta mandar otra cosa el emperador. Todo lo pudieron hacer a su salvo, por estar Fernando Pizarro en España y Gonzalo en lo de la canela; que si entrambos o el uno estuviera allí, quizá no le mataran. Estaba en tanto por enterrar el cuerpo de Francisco Pizarro, y había muchos llantos de mujeres allí en Los Reyes, por los maridos que tenían muertos y heridos; y no osaban tocar a Francisco Pizarro sin voluntad de don Diego y de los que lo mataron. Juan de Barbarán y su mujer hicieron a sus negros llevar los cuerpos de Francisco Pizarro y de Francisco Martín a la iglesia; y con licencia de don Diego los sepultaron, gastando de suyo la cera y ofrenda, y aun escondieron los hijos, porque no los matasen aquellos que andaban encarnizados. Don Diego quitó y puso las varas de justicia como le plugo; echo preso al doctor Velázquez y Antonio Picado, Diego de Agüero, Guillén Juárez, licenciado Caravajal, Barrios, Herrera y otros. Hizo su capitán general a Juan de Rada, y dió cargos y capitanías a García de Alvarado, a Juan Tello, a otro Francisco de Chaves y a otros, en el ejército que juntó, de ochocientos españoles. Tomó los bienes de los defuntos y ausentes y los quintos del rey, que fueron muchos, para dar a los soldados y capitanes. Hubo entrellos pasión sobre mandar, y quisieron matar a Juan de Rada, que lo mandaba todo. Y por eso hizo don Diego dar un garrote a Francisco de Chaves y castigó a muchos otros, y aun degolló a Antonio de Origüela, recién llegado de España, porque dijo en Trujillo que todos aquéllos eran tiranos. Escribió don Diego a todos los pueblos que lo admitiesen por gobernador, y muchos dellos lo admitieron por amor de su padre, y algunos

por miedo. Alonso de Alvarado, que con cien españoles estaba en los Chachapoyas, prendió los mensajeros que tales nuevas y recado llevaban. Don Diego despachó luego que lo supo a García de Alvarado por mar a Trujillo y a Sant Miguel para tomar las armas y caballos a los vecinos que favorescían a Alonso de Alvarado, con las cuales fuese sobre él. García de Alvarado tomó en Piura mucha plata y oro, que los vecinos tenían en Santo Domingo, y lo dió a los soldados, y ahorcó a Montenegro, y prendió a muchos; y en Trujillo quitó el cargo a Diego de Mora, teniente de Pizarro, porque avisaba de todo a Alonso de Alvarado, y en Sant Miguel cortó las cabezas a Villegas, a Francisco de Vozmediano y Alonso de Cabrera, mayordomo de Pizarro, que con los españoles de Guanuco huían de don Diego. Diego Méndez, que fué a la villa de la Plata con veinte de caballo, tomó en Porco once mil y setenta marcos de plata cendrada, y puso en cabeza de don Diego las minas y haciendas de Francisco, Fernando y Gonzalo Pizarro, que riquísimas eran, y las de Peranzures, Diego de Rojas y otros

CXLVI

Lo que hicieron en el Cuzco contra don Diego.

Diego de Silva, de Ciudad-Rodrigo, y Francisco de Caravajal, alcaldes del Cuzco, usaron de maña con don Diego, ca le demandaron más cumplidos deberes que los que había enviado para le recebir por gobernador, y entre tanto apellidaron gente de la comarca. Gómez de Tordoya supo, andando a caza, la muerte de Pizarro y el pedimiento de don Diego. Torció la cabeza de su halcón, diciendo que más tiempo era de pelear que de cazar. Entró en la ciudad de noche,

GÓMARA: HIStoria de las INDIAS.-T. II.

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habló con el cabildo de secreto, partió antes del día para do estaba Nuño de Castro, y avisaron entrambos de todas estas cosas a Peranzures, que residía en los Charcas, y a Perálvarez Holguín, que andaba conquistando en Choquiapo, y a Diego de Rojas, que estaba en la villa de la Plata, y a los de Arequipa y otros lugares. Trataban esto secretamente, porque había en el Cuzco muchos almagristas, que procuraban por don Diego, tomando la voz del rey, y hicieron su capitán y justicia mayor a Perálvarez Holguín, y se obligaron a pagar el dinero del rey, que tomaban para sustentar la guerra, si el emperador no lo diese por bien gastado. Perálvarez hizo su maestre de campo a Gómez de Tordoya; capitanes de caballo, a Peranzures y a Garcilaso de la Vega, y de infantería, a Nuño de Castro y a Martín de Robles, alférez del pendón real. Matriculáronse a la reseña ciento y cincuenta de caballo, noventa arcabuceros y otros docientos y más peones. Como los que hacían por don Diego vieron esto, ciscábanse de miedo y saliéronse huyendo más de cincuenta. Fueron tras ellos Nuño de Castro y Hernando Bachicao con muchos arcabuceros, y trajéronlos presos. Perálvarez, que avisado era del intento de don Diego, salió del Cuzco a recoger los que andaban remontados por miedo, y a juntarse con Alonso de Alvarado para ir a Los Reyes a dar batalla a don Diego, entendiendo que se le pasarían muchos a su parte de los que con él estaban. Don Diego, que supo esto, envió por García de Alvarado, y en viniendo se partió de Los Reyes con cien arcabuceros, ciento y cincuenta piqueros y trecientos de caballo y muchos indios de servicio. Y por que con su ausencia no se alzasen, echó de allí los hijos de Francisco Pizarro. Atormentó reciamente a Picado por saber de los dineros de su amo, y matóle. Llegó a Jauja y paró allí, porque adolesció y murió Juan de Rada, que su deseo y seguro era desbaratar a Perálvarez antes que

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