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ca, tomó cargo dello con acuerdo y consentimiento de todos los otros caciques, y mandó a ciertos criados suyos que ahogasen a un Salcedo que posó en su casa, pasándolo el río Guarabo; los cuales le hundieron so el agua, llevándolo en hombros, y como se ahogó, tuvieron a los demás por mortales, y así se confederaron y se rebelaron y mataron más de cien españoles. Diego de Salazar fué quien más se señaló en la conquista del Boriquén. Temíanle tanto los indios, que no querían dar batalla donde venía él, y algunas veces lo llevaban en el ejército, estando muy malo de bubas, por que supiesen los indios cómo estaba allí; solían decir aquellos isleños al español que los amenazaba: «No te temo, ca no eres Salazar.» Habien eso mesmo grandísimo miedo a un perro llamado Becerrillo, bermejo, bocinegro y mediano, que ganaba sueldo y parte como ballestero y medio, el cual peleaba contra los indios animosa y discretamente; conocía los amigos, y no les hacía mal aunque le tocasen. Conocía cuál era caribe (1) y cuál no; traía el huído aunque estuviese en medio del real de los enemigos, o le despedazaba; en diciéndole «ido es», o buscaldo, no paraba hasta tornar por fuerza al indio que se iba. Acometían con él nuestros españoles tan de buena gana como si tuvieran tres de caballo; murió Becerrillo de un flechazo que le dieron con yerba nadando tras un indio caribe. Cristianáronse todos los isleños, y su primer obispo fué Alonso Manso, año de 11; los que tras Juan Ponce de León, que fueron muchos, rigieron el Boriquén por el almirante atendieron más a su provecho que al de los isleños.

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(1) Estaban pobladas las Antillas por dos pueblos diferentes. El pueblo arauaco gentes tímidas y pacificas - poblaba las grandes Antillas, y el pueblo caribe-antropófagos y guerreros, salteadores de los primeros - las pequeñas Antillas y costas de Tierra Firme. (Nota D.)

XLV

El descubrimiento de la Florida.

Quitó el almirante del gobierno del Boriquén a Juan Ponce de León, y viéndose sin cargo y rico, armó dos carabelas y fué a buscar la isla Boyuca, donde decían los indios estar la fuente que tornaba mozos a los viejos. Anduvo perdido y hambriento seis meses por entre muchas islas, sin hallar rastro de tal fuente. Entró en Bimini (1), y descubrió la Florida en Pascua Florida del año de 12, y por eso le puso aquel nombre; y esperando hallar en ella grandes riquezas, vino a España, donde negoció con el rey don Fernando todo lo que pedía, con intercesión de Nicolás de Ovando y de Pero Núñez de Guzmán, ayo del infante don Fernando, cuyo paje había sido. Así que le dió el rey título de adelantado de Benimi y de gobernador de la Florida; y con tanto armó en Sevilla tres navíos de muy propósito el año de 15. Tocó en Guacana, que llaman Guadalupe; echó en tierra gente a tomar agua y leña, y algunas mujeres que lavasen los trapos y ropa sucia. Salieron los caribes, que se habían puesto en celada, y flecharon con sus saetas enherboladas los españoles; mataron los más que a tierra salieron y captivaron las lavanderas. Con este mal principio y agüero se partió Juan Ponce al Boriquén, y de allí a la Florida. Saltó en tierra con sus soldados para buscar asiento donde fundar un pueblo; vinieron los indios a defenderle la entrada y estada; pelearon con él, desbaratáronlo y aun le mataron hartos españoles, y le hirieron a él con una

(1) El primer nombre que la actual Florida recibió de nuestros primitivos historiadores de Indias fué este de Bimini o Bimeni. (Nota D.)

GÓMARA: HISTORIA DE LAS INDIAS. --T. I.

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flecha, de cuya herida hubo de morir en Cuba (1). Y así acabó la vida y consumió gran parte de la mucha hacienda que allegara en Sant Juan del Boriquén. Pasó Juan Ponce de León a la isla Española con Cristóbal Colón el año de 1493; fué gentil soldado en las guerras de aquella isla, y capitán en la provincia de Higuey por Nicolás de Ovando, que la conquistó. Es la Florida una punta de tierra como lengua, cosa muy señalada en Indias y muy nombrada por los muchos españoles que han muerto sobre ella. Siendo la Florida tierra (según fama) rica y abastada, aunque valientes los hombres, pidió su conquista y gobernación Hernando de Soto (2), que había sido capitán en el Perú, y enriquecido en la prisión de Atabaliba con la parte que le cupo de hombre de caballo y de capitán y con el cojin de perlas y piedras en que se asentaba aquel rico y poderoso rey. Fué, pues, allá con mucha y buena gente; anduvo cinco años buscando minas, ca pensaba ser como el Perú. No pobló, y así murió él y destruyó a los que le seguían. Nunca harán buen hecho los conquistadores que ante todas cosas no poblaren, en especial aquí, que son los indios valientes flecheros y recios hombres. Por muerte del adelantado Soto demandaron muchos esta conquista el año 44, estando la corte en Valladolid; entre los cuales fueron Julián de Samano y Pedro de Ahumada, hermanos, hombres bastantes para tal empresa, y el Ahumada muy entendido en muchas cosas y muy virtuoso hidalgo, con quien yo tengo amistad estrecha. Mas ni el emperador,

(1) Llegó cerca de Tampa Bay (o Bahía de Tampa) y padeció el desastre con los indios timaquanos. (Nota D.)

(2) Acaso no haya expedición más célebre - cualquiera sea el parecer de Gómara-que la del honrado Hernando de Soto, explorador y descubridor de la mitad oriental de los actuales Estados Unidos, llegando hasta la latitud de la actual Memphis por el Norte, y por el Oeste hasta el Mississipí, por el que navegó y en el que fué sepultado. (Nota D.)

que estaba en Alemaña, ni el príncipe don Felipe, su hijo, que gobernaba todos estos reinos de Castilla y Aragón, la dieron a ninguno, aconsejados del su Consejo de Indias y de otras personas que con buen celo, a su parecer, contradecían las conquistas de las Indias; empero enviaron allá a fray Luis Cancel de Balvastro con otros frailes dominicos, que se ofreció de allanar aquella tierra y convertir la gente y traerla a servicio y obediencia del emperador con solas palabras. Fué, pues, el fraile a costa del rey el año de 49; salió en tierra con cuatro frailes que llevaba, y con otros seglares marineros sin armas, que así tenían de comenzar la predicación. Acudieron a la marina muchos de aquellos floridos, y sin escucharle lo aporrearon con otro o con otros dos compañeros, y se los comieron, y así padecieron martirio por predicar la fe de Cristo. El los tenga en su gloria. Los otros se acogieron al navío y se guardaron para confesores, como dijeron algunos. Muchos que favorecieron la intención de aquellos frailes conocen agora que por aquella vía mal se pueden atraer los indios a nuestra amistad ni a nuestra santa fe; aunque si pudiese ser, mejor sería. Entonces se vino a la nave uno que fué paje de Hernando Soto, el cual contaba cómo los indios pusieron los cueros de las cabezas de los frailes con sus coronas en un templo, y que cerca de allí hay hombres que comen carbón.

XLVI

Río de Palmas.

Quinientas leguas que hay de costa desde la Florida al río Pánuco anduvo primero que otro ningún español Francisco de Garay. Empero, porque no hizo entonces mas de correr la costa, dejaremos de hablar de él y

hablaremos de Pánfilo de Narváez, que fué a poblar y conquistar, con título de adelantado y gobernador, el río de Palmas, que cae treinta leguas encima de Pánuco hacia el norte y toda la costa hasta la Florida; y así no pervertiremos la orden que comenzamos. Digo, pues, cómo el año de 27 partió Pánfilo de Narváez de Sanlúcar de Barrameda para su adelantamiento del río de Palmas, con cinco navíos, en que llevaba seiscientos españoles, cien caballos y gran suma de bastimentos, armas y vestidos, ca tenía experiencia de otras armadas. Tuvo trabajo en el camino, y no acertó a ir donde tenía, por ignorancia de Miruelo y de los otros. pilotos de la flota, que desconocieron la tierra. Todavía salió en ella Narváez con trescientos compañeros y casi todos los caballos, aunque con poca comida, y envió los navíos a buscar el río de Palmas, en cuya demanda se perdieron casi todos los hombres y caballos; lo cual fue por no poblar luego que saltó en tierra con la gente, o por saltar donde no había de poblar. Quien no poblare, no hará buena conquista, y no conquistando la tierra, no se convertirá la gente; así que la máxima del conquistar ha de ser poblar. Vió Narváez oro a unos indios, que, preguntados dónde lo sacaban, dijeron en Apalachen (1). Fué allá: en el camino topó un cacique llamado Dulchanchelin, que, a trueco de cascabeles y sartalejos, le dió un cuero de venado muy pintado que traía cubierto; y venía a cuestas de otro indio y con mucha compañía, que los más tañían caramillos de caña. Apalachen es de hasta cuarenta casas de paja, tierra pobre de lo que buscaban, mas abundante de otras muchas cosas; llana, aguazosa y arenosa. Hay laureles y casi todos nuestros árboles; empero son muy altos. Hay leones, osos, venados de

(1) La expedición desdichada de Pánfilo de Narváez se relata con todo pormenor en ALVAR Núñez Cabeza de VACA, Naufragios y Comentarios, vol. núm. 17 de la colección de Viajes clásicos editada por CALPE. (Nota D.)

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