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que

nidos los hombres con engaños. Roldán y sus compañeros escribieron también a sus altezas mil males de Cristóbal Colón y de sus hermanos, certificándoles que se querían alzar con la tierra; que no dejaban saber las minas ni sacar oro sino a sus criados y amigos; maltrataban los españoles sin causa ninguna, y que administraban justicia por antojo más que por derecho, y que había el almirante callado y encubierto el descubrimiento de las perlas que halló en la isla de Cubagua, e que se lo tomaban todo y a nadie daban nada, aunque muy enfermos y valientes fuesen. Enojóse mucho el rey de que anduviesen las cosas de Indias de tal manera, y la reina mucho más, e despacharon luego allá a Francisco de Bobadilla, caballero del hábito de Calatrava, por gobernador de aquellas partes y con autoridad de castigar y enviar presos a los culpados. El cual fué a la Española con cuatro carabelas el año de 1499. Hizo en Santo Domingo pesquisa sobre la comisión que llevaba, y prendió a Cristóbal Colón y a sus hermanos Bartolomé y Diego. Echóles grillos y enviólos en sendas carabelas a España. Como fueron en Cáliz y los reyes lo supieron, enviaron un correo que los soltase y que viniesen a la corte. Oyeron piadosamente las disculpas que les dió Cristóbal Colón, revueltas con lágrimas: y en pena de alguna culpa que debía tener, o por quitar semejante bullicio o porque no pensasen que se les debía de dar para siempre la gobernación de aquella tierra a ellos, la quitaron de gobernador, cosa que mucho sintió; y aun cuando le dejaron tornar allá, fué harto, según sus negocios estaban enconados y desfavorecidos.

XXIV

El cuarto viaje que a las Indias hizo Cristóbal Colón.

Tres años estuvo Cristóbal Colón desta hecha en España, en fin de los cuales, que fué el de 1502, hubo a costa de los Reyes Católicos cuatro carabelas, en que pasó a la Española; y cuando estuvo cerca del río Ozama no le dejó entrar en Santo Domingo Nicolás de Ovando, que a la sazón gobernaba la isla. Pesóle dello y envióle a decir que, pues no quería dejarle entrar en la ciudad que había hecho, que se iría a buscar puerto donde seguro estuviese; y así se fué a Puerto-Escondido, y de allí, queriendo buscar estrecho para pasar de la otra parte de la Equinocial, como lo había dado a entender a los reyes, fuése derecho al poniente hasta dar en el cabo de Higueras. Siguió la costa meridional, y corrióla hasta llegar al Nombre de Dios, de donde volvió a Cuba, y luego a Jamaica, y allí perdió dos carabelas que le quedaban de las cuatro con que fué al descubrimiento, y quedó sin navíos para poder llegar a Santo Domingo. Muchos males se le recrescieron allí, ca le adolescieron muchos españoles, y le hicieron guerra los sanos, y le quitaron los indios los mantenimientos. Francisco de Porras, capitán de una carabela, y su hermano Diego de Porras, contador de la Armada, amotinaron la gente y tomaron cuantas canoas pudieron a los indios para pasarse a la Española. Como esto vieron los de la isla, no querían dar comida a los de Colón, antes tramaban de matarlos. Cristóbal Colón entonces llamó algunos dellos, reprehendiólos de su poca caridad, rogóles que le vendiesen bastimentos, y amenazólos, si lo contrario hiciesen, que morirían todos de pestilencia; y en señal que sería verdad, les dijo que para tal día verían

la luna sangrienta. Ellos que vieron la luna eclipsada en la mesma hora y día señalado, creyéronlo, que no sabían astrología. Pidieron perdón con muchas lágrimas, y rogando a Cristóbal Colón que no estuviese enojado con ellos, le traían cuanto les demandaba, y porque los pusiese en gracia con la luna. Con el buen proveimiento y servicio de los isleños convalescieron los enfermos y estuvieron para pelear con los Porras, que, no pudiendo pasar la mar en tan chicas barquillas, volvieron a tomar a Colón algún navío si le hubiese venido. Salió a ellos Bartolomé Colón, y pelearon. Mató algunos, hirió muchos y prendió al Diego y al Francisco de Porras, Esta fué la primera batalla entre españoles de las Indias, y en memoria de la victoria llamó Cristóbal Colón el puerto de Santa Gloria, que es en Sevilla de Jamaica, donde estuvo un año e hasta que tuvo en que ir a Santo Domingo.

XXV

I a muerte de Cristóbal Colón.

Tras esta pelea se vino Cristóbal Colón a España, porque no le achacasen algo, como las otras veces, y a dar razón de lo que de nuevo había descubierto. Y como no halló estrecho, llegó a Valladolid, y allí murió por mayo de 1506. Llevaron su cuerpo a depositar a las Cuevas de Sevilla, monasterio de cartujos. Era hombre de buena estatura y membrudo, cariluengo, bermejo, pecoso y enojadizo, y crudo, y que sufría mucho los trabajos. Fué cuatro veces a las Indias, y volvió otras tantas; descubrió mucha costa de TierraFirme; conquistó y pobló buena parte de la isla Española, que comúnmente dicen Santo Domingo. Halló las Indias, aunque a costa de los Reyes Católicos; gas

tó muchos años en buscar con qué ir allá. Aventuróse a navegar en mares y tierras que no sabía, por dicho de un piloto, y si fué de su cabeza, como algunos quieren, meresce mucha más loa. Comoquiera que a ello se movió, hizo cosa de grandísima gloria; y tal, que nunca se olvidará su nombre, ni España le dejará de dar siempre las gracias y alabanza que meresció, y los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, en cuya ventura, nombre y costa hizo el descubrimiento, le dieron título y oficio de almirante perpetuo de las Indias, y la renta que convenía a tal estado y tal servicio como hecho les había y a la honra que ganó. Tuvo Cristóbal Colón sus ciertas adversidades entre tan buena dicha, ca fué dos veces preso, y la una con grillos. Fué malquisto de sus soldados y marineros; y así se le amotinaron Roldán Jiménez y los Porras, y Martín Alonso Pinzón en el primer viaje que hizo; peleó con españoles sus proprios soldados, y mató algunos en la batalla que hubo con Francisco y Diego de Porras. Trujo pleito con el fiscal del rey sobre que si no fuera por los tres hermanos Pinzones se tornara del camino sin ver tierra de Indias. Dejó dos hijos, don Diego Colón, que casó con doña María de Toledo, hija de don Fernando de Toledo, comendador mayor de León, y don Fernando Colón, que vivió soltero y que dejó una librería de doce o trece mil libros, la cual agora tienen los frailes dominicos de Sant Pablo de Sevilla; que fué cosa de hijo de tal padre.

XXVI

El sitio de la isla Española, y otras particularidades.

En lengua de los naturales de aquella isla se dice Haiti y Quizqueia. Haiti quiere decir aspereza, y Quizqueia, tierra grande. Cristóbal Colón la nombró Espa

ñola; agora la llaman muchos Santo Domingo, por la ciudad más principal que hay en ella. Tiene la isla en largo leste oeste ciento y cincuenta leguas, y de ancho cuarenta, y boja más de cuatrocientas. Está de la Equinocial al norte en diez y ocho y en veinte grados; ha por aledaños de la parte de levante la isla Boriquen, que İlaman Sant Joan (1), y del poniente a Cuba y Jamaica; al norte, las islas de los Caníbales, y al sur, el cabo de la Vela, que es en Tierra-Firme; hay en ella muchos y buenos puertos, grandes y provechosos ríos, como son Hatibanico, Yuna, Ozama, Neiva, Nizao, Nigua, Hayna y Yaques, el que por sí entra en la mar; hay otros menores, como son Macorix, Cibao y Cotuy. Dellos, el primero es rico de pescado, y los otros, de oro. Dos lagos hay notables, uno por su bondad y otro por su extrañeza. El que está en las sierras donde nasce el río Nizao, a nadie aprovecha y a todos asombra, y pocos lo ven. El de Xaragua es salado, aunque rescibe muchos arroyos y ríos dulces, a cuya causa cría infinitos peces, y entre ellos grandes tortugas y tiburones; está cerca de la mar, e tiene diez y ocho leguas. Eran sus riberas muy pobladas; sin las salinas de PuertoHermoso y del río Yaques, hay una sierra de sal en Hainoa, que la cavan como en Cardona de Cataluña. Hay mucho color azul y muy fino, infinito brasil y mucho algodón y ámbar; riquísimas minas de oro, y aun lo cogían en lagunas y por los ríos; también hay plata y otros metales. Es tierra fertilísima; y así había en ella un millón de hombres, que todos o los más andaban en puras carnes, y si alguna ropa se ponían, era de algodón. Son estos isleños de color castaño claro, que parescen algo tiriciados, de mediana estatura y rehechos; tienen ruines ojos, mala dentadura, muy abiertas las ventanas de las narices, y las frentes demasiado anchas; ca de industria se las dejan así las comadres por

(1) O Puerto Rico. (Nota D.)

GÓMARA: HIStoria de las INDIAS.-T. I.

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