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LXXX

La caza y pesca de cumaneses

Son cumaneses muy continos y certeros cazadores; matan leones, tigres, pardos, venados, jabalís, puercoespín y toda cuatropea, con flecha, red y lazo. Toman un animal que llaman capa, mayor que asno, velloso, negro y bravo, aunque huye del hombre; tiene la pata como zapato francés, aguda por detrás, ancha por delante y algo redonda. Persigue los perros de acá, y una capa mata tres y cuatro dellos juntos. Usan una montería deleitosa con otro animal dicho aranata, que por su gesto y astucia debe ser del género de monas; es del tamaño de galgo, hechura de hombre en boca, pies y manos; tiene honrado gesto y la barba de cabrón; andan en manadas; aullan recio; no comen carne; suben como gatos por los árboles; huyen el cuerpo al montero; toman la flecha y arrójanla al que la tiró graciosamente. Paran redes a un animal que se mantiene de hormigas, el cual tiene un hocico de palmo y un agujero por boca. Pónese en los hormigueros o hueco de árboles donde las hay, saca la lengua y traga las que suben. Arman lazos en sendas y bebederos a unos gatos monteses, como monos, cuyos hijos son de gran pasatiempo y recreación, graciosos y re-. gocijados; andan con ellos las madres abrazadas de árbol en árbol. Cazan otro animal muy feo de rostro, gesto de zorro, pelo de lobo sarnoso, hediondísimo y que caga culebras delgadas y largas y de poca vida. Los frailes dominicos tuvieron uno dellos en Santa Fe, que por no poder sufrir el hedor le mataron, y vieron ir al campo las culebrillas que cagó, mas luego se murieron; y siendo tal, lo comen los indios. También hay otro animal cruel, de que se mucho espantan; de

miedo del cual llevan tizones de noche por el camino do los hay; nunca parece de día, y pocas veces de noche, y entonces muy temprano; anda por las calles, llora muy recio como un niño para engañar la gente, y si alguno sale a ver quién llora, cómeselo. No es mayor que galgo, según fray Tomás Ortiz y otros frailes dominicos y franciscos contaban; comen encubertados, que hay muchos. Hay tantas yaguanas, que destruyen la hortaliza y sembrados; son golosas por melones que llevaron de acá; y así, matan muchas en melonares. Son mañosos en tomar aves con liga, redes y arco. Es tanta la volatería, especial de papagayos, que pone admiración; y unos como cuervos, pico de águila, grandor de pato, perezosos en volar como abutardas; mas que viven de rapiña y huelen a almizcle. Los morciélagos son grandes y malos; muerden recio, chupan mucho. En Santa Fe de Chiribichi acaesció a un criado de los frailes que, teniendo mal de costado, no le hallaron vena para sangrar, y dejaronlo por muerto: vino un morciélago y mordióle aquella noche del tobillo, que topó descubierto; hartóse, dejó abierta la vena, y salió tanta sangre por allí, que sanó el doliente; caso gracioso y que los frailes contaban por milagro. Hay cuatro suertes de mosquitos dañosos, y los menores son peores; los indios, por que no los piquen dormiendo en el campo, se entierran o se cubren de yerba o rama. Hay dos maneras de avispas: unas malas, que andan por el campo, y otras peores, que no salen de poblado; tres diferencias de abejas: las dos crían en colmenas buena miel, y la otra es chiquita, negra, silvestre, y saca miel sin cera por los árboles. Las arañas son mucho mayores que las nuestras, de diversas colores y hermosas a la vista; tejen sus telas tan recias, que han menester fuerzas para rompellas. Hay unas salamandras como la mano, que mordiendo matan, y cacarean de noche como pollas. Pescan de muchas maneras, con anzuelos, con redes,

con flechas, fuego y ojeo; no pueden pescar todos ni en todas partes, ca en Anoantal, donde anduvo Antonio Sedeño, al que pesca sin licencia del señor es pena que le coman. Júntanse para pescar a ojeo muchos que sean grandes nadadores, y todos lo son por amor desto y de las perlas; y a los tiempos de cada pescado, como de besugos en Vizcaya, o en Andalucía de atunes, entran en la mar, pónense en hila, nadan, chiflan, apalean el agua, cercan los peces, enciérranlos como en jábega, y poco a poco los sacan a tierra, y en tanta cantidad, que espanta; esta es la más nueva manera de pescar que he oído. Peligran muchos, porque o se los comen lagartos, o los destripan otros peces por huir, o se ahogan. Otra manera de pescar tienen extraña, empero segura y, como ellos dicen, caballerosa: van de noche en barcas con tizones y tedas ardiendo; encandilan los peces, que, abobados o ciegos de la vislumbre, se paran y vienen a las barcas, y allí los flechan y harponan; todos los peces desta pesca son muy grandes; sálanlos o desécanlos al sol, enteros o en tasajos; unos asan para que se conserven, y otros cuecen y amasan; adóbandolos, en fin, por que no se corrompan, para vender entre año. Toman grandísimas anguilas o congrios, que se suben de noche a las barcas, y aun a los navíos, matan los hombres y cómenselos.

LXXXI

De cómo hacen la yerba ponzoñosa con que tiran.

Las mujeres, como dije, tienen por la mayor parte el cuidado y trabajo de la labranza; siembran maíz, ají, calabazas y otras legumbres; plantan batatas, y muchos árboles, que riegan de ordinario; pero el de que más cuidado tienen es el del hay, por amor de los dien

GÓMARA: HIStoria de las INDIAS.-T. I.

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tes. Crían tunas y otros árboles que, punzados, lloran un licor como leche, que se vuelve goma blanca, muy buena para sahumar los ídolos; otro árbol mana un humor que se pone como cuajadillas y es bueno de comer; otro árbol hay, que algunos llaman guarcima, cuya fruta parece mora y, aunque dura, es de comer y hacen della arrope, que sana la ronquera; de la madera, estando seca, sacan lumbre como de pedernal; otro árbol hay muy alto y oloroso que parece cedro, cuya madera es muy buena para cajones y arcas de ropa, por su buen olor; empero si meten pan dentro, no hay quien lo coma de amargo; es eso mesmo buena para naos, que no la come broma ni se carcome. Hay tambien otro árbol que hecha liga, con que toman pájaros y con que se untan y empluman; es grande y no pasa de diez años. Lleva de suyo la tierra cañafístolos, mas ni comen la fruta ni conoscen su virtud. Hay tantas rosas, flores y olorosas yerbas, que dañan la cabeza y que vencen al almizcle, aunque lo traigan en las narices; hay tantas langostas, orugas, cocos, arañuelos y otros gusanos, que destruyen los frutales y sembrados, y gorgojo que roe el maíz; hay un manadero de cierto betún que encendido arde y dura como fuego de alquitrán, del cual se aprovechan para muchas cosas. Tiran con yerba de muchas maneras, simple y compuesta: simples son sangre de las culebras que llaman áspides, una yerba que parece sierra, goma de cierto árbol, las manzanas ponzoñosas que dije, de Santa Marta; la mala es hecha de la sangre, goma, yerba y manzanas que digo, y cabezas de hormigas venenosísimas. Para conficionar esta mala yerba encierran alguna vieja, danle los materiales y leña con que lo cueza; ella los cuece dos y tres días, y hasta que se purifiquen; si la tal vieja muere del tufo o se desmaya reciamente, loan mucho la fuerza de la yerba; mas si no, derrámanla y castigan la mujer. Esta debe ser con que tiran los caribes y a la que remedio no hallaban

españoles; cualquiera hombre que de la herida escapa, vive doloroso; no ha de tocar mujer, que no se refresque la llaga; no ha de beber ni trabajar, que no llore. Las flechas son de palo recio y tostado, de juncos muy duros, y creo que los que traen acá para gotosos y viejos; pónenles por hierro pedernal y huesos de peces duros y enconados. Los instrumentos que tañen en guerra y bailes son flautas de hueso de venados, flautones de palo como la pantorrilla, caramillos de caña, atabales de madera muy pintados y de calabazas grandes, bocinas de caracol, sonajas de conchas y ostiones grandes. Puestos en guerra son crueles; comen los enemigos que matan y prenden, o esclavos que compran; si están flacos, engórdanlos en caponera, que así hacen en muchos cabos.

LXXXII

Bailes e ídolos que usan.

En dos cosas se deleitan mucho estos hombres: en bailar y beber; suelen gastar ocho días arreo en bailes y banquetes. Dejo las danzas y corros que hacen ordinariamente, y digo que para hacer un areito a bodas, o coronación del Rey o señor alguno, en fiestas públicas y alegrías se juntan muchos y muy galanes; unos con coronas, otros con penachos, otros con patenas al pecho, y todos con caracoles y conchas a las piernas, para que suenen como cascabeles y hagan ruido. Tíznanse de veinte colores y figuras; quien mas feo va, les parece mejor. Danzan sueltos y trabados de la mano, en arco, en muela, adelante, atrás; pasean, saltan, voltean; callan unos, cantan otros, gritan todos. El tono, el compás, el meneo es muy conforme y a un tiempo, aunque sean muchos. Su cantar y el son tiran

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